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Zaphiri x Krest 3

Ese duro encuentro había sido suficiente para que Krest temiera, le rogara al faraón que llamara a un médico,  dolores inmensos lo inundaban en la parte baja de su vientre.

Se sentía tan indefenso y eso fue visto por el faraon, quien comenzó a sentirse un tanto culpable.

Dejando de lado sus deseos de lujuria y furia, llamo al médico, ese hombre de cabellos albinos y unos elegantes orbes dorados que tenía como ojos, este examinó y ayudo con frevor a detener algún tipo de problema.

Con agallas se atrevió a regañar a su gobernante, sin recibir ninguna queja de parte del moreno.

Mientras Zaphiri solo podía ver a un Krest recostado, que parecía estar dormido.

— Te recomiendo que lo dejes descansar y si quieres tener sexo se nuevo que lo tengas después de su embarazo, no puedo creer que seas un hombre tosco, el dios Horus castigara tu falta de respeto hacia tu descendencia.

— Deja de tontear Odysseus, no tengo la culpa que ese enano no sea fuerte como los donceles de nuestra regiones.

— Tks... ¿Cómo te atreves...?

Odysseus lanzo el primer golpe, golpeando al mencionado faraón con su baculo, causando una queja de dolor en el faraon.

— Recuerda faraon, el no es de esta región es evidente que su fuerza es diferente, sobre todo porque parece ser de una clase... Noble, ¿Acaso fue un rey o algo por el estilo?

Dijo, aunque antes de tocarlo, ya que su mirada estaba llena de curiosidad fue detenido por Zaphiri, quien le tomo la mano en negación impidiendo que pudiera tocarlo de nuevo.

— Bueno... Entonces déjalo descansar, pasaré algunas recetas para su cuidado, incluso al pequeño le serían bueno una buena alimentación, no hagas nada estúpido, porque no seré yo quien lo salve.

— Te mataré si no lo hace...

— No le tientes al destino Zaphiri, que soy más sabio que tú y puedo decir que la irá no arreglará nada.

Con simples palabras termino por irse, dejando a un Zaphiri molesto, aunque su irá se esfumó cuando miro a ese enano aún dormido sobre la cama. Se acercó hasta él solo para tocar ese vientre que podía ser notorio debajo de las sábanas.

Sin decir mucho lo dejo descansar, salió de la habitación quería tomar un poco de aire fresco.

[...]

Durante su recorrido le hizo pensar a detalle lo que había hecho, incluso como podría molestarse por esas pequeñas palabras, tenía alta confianza que ese niño era suyo, ya que por lo que había visto y conocido de él en ese reino, nadie era capaz de meterse con él, ni siquiera ese enano tenía aquel aspecto de un cualquiera.

Quedó un tanto estúpido creyendo en esas palabras, cómo era posible que el cayera en eso.

Antes de que pasara algo más, la presencia de ese pelirrojo le hizo olvidar todo.

— Alteza...

— Hmm....

— Vengo solo a decirle que alguien más ha venido, se hace llamar Ilias y es el guardian de el joven Krest.

— ¿Ilias?

Ese nombre, le  recordo cuando estuvo alojado en ese palacio, sobre todo en esa escena de los pasillos, en cuando iba de camino a ver al mencionado rey, se había encontrado a ambos (Ilias y Lugonis) teniendo un encuentro poco comprometedor, no comprendía que hacía ahí aún así se atrevió a mirar a su consejero.

— ¿Que desea ese hombre?

— No quiso decir nada, me he enterado, por parte del joven Mystoria que el venía junto con Krest, tal parece que eran como una pareja.

— ¿Pareja? Ese hombre no es su pareja...

Con palabras serias se encamino hacia la zona principal, en dónde se encontraba su trono, ahí lo encontró junto con otro hombres, que más bien eran sus guardias.

— Retirence, quiero hablar con el.

Con esas simples palabras los guardias salieron, dejando a ambos solos.

— Vienes a ver a Krest, ¿No es así?

— Acertas en todo, menos en saber si tú legado continuará.

Aquello fue algo molesto para el moreno, pero se mantuvo en su compostura.

— Bueno, no te daré el gusto de verme furecido. Pero tampoco verás a Krest.

Ilias quedó en silencio, aquello no le pareció muy bueno que digamos, apretó sus manos en un puño solo para dar un suspiro, dejando que esa frustración se esfumará.

— A menos déjame verlo una sola vez, como una despedida, sabes que yo no tengo nada que ver con Krest, solo soy un simple sirviente que lo ha protegido.

Zaphiri se había detenido, aún dándole la espalda, se giro solo para verle y termino por aceptar.

— Está bien, solo espera un poco, el no se encuentra bien.

— ¿Cómo que no se encuentra bien?

— Por el momento es todo... Ven dentro de unos días más.

No pasó mucho cuando unos guardias entraron, tomando de ambos brazos a Ilias, mientras esté exigía saber lo que había pasado con Krest.

[...]

Unos días más tarde, Krest estaba más tranquilo, incluso su estado había mejorado, Odysseus se encontraba mirando los orbes del chico esperando obtener un buen resultado.

— Parece que has mejorado, incluso tu estado es bueno, aunque no hagas demasiado esfuerzo, Horus no va a querer perder a este heredero.

— ¿Que dicen? Este niño no es del faraón.

— Por favor no mientas, si quieres enfurecer al faraón es muy sencillo. El orgullo que tiene es demasiado alto.

— ¿Quien te da el derecho de hablar así a mis espaldas?

— El mismo que salvó a tu heredero, por cierto joven, quieres que el faraon busque algo que sea de tu gusto...

— Deja de decir estupideces Odysseus, vete que quiero hablar con él a solas.

— Vaya mal genio, sigo sin creer que el primer hijo del antiguo faraon haya sido tan malcriado, siendo yo a quien te sostuvo cuando su madre le dió a luz...

— Podrías irte....

Replicó molesto, esto fue notado por el menor quien simplemente alejo la mirada aunque le parecía gracioso, ya que el médico parecía tan cercano al faraón. Ya que habían quedado solos, el azabache se acercó lo suficiente, aunque termino hincandose enfrente del castaño. Sus manos llegaron a tocar el vientre solo para darle un beso pequeño.

La actitud de aquel monarca le parecía tan extraña para el menor, que incluso se sintió tan avergonzado, su rubor fue notorio e intento ocultarlo.

— Se que esto es raro en ti, pero es lo único que puedo hacer...

— No es necesario, no eres...

— Sabes que soy el padre, no eres un cualquiera, se nota en tu ser.

Finalmente se levantó, está vez ayudo al chico a recostarse en la cama, solo para darle un beso en la frente.

— Me quedaré aquí, voy a cuidarte, es lo único que puedo hacer a final de cuenta.

— Serás como esos reyes que solo buscan un hijo para desechar a los progenitores.

El silencio lo inundó, cosa que Krest entendió por un si, sin verle volvió a hablar, está vez pido una súplica, una pequeña y diminuta petición.

— Podría a menos mirar a Ilias, no quiero sentirte tan solo...

Para Zaphiri eso fue algo molesto, cómo que a ese tipo, aunque ni debía porque molestarse, el no quería nada con ese enano ¿Verdad?

El solo acepto y con el pasar de los días, la visita que tenía Krest le emocionaba más, cosa que Zaphiri no había conseguido en ese tiempo, ya que Krest solo estaba triste y lleno de soledad cuando el faraon se encontraba cerca.

Los últimos meses Krest finalmente estaba afuera en los jardines, en ese tiempo solo había pasado en la habitación, rodeado por cientos de empleados y de vez en cuando con Ilias y el faraon, aunque este último dejo de ser muy visible.

— Ilias... Se que no me sentiré bien después, porque la única cosa que nos hace estar aquí, es este bebé, mi bebé... Pero, una vez que todo haya terminado, nos iremos lejos.

— ¿Seguro?

— Si... El faraon no quiere a la madre con el bebé, así que, no sere requerido... Aunque... Aunque...

— Tranquilo...

Ilias termino por abrazar a Krest quien comenzó a llorar y es que recordar que el faraon lo iba a desechar cada vez se hacía más cerca, ni siquiera tendría el gusto de conocer al bebé después de su nacimiento, eso era desgarrador.

Zaphiri miro aquella escena desde lejos, estaba molesto, más aquello lo había dejado claro, pero en ese transcurso, en esos meses que estuvo ese castaño a su cuidado le hacía dudar si debía dejarlo ir, durante ese periodo recordando los pequeños momentos con el me hacía sentir una calidez familiar, cosa que no había sentido, ya que en su infancia jamás conoció a su madre, ni siquiera su padre me dijo, quien fue, ahora verlo sufrir de esa manera le causaba un poco de sufrimiento.

— Ecarlate, ¿eres feliz con tu pareja...?

— ¿Eh?... Bueno... Si, su alteza, Mystoria es alguien importante para mí, le doy todo lo que es importante para que esté feliz y el hace lo mismo conmigo.

— Felicidad... ¿Así de fácil?

— Si su alteza, acaso está pensando en darle una oportunidad a la madre del principe.

— No lo sé... Se ve tan indefenso, que no puedo dejar de sentir enojo porque alguien lo abrace... Y que no sea yo.

— Su alteza lamento mi comentario pero... Usted se ha enamorado de ese joven.

Sus palabras no salieron, aún estaba confundido, solo sigo observando desde lo alto de aquel palacio, mirando esos dos que estaban en el borde de aquel piso de mármol, ya que más allá se encontraba el extenso rio, había algunos arbusto de rosas y demás plantas por toda la orilla, dando un hermoso paisaje.

En las siguientes horas y después de que Ilias se fue, Krest regreso a la habitación, estaba un tanto deprimido, incluso su vista era de tristeza y angustia, jamás vería a ese pequeño niño, solo sabría que el había dado a luz a un bebé, estando en la soledad, comenzó a sollozar, solo para intentar detener esas lágrimas sin mucho éxito.

— No llores... No llores...

Se decía así mismo, sin embargo ese sentimiento era tan fuerte que incluso sentía su garganta cerrarse y su corazón latía tan fuerte que le dolía. Sin embargo su soledad se vio interrumpido, ese hombre de piel morena quien había encendido un poco más las luces, dejando ver al chico que sufría de abundante tristeza y aunque Krest intento alejar la mirada fue imposible, puesto fue sujetado del mentón obligado a ver a ese moreno, viendo con detalle el rostro, cómo parecía tener bien delineado ese tinte en los parados que daba a una imagen superior e incluso ese atuendo que pudiera ser provocativo para muchos, con adornos pesados y joyería brillante.

— La pareja del Faraón no debe de llorar. ¿Por qué lo haces?

Krest no dijo nada, bajo su vista llena de tristeza, eso le hizo recordar su malestar y de manera suave alejo su rostro, dejando de sentir esas manos sobre su mentón.

— Solo quiero estar con mi bebé, quiero verlo crecer, verlo reír, jugar... Que me diga... Que... Me diga... M-mamá...

De nuevo comenzó a llorar, está vez encaro al faraón, que incluso le pidió, le rogó y si era posible se humilló, quedando de rodillas que no supo cómo llego a esa posición, solo quería que sus peticiones fueran escuchadas.

— Por favor... No me aleje de él... Quiero verlo crecer... Por favor... Quiero cuidarlo, está bien si no soy su madre, pero quiero cuidarlo, quiero ser su Nana...

Sujetaba aquel traje que parecía una toga, sus gruesas lágrimas eran notorias que mojaban poco a poco su ropa, debido que su vientre era notoria, sin embargo, el faraon lo tomo en sus brazos y lo dejo sobre la cama.

Sin decir nada lo acomodo con cuidado, aún escuchando esos comentarios, esas clemencia.

— ¡Di algo!

— Seguirás siendo la madre de mis hijos... Porque te vas a convertir en mi esposa.

Aquello fue algo tan repentino, después de unos segundos de silencio, esto confundido tanto al enano que no sabía cómo responder, sus lágrimas no dejaban de salir intentando buscar una calma enorme, pero en vez de eso estaba confundido.

— A menos que solo quieras irte sin ver a tu hijo crecer...

— ¡No! ¡Si! Me... casare contigo...

Su respuesta fue rápida y es que quería verlo crecer, sin embargo esa propuesta había sido tan repentinas que no tenía más que decir tenía que pensar con claridad lo que diría en un futuro si era necesario. Por esos momentos solo se sintió un tanto tranquilo, sus miedos se iban esfumando lentamente y esperaba a menos que con los siguientes días fuera igual, hasta el nacimiento de ese pequeño.

¿Fin?

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