Zaphiri x Krest
Krest es dueño de un pequeño local, una biblioteca, el se encarga de todo, el lugar no es tan visitado, pero es la única biblioteca en todo el pueblo, está tranquilo para su gusto.
Pero últimamente, no tiene más de un mes, que ha estado recibiendo a un sujeto. No sabe quién es, ni siquiera lo había visto por el pueblo y eso le provoca en cierto tiempo, algo de curiosidad.
Ya en las tardes, que regresa a casa, Krest sigue pensando en él, en ese hombre, que realmente desconoce, aunque se imagina que es como esos personajes literarios que todos le gustan.
Buen físico, rostros lindo, una piel bronceada, cabello oscuro como la noche y corto y unor orbes tan llamativos que a pesar de ser unos negro intenso son tan agradables.
Krest se siente un tanto avergonzado, ya que realmente pensar en eso le hace sentirse menor, su cuerpo no era como el de ese tipo, era pequeño a lado de el, su baja estatura y cuerpo delgado le hacía diferente posiblemente diciendo que era una chica.
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Al día siguiente, crees estaba de nuevo en su lugar, miro de nuevo a ese hombre, está vez estaría dispuesto a hablar con el y por lo menos sacar un poco de información.
— Disculpe, señor, puedo hacerle una credencial de biblioteca para que usted pueda llevarse los libros. Así no tendría que estar viniendo costantemente.
El moreno solamente le miro, no le gustaba la idea, esa estúpida idea le causo repurdio.
— No me molesta venir aquí todos los días.
Con esa simple palabra termino por ir por un libro diferente al que usualmente leía, esto desconcertaba a Krest, ya que en ese tiempo había visto ese pequeño problema, tomaba libros diferentes cada día.
Dejo de preguntar, aún así siguió viendo de vez en cuando a ese moreno, parecía tan concentrado en su lectura, hasta que el hombre cerró el libro, alzó su vista, encontrando con los orbes cafés de Krest.
Ya que en esos momentos y como todos los días, el hombre tomaba asiendo enfrente de la recepción, haciendo que el dueño pudiera ver con mejor claridad al moreno.
Aquel hombre dejo el libro en su lugar, solo para salir, Krest miro aquello lo siguió con la mirada y después de tanto tiempo finalmente veía lo que había después de eso. Y es que recibía a dos pequeños niños, que parecían estar emocionados, abrazando con amor al mayor.
Tomando de las manos a ambos se iba con la intención de irse a casa, Krest quedó bastante sorprendido, pensó que serían sus hijos y que posiblemente los esperaba aquí.
Más tarde, la noche llego Krest termino por marcharse, paso por una tienda de viveres y siguió su camino, su hogar no quedaba tan lejos de su negocio, por ende podía irse a pie de manera tranquila, cuando llegó a la zona recidencial, logro encontrarse con su visistantes, se trataba de ese hombre, habia dejado la basura en el cesto, mientras sus orbes oscuros miraban al de baja estatura.
— Buenas noches...
— Buenas...
El saludo fue simple, parecía que ambos se veían demasiado, tratando de creer que era un sueño, aunque rápidamente Krest termino por despedirse, caminando hacia su puerta y así entrar.
El hombre quedó sorprendido, aunque aquello termino por ser olvidado, cuando al ver hacia su casa noto a dos pequeños mirando atentamente. Esto puso un tanto inquieto, cosa que le hizo fastidiar el momento.
Cuando regreso, se encontró con los dos pequeños niños en la entrada, con una amplia sonrisa.
— ¿Que tienen enanos?
— Le hablas al señor Krest.
— ¿Eh?
— Así se llama el vecino, a menos así dice Milo.
— Ecarlate, deja de hacerle caso a Milo.
El hombre de cabellos azabaches miro a ambos niños y camino hasta la sala, solo para seguir escuchando las palabras molestas de ambos niños.
— Tío Zaphiri, debería pedirle ayuda a Papi, el conoce al vecino Krest.
— Milo...
— Es cierto papá, recuerde que el tío Degel tiene mucho tiempo aquí.
Zaphiri, ese es el nombre de este hombre, sin embargo preguntarle a Degel aquello podría llamar muchos problemas y es que no tenía la necesidad de conocer al vecino, pronto Ecarlate y el se irían de ese pequeño pueblo, solo estaba ahí por mera visita vacacional.
— No es nece...
— Chicos la cena está servida.
Deje llegó a la sala, en dónde los niños al escuchar las palabras del mayor corrieron al comedor, en cambio, Zaphiri se levantó tiempo después.
— ¿Todo bien?
— Supongo...
— Zaphiri, que harás cuando regreses a la ciudad, no tienes nada, ella te quito todo.
— No lo sé... Pensaba pedirle un favor a Kardia y a ti. Aunque no quiero causarle más molestias.
— Descuida, somos familia, tu hermano a dicho que te apoya en todo.
Zaphiri miro con calma a su cuñado, era evidente que ambos eran buenos con él y en cierta forma tenía pena decirle que se quedarán con su hijo.
La cena transcurrió normal, ninguno de los niños menciono nada relacionado con el vecino, ya después de la cena el duo se fue a lavar los platos.
— ¿Por qué discutían acerca del vecino?
— Porque son unos completos idiotas.
Respondió.
— Zaphiri.
— Está bien, me vieron hace momentos tener una "charla" con él, pero solo fue un saludo, nada más.
— Entiendo, bueno, eres el único que lo ha saludado aparte de mi.
— ¿Único? Parece extraño, ya que parece que todos lo conocen en la biblioteca.
— ¿Has ido a la biblioteca?
— Si, cuando paso por los niños.
— Él es el dueño, pero no tiene a nadie, creo que tiene la misma edad que tu.
— ¿En serio? No estés jugando conmigo Degel, sabes que odio las bromas del mal gusto.
— No estoy bromeando, nunca bromeó.
— El se ve más de tu edad que la mía, yo estoy viejo y lo sabes.
— Puedes intentar acercarte y preguntarle por ti mismo.
En los siguientes días, Zaphiri comenzó a frecuentar el lugar, pero sin embargo el no se atrevía a entrar ahí, por el simple hecho de recibir de nuevo las críticas de los niños. Así paso en la última semana hasta que lleno un fin de semana en dónde Degel lo había mandando por algo de viveres a la tienda de autoservicio.
Lo encontró ahí, y parecía que el mundo se había detenido, ya que ambos no dejaban de verse y cuando finalmente los regreso a la realidad fue cuando vio como el de baja estatura alejaba la mirada, avergonzado por el ridículo momento.
— Vienes a la tienda.
— Eh... Si.
Ambos entraron, ni siquiera se dijeron algo en específico, simplemente siguieron el camino separados.
Krest no había estado así desde que estuvo en preparatoria y eso fue bastante tiempo, se sentía ansioso, nervioso, quería huir rápidamente y así salir de ese mar de emociones, el hombre que hace momentos tenía enfrente era espectacular.
Sin embargo ver qué estaba en la casa vecina le causó en cierta forma decepción, creyendo que era la pareja de Degel, su vecino. Jamás había visto la pareja de Degel hasta ahora e incluso tenía hijos, eso le hizo sentirse aún peor.
Miraba la sopa instantánea, cómo si tuviera el gran descubrimiento enfrente, sin embargo aquello fue notorio por Zaphiri, quien le quitó la sopa de las manos y la dejo de nuevo en el estante.
— O-oyes...
— Para ser alguien con un negocio no te alimentas nada bien.
— No es necesario, tengo cosas que hacer no tengo tiempo para alimentarme.
— Por eso te ves débil y pequeño.
— ¡Que no soy pequeño!
Las pequeñas quejas se hacían más notorias, cosa que Krest se dió cuenta y se sintió más avergonzado, tomo la sopa instantánea seguido de otros productos y se fue, dejando a Zaphiri aún con sus compras, no estaba molesto, estaba avergonzado, aunque en cierta forma se sentía un tanto extraño, ya que nadie había tomado intención o se había preocupado por lo que comía en absoluto.
Dejando eso de lado y después de esa cena tan sencilla se dedicó a acomodar los libros en cajas que llevaría mañana, tenía cosas que hacer y la noche se estaba alargando, cuando finalemente termino pasaban de las 12 en punto, solo le quedo irse a la cama y tratar de descanse lo suficiente.
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La mañana temprano, Krest salió, llevando la caja consigo, solo para mirar a Degel quien se encontraba regando las plantas del jardín, este último le brindo un saludo amable, cosa que Krest le tomo la palabra y de una manera tranquila se atrevió a disculparse.
— Vecino, quiero pedir disculpas, ayer por error creo que insulte a su marido.
— ¿Marido? ¿Se refieres a Kardia?
— Así se llama el hombre que vive con usted.
— ¿Eh? No... Espere ¿ha confundido a mi cuñado por mi esposo?
— Si... Es su marido ¿No?
— No. He he he... Es el hermano mayor de mi esposo, Kardia. El se llama Zaphiri.
— Entiendo... Aún así dígale que me disculpo, que lo que sucedió anoche no va a suceder de nuevo, gracias.
Sin esperar alguna respuesta de parte del vecino solo se marchó a su trabajo.
Krest estaba tranquilo en el trabajo, no podía hacer algo más, ya había limpiado todo, la gente venía de vez en cuando, solo le quedaba esperar hasta que el día terminará, aunque aquello se vio envuelto en sorpresa cuando miro a ese moreno frente a él. No siquiera lo había visto entrar, ya solo lo tenía ahí.
— ¿Puedo ayudarle en algo?
— Necesito que tú aceptes una salida conmigo, Degel me matará si te niegas.
— ¿Por qué?
— Sería más como una muestra de mi gratitud y disculpa por a verte interrumpido en tus compras.
— Ya no importa eso, no tienes nada que hacer con eso.
Regreso a su misma posición, creyendo que de esa manera podría sentirse más tranquilo, pero la presencia de ese hombre jamás se esfumó, al contrario seguía ahí por muchos minutos más.
No fue hasta que se acercó a la puerta colocó el seguro y colocó el letrero a cerrado, esto confundió al menor quien incluso se levantó de su silla dejando ver la gran diferencia.
— ¿Que haces? Los clientes vienen.
— Deja de decir tonterías, el último que estaba ya se fue, nadie vendrá, ahora por favor, acepta la cena comigo, sino te haré cosas malas.
— ¡Ha! Cómo si pudieras.
— ¿Acaso me estás provocando?
Zaphiri se sintió retado, en cambio el menor solo sintió un escalofríos al ver la sonrisa de orgullo que tenía en su rostro, aunque aquello, no fue suficiente.
— Eres demasiado viejo para mí, ni siquiera se te parará ha ha ha~
— Quieres comprobar... Pequeño. No por nada tuve a Ecarlate.
Está vez Zaphiri parecía firme en sus futuras acciones y está vez Krest se estaba arrepintiendo, ahora más cuando su camino fue bloqueado por la mesa y aunque intento ser valiente el suave roce en su mejilla le hizo abrir los ojos del miedo, logrando alejarla de.un manotazo, cosa que confundió tanto al moreno.
— Vete...
Zaphiri no dijo nada, pudo notar como el menor parecía limpiar sus lágrimas, ya que se había quitado los grandes anteojos. El moreno estaba confundido por aquella reacción, sin decir más solo afirmó, dejando a un Krest solo, mientras dejaba la tienda a un cerrada. El castaño quedó en silencio, regresando al mostrador sus manos temblaron un poco y de una manera incapaz de creer intento leer, tratando de olvidar aquella escena y recuerdos perturbadores.
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Degel estaba tejiendo, el pequeño Milo se encontraba tranquilo jugando con su primo, el duo parecía tan interesado en la construcción de bloques, aunque la presencia de Zaphiri hizo que toda esa paz se fuera.
La puerta azotada sonó, asustando a los más pequeños, mientras se escondían del otro lado del sofa en dónde estaba Degel. En cambio el de ojos amatistas miro al moreno.
— Zaphiri, ¿que sucede ahora?
— ¿Que sucede? ¡¿Que sucede?! ¡Es la última vez que te hago caso cuñado!
— ¿De que demonios hablas?
— ¡Le dije, me rechazó, rechazo una cena!
Degel se relajo, sonrió con burla y cruzo sus brazos.
— Vaya, después de todo estás tan dolido, por un rechazo.
— Tks... Ecarlate, vamos a la cama.
— Pero...
— Vamos a la cama.
Zaphiri tiene el carácter fuerte, pero también lo tiene tan suave, Degel lo conocía, debido a su antigua relación, sin embargo la pareja que había tenido en ese entonces no le favorecio a Zaphiri y ahora su antiguo negocio tenía que empezar desde abajo, desde cero y eso era demasiado.
Zaphiri estaba en la habitación, su hijo y el dormían en la misma habitación, Zaphiri en un sofá y el pequeño en la cama, el niño estaba confundido por la actitud de su padre, incluso por las palabras de Degel, aún así tuvo el valor para preguntar algo que muchos dirían que es la realidad.
— Papá, si mamá no va a regresar, porque no buscas otra mami, así como los padres de Camus.
— Duerme, ya es tarde.
— Está bien, perdón papá.
Dijo el pequeño pelirrojo, solo para mirar por breves segundos a su padre, ya que está a acostado, teniendo su brazo sobre sus ojos. Ecarlate decidió obedecer y se acomodo en la cama, logrando así descansar.
Zaphiri sabía que Ecarlate estaba siendo fuerte, que ese pequeño sabía de todo, claro, estuvo ahí cuando su madre le dijo la verdad, verdad que lo odiaba tanto a Zaphiri y a él, sabía que Ecarlate podría caer en depresión, por eso intento darle el mejor tratamiento y ver qué no pasaba nada negativo, le pidio ayuda a Kardia y Degel, sin embargo los problemas aún seguían y no sabía cómo resolverlos, después de todo, sabía que esa mujer jamás iba a querer a ese niño, sin embargo esa mujer peleaba por destruir a Zaphiri, dejarlo en bancarrota, en la calle y si era posible hasta en prisión.
Zaphiri jamás creyó que las cosas se pondrian así, incluso venir a pedir ayuda a su hermano, solo esperaba tener los suficientes recursos para poder defenderse y así verle ver a esa mujer el terrible error que hacía. Todo aquello se vio en plena oscuridad, creyendo que no tendría algún fin, pero miren ahí, solo acostado y pensando ahora en las palabras de su cuñado.
En los siguientes días intento de todo, buscando el gran interés de buscar a ese cubo andante, esperando a menos tener una charla pero tras aquello solo obtuvo el rotundo rechazo. Incluso parecía que lo estaba evitando, ya cuando pensó que todos sus esfuerzos no valían nada, tuvo el rotundo valor de ir a la biblioteca, si en todo ese tiempo que había intentado algo con el acuario no había logrado mucho era por el simple hecho de no estar buscándolo hasta su trabajo, tenía que ser conciente que ese castaño tenía que vivir de algo.
Sin más que decir se presentó. Fue de una manera cordial, usando ropa casual, sabía que tenía que dar una buena impresión, cuando llegó se encontró con ese pequeño bibliotecario, en dónde se encontraba tan sumido en su lectura que no alejaba por nada la vista de ahí, incluso sabía de la persona que estaba enfrente.
— Krest... ¿Podemos tener una charla de adulto a adulto?
Si a principio no tuvo una respuesta, pero si vio como el de baja estatura cerró el libro, de como su rostro finalmente subió hasta ver el rostro del moreno.
Zaphiri ya tenía todo planeado, desde hace momentos, incluso se alejo y cerró la puerta con seguro esperando así tener un charla más cómoda, el menor estatura lo guió hasta la zona trasera en dónde solo el personal autorizado podía estar, Krest le sirvió una taza de café seguido de el, tomo asiento, acomodo sus anteojos y así presto atención al mayor.
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