Regalo de la vida
En el reino del fuego se hace una pequeña celebración en nombre del gobernante, obviamente debido a que es su aniversario, su cumpleaños, el hombre apenas era joven y era líder de un inmenso reino.
No pasó mucho, finalmente llegó. Varios caballeros que anteriormente habían estado en guerra finalmente salían regresaban a su nación.
Todos estaban listo, estaba celebrando, bebiendo y disfrutando, pero con ellos no iban solo.
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Todos los presentes estaban ahí, celebrando la llegada de los guerreros, inclusive su majestad estaba presente, el líder era un sujeto que conocía bastante bien y una sonrisa apareció en su rostro. Sobre todo cuando aquel hombre comenzó a hablar acerca de un "regalo".
– Mi rey, nosotros el grupo que hemos sido enviados a guerra, hemos traído consigo, un valioso personaje, capaz de provocar la rendición de más pueblos y obtener el control de todo – Dijo, hizo una seña que entre la multitud salió aquella persona.
Milo quedó sorprendido, no por nada el reino que habían ido atacar era un sitio hostil, no todos salían de aquellas tierras heladas. Sin embargo, cuando salían eran para contar historias que aquellos pueblerinos y guerreros eran la peores bestias, sacados del Inframundo y capaces de destruir naciones en un parpadeo.
– Mi señor, tome esto como muestra de nuestra valentía, un regalo por su aniversario – dijo Kanon, quien empujó un poco al muchacho, que simplemente dirigió su vista hacia el hombre enfrente.
– Vaya...
La voz del rey sonó, Kanon alzó su vista y finalmente entendió que estaba animado y asombrado.
Milo miro atento al muchacho, esos ojos amatistas estaban opacados, sin contar que había algo diferente, había una extraña sensación fría, era claro, provenía de aquellas tierras heladas.
– El banquete se dará inicio, festejemos.
Hablo el rey, una vez que dejo de ver al muchacho, el rey termino por ordenar a uno de esos soldados que le dieran comida al prisionero y que una vez terminada lo llevará a su habitación.
La noche se extendió y finalmente ambos estaban ahí, en la habitación del mayor.
– Bien, se que esto es extraño y que lo más seguros esperas que te viole, pero no – hablo dejando perplejo al muchacho quien yacia hincado en el suelo.
– Tengo 29 años, no soy un niño, tengo una nación en mis manos y necesito ser maduro, sin embargo, quiero obtener algo de información y que más que es el mismo principe de las tierras heladas – Sonrió ante aquello, mirando con sinceridad al muchacho.
– No pienso revelar nada más. Mi reino, mi pueblo fue atacado y destruido, mi gente fue asesinada, soy lo último que queda y piensas que te diré algo – su voz sonó fría, estaba dolido.
– Sabía que esto pasaría. Pero no me importa, porque se cual es tu debilidad – Susurró estaba tan cerca de aquel muchacho.
Milo sentía lo frío de aquel chico, en cambio, el muchacho sentía lo caliente, ambos eran dos personas muy diferentes. La mano de Milo paso por su mejilla, una sonrisa surco en los labios del mayor sintiendo aquella suave piel, el príncipe esperaba algo más, que ese sujeto sufriera por el frío ante el tacto, pero no sucedía nada.
– He sabido que tu gente no pueden ser tocados por otros, sino es de la misma especie. Te sorprendistes cuando te he tocado ¿Cierto? – la pregunta dejo curioso al muchacho.
– ¿Por qué tú...?
Milo no respondió, se alejo un poco y finalmente entre sus cajones, saco un objeto.
El principe quedo sorprendido, mirando con asombro aquel objeto, quería tomarlo, pero sus manos estaban sujetadas a a grilletes y cubiertas por unos extraños guantes que le impedían provocar hielos.
– ¿Cómo lo obtuviste? ¡¿Cómo conseguistes la insignia imperial?! ¡Tu fuistes quien secuestro a Degel! – replicó con enojo.
Hacia fuerza por querer deshacerse de aquellos grilletes, pero le eran imposible.
– Ustedes mataron al Emperador... Ustedes asesinos, no dejaré que ocurra lo mismo – Hablo con dolor y enfado.
– Yo no mataría a mi propia madre.
El principe abrió sus ojos, quedando sorprendido ante aquello, aunque pronto se relajo.
– ¿Que tonterías dices? El emperador no tendría hijos con alguien de estas tierras. –reprocho.
– Lo tuvo, soy yo, mi padre lo quería tanto, es una lástima que fui el culpable de su muerte – dijo con cierta tristeza.
– Como se atreven, ustedes no saben lo que dicen. Manchar el nombre de mi emperador... – fue interumpido.
– ¿Quien eres realmente?
– Yo... Era su seguidor.
– ¿Nada más?
– Era alumno de Degel, el emperador siempre menciono que no tendría oportunidad con una familia, por ende me enseñaba a mi, ser un excelente emperador – hablo de manera neutral – Una vez que el dejara el cargo,yo estaría a la cabeza de todo, sin embargo un día, el simplemente desapareció, no dejo ni fin rastro, tiempo después de revelo que fue secuestrado y que fue asesinado por ustedes.
El muchacho miro con enojo. Milo quedó en silencio y miro al chico, se hincó quedando enfrente del muchacho.
– Mi padre me contaba historias, que más allá de nuestras tierras hay posibilidades de vidas hermosas. Nuestras tierras se quedan sin personas, puesto la crianza de un bebé es imposible, las madres no sin capaz de soportar un embarazo, lo único que podemos hacer es atraer a otros a nuestros dominios – relato – No quise atacar tu pueblo, pero necesitaba hacerlo, el consejo me pide con desespero un bebé, buscaba a una mujer capaz de darme un hijo. No pensé que fueran a destruir tu pueblo.
– Ustedes no tienen cerebro, solo van destruyendo las cosas – dijo con odio.
– Solo quería lo mejor para mí pueblo – tomo la mano del chico y entrego aquel objeto, un hermosa gema de color zafiro, quien comenzó a iluminarse ante el tacto del muchacho – Esto es lo mejor.
El muchacho miro sorprendido, viendo al rey de aquel territorio.
– Mi padre me dijo, que si ese bella gema brillaba, era porque estaba con la persona correcta. Soy el rey, Milo Antares.
– Soy Camus...
Dijo obteniendo una sonrisa del mayor.
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Cinco años habían pasado de ese encuentro, Milo se encontraba rodeado de sus más leales caballeros, en un banquete especial, festejaba en grande su cumpleaños.
El heleno estaba conciente de todo, inclusive de lo más mínimo, su pareja no estaba presente, por órdenes del rey, no le gustaba que si pareja estuviera ahí, escuchando las malas palabras y ver como esos hombres se comían con la mirada a su pareja.
En el centro de aquella sala estaban unas doncellas y caballeros bailando para entretener a los hombres, en cambio, Milo estaba aburrido, solamente esperaba que todo acabará y poder ir a buscar a su pareja.
Durante minutos miro la danza y alcanzó a sentir un aire frío que le dió un escalofríos, miro atento, los invitados y entre la danza se.oudo ver a la persona quien tanto espero, estaba del otro lado de la sala. Su atuendo muy similar a personas del oriente. Esos atuendos de kimonos para hombres, sin contar que en su cabello había unos broches con figuras de flores, su cabello era tan extenso, brillaba como si tuviera escarcha, era algo normal en aquel muchacho, a menos eso conocía el rey, comparado con la vestimenta del rey, era muy diferente, el muchacho camino, mientras las doncellas le abrían paso hasta que finalizó al lado del rey, quien se arrodilló, se hincó y miro levemente al rey.
– Mi señor.
Una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro. Y de su atuendo saco una pequeña caja, no era diminuta, pero era tan grande, con ambas manos se la entrego al rey.
Milo estaba dudoso, no comprendía porque el príncipe de los hielos entregaba aquello, sostuvo la caja y la dejo a un lado, pudiendo ver con detalle los pequeños adornos del papel. Dirigió su vista al muchacho.
– Camus ¿Que es esto?
– Un regalo por su aniversario.
Su voz fue suave, detonando una enorme capacidad de emoción, aunque bajo su vista al notar como Milo seguía sorprendido, la sala estaba igual, en silencio y esperando una respuesta.
Milo abrió la caja. Abriendo sus ojos a más no poder, dirigió su vista hacia el muchacho, quien espero algo, una palabra, pero nada, Milo aún no podía creerlo.
– ¿Esto es enserio?
– Si, todo es enserio.
La respuesta le hizo sonreír, unas lagrimillas salieron, rápidamente lo abrazo, atrayendo lo a su cuerpo, sintiendo las frías manos en su espalda.
– Es el mejor regalo Camus.
– Una seña de nuestro futuro hijo, mi rey.
– Te amo, los amo, los amare para toda la vida.
Susurró, depositando un beso quien hizo sonreír a la reina.
Saber que sería padre era algo bueno, tenía que dejar a alguien cargo, pero eso no era el detalle, tendría un hijo, ya fuera niña o niño, lo amaría, estaría con el todo el tiempo que lo necesitará, inclusive no dejaría solo a Camus. Aunque esté dormía en una habitación que era cubierta por las sombras, impidiendo que no fuera tan calientes, capaz de por dormir sin ningún malestar, Milo suele ir ahí, de vez en cuando y finalmente tomara más tiempo de dejar solo aquella habitación.
-Fin
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Hola.
Lamento la demora aquí el otro oneshot en festejo del bicho.
Espero y lo disfruten.
El siguiente será hasta las 22hrs.
Hasta entonces.
<3
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