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Soy tuyo

Seiya y Shiryu siempre han sido mejores amigos desde muy pequeño, crecieron juntos y hasta estos tiempos ambos siempre han estado protegiéndose y cuidandose, haciendo que sus vidas sean más tranquilas, pero últimamente cierto castaño a tenido sentimientos por el azabache y eso comienza a atormentarlo.

Esas veces en que ambos estaban en entrenamiento de deporte, futbol, cuando entrar a lavarse, el castaño no tiene el poder suficiente para no estar cerca de él, de no atreverse a verlo, sabiendo que antes ambos andaban hasta desnudo en la misma tina, sin embargo todo eso desaparecido rotundamente tras esos pensamientos nuevos que surgían en el castaño.

Así que usualmente trataba de alejarse, en algunas ocasiones salían en diferentes horas, con la intención de no provocarle algún tipo de nerviosismo en el castaño.

En las mañanas era algo medio normal, Seiya iba medio dormido, típico de el, a su lado está Shiryu que parece estar calmado y bien despierto, en esas veces Seiya suele ser un tanto inconsciente de sus pasos y en muchas de ellas terminaba en pequeños trompezones que fácilmente eran salvados por el azabache y eso era prácticamente todos los días.

Por otro lado, Shiryu estaba en lo más relajado, estaba conciente de todo lo que tenía que hacer, sin embargo la actitud de su amigo comenzaba a darle cierto toque de confusión y la curiosidad iba en incremento, no fue hasta después de percatarse de que el castaño ni se atrevía a verle el rostro, que solo se alejaba sin decir alguna palabra.

Y en varias ocasiones intento saber cuál era el motivo de su alejania, pero siempre era lo mismo, recibía cualquier excusa hasta la más extraña para irse, dejarle solo o sin saber los motivos y eso, a menos Shiryu comenzaba a molestarle.

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Con el pasar de los días, el castaño finalmente se había relajado, claro, había dejado de ver a su amigo, ahora salía mas temprano y de vez en cuando se ocultaba de él, en las clases había cambiado de asiento, quedándose a lado de Ikki quien a principio se había fastidiado, ya que siempre estuvo solo en esa mesa de dos, pero dejo pasar debido a la situación, aunque debía admitir que Shiryu ni estaba muy contento que digamos.

En una de sus llegadas temprano, Ikki había sido el que habló, sacando del sueño al castaño y haciendo entrar en pánico.

— ¿Por qué demonios te has sentando aquí?

— Porque necesito hacerlo.

— Que ridículo, nadie toma un asiento por hacerlo, tiene que a ver un motivo.

— Por favor, solo apóyame, juro que no haré nada raro lo prometo.

Ikki quedó en silencio, había mirando de manera indiscreta a Shiryu, que tenía la mirada posada en ellos, una loca idea surgió, pero aquello era bueno, sería una buena opción para quitarlo de aquel lugar, puesto no deseaba que otra persona tomara asiento.

Ikki se acercó a Seiya, el castaño reaccionó, aunque había sido demasiado tarde, puesto sentía los labios del moreno sobre los suyos. Cuando quiso quitarlo, alguien se había delantado, haciendo una pequeña escena, Shiryu había apartado al más alto y de manera molesta tomo el brazo del castaño, sacando del salón de clase que aún no iniciaba.

Ikki no dijo más, solo dejo pasar la situación, sonriendo de lado y volviendo a tomar asiento, obtuvo la mirada de los demás, son embargo no le dió mucha importancia.

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Shiryu había llevado a Seiya a los baños de hombres, cerrando uno de los cubículos desde el interior y encarando al castaño.

— Quieres decirme ¿que demonios te pasa? Te has estado comportando muy extraño, ya ni siquiera hablas conmigo, ¡Ni siquiera quiere venir conmigo a la escuela!

— Yo... Bueno...

— No quiero que me digas mentiras, quiero que seas sincero, nosotros siempre hemos sido amigos.

El azabache tomo del mentón al castaño, haciendo sonrojar al menor. Seiya no quería verlo, se sentía muy avergonzado y su corazón latía demasiado, estaba seguro que ese corazón saldría de su lugar.

— Yo... Quiero irme.

Dijo con su voz temblorosa y un toque de miedo en sus palabras, los nervios se habían transformado en miedo y sabía que si seguís ahí, palabras erróneas podían ser el fin de su relación amistosa, solo necesitaba algunos días, olvidarse de ese mal entendido de sentimientos.

Dirigió su mano hacia aquel pasador, tenía toda la intención por irse, pero fue detenido, la mano del más alto lo detuvo, apretando el agarre y lo arrinconó, logrando preguntar una vez más, sin obtener alguna respuesta efectiva, toda respuesta mencionada por aquel castaño no eran creíbles.

— Seiya, vamos, acaso ¿ya no quieres que seamos amigos? ¿Ya no quieres que yo esté a tu lado cuando haces esos buenos movimientos en la cancha? ¿Ya no me quieres cerca?

Seiya quedó en silencio, mirando a su amigo, sus pensamientos le estaban jugando muy cruel, haciéndole imágenes de ambos viviendo felices a sabiendo que era imposible.

— Es que...

Bajo su vista y al momento de alzar la mirada, los labios de su amigo estaban sobre los suyos, un beso lleno de pasión y confianza, ternura y muchos sentimientos, Seiya a principio quedó sorprendido, puesto no se imagino esa reacción, tampoco se atrevió a moverlo, simplemente estaba ahí, comenzando a disfrutar del beso, que de manera inconsciente siguió con ese beso, obteniendo la respuesta de su vida.

El baño se había hecho un sitio especial y a pesar que era antihigiénico, había sido un sitio en dónde nadie entraría a menos sino para hacer ciertas cosas. En cambio, ambos sabían que cambiarían aquel sitio especial por algo más y mejor. Más cómodo para ambos y así poder estar más tranquilo.

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Seiya tenía su mirada baja, aún no creía aquello, a su lado estaba Shiryu que iba como si nada, parecían dos amigos que iba de camino a la escuela. Pero no, ambos eran amantes, no eran simples amigos, Seiya no se atrevía a tomar la mano de su amigo por dos motivos, aún no estaba preparado para demostrar sentimientos fuera de casa, que más personas lo vieran, inclusive en su casa había sido un duro golpe para sus padres y que por fortuna, comenzaron a aceptarlo de manera calmada.

— Seiya no es necesario que te presiones por esto, podemos seguir fingiendo ser amigos y cuando estemos solos podemos demorar el amor que nos tenemos.

— Si, sería lo mejor por el momento.

La sonrisa débil del castaño fue notoria.

Durante sus clases ambos estaban haciendo los trabajos, jugaban cómo era de costumbre y de igual manera recibían llamados de atención. En la hora de receso Shiryu había salido, con la intención de traer algunos jugos para ambos, cosa que para Seiya fue bueno, pero la presencia de cierta persona le sorprendió aun más.

— ¿Saori?

— Hola Seiya. Quería saber si puedes salir conmigo.

— ¿Salir? Pensé que salias con Julián.

— Estuve saliendo, pero el es un tonto, mira, seré franca, quiero que me ayudes.

— ¿Cómo?

— Dándole celos a Julián, perdóname si te hago esto, pero necesito ayuda, ya no se a quien mas recurrir.

— Sabes que Julián es muy rico y puede mandar a matones para que me acaben ¿Verdad?

— Lo se, por eso puedo intervenir y salvarte la vida.

— Bueno...

Antes de que pudiera responder, alguien más lo hizo.

— No creo que eso funcione, busca a alguien más que continúe tu juego, recuerda que todo puede pasar.

— Pero el es el indicado, el es perfecto.

— Exacto, así que fuera.

Saori termino por dar bufear, se alejo de aquel sitio derrotado, Shiryu tomo asiento y miro de reojo a Seiya.

— Lo ibas a aceptar cierto.

— ¿Que? ¡No! ¿Crees que iba a aceptar? Nada de eso.

— Seiya.

— Esta bien, si, iba a aceptar para ayudarla, no pensé que eso te fuera a molestar.

— Seiya no me molesta que ayudes a otras personas, se hecho estoy de acuerdo que tú ayudes, pero Saori es una persona que no debes confiar mucho.

— ¿Por qué?

— Olvídalo, mejor come, que he traído las bebidas.

Ambos tomaron haciendo, comieron de manera calmada y se dedicaron a dar una peqjela charla, llena de alegría y a decir verdad lleno de bromas.

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Cuando el curso termino, ambos regresaron a casa, pero está vez fueron a casa del azabache.

— Sabes no pensé que fueras alguien celoso.

— No soy celoso, es solo que no me gusta que alguien más tenga la atención de mi novio.

— Los demás no saben que soy tu novio así que...

— No me tientes Seiya que no quiero ser posesivo contigo.

Shiryu se acercó a su novio, lo tomo de la cintura y lo acerco a su cuerpo, Seiya se dejó abrazar, pero se detuvo, alejándolo un poco debido a la situación.

— Espera, ¿que hay de tus padres?  Sería de muy mala educación.

— Ellos no están, tienen unos días fuera del país.

— ¿Cómo así? ¿Y te dejan solo?

— Si, ellos confían en mi y saben que soy responsable.

— Vaya que suerte, a mi me dejan con Marín o Seika.

— Calma mi pequeño amor, es normal que te cuiden, una bella joya como tú debe de ser bien cuidada.

Shiryu acaricio la mejilla, le sonrió un poco, obteniendo ma sonrisa del castaño y un sonrojo. Seiya estaba más que avergonzado, sin embargo estaba tan enamorado de aquel azabache, se acercó un poco, depósito un beso pequeño, cosa que el más alto tomo como una seña, logrando proseguir y brindar pequeñas caricias.

La pequeña situación se estaba volviendo más apasionada y ambos eran jóvenes, era algo que para muchos era normal, sin embargo, Seiya lo detuvo, tenía esos deseos de seguir, sin embargo se sentía incapaz de poder hacer sentir algo bonito o hermoso en su novio.

— Seiya ¿Que pasa?

La pregunta curiosa de Shiryu hizo que Seiya se sintiera nervioso, temeroso.

— No, yo... No quiero seguir. ¡No es porque me quieras o yo te quiera!

Se apresuro a responder, aún así sus nervios no le eran imposible hablar con atención.

— Seiya, no tienes bien haciendo esto, entonces comprenderé, así puedo esperarte.

— Perdón.

— No te disculpes, creo que he pedido mucho.

— Entonces... Me... Me vas a esperar.

— Todo lo que sea necesario para que estés contento y estés seguro, quiero que seas feliz y no tengas la desdicha.

Seiya sonrió, nunca pensó que Shiryu pensara así, había escuchado a los demás, inclusive Shun quién ya había tenido su primer encuentro, aún así, se sentía más cómodo a lado del azabache, se acercó a él y le brindo un beso tierno, seguido de un susurro.

— Te amo mucho, siempre seré tuyo.

Shiryu se sintió aliviado, era como si esas frases fueran una especie de promesa, donde ambos pasarían toda la vida juntos y cuando finalmente se sintiera seguro se entregarían, dándose amor y cariño, todo lo necesario para sentirse uno.

Ambos se miraron una vez más, para darse otro pequeño beso y así continuar con las tareas, que Shiryu, en ese caso, le haría de profesor.

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