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Destino

– Mierda.

¿En serio tenía que ser malditamente hermoso? ¿Por qué le tocó el hombre más magnífico y por el que cualquiera vendería su alma para solo mirarlo?  ¿O tal vez es culpa de este hilo que lo ve así?

Él parecía haber encontrado su mirada, la saludó con una pequeña sonrisa. Yellow no podía decifrar las emociones de aquel al que ella está destinada.

Así son las cosas, ese chico que se acerca en lo que para ella es cámara lenta, es su soulmate.

Nadie podía escapar del destino, todos tenían un soulmate al que estarían atados por el resto de sus vidas. Un hilo rojo que solo tú y tu soulmate pueden ver, y que los guiará para encontrarse.

¿Cuántas historias hay respecto a largas búsquedas por aquel amor de ensueño? Todo el mundo quiere encontrar a su soulmate. Pero ella ya no quiere caer en ello.

Yellow está molesta con el destino. Y no es que sea una única y diferente que odia el amor y que una fuerza superior limite sus posibilidades de opción, pero tal vez sí lo es. ¡No es su culpa! Es culpa del destino por robarle a su novio.

Oh, ya llegó.

– Hola...– Yellow lo saludó, cautelosa de no sonar ni cortante ni emocionada, simplemente neutral.

– ¡Hey! Ehm, esto es muy repentino, sabía que estabas cerca pero...–Él suspiró nervioso– No esperaba que te encontraría hoy, perdón, estoy nervioso.

– Está bien, yo... Mi nombre es Yellow.– Le sonrió ligeramente, incapaz de decirle que no quería amarlo por obligación. Veía ese rostro nervioso e indescifrable, sentía curiosidad inevitable.–¿Debería darte mi número o tienes tiempo...?

Vió como el la expresión de él se entristeció, oh no. Oh no.

– Me llamo Red.– De repente ese nombre sonaba muy dulce, Yellow tuvo el impulso de repetirlo una y mil veces.

Parecía que Red quería decir algo más. Yellow tenía miedo. Se venía un rechazo, la iba a rechazar ese chico que había conocido hace dos minutos y con el que estará conectada toda una vida.

¿Pero no tenía por qué dolerle, verdad? Después de todo, ella sigue molesta con el destino. Está bien, este ha sido el mejor de los resultados. Ella no podía pedir algo mejor. Él no la quería, bien. Bien, bien, bien...

–La verdad es que...

–¡Red!

Como sacado de película, llega una hermosa chica de cabello castaño la cual cuando lo ve no duda en tomarlo del brazo. Aunque, en el momento que se da cuenta de la presencia de Yellow da un pequeño salto sorprendida y se separa del chico.

Universo, ¿Es en serio qué estaba pasando esto?

–¿Ella es...?– La chica no necesita terminar su pregunta pues Red asiente con la cabeza.– Vaya... Que incómodo.

–Perdón, no quise causarles un mal momento. Red, me alegró conocerte, no tienes porque sentirte presionado a establecer algún vínculo conmigo. Podemos pretender que esto nunca pasó si así lo deseas; entiendo que hay soulmates que optan por no relacionarse, no seríamos los primeros ni los últimos.– Dijo Yellow, espera unos segundos antes de retomar la palabra, Red no tiene intención alguna de negarse, esa es su respuesta.– Bien, paso a retirarme. Fue un gusto.

Yellow los mira unos segundos más y respira hondo, como si pudiera absorber todas las emociones encontradas y disolverlas en lo más profundo de su ser. Se da media vuelta y decide que es momento de irse.

– ¡Yellow!

No, no te hagas ilusiones. Esas cosas no suceden. Piensa ella mientras voltea y lo confronta con la mirada.

– Gracias.

– Sí.

¿Por qué mierda tenía que hablar? Lo odiaba. Ahora en vez de retirarse con calma, sus pasos son precipitados y las lágrimas luchan por no desbordarse.

En verdad, no podía odiar a aquel hombre tallado por los ángeles; pero sí que podía odiar al destino por presentárselo y arrebatárselo en ese momento ¡Podría haberte perdonado tonto destino! Pero no, este se enfocaba en destruir su vida amorosa.

Doblemente despechada, decide que llamaría a Gold y comería mucho helado.

Y más le vale a Red no volvérsela a cruzar en su vida, o se volvería loca.

– Sabes que no puedes huir del hilo del destino, hermanito.

– No me importa, Blue. Ella parece una buena chica, no quiero hacerle esto.

– Sabes que no es tu culpa.

– Mi mente dice otra cosa.

...

– Controla esas bragas, yellow.

– Muérete Gold.

¿Por qué le pasan éstas cosas a ella? Yellow solo quería pasar un hermoso día teniendo un picnic con su mejor amigo.

A cambio, se la ha pasado como media hora viendo la perfección de Red hacer la clase de yoga más sexy de la historia ¡Que clase de poses son esas en medio parque, piensen en los niños! O al menos en ella que está al borde de un colapso.

– Ya se debe haber dado cuenta que te lo estás comiendo con la mirada.– A pesar que Yellow muere por refutarlo, la verdad es que no ha podido dejar de verlo por al menos 30 minutos, es imposible que no la haya notado.

– ¡No es mi culpa! Es él y su cuerpo perfectamente trabajado haciendo esos movimientos de... Ay dios moriré.

Es cierto que Yellow se había prometido olvidarse de Red, dejarlo vivir una hermosa vida con su hermosa novia y jamás volverlo a ver, pero la carne es débil.

No era la primera vez que se lo cruzaba, hubo muchas otras ocasiones. Como la vez en que se sentaron uno al lado del otro en el tren y ella se durmió en su hombro, o cuando él casi la atropella con su bici, ¡O cuando casi se cae en medio de la calle y él la salvó! Ese día habrá caído su dignidad pero al menos sintió esos brazos fuertes sujetándola.

Todas las veces habían terminado con una despedida definitiva, decididos a no verse nunca más. Pero claro, una cierta fuerza mayor llamada destino no lo permitiría.

Y ella ya no estaba segura de lo que quería.

Hace tiempo que Ruby había sido expulsado de su mente. Él tomó la decisión de dejarla e ir trás su soulmate. Está bien, ella lo aceptaba y ahora lo olvidaba. Estaba demasiado ocupada intentando no pensar en Red todo el día como para siquiera recordar que odió al destino por alejarla de Ruby.

No quiso caer, quiso ser fuerte e ir contra la corriente del enamoramiento. Pero vaya que olvidaba eso cuando Red mostraba una de esas sonrisas nerviosas, le hablaba con paciencia y timidez, se volvía completamente indescifrable y la hacía perder la noción de su alrededor con una pequeña charla banal.

¿Qué si quería retractarse de lo que dijo cuando se conocieron? Es probable ¿Qué lo haría? Jamás.

– Tierra llamando a Yellow. El amor de tu vida está haciendo contacto visual hacia acá.– En ese momento Yellow despierta de sus ensoñaciones, y tal como dice Gold, ahí está todo hermoso. Secándose el sudor mientras la mira, no está tan lejos por lo que puede notar su mirada conflictuada.

Por un momento tiene la sensación que esa alma carga con culpa y tristeza infinita. Que una barrera más fuerte que sus deseos le impiden acercarse.

Ella no rechaza su mirada, decide perderse en ella, y a pesar de la distancia siente que nunca han estado tan conectados. Aquel hilo aprieta más que otras veces, lo ve estirándose dolorosamente.

Siente como por este viajan hacia ella los síntomas de la tristeza y el desamor. El corazón adolorido, un nudo en la garganta, un espacio azul y la culpa ¿Acaso ella merece ese dolor?

Yellow no sabe que hacer con todo eso, es debordantemente duro. Quiere abrazarlo, todo estará bien. Estoy aquí ¿Podría él saber eso?

Poco a poco la rigidez del hilo se pierde, y toda esa repentina tristeza desaparece. Con el hechizo roto, también se rompe el contacto visual. Ambos retornan a sus actividades.

– ¿Qué se supone que fue eso? Se quedaron viendo como al menos unos 5 minutos.

– No lo sé Gold. Fue muy extraño, de repente ya no podía dejar de verlo, e incluso me dió la sensación que podía sentir lo que él.

–Woow, de seguro es cosa de soulmates poder contagiar sus emociones al otro ¡Que emocionante!

Aclaración rápida, Gold era una de esas personas sin soulmate. Sí, el nació sin un hilo, o tal vez lo perdió con el fallecimiento de esa persona antes de que tuviera memoria.

– Pero... Lo sentí muy triste. Como si cargara con una inmensa sensación de culpa.– Dijo Yellow.

– ¿Has tenido toda esta conexión astral con tu querido y seguirás terca en no hablarle?  ¡No señor!

– ¿Qué? Gold, ni se te ocurra. No me mires con esa cara que te conozco. No... ¡Gold espera!

–¡Oye! ¡Sí tú, el que calienta más que el sol de verano! – Gritó Gold llamando la atención de Red, Yellow solo pudo ocultar su rostro entre sus manos– ¡Ven!

Red asentió con la cabeza y recogió sus cosas, pronunció una despedida a su instructor y se acercó al par de amigos.

– Hola Red.– Saludó Yellow.

– Hola...– Ojos esquivos y dudosos, Yellow quería preguntar que es lo que le pasaba.

– ¿No quieres unírtenos en nuestro maravilloso picnic? Tenemos comida como para un batallón, notamos que hacías yoga, debes estar hambriento luego de ese esfuerzo.– Dijo Gold todo animado y pretendiendo que no hay ningún rastro de incomodidad.

– Yo... –¿La rechazaría otra vez? Esta vez Yellow lo dejaría decir ese no, y sería el definitivo.– ¿Estaría bien?

– ¡Claro que sí! Siéntete en confianza, estás frente a tu soulmate y su mejor amigo.– Que inocencia la de Gold, sin saber los estragos que causaba esa palabra– Nos vas a ver bastante inevitablemente, es el destino.

Red asiente, pero no llega a sentarse aún. Mira a Yellow, como pidiendo permiso.

– Está bien Red, creo que Gold tiene un punto. Nos seguiremos viendo querramos o no. Al menos hay que convivir un poco y llevarnos bien.

– ¡Exacto! No hay nada como un picnic para empezar a llevarse bien.– La picardía en el tono de Gold causa un sonrojo en Yellow, lo mataría cuando regresen.

– Me parece bien.– Con una expresión más aliviada y alegre Red decide sentarse en el espacio al lado de Yellow y frente a Gold.

– Por cierto, mi nombre es Gold. Me alegra al fin conocerte Red, Yellow me ha hablado bastante sobre tí.

–¡Gold!– ¿Acaso Gold pretende acabar con la poca dignidad restante de su mejor amiga? Estaba decidido, ese chico había sellado su tumba.

Por suerte Red ríe y no le da mucha importancia al comentario de Gold, Yellow suspira aliviada.

– Nunca los había visto por aquí antes, ¿es la primera vez que vienen a este parque?

– Pues sí, íbamos a quedarnos en mi casa viendo pelas pero mi mamá nos botó. Dice que si no recibimos un poco de luz solar nos volveremos unos ermitaños.– Respondió Yellow.

– Yo no tengo ningún problema con eso, pero hay que hacerle caso a su mamá. No quisieras ver cuando se molesta.– Dijo Gold.

– Menos mal los obligó a salir, este parque es hermoso. La mayoría de gente solo se queda en este lado, pero en realidad hay hasta un pequeño bosque. Puedes pasar horas de horas perdido ahí.

– Tienes que mostrarnos cuando terminemos de comer. - Dijo Gold

– Por mi está bien.– Dijo Red– ¿Tú qué dices Yellow?

– ¡Claro! Suena muy interesante, enséñanos todo lo que sepas.

Espera, ¿No ha sido esta la primera vez que Red pronuncia su nombre? Sus mejillas se colorean tardíamente y una felicidad que decide ocultar la envuelve ¡Dijo su nombre! Que bello día, por más tonto que sea, ella está feliz.

– Aquí la chica intenta hacerse la inocente. Pero la verdad es que ella tiene un amplio estudio en botánica, así que de seguro sabe tanto como tú.– Reveló Gold.

– ¿En serio?

– Jaja, es verdad. La verdad es que la naturaleza me apasiona mucho, es fascinante.

– Si la chica pudiera llevaría sus plantas a todo sitio, con lo que le cuesta despegarse de ellas para ir al instituto. Es más, creo que habla más con ellas que conmigo.– Gold finje un puchero, Red y Yellow ríen.

Se dejan llevar por la plática y la hermosa tarde. Para cuando se dieron cuenta, no solo habían recorrido todo el bosque sino que empezaba a anochecer.

Era momento de despedirse.

– Me divertí mucho hoy, gracias por mostrarnos este hermoso lugar.– Dijo Yellow, mirando a Red, este apoya su mano en su brazo como reflejo de vergüenza.

– Pues yo aprendí un montón gracias a tí.– Él la mira con un ligero sonrojo y se pierden en ese juego de miradas.

– Si pueden dejar de coquetear un segundo, ¿por qué no se dan sus números ya?

¿Acaso Gold...? ¿Acababa de...? ¿Saben qué? A la mierda.

–¿Por qué no?– Dijo Yellow– A menos que tú no quieras...

– ¡No! Sí quiero, pero...

– ¿Pero?

– Olvídalo, ¿cuál es tu número?

¿Seré suficiente para tí? Esas son las palabras estancadas en el miedo.

Luego de intercambiar números y despedidas deciden partir. Con miedos y sonrisas entrelazadas.

¿Quién tiene la culpa de que puedan llevarse tan bien?

...

– Yelllow, si vuelves a ignorarme por contestarle a Red tiraré ese celular por la ventana.

– Ay ya Gold, no seas dramático.

– ¡Bendito el día en que decidí hacer de cupido entre mi mejor amiga y su soulmate! Ahora ya no me necesita y me reemplaza con su otro amor.– Gold finjé sentirse indignado. Yellow suspira resignada y deja el teléfono a un lado.

– Ya está, ya lo dejé. No lo volveré a mirar en lo que queda de la noche ni par ver la hora, ¿feliz?

– Uhm, solo si me sueltas el chisme de en que andas con tu amorcito.

– Deja de decirle asi, solo somos amigos.– Dijo Yellow

– Por ahora.

– Por siempre.

– No entiendo, ¿Por qué te haces la difícil? Si acaso te mueres por él.

– Lo sé, si por mi fuera ya estaría envuelta en sus suculentos brazos y escuchándolo decir mi nombre de todas las formas posibles. Vaya que se hizo una el destino por mandarme un soulmate tan hermoso.

– Y pensar que hace unos meses repudiabas todo lo que tenía que ver con soulmates. Pero confirmo, con un hombre como ese unido a tí es imposible odiar al destino.

– ¡Y mira éstas fotos que me manda de cuando entrena!– Yellow le muestra fotos de Red– Debería ser ilegal que use esos polos manga cero, ¡Mira esos músculos fleccionarse! Y me los manda en pura inocencia de que vea sus progresos.

– Nadie puede mandar tanta sensualidad de pura inocencia. Ese hombre te está seduciendo e intenta aparentar. – Dijo Gold

– Ya quisiera...– El rostro animado de Yellow se apaga.

Y es que no podía evitar sentirse triste cuando pensaba en eso. Siempre que intentaba retomar el tema de los soulmates, él lo esquivaba.

¿Crees que deberíamos hablar de lo que haremos con nuestro hilo? Estoy ocupado ahora, lo siento. ¿Si encuentro a alguien, está bien? Como tu consideres está bien. ¿Estamos obligados a sentir lo del otro y encontrarnos todo el tiempo? No lo sé. ¿Estás bien? ...

Puede que el destino los quiera juntos, pero si Red no quería eso, no podía hacer nada. No era culpa del destino, no era culpa de nadie.

Pero sí que mentiría al decir que no quiere intentarlo. Conocer todos sus secretos, sus miedos, sus culpas, sus felicidades, su amor.

¿Es tan malo quererlo? ¿Por qué el no se siente igual? Ella solo quiere que él la acepte como su soulmate, no, ella no quiere obligarlo a quererla; que la acepte como la chica que decide amarlo hoy y siempre.

– ¡No te preocupes! Tu salvador Gold ha llegado para hacerte olvidar el malamor y tener una buena maratón de Friends tal y como yo mando.– Yellow ríe enternecida por los esfuerzos de su amigo en evitar que se desanime. Es realmente un buen amigo, ella espera que pueda encontrar a la persona indicada algún día, sin importar que no tenga un hilo.

...

Siente su respiración tan cerca, un escalofrío recorre su espalda, el corazón parece que va a reventar. El hilo que los une aprieta y es suave a la vez.

– ¿Puedo?

Y una mierda no va a poder. Yellow responde eliminando la distancia entre los dos.

¿Así de mágica podía ser la vida? Y aunque es un beso corto y tímido, Yellow lo disfruta infinitamente

Poco a poco se separan y se miran a los ojos, cayendo en cuenta de lo sucedido. De repente el hilo la estruja fuertemente, empieza a arder y por este siente que llega una tristeza y culpa inmesurables.

Ella no duda en abrazarlo con fuerza, él la sujeta como si fuera a desvanecerse en cualquier momento. Siente lágrimas ajenas recorrer su rostros, esta tristeza no es de ella.

Si por ella fuera, estaría saltando en un pie y fangirleando como si no hubiera mañana.

Esto es lo que Red siente.

– Perdón. Soy un desastre, no quiero obligarte a que lidies con esto. Estoy intentando mejorar; las terapias hacen bien, el ejercicio puede revitarlizarme y el bosque siempre me calma. Quiero ser algo que puedas merecer. No vale que estés conmigo en el punto en el que estoy, aún no soy suficiente para tí. Perdón.– Dijo Red, defogando toda la culpa que nubla su felicidad. Yellow se aleja ligeramente y toma las manos de Red con fuerza, lo mira y le transmite todo el amor del mundo.

– Tú eres mi destino, pero no por eso puedes decidir por mi. Para mi tú eres más que suficiente, yo elijo querer estar a tu lado, yo se que nadie me hará más feliz que tú.– Parece que sus emociones se transmiten hacía Red, quien suaviza su mirada y sonríe ligeramente.

– Yo...

– Lo sé.

Tomo la decisión de amarte. Palabras que no necesitan decirse, pero que se sienten.

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