
#3: I Disappear. (+18!!)
Disclaimer:
De hace meses que tengo la idea, por eso tenía hasta la portada hecha, aquí se las dejo por si gustan guardarla o lo que sea :'v
Puse +18 por el siguiente contenido: sexo explícito, muy explícito. Um,quizás al principio no entiendan mucho lo que pasa pero al final sí. Violencia gráfica y muerte.
No apto para gente sensible. No por algo cuando di la advertencia en otro libro de este oneshot; de que programaran la hora con el psicólogo :'v
Es una historia trágica.
Canon original, 1988.
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Kirk Hammett, el famoso guitarrista de la banda Metallica, se encontraba empacando unos cuantos conjuntos de ropa adentro de una maleta de no muy gran tamaño, estaba cien por ciento seguro de sus decisiones, aunque el estómago se le revolviera con sólo imaginar las miles, no, millones de personas que se defraudarían en caso de que se enteraran de lo que ha hecho en el pasado y lo que va a hacer en tiempo futuro.
Es cierto que siempre lo han visto como un "rarito", pero, ¿qué tan cierto podría ser? ¿Qué tan lejos podría llevar el concepto de "rareza", de lo poco convencional? Demasiado. No obstante, era un secreto, sólo suyo... y de otros más, los cuales en cualquier momento podrían actuar en su contra, por ello esperaba que esos terceros en su secreto no abrieran la boca.
Por eso tomó esa decisión de encararlos, sin embargo, eso simbolizaba que debía abandonar Metallica y el sueño de ser una estrella por el resto de su vida. Consecuencias bestiales, le dolía, le angustiaba, pero era por su bien... O al menos lo que él consideraba "bien", algo muy retorcido y lejos de lo moralmente correcto. Por su beneficio, más que todo, eso era.
Beneficio personal.
Debía mantener la calma o sino, los demás comenzarían a sospechar, no negaba ser un paranoico en este tema, demasiado miedo, de todas formas, algún día tendría que pagar por su secreto... no en ese momento, deseaba aplazar la fecha de su tortura, estar mejor preparado.
Al acabar de empacar, debatió si debía avisar mediante una carta su repentina desaparición con el objetivo de que no se preocupen en buscarlo o... que el azar juegue con eso.
La puerta de la habitación fue abierta, se sobresaltó al admirar a su compañero de banda, Lars Ulrich, quien no dudó en sorprenderse al ver la maleta.
— ¿T-te irás de viaje? —consultó algo sacado de onda, al parecer, olvidó lo que le iba a decir.
— Pues... am... —forzó una sonrisa, sabiendo que no iba a poder mentirle a alguien que ha hecho de mejor amigo por tantos años— Este...
— ¿O vas abandonar...? —se quedó a medias, con el deseo de obtener una respuesta inmediata.
— Lo lamento mucho, Lars, me tengo... —suspiró— Tengo problemas personales a resolver, lejos de aquí. Dudo mucho que regrese...
— ¿Problemas? ¿Qué te pasó? —caminó hacia él, demostrando gran preocupación.
— No.. no quisiera hablar de eso —hizo una mueca—. Debo irme —cerró la cremallera de su maleta y la arrastró consigo hasta la puerta, dándole la espalda a su amigo—, ahora.
— ¿Tuviste problemas con alguien? —con algo de nervios, asintió— Entonces, voy contigo.
— ¿Q-qué? —volteó a mirarlo, alarmado— ¡No, no! —negó con la cabeza frenéticamente— Es algo personal, por favor, no te metas.
— Te he visto en discusiones fuertes, no te puedes defender —argumentó—. Además... sabes que yo siempre estoy para ti, dos contra uno es mejor, ¿no?
"Dos contra cinco, mejor dicho..." pensó.
— En serio, son cosas personales mías, cosas tontas... Necesito mi espacio.
— ¿Cuál es esa necesidad de cambiarme el tema, Hammett? —se cruzó de brazos— Tú no puedes solo si dices que tuviste problemas con alguien y eso simboliza irte por mucho tiempo, por favor, ¿al menos me puedes asegurar de que no es algo grave?
No podía aguantarlo más, prefirió idear en ese lapso de silencio algún problema parecido. Sabía que podría ser asesinado si algo le salía mal en su plan original, mejor tener a alguien que le apoye, pero... No podía decir la verdadera razón, Ulrich se espantaría y seguro le contaría a todo el mundo, su mayor característica era no cerrar la boca. A nuestro protagonista no le convenía para nada ese detalle, sí, mentir un poco para encubrir el problema con uno similar, en donde él sea la víctima y no el victimario como es en realidad.
— Bueno... puedes acompañarme —afirmó en un tono de voz inseguro, débil—. De ahí te voy contando, es que... es algo fuerte, ¿vale?
— Entonces... ¿iremos juntos?
— Antes de que me arrepienta —forzó una sonrisa.
Cerca de una media hora transcurrió y ambos se escabulleron adentro del automóvil de Kirk, las maletas iban en los asientos de atrás. No dieron aviso de nada, porque así era mejor, que nadie se entere.
Su amigo no sospechaba ni un pelín acerca del problema real, era bastante manipulable en ese sentido, porque si fuera por chantaje emocional, hacía de todo. Él era consciente de la introversión de Kirk y es por ello que prefirió tomar otros temas de conversación mientras empezaba la marcha al lugar desconocido. No obstante, una hora más tarde, la curiosidad lo mataba y decidió hablar del tema.
— ¿A dónde iremos? ¿Es muy lejos?—le miró fijo desde el asiento de copiloto, esperando una respuesta.
— Hmm... más o menos —contestó de manera ambigua, sin despejar la mirada de la carretera—. Quizás tardemos días o no sé, depende qué tan lejos hayan huido...
— ¿Ah? ¿Vas detrás de alguien? —Kirk asintió, soltó por un par de segundos el volante para acomodar su cabello rizado detrás de la oreja ya que éste le tapaba la cara— ¿Te debe dinero un vendedor de droga o qué?
— Ah... algo así —hizo una mueca.
— ¿Me dirás lo que ocurrió? ¿O...?
— Somos amigos, ¿verdad? —le interrumpió.
— Por supuesto, ¿acaso hiciste algo malo?
Mierda, lo había pillado. Mejor distraerlo.
— Me hicieron —trató de corregirlo—. Busco venganza.
— ¿Tú? ¿Desde cuando?
Pararon en un semáforo.
— Mira, te quiero mucho y todo, pero no quería que te involucraras porque es muy probable de que yo muera después de la venganza.
— Pero, ¿m-morir...? —frunció el ceño— Es gente muy peligrosa, ¿verdad? —le dio la razón— Con mayor razón debería estar aquí para protegerte, no quiero que te hagan daño.
El otro no pudo evitar sonrojarse, en contra de su voluntad... no quería quedar como alguien débil. Quizás lo era de cuerpo, pero no de mente.
— Somos amigos, ¿no? —reiteró— Más allá de fuerza física que es lo único que necesito de ti... no hay nada más que puedas hacer, no quiero que te involucres en ESE conflicto.
— Y no lo haré, dime, ¿a quién hay que matar?
"A cinco testigos que pueden joderme la vida entera si no actúo rápido."
Siguieron en marcha.
— Si no quieres decirme qué te hicieron, está bien—prosiguió—. Al menos dime a qué nos enfrentaremos.
Mentalmente ya se había preparado para mentir, ahí iba:
— Tuve sexo casual con ellos y... quieren destruir mi imagen como artista, inventando cosas que no sucedieron esa noche, me amenazaron —no era del todo mentira eso, suspiró.
— Wow, espera... ¿"Ellos"? ¿Tuviste una orgía? —abrió los ojos como platos— ¡Y no invitaste, desgraciado!
— Sólo hubieron hombres, Lars —tosió en incomodidad.
— Oh, espera... —frunció el ceño— ¿Eres gay? ¡¿Por qué nunca me lo dijiste?!
— Nunca preguntaste —hundió los hombros.
—... igual pudiste haberme invitado.
— ¿Ah? ¿Qué? —se sobresaltó, tratando de negar esa idea.
— Que pudimos, tú y yo... —explicó y Kirk le dio un codazo para hacerlo callar— ¡Auch! ¿Y eso?
— Somos amigos —recalcó por enésima vez—. Por favor, no. No quiero relacionarme contigo de esa forma, es muy peligr...
— ¿Por follar? No me jodas, con James me he tirado a cuantas tías y no pasa nada.
— No es lo mismo, en todo caso, conmigo es diferent...
— ¿Dices que esos te quieren hacer daño? —rió con ironía— ¡No si yo los hago cagar primero!
— N-no, Lars, por favor... —titubeó, nervioso, cambió de calle de manera brusca y suspiró— Te quiero mucho, te adoro —confesó—, pero no te metas en este asunto de manera tan profunda, sólo cúbreme y ya, nada más. No quiero que acabes... muerto —esa última palabra la confesó lleno de dolor.
— ¿Muerto? ¿Acaso andan armados?
— Más o menos igual que yo...
— ¿Andas armado? ¿Tú? —reventó en risas— ¿Y sabes ocupar esas cosas?
— ... sí —afirmó en voz baja.
— Uy, malote —lo molestó, sonriéndole de manera traviesa.
— Lars, por favor, tómate en serio este asunto o quieres que te eche del jodido automóvil.
— Paremos, tengo que mear —bufó de la nada.
— ¿Es en serio? —gruñó— ¡Estamos a media carretera!
— ¿Y? ¡Salte del camino, que quiero regar un arbusto! —alzó la voz para denotar que era algo importante.
— Ugh, ok... —rodó los ojos y le hizo caso a su compañero de banda.
Se salieron del camino, yendo por un campo lleno de matorrales, se detuvieron detrás de unos árboles, Lars se retiró para hacer sus necesidades y al regresar, se acomodó en el mismo asiento de conductor de Hammett, habiendo un espacio muy limitado entre los dos, no fue casualidad, lo hizo para tenerlo en un lugar más apartado del resto, en más intimidad.
— Lars, ¡salte de encima! —bramó, empujándolo, sin éxito.
— No, háblame más a fondo de ese tema —pidió con una voz ronca y seductora, situó ambas manos en las caderas del chico de cabello rizado, quien sentía el calor irradiar de sus mejillas.
— ¿E-el qué? —gruñó— ¡Ya te dije!
— ¿Fuiste pasivo o activo en ese encuentro? —mordió su labio inferior, sin dejar de admirar el rostro de su amigo.
— ¿De verdad te importa? —tosió para disimular sus nervios— ¿Qué te pasa que andas tan raro conmigo?
— ¿En serio no te haz dado cuenta, cariño? —realizó un puchero con tal de mostrar ternura.
— Mira, Lars, TE —dijo de manera pausada y continuó— QUIERO —paró y tragó saliva con nerviosismo—. Tanto que no quiero involucrarte en lo más personal de mi vida, te lo juro, yo no soy lo que aparen...
Fue callado por un beso, tan eclipsado, que lo dejó pasar por un par de segundos, tras eso, lo empujó con brusquedad. Se limpió la boca con su antebrazo.
— ¿No? —obtuvo una respuesta negativa— ¿Y por qué no, Kirk? —subió una mano hacia su mejilla, acariciándola suavemente.
— Te lo estoy diciendo —insistió, mirándolo fijo a los ojos—. Te quiero tanto que no quiero herirte con la horrible persona que hay detrás de lo que aparento.
— Aww, sonaste tan poético —admitió, una sonrisa sincera se dibujó sobre sus labios, dio un beso en la frente del muchacho—. Me gustaría saber qué hay más allá de lo que ya conozco...
— No te gustará, créeme... —con algo de timidez, colocó sus manos sobre la delicada piel de su cuello, rozando de a poquito... tan tentador hacer algo malo allí— Te quiero—repitió—, y somos amigos... no quiero cambiar eso último para herirte mostrándote lo que soy: un monstruo.
— Por favor, no exageres —alzó una ceja en desconfianza—. ¿Acaso no sientes la misma pasión que yo por ti he guardado por años?—se acercó a sus labios, percibiendo sus respiraciones mezclarse entre sí.
— Créeme que sí —confesó, asustado de lo qué sus impulsos podrían obligarlo a hacer—... n-no quiero herirte...
— ¿Puedes besarme?
Asintió de modo frenético, tomó valor para plantarle un apasionado beso en los labios que fue aceptado de inmediato, las manos de Lars fueron a parar a acariciar su torso, subiendo por sus hombros al cuello y la nuca... entrelazó sus dedos con esos alocados rizos, dándole todo de si mismo en aquel gesto, que no tenía miedo a nada.
Todo lo contrario a Hammett, no quería excederse y cometer el error que siempre cometía y arruinaba todo tipo de relación que tuviera. Por ello todos sus amores eran pasajeros, siempre con el mismo pecado. Tenía miedo a enamorarse, siendo que en el fondo de su corazón no podía resistirse a esos ojos de esmeralda, esa pálida piel que requería ser explorada, esos labios finos y suaves... Auténtica tentación del horror.
Su mente necesitaba controlarse, tanto deseo le podía costar caro. No herir a Lars por nada del mundo, esa era su "misión". Sus respiraciones se agitaron por aquellos besos lujuriosos que parecían nunca tener fin; cada segund... no,cada milésima de segundo, más placentera que la anterior.
— N-no —gimió Hammett al sentir las manos de su amigo acariciando sus muslos, las abofeteó, no obstante, éstas siguieron— Que no... —musitó sobre sus labios, cortó el beso para captar aire.
— ¿Por qué no? —ahora lo sostuvo de la cintura, aprisionándolo contra su cuerpo.
— Siento que no estoy preparado —claro que no era eso, su misión: no herir a alguien tan importante en su vida. Arruinar lo bonito que quedaba la situación le dolería hasta el rincón más profundo de su alma.
— Está bien... —se alejó, retomando su puesto en el asiento de copiloto—. ¿Tienes alguna idea a dónde habrán huido esos tipos?
— Las Vegas —volvió a encender el motor, sin dirigirle la mirada.
— ¡¿Qué?! ¡Fue el lugar de nuestro último concierto! ¡Con razón esa noche no te vimos por ninguna parte! ¿No te hicieron nada malo? —negó— ¿Seguro? —asintió.
— Sólo es el tema de la amenaza lo que me preocupa —y regresaron a la carretera tras ser pronunciado aquello.
— ¿Y qué planeas hacerle a esos tipos peligrosos? ¿Acaso te crees que con unas palabritas dejarán de tratarte mal? —no recibió respuesta— ¿Les chantajearás con dinero o...?
La respuesta fue negativa, Ulrich recordó la frase de Hammett "armados más o menos como yo", se impresionó al asociarla con otras probabilidades...
— ¿L-los vas a matar? —tartamudeó, sin poder creerlo. Dolido, le dio una respuesta positiva— Y-ya entiendo el porqué no quieres que me involucre demasiado, bien...
"No, no lo entiendes..."
— Sí, eso es —forzó una risa—. Es algo muy duro de digerir, lo sé, pero siento que es lo correcto.
— ¿Regresarás a Metallica tras el asesinato que cometerás?
— ... —tosió, acelerando de a poco, aprovechando de que la pista no iba tan congestionada— Sí —mintió, para nada. Él y Lars no deberían regresar bajo ninguna circunstancia al mundo de la fama, peligro abundaría.
— Y... ¿podremos volver a besarnos alguna otra ocasión? —exhaló, les estaba costando un poco hablar. Sentía mariposas en el estómago.
— Cuando gustes— otra mentira más, lo adoraba, pero no quería tenerlo como una pareja o un amante—, aunque ahorita no creo que sea el instante más adecuado.
— Tienes razón... —miró por la ventana, la oscuridad, el cielo estrellado...— ¿En qué parte de Las Vegas crees que están?
— Hay que ir hotel por hotel...
— Espera, ¿qué? —casi se atragantó con su propia saliva— ¡Pero si hay más de trescientos, no me jodas!
— Por eso dije que tomaría días, esos tipos pasan en los casinos y eventos de gente borrachísima. ¿No te sorprende que yo haya estado ahí?
— En lo absoluto porque nosotros también estuvimos, sólo que te perdimos de vista y... —gruñó por lo bajo— Esos imbéciles pagarán.
"Si supieras que el que debe pagar soy yo... ¿Qué harías, entonces?"
...
Horas y horas pasaban, media madrugada era ya. Acababan de comer algo para recomponer fuerzas en una cafetería, no regresaron al tema de los sentimientos románticos ni la futura matanza, en ese preciso momento Lars era el que conducía y Kirk tenía entre sus manos una pistola, cargada. No de una, sino, varias balas, a un ladito habían más balas para introducirlas en el cartucho en caso de que requiriera forcejear más con sus víctimas. Nunca los consideró como rivales, siempre los vio como personas a las que debía eliminar, en cada momento fue así, desde que los conoció.
Ulrich iba bastante lento para que su compañero viera bien desde afuera los vehículos estacionados cerca de los hoteles y echara el ojo por algunas habitaciones, no fue hasta que pasaron por el mismo hotel en que el de cabello rizado durmió con ese sujetos y reconoció el automóvil camaro de color negro. Su vista se alzó hacia el sexto piso: un grupo de personas riendo a carcajadas y bebiendo de una botella con contenido alcohólico.
— Detente un poco —rogó, bajando el vidrio de la ventana y levantó su arma, apuntando, teniendo los ojos entrecerrados, deseando máxima precisión. Lars le hizo caso—. A la cuenta de tres, tú acelerarás a toda velocidad, ¿entiendes?
— Ah... ¿los hallaste? —asintió— Ok...
— Uno... —musitó, colocando un dedo rozando el gatillo— Dos... —su mano temblaba, inhaló bastante aire para llenar sus pulmones y obtener confianza. Empezó a disparar numerosas ocasiones, tras dar el primer disparo, a todo pulmón gritó— ¡TRES!
Ulrich pisó el acelerador con una fuerza sobrenatural y un par de disparos salieron al aire, se concentró y dio nuevamente en el área deseada.
Derribó a dos, o al menos eso parecía. El primero lo tuvo en el pecho y el segundo, que iba sentado sobre el barandal de una terraza, cayó al vacío. Los demás lo siguieron con la mirada y corrieron como pudieron para alcanzar el coche de la "pandilla" y perseguirlos.
Mientras tanto...
— ¿A dónde vamos ahora? —consultó el que conducía, yendo en línea recta, un tanto asustado por lo que acababa de pasar.
— ¡A un hotel, a hospedarnos, rápido! —contestó exaltado, captó más aire con el objetivo de hablar con mayor claridad— ¡Uno que quede al fondo...lejos... fuera de aquí!
— ¿Y no te quedan tres imbéciles por matar todavía?
— ¡Sí, pero esos que esperen un poco!
— Bien...
La ansiedad y el pánico se apoderó de ellos dos, al cabo de unos minutos, no, unos no. Varios, los cuales estresaron mucho... El que iba en el asiento de copiloto, miró por el espejo retrovisor y notificó aquel camaro a unos cien metros de distancia.
— ¡Acelera! —ordenó muy nervioso.
— P-pero iría en contra de la ley y...
— ¡Maté a dos idiotas, Lars! —gritó mientras cargaba el arma— ¡¿Y te preocupa más una puta multa?!
— Ugh, ok...
No tenía otra opción, aceleró el doble, noche y carretera desolada, nada mejor que eso, nadie acaba dañado... ¿o sí?
Hammett cargó el arma y con cuidado se asomó por la ventana, disparó en el parabrisas del coche, reventándolo, haciendo que los otros perdieran el control y se estrellaran contra un poste, nada grave, eso sí, iban cegados. Ideó un plan en cosa de segundos.
— ¡Lars, vira a la izquierda y espérame por ahí cerca, ya te alcanzo! —abrió la puerta mientras andaban.
— ¡¿Estás loco?! —frunció el ceño, muy preocupado.
— ¡Confía en mí, si me demoro más de quince minutos en regresar, ven a rescatarme! —y se lanzó al suelo del carro, rodando.
Bramó de dolor, sobándose la espalda. Cansadísimo, se forzó a correr en dirección al carro chocado, aplastados por cristales rotos y el techo que se desprendió, se aseguró de que su pistola tuviera balas... Sin piedad, disparó a los individuos, asegurándose de la defunción en un cien por ciento.
Como si nada hubiera pasado, caminó fuera de allí en suma calma... aparentando suma calma. Su corazón latía tan rápido que sentiría que explotaría en cualquier momento. Al llegar al automóvil en que Lars iba al mando, se apoyó de manera seductora sobre el marco de la ventana, y al igual que las prostitutas, dijo:
— ¿Te apetece algo, guapo?—guiñó, dedicándole una sonrisa juguetona.
No le dijo palabra a eso, prefirió actuar. Abrió la puerta y tomó su brazo, brusco, lo arrastró adentro del coche, echándose para atrás, teniéndolo encima suyo. Kirk tomó asiento sobre su regazo, y se acercó de a poquito a él, dejando descansar sus manos en el cuello, aquella área tan sensible y pálida de Ulrich. Sus labios se unieron en un fogoso libido, las manos de Lars fueron a parar en las caderas de el chico de cabello rizado.
Este último, que se sentía muy relajado tras la matanza, la cual logró librarse de muchas preocupaciones suyas, le hizo olvidar la razón por la cual ningún amorío suyo de cualquier tipo no funcionaba. Se dejó llevar tanto por la corriente, que la maldita tentación lo hizo apretar el cuello, no con cariño, aprecio, sino, con maldad, buscando causar daño.
Su amigo notó que algo no iba bien y cuando comenzó a ahogarse, le soltó un puñetazo en el estómago que lo hizo caerse hacia atrás, fuera del auto.
— ¿Qué mierda fue eso, Kirk? —se atragantó un poco antes de decir aquello, bendecido por percibir aire fresco.
Ya la había cagado, no quería contarle su secreto, para nada. No se sentía listo para ser castigado por todas las cosas que hizo en el pasado, mucho miedo le invadía.
— Asfixia erótica, ¿l-la conoces? —realizó una risa demasiado falsa, um, no resultó del todo convincente, debía agregar excusas— Por la falta de aire... te excitas el doble y bueno... —se mordió el labio, inquieto.
— ¿Insinúas que quieres sexo ahora mismo, no esperarás a que regresemos a casa?
— Es demasiado tarde, Lars, necesitamos hospedarnos en algún lado para descansar —argumentó—. PERO —marcó un gran énfasis en esa nueva posibilidad—, no es demasiado tarde para que hagamos otras cosas.
— ¿No te aguantas en ir a un hotel?
— ¿Te aguantaste tú cuando nos besamos entremedio de los matorrales? —guiñó de nuevo.
— Tú ganas —se sentó de manera convencional en el asiento de conductor e hizo señas para que su compañero se acomode en su regazo, el último nombrado captó el mensaje e hizo aquello.
Lo sostuvo de las caderas como hace un rato atrás y regresaron a los besos, Hammett levantó la camiseta de Lars entretanto frotaba sus dedos contra su pecho, dándole la señal de que tenía que desvestirse.
Entretanto se quitaba la camiseta, Kirk se echó un poquito para atrás, desabrochó los pantalones del muchacho ojiverde y acarició su entrepierna sobre la ropa interior, sus ojos parecían arder en lujuria al notar cómo el bulto empezaba a expandirse progresivamente. Se besaron con más ganas que antes. Y continuó frotando contra su erección, excitándose al sentir a Lars gemir sobre sus labios.
Se separaron, el que estaba semidesnudo le susurró al otro en extrema necesidad:
— Quítatelos —refiriéndose a los pantalones, que de forma picarona se los subía y se los bajaba—...ahora.
Hammett se levantó de su regazo para desnudarse en la parte inferior de su cuerpo y Lars se bajó los pantalones con su ropa interior, dejando a la vista su endurecida virilidad. El de pelo rizado volvió a situarse sobre el regazo, realizando suaves tocamientos a su compañero, experimentando. Suave y de ahí fue masturbándolo en un ritmo constante y acelerado, Lars aferró a Kirk contra su cuerpo e imitó esos gestos en él, satisfaciéndose uno al otro.
Repartiéndose besos de manera mutua en los labios, las mejillas, el cuello, la clavícula... la idea era poder sentir con esa sensible área, la piel de diversas zonas, probarse entre sí.
Al cabo de un buen rato de caricias y otros gestos románticos, concordaron de que era hora de ir por la verdadera acción, lo agresivo.
Kirk se acomodó a un lado del volante, teniendo sus piernas abiertas, a lo que Lars con cuidado lo sostiene de las caderas para poder introducirse dentro de él y...
No evitó soltar cualquier tipo de muestra de placer, no esperaba que así de rápido ya estuvieran... yendo tan salvaje.
Jamás creyó que llegaría así de lejos con una persona a la que le veía un cariño y atracción mucho más allá de pasajera, algo del tipo carnal, tan relajado y perdido en el delirio, que dejaba que todo fluyera: duro y rápido, y no por eso dejar de tener ese contacto del tipo carnal que le fascinaba.
Sus piernas estaban paralizadas, no las sentía al igual que otras partes de su cuerpo puesto que todas las sensaciones iban concentradas en las placenteras, en lo bien que se sentía aquel instante.
Nada ni nadie podría frenarlos, ¿en medio de una carretera? Sí. ¿Mucho tráfico? Para nada, un coche a las quinientas. ¿Probabilidades de ser descubiertos por alguna autoridad? Menos del diez por ciento. Los vidrios iban empañados por todo el ajetreo que hacían allí dentro, no mostraban incomodidad alguna en querer demostrar lo cuánto que disfrutaban.
...¿nada podría frenarlos? Kirk olvidó su extraño "instinto", cuando estaba al borde de tener un orgasmo, con dificultad, estiró el brazo izquierdo que le temblaba bastante, hacia el asiento de copiloto. Gimió el nombre de su ahora amante estando lleno de lujuria, más aún porque su mano logró coger la pistola cargada.
Le costó, no obstante, en el segundo exacto en que consiguió su clímax, rápidamente levantó el arma y apuntó a un costado de la nuca, aquella parte del cuerpo que lo tenía atrapado; con esa tentación de querer asfixiar...
Sin dar explicaciones de nada, presionó el gatillo y jadeó excitado al ser machado con la sangre del chico que salpicó alocadamente por todos lados. Todavía con su brazo temblante, dejó caer el arma de fuego al suelo del coche y se las arregló para poder empujar el cuerpo, abrió la puerta del coche y lo tiró afuera como si de un saco de papas se tratara.
Suspiró, agotado. Uno más a la lista de gente fallecida que cayó en sus redes, fue un golpe bajo, sin embargo, el matar se convirtió en su naturaleza humana, no podía relacionarse con nadie si no lo hacía... no por algo la desesperación de deshacerse de los testigos.
— Lo siento mucho, Lars —musitó entretanto cogía su ropa, colocándosela—. Fuiste una gran persona, bastante idiota e ingenuo para no sospechar lo terrible que soy, tuviste valor de querer ser una excepción pero no pudiste... —mordió su labio, algo dentro de él se había muerto— Te lo digo por enésima vez: te quiero. No puedo amarte, no puedo amar sin tener que destruir, lo mejor es desaparecer —al acabar de vestirse, cerró la puerta y le admiró con pena a esos ojos que iban con la mirada perdida en el cielo—. Al menos a ti, del resto de imbéciles, a ti si te tendré un lugar reservado muy especial porque fuiste más que sólo deseo sexual —aclaró su garganta, una lágrima rodó por su mejilla—... fuiste un compañero de aventuras, un hombro para llorar, un consejero, tú si podías llenar el vacío existencial en mí —su vista se posó en la carretera de en frente, ya que seguir viendo esos ojos le hacía sentir el triple de culpable—. Ya lo mencioné: soy un monstruo, por más que te adore, eso no lo puedo cambiar, gracias por dar tu voluntad y hacer el intento de cambiarme... —encendió el motor del vehículo, preparando en su cabeza el final de su discurso— De ahora en adelante juro que no me relacionaré con nadie más para no causar más dolor... Que con lo que siento ahora, creo que no podré ver el amor de la misma forma, primera vez que me siento así con la muerte que he causado... —le miró por última vez antes de presionar el acelerador— Soy demasiado cobarde para ir a buscar ayuda y aceptar la condena que merezco por ser un enfermo, espero que lo puedas comprender. Juro que te llevaré en el corazón hasta la tumba... Adiós.
Echó a andar el coche a gran velocidad, llorando en silencio por lo que acababa de cometer, esperando desaparecer de la faz de la tierra una vez que se concretara su huida hacia la nada misma.
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