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019










Yoongi no podía respirar, en algún punto perdió el aliento, quizá cuando soltó un jadeo inconsciente, cargado de miedo; o cuando sus ojos quedaron abiertos y plasmados, picando por lágrimas que no derramaba porque era demasiado para asimilarlo. Toda su musculatura se tensó, de un segundo a otro, quieto, como si no pudiese moverse, como si su cuerpo no reaccionara, aunque, en efecto, así era, no estaba reaccionando, no podía pensar, no podía razonar, nada llegaba a él ni cuando la presión en las paredes de su cráneo aumentó, haciéndose más profunda, la misma presión viajando hacia el centro de su pecho, donde un dolor agudo punzó y apretó en lo más hondo de este, tan agudo que sería capaz de gritar si tuviera las fuerzas, pero no las tenía, porque el dolor buscaba tragarlo, atravesarle el alma, quitársela y dejarlo finalmente vacío.

Y sólo fue ese mismo dolor, sintiéndose tan real, el cansancio tan vivo, lo que lo hizo consciente de todo. Se estaba muriendo.

No solo él.

Sino que ambos. Ambos se estaban muriendo.







Tres días antes.







—Creo que a la media noche es buena hora —Hoseok dijo, cargando unos bolsos grandes con ayuda de Mingyu, hacia el fondo de su camioneta, una RAM trucks que de seguro no pasaría desapercibido si lo que querían era salir de Seúl lo más sigilosamente posible. Cuando tuvo el trabajo listo, miró hacia quienes iban dirigidas sus palabras—, asegúrense de tener todo listo a esa hora.

Yoongi y Jimin asintieron, y cuando el lobo estuvo a punto de hablar, Mingyu lo hizo primero.

—¿Qué hacemos con Jimin?

—¿A qué te refieres? ¿qué hay conmigo?

Inesperadamente, Hoseok rió, pero salió como un aire flojo de sus labios, un bufido irónico cuando sus ojos iban de Jimin a Yoongi, una y otra vez, como si estuviera esperando que le dijeran que la pregunta había sido en tono de broma.

Supo que no cuando ninguno de ellos quitó las facciones confundidas de su rostro mientras le miraban esperando una explicación.

—Chicos... hasta yo lo sé...

Era extraño su comportamiento, Yoongi pensó, mirando al cazador de vampiros de manera fija, como si tratara de intimidarlo cuando en realidad quería ver más allá de aquella mirada que lo hacía lucir como si estuviese enterado de muchas cosas que ellos no.

Y es que Yoongi en su mente intentó recapitular cuál era el problema con Jimin, llegando a nada como conclusión porque todo el día de ayer y hoy se la habían pasado entre llamar a la manada e idear un plan para salir de Seúl.

Y por más que Yoongi había querido acurrucarse contra Jimin, llenarlo de caricias y abrazos, tocar sus labios para recordar el sabor y la suavidad de estos, reviviendo la noche en que sí pudo hacerlo, sabía que sus necesidades personales estaban lejos de ser primordiales ahora, no cuando estaba tan enfocado en esto.

Sin embargo, eso no lo privaba de ser sobreprotector con él, porque por más que se hiciera la idea de que Jimin era un soldado de excelencia en la manada, su lobo no parecía sentir lo mismo.

Así que antes de hablar, tuvo la urgencia de dar un paso hacia adelante y acercarse de manera instintiva hacia él.

—¿Qué se supone que sabes?

Aquel aspecto defensivo que tenía Yoongi, y aquella mirada confundida y seria de Jimin, no hicieron más que hacer que ambos cazadores se miraran entre ellos, igual de confundidos al ver que ambos chicos no estaban enterados ni de lo que pasaba con ellos mismos.

Mingyu suspiró, como si la paciencia se hubiese exhalado de su cuerpo por culpa de ellos. 

—Miren, si fuera por nosotros, partiríamos ahora mismo, la noche está lo suficientemente oscura para poder mezclarnos sin tanto ruido, pero tú, amiguito... —El híbrido se relamió los labios y chasqueó la lengua, negando con la cabeza al tiempo que su índice se elevaba y apuntaba a Jimin—, sigues oliendo a ese vampiro.

Oh.

Hoseok dio un paso al frente. —No nos iremos hasta que se te quite el olor.

Para Yoongi no era una sorpresa, pero tampoco esperó que ellos se dieran cuenta.

Jimin seguía con aquel aroma fuerte y picante encima suyo, aun cuando él se había dado el trabajo de marcarlo con su olor todo el día.

—No entiendo —Jimin entonces habló, negando con la cabeza y mostrándose visiblemente perturbado—, él ni siquiera me tocó y sólo hablamos un par de minutos, no entiendo cómo lo hizo.

—Eres como una luciérnaga en medio de la noche ahora mismo —Mingyu advirtió—, sabemos que él no ingresa al edificio porque las brujas no se lo permiten, pero apenas demos un pie afuera, él sabrá que te estas moviendo, y la ciudad no es precisamente el mejor lugar para enfrentarlo.

De pronto, un aroma un poco más pesado llegó a Yoongi, como ansiedad y sólo bastó girar su cabeza un poco para notar que provenía de Jimin, quien suspiró con mucho pesar, quizá sintiéndose culpable por ser la causa del por qué saldrían más tarde y no ahora mismo.

—No sé cómo quitármelo.

Hay silencio, por un corto tiempo, como si los cuatro estuvieran pensando en una solución, ahí, en medio del subterráneo del edificio de Taehyung.

Hasta que Hoseok mira a Yoongi.

—¿Intentaste marcarlo?

—Sí —Yoongi responde de inmediato, más sumergido en una solución que en la respuesta en sí. Y aunque no lo ve directamente, puede notar por el rabillo del ojo a Jimin removerse en su sitio, quizá con las orejas ligeramente más rosadas en su punta—, dormimos juntos, también. Y he estado marcándolo todo el día.

Y bueno, Yoongi estaba orgulloso de decir aquello, muy lejos de los sentimientos de Jimin, quien, a su vez, quería golpearlo por decir cosas vergonzosas como si fuera lo más normal del mundo.

—No —Mingyu refuta, obteniendo la atención de ambos—, con marcarlo Hoseokkie se refiere a morderlo. Cuando muerdes, intensificas tus feromonas y el olor se triplica porque tu lobo lo único que desea es que la persona lleve tu olor, lo sabes.

—No lo voy a morder. No otra vez.

Y la sola sentencia hizo a Jimin girarse encontrándose con su ceño fruncido.

—Sabes que estamos contra del tiempo.

Hoseok intervino, pero su rostro no hace más que notarse confundido, porque, Jimin de por sí ya tenía una mordedura en su cuello, una profunda y rosada, así que no entendía el por qué la negación de aquel lobo cuando estaba claro para ellos que el humano ya había sido mordido antes.

Y es que en realidad era algo que nadie podría entender. Para Yoongi, Jimin era su compañero, su lobo y todo de él amagaba protección, cuidado y respeto. Claro que quería morderlo, pero tampoco podía llegar y hacerlo, no cuando una gran parte de él velaba por la salud del humano.

Humano.

Con Mingyu indicándole que Jimin era todo menos humano las cosas empeoraban, ni siquiera sabía qué efectos tenía su mordida en él como para siquiera pensar en hacerlo. 

Yoongi volvió a negar, tragando duro cuando su garganta se apretó.

—Debe haber otra forma... —murmuró para sí mismo.

Nadie responde por un buen rato, sumergidos cada uno en sus propias conclusiones.

Hasta que una pequeña respiración se sintió.

—Hyung, ¿no quieres porque realmente te preocupas por mí? —Jimin dijo, girándose hacia Yoongi. Y a pesar de que su voz se sintió temblar, el tono de esta, junto con su mirada seria mostraban otra cosa—, ¿o no quieres porque sabes que no soy humano?

Había cierta decepción brillando en sus ojos, como si estuviese herido y lastimado de no ser mordido, y Jimin se siente estúpido por estar pidiendo explicaciones sobre eso.

Si bien, quería quitarse aquel olor que ni siquiera sabía que existía a como dé lugar, y a pesar de que una parte de él tenía un poco de miedo al saber que necesitaba ser mordido, otra parte más estúpida e irracional se sintió herida al escuchar a Yoongi rechazarlo.

No sabía por qué, pero el hecho de que no lo quisiera tuvo un efecto un poco más personal.

Y antes de que realmente pensara en lo que iba a decir, su boca se ordenó primero y terminó diciendo aquello, como si estuviera sacándole en cara cosas que realmente no le correspondían.

Y se sintió demasiado mal después de eso.

—Jimin...

—Lo siento —Tragó un nudo y negó con la cabeza rápidamente mientras se echaba hacia atrás, como queriendo alejarse de ellos, levantó la vista, y miró a los dos cazadores que ya se encontraban mirándole de vuelta, de una forma que resultaba indescifrable. Lo ignoró—, sólo queda esperar entonces, si no lo resolvemos para media noche, entonces pensaremos en otra cosa.

Ellos asintieron, sin decir nada, como si hubiesen notado el ambiente cambiar en todo aquel desolado estacionamiento.

Decidieron irse, quizá fingiendo estar ocupados, Jimin no lo sabe bien, pero de algún modo agradeció que ambos hayan mencionado tener asuntos importantes que arreglar antes de partir, dejando el vehículo ahí y prometiendo volver a media noche.

Ahora el silencio era un poco estresante para Jimin, no era su intención haber vuelto las cosas incómodas con Yoongi debido a sus palabras, pero al parecer es esa misma incomodidad lo que le impide hablar y la que lo obliga a girar sobre sus talones y caminar dentro del edificio, queriendo perder su rastro.

Fue estúpido, se siente estúpido, quizá le estaba dando demasiadas vueltas a algo que no era nada del otro mundo, sin embargo, igual termina soltando maldiciones hacia su persona porque si se hubiese quedado callado, ahora no estaría sintiéndose tan torpe como se sentía.

Caminó hacia la entrada, directo hacia el ascensor con los ruidos de los pasos de Yoongi en el fondo, dándole a entender que venía tras él. Lo cual era obvio.

—Jimin, espera.

Jimin le ignoró, el mismo ritmo que había sido constante a lo largo del estacionamiento, se intensificó cuando llegó dentro del edificio, maldiciéndose porque ahora su camino se encontraba bloqueado por puertas de metal que no se abrían porque el ascensor venía bajando aún.

—Jimin.

—Estoy bien. —Dijo por inercia, como si entendiera el por qué Yoongi le llamaba.

Lo sentía mirando, Jimin podía sentir sus ojos hacerle agujeros por detrás de su nuca.

—No quiero hacerte daño.

Lo sé. Jimin pensó, y tragó duro cuando de pronto su cuerpo se tensó ante el calor que lo envolvía, como si Yoongi estuviera presionando en el ambiente, haciendo que ese pasillo se estrujara y los encerrara, lo apretara por todos lados.

Jadeó tan silencioso como pudo.

—Sé que no quieres hacerme daño —respondió, viendo los dos pisos que faltaban para que las puertas finalmente se abrieran. Aspiró una bocanada de aire y la dejó salir—, pero eso no significa que no puedas hacerlo. Y aunque lo hicieras, realmente sé que no es la intención.

Y es que Yoongi estaba en una encrucijada, y por más que intentara explicar el efecto que tenía sentir que dañaba a su compañero, no podría colocarlo en las palabras correctas, no había, no había forma de explicar el sentimiento que se arraigó en su pecho al imaginarse que le iba hacer daño.

Jimin no era un compañero lobo, y no es que Yoongi quisiera compararlo, pero al no ser un lobo como él, sus propiedades curativas eran mucho más lentas, y mierda, Yoongi ni siquiera podría imaginarse qué es lo que pasaría si en una de sus mordidas pasa a romper su yugular o un vaso que lo haría desangrarse.

Quizá era extremista, pero la sola idea le revuelve el estómago. Aunque morder fuera la naturaleza primitiva e instintiva de su lobo, con Jimin podría incluso vivir sin realmente hacer eso, porque Jimin era eso, su vida.

Pero era algo que Jimin no entendía, y no lo culpaba, porque Yoongi era horrible con las palabras y el montón de discursos que podría hacer con sus sentimientos hacia ese humano, simplemente salían como breves y cortas frases que no tenían un significado para nada especial.

El ascensor llegó, abriendo sus puertas y ellos entraron en silencio.

—Lo siento —Jimin dijo de pronto, Yoongi se volteó a mirarlo, sus pies carcomiendo por querer corta la distancia cuando lo vio bajar la cabeza, negando con un rostro culposo—, no quería empujar, solo que me cuesta entender tu postura, lo siento.

Quizá fue eso, la forma tan transparente con la que Jimin expresaba sus emociones, la forma en la que parecía no tener miedo a dejar salir lo que sentía, lo que causó a Yoongi el mismo estado.

—Sé que eres consciente que no te haría daño —Yoongi inspiró profundo, y sus ojos obscuros se encontraron con la mirada brillante de Jimin, de pie en la otra esquina del pequeño elevador—, pero a mi lobo realmente le aterra pensar que podría perderte —tragó duro, guardando silencio y apretó sus labios en una dura línea cuando más luego agregó—: me aterra a mí también.

Jimin se sonrojó, con el pecho apretado de emoción, su mirada se volvió como si doliera.

—¿Puedo abrazarte? —preguntó de la nada, descolocándolo a él también.

Fue ahí cuando el cuerpo de Yoongi pareció ceder.

—Por favor. —Le respondió, y fue como si toda la tensión que había cavado en cada uno de sus músculos se hubiese pulverizado al instante que Jimin dijo eso.

El menor no vaciló, acortó la poca distancia que había entre ellos y le abrazó, sintiendo su corazón dolido por la forma en cómo los ojos del lobo reflejaban tristeza y miedo, como si él fuera alguien demasiado delicado que se rompería al más mínimo trato. 

Jimin quería decirle que no era realmente así, que él era un hombre fuerte, entrenado por los mismos lobos desde los quince años, preparado para cualquier tipo de situación. Estaba lejos de romperse.

Pero entonces Yoongi estaba ahí, tratándolo así, el mayor no dudó en envolver los brazos alrededor de su cintura, fuertemente y enterrar la nariz en su cuello, aspirando su pequeño y cálido dulce aroma. Jimin envolvió sus hombros y se apretó contra él, como si ambos quisieran fundirse en el calor del otro. En el tacto del otro.

Ninguno lo dijo, pero era lo que ambos necesitaban.

Dios, Yoongi incluso se había planteado el hecho de si haberlo besado había sido buena idea y si eso había jodido las cosas entre ellos.

Y es que tenía tanta incertidumbre, sólo por el mero hecho de querer lo mejor para su compañero. Ese fuerte deseo de tratarlo de la mejor manera posible, cuidarlo de la mejor manera posible era algo arraigado en su ser, en su personalidad.

Yoongi realmente sentía gratitud y eficiencia cuando su lobo se sentía así también, como si cuidar de Jimin y tenerlo sobre un pedestal fuera algo que salvaría el planeta.

El ascensor abrió sus puertas cuando llegaron al piso destino, pero ni Yoongi ni Jimin tuvieron las intenciones de separarse.

Jimin alzó un poco la cabeza y dejó su mentón reposado en el hombro del alfa.

—Hyung, no quiero que nadie más salga lastimado, hazlo, por favor...

Y dios, ¿Cómo mierda Yoongi iba a negarse a eso?

El alfa prácticamente cerró los ojos y apretó las manos sobre cada lado de la curva en la cintura de Jimin, estremeciéndolo bajo su toque.

—Jimin, en serio que no quiero hacerte daño.

—¡Pero no lo harás! —Jimin se separó solo un poco, solo para encontrarse su rostro a centímetros del suyo, perdiendo el aliento cuando vio a Yoongi literalmente comérselo con la mirada, sus iris opacos dilatados mientras vagaban desde sus labios a sus ojos, una y otra vez—, prometo que si pasa algo malo te avisaré.

Eso hizo a Yoongi resoplar bajito. —La última vez te desmayaste, Jimin, si mi mordida te quita energías, no creo que puedas avisarme si algo malo te pasa.

—Eres un pesimista. —le reprochó, y sus dedos jugaron con su cabello negro de la nuca.

Yoongi le miró con un rostro medio indignado y provocativo cuando arqueó una sola ceja, como si no hubiese creído lo que el humano le decía.

—Realista —contradijo—, se le llama ser realista.

—Hyung, no quiero pasar más tiempo aquí pensando en que quizá la manada corre el peligro de mi padre, sé que se pueden defender, pero aun así, prefiero que estemos ahí, por favor... si pudieras hacer que se quite le olor marcándome, por favor hazlo.

Yoongi le miró, estoico, como una estatua cuando sintió a su lobo gruñir, amenazándole para que le haga caso de una buena vez por todas, para que atendiera la petición de su compañero.

—Prométeme —Yoongi tragó duro, y Jimin, mientras esperaba en silencio, pensaba en que nunca podría entender qué era lo que tanto le dolía al alfa mientras le miraba directamente a sus ojos—, prométeme que cualquier cosa avisarás, por favor, el mínimo gesto, lo que sea.

No dijo nada más, Yoongi se separó un poco y sus manos dejaron su cintura, sólo para llevar una de ellas y entrelazarla entre sus pequeños dedos, los cuales se sintieron protegidos bajo el calor inminente de la temperatura del lobo.

Es Yoongi quien lo guía, tirando de su mano delicadamente mientras avanzaba delante de él, con su cuerpo tenso, visiblemente tenso, como si tuviera miedo de que de pronto la pared se abriera y saliera alguien que pudiese atacarlos.

Que pudiese hacerle daño.

Y realmente, si Jimin pudiera, daría lo que sea para calmar al mayor, cualquier cosa que sirviese para que dejara ese estado de alerta en el que ha sido consumado desde que llegaron aquí.

Podría ser algo bueno, pero en cierto punto, Jimin se vio afectado por ese comportamiento, y sabe que a Yoongi también le está afectando.

Llegan dentro, y su mano es libre cuando Yoongi lo deja en el pasillo y se voltea para enfrentarlo.

Y nuevamente está ahí, ese rostro fruncido y enmarcado de dolor, con un brillo dorado que solo muestra temor.

—Sólo promete, por favor,  que avisarás si te sientes mal.

Jimin solo traga saliva y asiente.

Para el humano, lo peor que podría pasar era sentir la forma intensa en como Yoongi podía traspasar sus emociones mientras lo mordía, como si estuviera pidiendo a gritos ser sentido a un nivel emocional, como la última vez, cuando pudo sentir su tristeza como suya, tan fuerte que resultaba doloroso y deprimente, como si la miseria del lobo fuera su miseria también.

Y no se trataba de que a Jimin no le gustara sentirse así, tenía más que ver con el hecho de que le dolía saber y conocer que esa tristeza profunda era lo que escondía Yoongi en su día a día.

Fue todo muy silencioso dentro también, cuando Yoongi lo guío hacia la sala de estar, donde se sentó en el oscuro sofá, mirándole a los ojos para que hiciera lo mismo.

—No ahí —Yoongi dijo—, aquí. —tomó su muñeca, envolviéndola con suavidad y tiró de él para que Jimin quedara sentado en sus piernas, con cada rodilla tocando en sus caderas, la misma posición comprometedora que la vez anterior.

Jimin no dijo nada, no podía, su pecho se apretó y su rostro enrojeció furioso, y estaba seguro que si hablaba saldría como un suspiro tembloroso debido a todo lo que el contacto y la cercanía en sí le hacía sentir, así que simplemente se dejó hacer por él, porque Yoongi era suave y delicado, como siempre, y eso no hacía más que provocarle cosquillas en su estómago.

Sin embargo, es esa mirada dolorosa y arrepentida que le da Yoongi ahí, a esos escasos centímetros, lo que lo tienen de regreso como un balde de agua fría sobre su cuerpo.

—Hyung ya —le detiene y le mira con reproche—, deja de atormentarte por eso, si pasa algo, si hay algo que me molesta, te lo haré saber —tragó saliva y suspiró profundo cuando ladeó la cabeza y extendió el cuello—, solo muerde.

Y oh, él ni siquiera era consciente de cómo aquella directa invitación provocaba un hilo de emociones fuertes en Yoongi. No podía saberlo nunca, pero sí pudo sentirlo, cuando las manos ajenas se apretaron en su cuerpo atrayéndolo más hacia él y las piernas de Yoongi se abrieron un poco más mientras sus manos empujaban para que él se acercara más. Su cuerpo sintiéndose tenso bajo el suyo.

—Jimin, lo siento —soltó, lamiéndose los labios—, lo siento mucho.

Y entonces mordió, sin esperar más tiempo, sin avisar, sus colmillos se estiraron y pincharon la piel blanca y suave de Jimin, del mismo lado donde estaba aquella marca rosada que había curado apenas hace unos días.

Sus colmillos entraron por completo al igual la mitad de sus dientes y mierda, se sintió como tocar el cielo, su lobo aulló emocionado y un gruñido ronco salió de sus labios cuando apretó los brazos alrededor de la cintura de Jimin acercándolo por completo, acortando toda la distancia y sintiendo su cuerpo en los lugares más cálidos.

No era como antes, era mucho mejor, era más íntimo, y Yoongi no tenía tristeza, porque sabía que Jimin le quería, quería a su lobo y a él.

Ahora había lujuria y deseo, como si quisiera proclamarlo suyo a pesar de que sabe que ya lo es.

Mío.

Mío.

Yoongi no pudo evitar batir sus caderas hacia adelante, sintiendo el aroma dulce a excitación que Jimin comenzó a emanar de pronto, cuando lo sintió a él.

—H-hyung... —pidió el humano, completamente ahogado.

Si bien, sentía la presión dolorosa en la zona lateral de su cuello, y se sentía como eso: como alguien intentando aplastar su cuello; sintiéndose caliente, como si toda la temperatura del sol se concentrara ahí, en ese trozo de piel delicada y nívea.

Se habría quejado, por el dolor punzante y quemante que incluso le provocó gotas de sudor en su nuca, pero entonces Yoongi lo atrajo hacia él y lo sintió por todos lados, en la zona baja de su cuerpo, cuando su entrepierna calzó perfectamente con la contraria y la onda expansiva de placer viajó por todo su cuerpo, estremeciéndolo.

No existía la misma tristeza de aquella vez, solo era una emoción intensa que gritaba posesión, que gritaba "mío", una y otra vez, que anhelaba tenerlo a él, solo a él.

Jimin apretó los ojos al tiempo que sus manos apretaban los hombros ajenos cuando Yoongi mordió más fuerte, haciendo que el dolor viajara por toda su espalda.

Era como si el lobo de Yoongi estuviera reclamándole por una respuesta, por algo.

Pero al mismo tiempo lo estaba hiriendo demasiado, más de lo que un humano como él pudiese soportar.

—Hyung... —volvió a llamar, con la voz pendiendo de un hilo cuando el dolor se hizo insoportable—, hyung...

Si fuera un lobo como él, no estaría pasando esto, pensó.

Quizá si fuera como él, podría ser mordido con naturalidad, si fuera como él, el tiempo que tomaba en marcarlo así, podría durar más, pero ahora mismo, los minutos que pasaron en la misma posición, para Jimin se sintieron horas dolorosas.

Dejó ir sus hombros y lo abrazó por completo en busca de aferrarse a algo que pudiera contrarrestar la sensación. Las manos de Yoongi se movieron por su espalda y Jimin sintió lágrimas descender de sus ojos debido al fuerte dolor y tensión de los músculos de su cuello.

Pasaron unos cuantos segundos y la mordida se hizo más liviana, menos fuerte y quitando un poco de tensión. Yoongi seguía con los dientes clavados en la carne de su cuello, pero pareció volverse menos tosca y ruda que antes, como si el lobo hubiese entendido que le estaba lastimando demasiado.

Y justo ahí, justo en ese pequeño momento, fue que Jimin lo sintió en su nariz, haciéndole cosquillas, no supo por qué, ni como, no había explicación porque nunca antes pudo ni con cualquier persona de su familia.

Pero ahora mismo el leve aroma que dejó en el aire le indicaban que era el aroma de Yoongi, de su lobo.

No tenía el sentido del olfato tan desarrollado como los demás lobos, quienes poseían aromas únicos e identificables para cada persona de la manada.

Pero ahí estaba, el aroma de Yoongi mostrándose para él como si quisiera envolverlo, como si el lobo estuviera dando todo de sí para ser reconocido por él.

Amaderado, cítrico con un toque frutal que juraría se asimilaba como oler un pequeño melón, y algo más profundo, era como el océano. Si cerraba los ojos podría percibirlo, e incluso imaginárselo.

Y más allá de eso, fue consciente de todo, Yoongi lo estaba marcando, no como antes, era más fuerte, Mingyu había tenido razón, su aroma estaba en todas partes, fuertemente envolviéndolo a él como un perfume que estaba impregnándose en su piel, como si quisiera compartir su aroma con él.

Y eso no hizo más que apretarle el corazón, lagrimas derramándose en sus mejillas sólo por ese hecho que quizá no era la gran cosa porque sucedía con todos los lobos que marcaban a su pareja y que, además, era algo que todos en la manada ya conocían de Yoongi.

Pero para él no fue así, para él se sintió íntimo, se sintió como si Yoongi y su lobo estuviesen abriéndole un pedacito de su verdadero ser, como si ambos estuviesen aceptándolo por completo a él, un humano que, realmente no lo era. 

A él, una persona que no tenía ni idea de dónde provenía ni de qué raza era.

Y eso realmente no hizo más que hacerle llorar mucho más que antes.

Yoongi dejó de morder cuando sintió el ligero temblor del humano, así que deshizo la mordida tan rápido como pudo y tomó sus brazos para alejarlo solo un poco.

—Jimin que- —calló, sus ojos viendo el rostro del chico y luego hacia la marca en el cuello, la carne abierta con pequeños borbotones de sangre queriendo salir por esta.

Era una bonita marca, pero a la vez Yoongi estaba completamente horrorizado porque no cicatrizaba. Lo cual, era esperable, pero no le quita el hecho de asustarse por las repercusiones físicas que podía traer en Jimin haberlo mordido así de profundo.

Yoongi sintió su corazón caer, y quiere reprocharse a él y a su lobo por haber ocasionado esto.

—Perdón —susurra—, perdóname, por favor, yo no-

—No- —Jimin refutó, como pudo un poco más calmado cuando las últimas lágrimas se quedaron manchando alrededor de sus pestañas. Sus manos vagaron hacia los laterales del cuello de Yoongi, con los dedos apretando ligeramente los mechones de cabello, acariciándolos—, yo... sentí tu aroma, como el aroma que sienten los lobos, como el aroma del que hablaba Jungkook o el aroma del que habla Jin, sentí el tuyo, como si yo realmente pudiera olerlo, y eso me conmovió, no sé por qué...

Yoongi lo miró por un momento, como si estuviera intentando creerle y luego suspiró, echándose hacia adelante, pero con el rostro directo en su cuello para lamer la herida, herida a la que pudo acceder porque Jimin extendió su cuello cuando se dio cuenta de sus intenciones.

—Ya no hueles a él —murmuró, pasando su lengua una y otra vez por la piel herida, buscando sanarlo y como si también buscara su perdón—, mi olor está por todos lados, tenemos el mismo aroma.

Jimin se relajó por completo.

—Eso es tan bueno, creo que no hubiera sabido qué hacer si seguía con el olor de mi padre.

—Hueles a mi ahora, pero también a ti —Yoongi se separó—, ese pequeño rastro dulce sigue en ti, como si los aromas se hubiesen mezclado ligeramente... —le miró, y luego miró sus labios y luego nuevamente sus ojos rojizos e hinchados—, Jimin... —le llamó, y el nombre sonó más ronco y un pinchazo de electricidad viajó por su cuerpo cuando sintió al humano reaccionar a su llamado—, no sabes lo exquisito que huele eso.

No dijo más, tampoco dejó que Jimin hiciera comentarios al respecto de su propia percepción de las cosas, porque Yoongi no esperó cuando empujó desde su espalda baja y lo acercó a él para tomar sus labios con los propios, en un beso lento y suave.

Abrió su boca para él y ladeó un poco su cabeza para tener mayor acceso, Jimin lo recibió por completo cuando se acercó por voluntad propia, llenando su fina boca con sus redondos y pomposos labios, los cuales se volvieron la nueva adicción de Yoongi.

Era de otro mundo, la humedad de su lengua entrelazándose con la suya, la forma perfecta de sus belfos encajados en los suyos. Cerró sus ojos y dejó que el mismo dulce sabor lo consumiera, con cariño, con anhelo, con nostalgia, como si hubiese pasado demasiado tiempo desde la última vez que se besaron.

Y todo, todo pareció sentirse así, como si pertenecieran ahí desde siempre.

Ahí, donde sus bocas estaban unidas, donde sus cuerpos estaban juntos.







*




Perdón la demora:(

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