
Veneno[ManixAlba]
Hola, hice esto porque.... Bueno, quería hacer uno XD aunque no me siento muy convencida no estoy muy familiarizada con estos personajes, tuve que leer un poco de la biografía de ambos, aunque lo que se menciona no es verídico es ficticio, ya saben, pero me quedé asombrada, tal vez haga otro oneshot de ellos más adelante.
Pareja: Manigoldo x Albafica
_______
Manigoldo siempre paso viviendo la vida, era claro que tenía que hacerlo, ser santo dorado sería un solo camino, salvar el mundo dando su vida. Por eso, cuando se enteró que en el doceavo templo se encontraba alguien no dudo en ir en su búsqueda, era extraño, jamás conoció a alguien proveniente de aquel templo, simplemente estaba "vacío".
Cuando llegó, llamo al guardian, pero no salía, el cosmos del custodio no se encontraba por ningún lado, Manigoldo estaba muy emocionado, desesperado por saber de quién pudiera tratarse. Pero no había nada.
— ¿Que haces aquí?
Una voz detrás suyo le hizo dar un pequeño salto, se giro encontrándose con Degel, el caballero de los hielos sostenía un libro, detrás de él venía Kardia quien traía más libros.
— He venido a ver al guardian del templo.
— No lo verás. No le gusta ser fastidiado.
Camino con calma mientras que Kardia se detuvo a lado de Manigoldo.
— Anímate viejo, podemos vernos más tarde a tomar algo, el rodorio no se va a ir nunca.
— ¡Kardia! Sabes bien que tú no puedes tomar.
— Vaya ni eso puedo hacer ahora.
— Kardia.
Mientras Acuario y Escorpio discutían, Manigoldo simplemente estaba en silencio, observando pudiendo sentir alguien más en la zona, la pareja termino por salir, dejando a Manigoldo ahí solo una vez más.
— Creo que me voy, aquí no hay nadie.
Hablo camino con calma a la entrada principal.
Manigoldo salió, miro de reojo el templo y dirigió su vista hacia su camino, tal vez sería buena idea dejar aquella idea de conocer aquel guerrero.
El templo se quedó solo, el sujeto se encontraba en silencio, detrás del pilar y mirando con tristeza aquella rosa roja, era eminente de su terrible situación.
-
Otro día todos los santos dorados fueron llamados el gran maestro indico que era un asunto muy importante que debían presentarse costará lo que costará.
Cuando lo hicieron, casa quien tomo su lugar, dejando a Manigoldo al frente de aquella fila de doce santos.
— Caballeros, hemos estado preparándonos para este momento, nuestra diosa ha indicado el momento de inicio de la guerra, necesitamos que todos tomen sus compañeros.
Cada quien tomo sus parejas, pero al momento de querer ir por Kardia se detuvo, cuando Degel lo había tomado, los demás ya estaban aliados solo quedaba el.
— Maestro...
Guardo silencio, una segunda voz hizo juego con su voz, logrando un coro y obteniendo la atención de la persona. Lo miro se sorprendió enormemente.
— Ustedes dos pueden ser compañeros, cada uno de ustedes tendrá misiones así que Albafica, acércate a Manigoldo.
Albafica dudo un poco, sin embargo, Manigoldo sintió un escalofríos al tener al santo de piscis a un lado.
— Cada uno de ustedes dejara el santuario en cierto tiempo, la situación se requiere de mucha astucia, sin embargo, hay sucesos que pueden cambiar. Cada quien recibiría una misión independiente, pueden tomar entrenamientos mientras tanto.
Los santos dorados afirmaron y pronto dejaron el salón principal. Manigoldo fue de los últimos en salir, pero no iba solo, iba junto a Albafica quien detonaba una calma.
— Soy Manigoldo de Cáncer, puedes decirme Maní, si quieres. Bueno, será complicado para...
Intentaba entablar una conversación, pero cada vez que decía algo o preguntaba algo no era respondido en absoluto, simplemente estaba un silencio que incomodaba al cáncer.
— Buenos, aquí te dejo, quieres entrenar mañana en el coliseo.
— No.
— ¿Por qué?
— Porque no.
Fue una respuesta seca, haciendo que Manigoldo ya no dijera más y simplemente siguiera su camino, en cambio, Albafica lo miro irse, se sentía extrañado, puesto no podía creer que alguien había hablado con el sin saber su estado.
-
Después de unas semanas, Manigoldo subía al templo de los peces, siempre obteniendo la misma incomodida, también, comenzaba a sentirse frustrado, debido que el santo de piscis jamás hablaba, siempre estaba demasiado lejos de él y sin contar la situación parecía molestarle.
— ¿Podemos hablar? ¿Cómo personas normales?
— No hay nada de que hablar.
— Ese es el detalle. Nosotros no nos conocemos y no veo el interés en quererme conocer.
— No me interesa, prefiero estar solo, no quisiera saber de nadie.
— Tienes pensamientos muy negativos y se supone que ustedes los de piscis son los más hermosos, capaces de cautivar a cualquier persona.
Albafica guardo silencio, miraba hacia enfrente pero al escuchar esas palabras, oculto su rostro con su fleco, bajo su vista con la intención de no ver al cáncer, apesar de estar sentándose en las escaleras del templo de los peces, más en la entrada principal, le era imposible sentirse temeroso.
— Bueno, no digo que seas feo, eres atractivo y toda la cosa, tienes un lindo jardín y...
— Cállate. No sabes lo que dices.
Finalmente hablo el peliceleste.
— ¿Por qué? Es verdad todo lo que he dicho.
— No es sencillo para mí, ser como soy, estar envuelto en la soledad y no tener a alguien que me quiera sin morir.
— No digas eso, nadie puede morir, no creo que...
— ¡Cállate!
El chico de cabellos celeste reclamo, agarrando su cabeza mientras pequeñas lágrimas frotan.
— ¿EH?
— Tu no sabes lo que es sufrir por esto, tú no sabes nada, tu solo disfrutas estar con tus amigos y yo, yo quedó solo, olvidado temeroso de provocar muertes con tan solo tocarme.
Sollozo está vez mirando a Manigoldo.
— Explícate con claridad.
— Mi sangre, mi cuerpo está envuelta en un veneno mortífero, que puede matar a quien logre tocarme, el más mínimo efecto sería destruido.
Manigoldo quedó en silencio y después de unos segundos rio a carcajadas. Provocando una confusión en el celeste.
— Sabes hemos estado entrenando durante estos días, hemos sido heridos por uno y el otro y crees que eso es malo, ni siquiera he muerto.
— Debe de ser por tu falta de atención, lo más seguro mueras pronto.
— Lo dudo, tengo la esperanza que moriré en la guerra en contra de un espectro, protegiendo a Athena y el mundo. No de esta manera.
— Que ridículo.
— No soy ridículo, soy realista, nosotros entrenamos para defender a Athena y proteger la tierra, así que no hay duda de que mi destino es la muerte en absoluto.
Albafica quedó en silencio, pensando en las palabras de su compañero, más aquello fue interrumpido, sintió como una mano le acaricio su cabello, dejándolo confuso y alzó la mirada una vez que dejo de sentir aquella caricia.
— Nos vemos mañana.
Con aquello, Manigoldo se fue, dejando a Albafica solo.
El santo de Piscis quedó sorprendido, mirando a su compañero marcharse. Sus mejillas se ruboriza y cubrió su cara con la intensión de no ser víctima de burla de sus compañeros, ya que apesar de no convivir con ellos solían ser molestos en cosas así, sus manos pasaron a los mechones que caían por sus hombros, jalando levemente y sintiéndose miserable.
— No te enamores, no te enamores.
Se repetia, queriendo ponerse firme y frío como era Degel en casos importantes. Sin embargo esos últimos días habían sido tan bonitos, a pesar de tener entrenamientos con él tenía momentos en dónde disfrutaban de una charla, aunque Albafica no lo aceptaba si estaba conciente de aquello.
-
Manigoldo subía, era temprano, como todas esas mañanas, subía a Piscis a tener una desayuno, como ya se había hecho costumbre, también, hacer entrenamientos y finalizan con un almuerzo y una larga charla.
Todo eso se había hecho rutinario y a decir verdad, le agradaba la idea, no iba a mentir que le sorprendió conocer a ese muchacho, puesto era muy lindo y era perfecto para el título del Santo dorado más hermoso. Pero... Esa manera de ser de parte de parte de ese caballero le hacía sentir confuso, alejarse de él con intension de protegerlo.
No podía comprender.
Aún así logro detenerse en libra, en dónde fue testigo de algo que nunca se imagino.
— ¿Que demonios pasa aquí?
— ¡NO ES LO QUE CREES!
— ¡Cómo puedes hacerle esto al gran maestro Shion!
— Por dios cállate Manigoldo, que solo es un juego de damas chinas. No entiendo tu molestias.
— Aunque fuera eso, Shion ni merece jugar eso, él debe concentrarse.
— Es un juego de concentración y estrategia.
— Que ridículo, ya hablaré con el gran maestro referente a esto.
Manigoldo camino a la salida, pero antes de salir Shion lo detuvo.
— Ten cuidado, Albafica tiene una enfermedad muy contagiosa, a menos si te llegas a obtener su sangre.
— ¿Cómo?
— ¿No te ha dicho?
— ¿Decirme que?
Shion y Dokho se miraron, para pronto dirigir su vista hacia el cáncer, quien seguía esperando una respuesta.
— Mejor que te lo diga él.
Con aquello concluyó todo y simplemente siguieron su juego, dejando a un Manigoldo más que confundido. Quien siguió subiendo los templos.
Cuando llegó a Piscis se encontró con ese muchacho, estaba plantando unos rosales nuevos, eran lindos y hermosos, el cáncer se acercó con calma y a una distancia considerable, lo llamo.
— Son hermosas esas rosas.
— En efecto.
Respondió a los segundos, dirigiendo si mirada al más alto.
— Pase por ti, para ir al templo del gran maestro, me han mencionado que tenemos la misión lista.
— Si, solo deja plantó esto y te sigo.
Albafica demostró una sonrisa y después de plantar otros rosales, se limpio y siguió a Manigoldo.
El cáncer iba calmado, a lado de Albafica, no le molestaba en absoluto que estuviera a su lado, de hecho era motivos excelentes para entablar una conversación.
— Estoy algo emocionado por la misión, será mi primera misión desde hace un tiempo, más con un compañero.
Hablo apenado por la situación, en cambio Manigoldo le dedicó una sonrisa, afirmando cada detalle.
— Descuida, yo te voy a proteger si lo requieres.
Cuando abrieron las puertas, el gran maestro los esperaba, ambos hicieron una reverencia y pronto recibieron la orden.
— Vayan a Italia, se encuentra una presencia maligna, se rumores que han visto espectros.
— Si.
Afirmaron y tomaron camino hacia la zona.
-
El lugar era lindo, Albafica no había estado en aquel sitio, simplemente estaba encerrado en el santuario, había tenido algunas misiones junto a su maestro a diferentes destinos, pero nada a este lugar, Italia era muy pintoresco a pesar de ser algo pequeño, a menos, eso cree el Piscis.
— Bien, supongo que es por aquí donde se encuentra la presencia maligna.
Manigoldo mira a su alrededor, un pequeño pueblo a la lejanía de la ciudad, la gente caminar con suma calma y sin preocuparse. Los dorados miran atento, sienten algo extraño en la zona, sin embargo no pueden entender cuál es el motivo.
— Creo que se quién eres tú.
Una voz conocida para cierta persona le hace sentir sorprendido, confuso en cierta parte. Se gira con rapidez encontrando se con aquel sujeto de larga caballero blanca.
— ¿Que haces aquí? Pensé que estaban en el pueblo de Suiza.
Manigoldo guarda silencio, escuchando atento la poca conversación que tienen.
— Digamos que tuve un contratiempo y fui enviado aquí, pero descuida, no he venido a provocar alboroto.
— Tu no eres alguien a quien confiar.
Albafica se sorprendió ante las palabras de Cáncer.
— Manigoldo, el es un aliado.
— No, no es cierto.
— Vaya, que tontería dice tu amigo, supongo que esta gente podría echarlo si sigue buscando problemas.
Aquel hombre termino por irse, dejando a ambos solos.
— Manigoldo, cálmate, no es necesario que actúes de esa manera.
— No Albafica, el es alguien peligroso, el cosmo que irradia es muy diferente a una persona normal. El es un espectro.
Manigoldo revelo sus sospechas, haciendo que Albafica quedará en silencio y dirigiera su vista hacia aquel albino quien caminaba en la lejanía.
-
La noche llegó, logrando hospedarse en un pequeña posada, en dónde dejaron sus cajas doradas y decidieron descansar un buen rato. Manigoldo estaba mirando por la ventana, mirando el pequeño pueblo, como las luces se apagaban con el pasar de las horas.
— Vamos Manigoldo, tenemos que dormir, hay mucho que hacer mañana por la mañana.
— No, duerme tu, tengo que estar atento a posible atentado.
— Pero...
Albafica no replicó más, solo fue a descansar.
Pasado unas cuantas horas, Manigoldo salió de ahí, tenía que buscar pistas, le parecía tan extraño que un sitio fuera tan tranquilo.
Su camino lo llevo hasta un edificio de madera y que juraría que tenía forma a esos sitio donde se juzga a los criminales, miro atento su alrededor, buscando cualquier indicio de extrañeza, sin embargo, se llevó una sorpresa mucha mayor.
Encontró a un espectro enfrente de él, detonando una amplia sonrisa, mientras su mirada era oculta por su casco.
— Lo sabía, los espectros ya han invadido este bello pueblo.
— Todos por el señor Hades.
— Creo que te conozco.
— Claro que me conoces. Soy Minos de Griffo, estrella celeste de la nobleza. Este pueblo ya le pertenece al señor Hades, así que no hay nada que puedan hacer.
— Entonces uno de los jueces del Inframundo ha estado merodeando por estos rumbos, no tienes miedo de morir.
— ¿Morir? Que tonterías. He tocado la muerte más veces que tu, inclusive Albafica posee el veneno más mortífero de lo que crees.
— ¿Cómo es que...?
— Está en el libro de la vida, fue salvado por el antiguo santo dorado de Piscis ¿No? Yo mismo confirme su vida cuando fui a verlo a Suiza.
Minos sonrió con sinismo.
— Pero dejemos eso de lado, tengo muchas cosas que hacer y entre ellas es derrotar te y alejar a Albafica de este sitio.
— ¿Crees que te hará caso?
— Si menciono que fuistes tu quien se alejo, el me hará caso, siempre lo hizo.
Sonríe provocando un enojo el Cáncer, quien se lanza al ataque en contra de aquel juez.
Ambos pelean, cada quien esquivando y recibiendo golpes. Aunque una vez que se alejan, Minos mira con cierto enojo, en cambio, Manigoldo parece sonreir, puesto este había sido capaz de usar sus «Ondas infernales».
— ¿Te dolió?
— Tks... Subestime a un estúpido ruidoso, es una lástima que Albafica tenga que soportar este tipo.
— ¿Que?
— En fin, podrás entender que este lugar está mejor sin Athena.
Minos elevo su cosmos, logrando así crear los hilos de «Marioneta Cosmica» capturando en si a Manigoldo y provocando dolor en el cuerpo de cáncer, que para ese momento no usaba su armadura aún.
— Bueno, una vez que acabe contigo, Albafica no tendrá porque preocuparse por un alborotador.
Manigoldo no podía decir nada, sentía el dolor inmenso recorrer su cuerpo, era evidente que el ataque le impedían moverse por si mismo.
— Sino te ha matado el veneno de Albafica, yo lo haré.
— ¡No lo harás!
Minos recibió un duro pinchazo en su espalda. Sentía como algo era introducido por su sapuris. Logro desconcentrar su cosmos soltando a Cáncer y haciendo que cayera al suelo, para dar cara a Albafica quien estaba de pie y usando su armadura.
— Deja en paz a Manigoldo, la única persona aparte de mi maestro que se ha acercado a mi.
— Yo también me he acercado a ti. Y no temo de que me puedas envenenar.
— Porque eres un espectro.
— Alba... No hagas nada, es fuerte.
— ¡Cállate Manigoldo! Que para este momento he estado entrenando.
Manigoldo como pudo se puso de pie, miro de reojo a Albafica que parecía muy concentrado, aunque para el juez aquello lo vio muy divertido.
Se atrevió a atacar, logrando recibir otras rosas más quien no provocaban mucho daño en absoluto.
Manigoldo no iba dejar solo a Albafica, llamo su armadura y se puso en combate, listo para atacar. Minos se vio la necesidad de huir, dejando todo el sitio a la normalidad.
Manigoldo simplemente renegó, pensando que si victoria huía de la batalla, aunque para Albafica era algo divertido, cosa que le hacía sentir como si estuvieran en el santuario. El lugar quedó como si nada hubiera pasado, dejando un alivio eterno en el sitio.
Ambos regresaban con calma, el silencio no era incómodo como en otras ocasiones, pero era tan relajante.
— ¿Puedo tomar tu mano?
Albafica quedó confuso, aunque no se negó y extendió si mano, aunque dudaba en cierta forma, temiendo que fuera envenenado.
_
Cuando llegaron al santuario, Albafica pidió que le soltara la mano, temiendo que sus compañeros pudieran comprender la muerte de Cáncer, aunque Shion quien se encontraba en el primer templo logro ver aquello.
— Para mí no es novedad que se tomen de la mano.
Ambos se paralizaron, viendo a Lemuriano estar sonriente.
— El gran maestro y el maestro Lugonis solían ser así, no comprendo porque ustedes no.
— ¿Mi maestro?
— ¿El viejo patriarca también hacia esto?
— Me tocó verlo cuando era joven y eso que fue hace unos años.
— Eso lo tengo que hablar con el viejo patriarca.
Rápidamente subieron, a menos Manigoldo quien iba varios pasos adelante que Albafica, en cambio, Albafica reía con nervios, aunque pronto se le relajo, esperando una respuesta efectiva acerca de su estado.
Cuando finalmente llegaron, Manigoldo termino por renegarle al gran maestro, haciendo que el superior se sintiera realmente fastidiado.
— ¿Por qué no he muerto?
— Porque no te dejas.
— Gran maestro, se refiere a esto.
Albafica hablo, alzando su mano entrelazada con cáncer, sorprendio a Sage.
— Es... Bueno. Supongo que tenía que suceder, esto sucede debido a nuestro cosmos, ya que nosotros tenemos derivación a las almas, ya que nosotros estamos entre la vida u la muerte.
— ¿Eso es cierto?
— ¡Me estás diciendo mentiroso!
— No lo sé, comienzo a creerlo.
Manigoldo se giro a Albafica, quien respondió de manera curiosa.
— Lugonis estaba igual, pero tuve la suerte de no ser envenenado, Lugonis menciono que era por tener cosmo de los vivos y muertos.
— ¿Entonces si puedo acercarme a el?
— Supongo que sí, a menos que él quiera.
Con aquello, Manigoldo pensó un momento, Albafica ignoro aquello y entrego un reporte de la situación, después de salir de la sala principal y bajar con calma las escaleras hablo el cáncer.
— Vendré todos los días a conversar y si se puede a darte una propuesta.
— ¿Propuesta?
— Ya después te digo, me voy primero, nos vemos.
Manigoldo se fue, dejando a Albafica solo en su templo, aunque no le molestó en absoluto y una pequeña sonrisa surco en su rostro, después de tanto tiempo tenía un buena amigo... ¿O algo más?
-Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro