Crystal siempre tiene algo que hacer. Su agenda vive ocupada entre el trabajo y la familia. No deja ningún cabo suelto.

Y cuando va a acabarse su horario empieza a llenarlo de nuevo.

No hay tiempo para la espontaneidad.

No hay tiempo para pensar.

Y es que si ella empieza a pensar, ya no puede parar.

Egoísta, indiferente, torpe, olvidable, inútil, y muchos otros insultos que la hunden enormemente.

Tal vez no pueda luchar contra su autoimagen, pero si puede evitarla entonces no tiene porque afectarla.

No está segura en que momento comenzó todo ello, tal vez siempre fue así y por eso no encuentra la raíz del problema.

Recuerda los constantes nudos en la garganta, la falta de sueño, los días sin ganas de nada y el aislamiento total.

De cierta forma siempre estuvieron ahí, hasta que un día su mente tuvo una realización entre tanta penumbra.

Ese día empezó su entrenamiento para ser capturadora pokémon. Y su vida no volvió a ser la misma. A veces desearía poder atrapar todos sus pensamientos y poder liberarlos muy muy lejos.

Su mente se ha llenado de altos y bajos propios de la vida, y a pesar de todo su esperanza de que la mente se calme súbitamente sigue en pie. Y a decir verdad, tiene el ligero presentimiento de que está más cerca de lo que imagina.

Ahora tiene que dejar de pensar, que ya se distrajo demasiado, y tiene que dejar el orfanato ordenado y presentable para poder dar una buena impresión al profesor Oak.