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008






☾ 






—¿Por cuánto tiempo? —Namjoon preguntó, sentado en el taburete de la isla en la cocina de Jin, los codos sobre la mesa y la cabeza entre sus manos, fregándose el rostro porque se sentía horriblemente cansado, agotado, siendo la presencia de su compañero el único consuelo para su lobo al saber que el líder de la manada estaba prácticamente vulnerable.

Jin se remueve nervioso frente a él, tragando duro y evitando por cierto tiempo su penetrante mirada.

—Cinco años.

—Mierda, ¿cómo no nos dimos cuenta? —preguntó, herido, de alguna manera sintiéndose culpable—, ¿Yoongi pasó cinco años sin su compañero? Como es que él no muri-

—No lo digas. —Le corta Jin, apresurado cuando siente su lobo preocupado por aceptar una realidad mucho más cerca de lo que ellos creían.

Porque era cierto, Yoongi pudo haber muerto, o, mejor dicho, Yoongi estaba muriendo.

Y Namjoon no puede no decirlo, no cuando la situación fue siempre tan ajena y desconocida para ellos.

Así que no hace más que buscar la mano de Jin, quien estaba sentado frente a él, y la aprieta en un intento de consolarse, de consolar a su lobo con la cercanía del otro.

—¿Cómo no nos dimos cuenta? —vuelve a preguntar.

Y a pesar de lo retórico que eran sus palabras, Jin se estremece en su sitio.

—Yo... lo recuerdo —le dice, sintiéndose mal al instante, cuando las memorias vivas de las últimas frases que Yoongi había susurrado antes de salvar a Jimin llegan a él—, lo recuerdo, cuando Yoongi dijo... dijo que se estaba conectando con él, pero no sé... nunca creí que-

—Sabes que no es tu culpa. —Se apresura a decir Namjoon, siente un aroma agrio llenar el aire, incomodando a su lobo al creer ser el causante de las emociones que soltaba su compañero.

Jin niega con la cabeza. —¿Por qué los ancianos no dijeron algo? ¿acaso nadie sabía que esto podía pasar?

Por las horas que llevaba Yoongi inconsciente, dormido, ambos se habían sentido incompetentes. El doctor y la mano derecha del líder no habían podido hacer nada para predecir lo que estaba ocurriendo. Habían fallado, y ahora no hacían más que atormentarse con un montón de preguntas encima porque al parecer el mundo y las relaciones entre razas iba mucho más allá de sus propios conocimientos.

—Jimin es humano —murmuró Namjoon luego de un rato—, creo que nadie nunca pensó que un lobo... uhm... —tragó duro, incluso para él resultaba raro decirlo—, que un cambiaformas como nosotros podría formar lazos con ellos...

Jin suspiró. —Si no fuera por Taehyung... —Arrastra las palabras sin nada más que agregar y Namjoon asiente dándole la razón.

—¿No te incomoda que esté aquí?

Jin solo lo mira y le hace una mueca, encogiéndose de hombros al instante. Por supuesto que le incomodaba. No solo porque el chico era un vampiro, sino porque Jungkook había estado como un perro rabioso al enterarse que ellos le darían alojo, clamando que perfectamente podría quedarse en cualquier otro sitio y reiterándole a Jin varias veces que los vampiros no dormían y que el tipo sin ningún inconveniente podría ir y cortar sus gargantas en medio de la noche si lo quisiera.

Pero Jin no dio su brazo a torcer y sabía que Jungkook era un muchacho muy valiente, pero apenas tenía dieciocho años y todas sus palabras venían de lo territorial que era con sus cosas y con su familia.

Así que aparta el recuerdo y simplemente traga saliva. —Se lo debo —es lo único que tiene para decir—, casi lo mato...

Namjoon es fiel a sus palabras, asintiendo en silencio.

—¿Y Yoongi? ¿crees que esté bien acá?

—Bueno... —Jin nuevamente se encoge en su sitio, preguntándose por qué su novio era tan preguntón, pero una parte de él entendía que el chico simplemente necesitaba una voz o algo que le cerciorara que las cosas estarían bien—. No sé qué más hacer que haberlo traído acá, ese vampiro dijo que era lo mejor.

—¿Por qué en la habitación de Jimin? ¿Realmente es su compañero?

—Tu olor me consuela cuando estás lejos —y sus mejillas se tiñen tan pronto confiesa aquello, no es como si Namjoon no supiera, pero había cierta timidez en Jin al decirlo en voz alta, sin embargo, intenta no desconcentrarse de su punto—, y como el aroma de Jimin es más suave, y no como el de nosotros, pasa casi desapercibido. Taehyung dijo que Yoongi necesitaba un lugar personal, donde se pueda sentir el aroma de su compañero.

Tenía sentido, pensó Namjoon. —Espero que estemos haciendo lo correcto... Solo quiero que esté bien.

—Lo estará —Jin afirmó, completamente seguro—, si Yoongi puede reforzar el lazo, su lobo sanará. Pero yo... —sus palabras sueltan un susurro y Namjoon le mira con ojos tristes, casi sabiendo lo que diría—, si hubiera estado en su situación yo... hubiese muerto... mi lobo hubiese muerto por el rechazo...

—Lo sé... créeme que lo sé...







*






Su cuerpo estaba caliente, se sentía caliente, pero por dentro dolía.

¿Por qué dolía?

Yoongi no lo entiende, y a su mente vienen recuerdos de toda su vida, de su niñez, de sus abuelos, de sus padres. Sobre todo, aquellos retazos de memoria de su pareja destinada, quien conoció a una corta edad de diez años, quizá, y a la que simplemente se dedicaba a contemplar, porque eso era suficiente, eso bastaba para sentir a su pequeño lobito, el cual era un cachorrito, tranquilo, como en casa.

Entonces ¿por qué? ¿por qué ahora su cuerpo pedía algo ¿por qué su lobo le exigía algo?

Si Yoongi era brutalmente honesto con sus sentimientos, decir que estaba asustado era una mitigación de la bruma de sensaciones que parecían querer consumirlo en ese mismo instante.

Era algo intenso, inexplicable y aterrador, porque era desconocido.

Su lobo aullaba la pérdida de algo, el rechazo, y no lo entendía, no entendía por qué la fuerte jaqueca que temblaba en su sien lo tenían así, con los músculos tensos, la nuca sudorosa, su cuerpo entero temblando en un dolor que iba más allá de lo físico.

Y mierda, Yoongi prefería mil veces sentir su brazo quebrarse que estar sometido a todo lo que su lobo estaba pasando.

El pecho se le aprieta, su animal le reclamaba algo y Yoongi no hace más que responder con el ceño fruncido, arrugando la nariz, aspirando bocanadas de aire porque siente que en cualquier momento terminará por ahogarse.

Y es en aquel estado de debilidad que lo siente, de improvisto, como una ráfaga de viento que le golpea el rostro.

Lo vuelve necesitado, como si la sensación se fuera a perder de él lo suficientemente rápido, sin dejarle entender nada de lo que había pasado.

Siente algo, está ahí, lo sabe, así que abre los ojos de golpe, buscando en la oscuridad en la que se encontraba la habitación que no reconoce porque no era la suya, pero eso ni siquiera le importa cuando su mente y todo de él tienen otra prioridad más que el hecho de reconocer que estaba acostado en una cama, en una cama que lo recibe y lo ahoga con aquel aroma dulce.

Sus iris brillan en un dorado, mostrando a su lobo en aquel estado más vulnerable.

Cielos, le toma solo segundos entender por qué su lobo comienza a tranquilizarse con el aroma, el cual ahora inspira con ahínco, grabándoselo, tomándolo todo.

Porque Yoongi sabe, sabe que hasta rogaría por ello.

Pero para su parte humana es tan difícil entenderlo aún, que se vuelve una lucha constante, la cual quizá, fue la que lo empujó a terminar en ese estado, en primer lugar.

—¿Yoongi?

Su nombre es llamado de forma tímida, Yoongi escanea el lugar, a pesar de la oscuridad que parece tragar cualquier halo de luz, sus brillantes ojos de su parte animal logran deslumbrar el cuerpo que se encuentra en la pared del frente, sentado en el suelo con las rodillas apegadas al pecho.

Yoongi no sabe por qué, pero quiere gruñirle.

Jimin estaba ahí, viéndose pequeño mientras escaneaba la cama, toda la cama, no sabiendo muy bien dónde mirar porque sus ojos humanos no lograban verlo, debatiéndose internamente si debería o no prender la luz de su habitación.

Y el lobo de Yoongi se siente ofendido, dolido, quiere culparlo por ponerlo así, por haberlo alejado de él, por haberlo dejado morir, y es tan confuso porque su lobo no logra entender que, en realidad, es el mismo Yoongi quien desconoce el hecho de haber dañado a su lobo de esa forma.

Se incorpora en la cama, sin ser consciente de lo mucho que sus manos apretaban las sábanas en puños, volviendo la tela arrugada, como si estuviera reprimiendo el deseo de ir hasta él.

Su lengua se siente exquisita cuando se desliza por su paladar para decir:

—Jimin... —la voz le sale ronca, quemándole, y Yoongi sabe, por supuesto que sabe lo que su voz hace en Jimin, porque lo huele, el humano frente a él estaba a unos cuantos metros, soltando aromas que terminaban por marearlo, inconscientemente, pidiendo por él. Así que traga duro, y cierra los ojos—. Jimin. —Vuelve a decir, porque es a lo único que puede aferrarse ahora, temiendo perderse, su lobo aullaba y pedía por él, por ese nombre.

Yoongi tiene que cerrar fuertemente los ojos, apretar los dientes y negar suavemente con la cabeza.

Luchando, siempre luchando con su parte animal.

—¿Qué ocurrió? —decidió preguntar, sin saber que tarde o temprano se terminaría ahogando.

—T-te desmayaste —Jimin susurra, y Yoongi lo ve colocarse de pie, ayudándose de la pared tras él, y mirar para todos lados, nuevamente, sin saber dónde caminar. Yoongi tiene el horrible impulso de querer tomar su muñeca y empujarlo hacia él, pero se calma cuando ve a Jimin llegar sigilosamente hasta los pies de la cama y sentarse en esta, mirando en dirección a su voz—. Ellos dijeron que era mejor... estar en mi habitación.

Se forma un enorme silencio entre ambos. Yoongi no sabe cómo sentirse, quizás su cuerpo estaba débil y por eso estaba delirando por lo bonitas que lucían las facciones de Jimin cuando se veía preocupado.

O quizá era el aroma de su piel, la cual se impregnaba en toda la habitación como un incienso que lo ayudaría a calmarse y a dormir bien por todas esas noches que pasó con insomnio ante lo revoltoso que era su lobo.

No puede evitar pensar en las palabras de Taehyung en la clínica, no sabiendo cómo tomárselas, porque es prácticamente imposible que su lobo reconozca como compañero a un humano.

Y tan solo pensar en eso, su lobo se retuerce y las ganas de ir donde Jimin crecen en su interior de una manera que es difícil de controlar.

Sin embargo, su imposición es fuerte, el mandato que tiene sobre su lobo hace que pueda tragar saliva y tomar aire para preguntar: —¿Por qué?

—Porque... —Jimin se relame los labios, como si esa acción fuese a darle el valor suficiente para hablar, para decir algo que le llena el rostro de vergüenza. Más traga saliva, mirando en la dirección donde cree que está Yoongi, sus ojos acostumbrándose a la oscuridad reconociendo la silueta del mayor. Suspira, dejando salir el aire y sus manos aprietan sus propios muslos, nervioso y agacha la cabeza cuando siente sus mejillas calurosas al decir—: porque le hago bien a tu lobo.

No lo quería decir así, pero al final es lo que termina saliendo de su boca. No puede ser más explícito que eso, no puede decir que Taehyung habló con él, le contó que era su compañero, que su lobo enfermó porque pensó que la marca estaba desatendida, que había un lazo roto, no puede decirle que están unidos para siempre.

No así.

¿Yoongi le odiaría si se entera que está atado a él por siempre?

Jimin sabía que odiaba y aborrecía la raza humana, siendo este mismo hecho la causa del por qué había tomado distancia de él durante todos esos cinco años, pero, ahora que las cosas al parecer iban mejor entre ellos ¿le odiaría si se enterara que él era su compañero? ¿un humano?

Jimin no iba a negar que aquello le hacía doler el corazón.

—¿Qué pasa? —pregunta entonces Yoongi, de la nada, interrumpiendo sus propias torturas personales—. ¿Estás mal con eso?

—¿Eh?

—Te estoy sintiendo, Jimin —dice lo obvio, Yoongi frunce el ceño, y sus labios se vuelven tensos, todo el aire de la habitación tenso cuando continua—, siento que... estás mal...

Su lobo dolió, y tuvo que cerrar los ojos cuando su cuerpo se sintió nuevamente enfermo, como si hubiese sido rechazado, por él.

—Qué, no- yo... —Jimin exaspera, negando con la cabeza—, no quiero que me odies. Es solo eso...

Pero el cuerpo de Yoongi sigue sin tranquilizarse.

—Ya hablamos eso, pensé que había quedado claro que no te odio.

—Aun así...

—Puedes... —comienza Yoongi, no aguantando la tensión, y no pudiendo con la fiebre que amenazaba con volver a dejarlo inconsciente, así que su boca no pudo hacer más que hablar y su pulso subió a mil cuando sintió los ojos de Jimin observar directo a los suyos, los cuales estaban completamente iluminados por el brillo de los de su lobo que se negaba a esconderse, como si necesitara ver por el mismo lo bonito que lucía Jimin tan cerca—. ¿Puedes venir aquí?

Jimin abre la boca, sin saber qué decir y el corazón se le aprieta. No sabe qué hacer, no es como si Yoongi le fuera a cortar la garganta o algo, pero él no es tonto, siente una bruma espesa en el aire, algo que lo marea y le causa un poco de miedo.

Sin embargo, su cuerpo se encuentra moviéndose, deslizándose hacia él, tan cerca que sabe que son solo unos cuantos centímetros los que separan sus cuerpos.

La cercanía hace que todo se vuelva insoportable para Yoongi. Sus manos sueltan las sábanas, ansioso y se dirigen hacia Jimin.

—Yoon-

El aire escapa de sus pulmones cuando una fuerza lo empuja hasta caer de espaldas en su propia cama, el miedo recorre cada fibra de su ser, cada pensamiento de su mente, haciéndole emitir un jadeo cuando abre sus ojos en grande y se encuentra directo con los iris amarillos de Yoongi.

—No te muevas. —susurra Yoongi, deslizando su rostro hasta el cuello, sus colmillos piden salir, y cuando lo hacen raspan la piel, sin llegar hacer más que eso cuando siente a Jimin estremecerse y luego olfatea su miedo.

Y es ahí cuando retrocede, sintiéndose golpeado por el aroma del chico y maldiciéndose por un momento por ser el causante que lo lleva a esta situación.

Era irresponsable que un líder como él no sepa cómo controlar sus estúpidos impulsos de alfa sobre un humano.

Por lo tanto, se sienta, y sienta a Jimin junto a él.

—¿Puedo? —suelta al aire, con miedo, desesperado al no saber cómo se lo tomaría su lobo si Jimin llegase a decir que no—. ¿Puedo abrazarte?

Jimin se sentía como una presa, Yoongi literalmente lo tenía apresado contra el respaldo de la cama y su cuerpo.

Y a pesar de que sintió miedo por la brusca forma en como lo había tirado, sintiendo los colmillos calientes contra la piel de su cuello, ahora que tiene su rostro de cerca, pudiendo notar la aflicción de este, siente un atisbo de su tristeza, como si de algún modo, quisiera hacer lo posible para poder borrar su ceño fruncido en dolor.

Así que simplemente se queda observándolo, por bastante tiempo hasta que asiente de manera imperceptible, con mucha vergüenza, a pesar de que era normal para los lobos ser de pieles con el resto de la manada, dando abrazos y dejando besos en la frente o la mejilla en señales de afecto con sus cercanos.

Aun si sabía eso, Jimin asiente avergonzado como si estuviera ocurriendo algo demasiado íntimo para la pequeña confianza que aún se estaba formando entre ellos dos.

—Está bien, no te voy a herir —Susurra Yoongi, no soportando cuando sus manos arden por tocarlo, deslizándose hacia adelante, pasando los brazos por su cintura y atrayéndolo hacia él. Su rostro nuevamente cae en la curvatura nívea y suave de su cuello, justo en la zona de su cicatriz, pero ahora es delicado. Y no puede evitar rozar sus labios en la piel del chico, haciéndolo tensarse cuando siente los brazos de Jimin rodear su cuello de una manera asfixiante, fuerte, reaccionando a su toque—. Te cuido, Jimin... —Yoongi sintió sus ojos quemar, su lobo adolorido, lleno de emoción cuando siente que su compañero le permitió este toque que se siente casi glorioso. Tiene que tragar fuerte cuando el corazón le late a mil, igualándose al pulso de Jimin, el cual podía sentir retumbante en sus propios oídos. Así que aprieta sus labios, intentando controlar todos sus sentimientos y desliza una mano hacia la nuca contraria, acunándola y enredando sus dedos en su cabello negro, estrechándolo con su cuerpo—. Yo te cuido.

Y era desconocido, Yoongi aún no comprendía del todo la magnitud de lo que habían hecho. Nunca había formado un lazo y sentirse enfermo como si fuera a morir había sido la muestra de lo mucho que su lobo había sufrido durante cinco años, mientras él lo reprimía de manera inconsciente.

Quizá debería haber hablado con Jimin sobre lo que Taehyung le había dicho, para ayudarse entre ellos a poder comprenderse mejor, intentar saber lo que estaba pasando, porque, cielos, el menor hace unas cuantas semanas creía que él lo odiaba y Yoongi no lo culpa porque es consciente de lo mucho que quiso apartar al menor de su lado.

Y ahora lo entiende, entiende tan bien el por qué había querido alejarse tanto.

Porque tocarlo era como tocar el cielo, ¿cómo no lo supo antes? Había reprimido sentimientos y emociones por años al no saber por qué demonios Jimin lo volvía así, pero ahora mismo, sentirlo así, contra su piel, sentir su calidez, su pequeño aroma, era todo en lo que podía concentrarse.

Yoongi fue tan inconsciente por años, dañando su parte animal, que ahora mismo entiende que son sus propios sentimientos, sus propias emociones las únicas que podían salvar a su lobo.

Pero, sobre todo, salvarlo a él.








...

Aquí haciendo comeback, arhe

gente perdón por la demora, tuve un bloqueo horrible, así que me dediqué a escribir los capítulos finales de la historia para sentirme bien conmigo misma asldkñj eso, espero actualizar más seguido hehe ♥ gracias por leer :(

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