
Rechazo y amor - 2
---------------->Lo que sigue aqui esta.
Había pasado ya varios días, varios días desde que Milo había salido a una misión de reconocimiento, a principio Seiya temía que aquella misión le diera el fin a su amigo, pero no fue así, durante la ausencia de Milo, Seiya pensaba en darle algo como un regalo, quería buscar que sería bueno para él, había bajado al rodorio y cosas así, había sabido que al bicho le encantaba aquella fruta, manzana, aunque también había otros términos, puesto una vez que Cisne y Pegaso hablaban, Acuario entró en su conversación, de manera indiferente había respondido.
—Debes darle la fruta prohibida —hablo el francés.
A principio no le había entendido y con el pasar de los días, termino preguntando a solas.
—¿A que se refiere con eso Acuario? —pregunto.
—Hmp, a un escorpio es pasional, te recomiendo que entregues tu cuerpo como un regalo, porque si el es tu amigo, podría ser alguien más —habló con frialdad.
Seiya había sentido el odio helado de aquel santo, sabía que estaba enojado con él por ser el único que se había acercado al bicho.
Pero ahora que pensaba bien, eso no sería una mala idea. Se golpeó levemente sus mejillas, su mente le estaba jugando sucio, se detuvo en más escalinatas, iba directo al templo de Sagitario a descansar un poco, pero sintió una braza envolverse, poniendo nervioso al castaño.
—Milo, ¿que hace? Nos pueden ver... —dijo con pena.
—Descuida, nadie pasara, pero dime, ¿como has estado en este tiempo que no he estado aquí? —pregunto detonando una pequeña sonrisa, ya que había girado al menor, encarando por completo.
—Bien, aunque estaba pensando en algo —dijo con un rubor.
—¿Pensar? ¿En que? —pregunto curioso.
— Bueno... —fue detenido por el mayor.
—Espera un momento, espérame en mi templo, deja reporto mi llegada y lo que he visto y hablamos cómodamente —dijo detonando una sonrisa coqueta.
[...]
Seiya había regresado al templo del escorpión, quedó en silencio, mirando el pasillo principal, a lo lejos se veía la entrada del otro lado del templo, estaba algo nervioso, pero pronto retomo la idea, aquella idea coqueta, dio un suspiro y se relajo, paso pensando en como iniciar esos afectos, ya que nunca se había imaginado llegar hasta ese punto, bueno, a decir verdad, ni siquiera eran algo en concreto, simplemente eran dos amantes que no tenian una relacion.
Después de una media hora o más de 45 minutos, Milo había llegado a su templo, su armadura se desprende y descanso en la caja dorada, camino con calma hasta los aposentos, en donde miro al castaño usar una de las camisas del mayor, le quedaba como un vestido llegaba a mitad de los muslos del pegaso, aquello hizo que el griego se ruborizó y pronto negó levemente reaccionando lo que estaba pasando.
—¿Que haces? —pregunto curioso.
—Solo quiero impresionarte —dijo quien se aproximó de manera coqueta —Quiero darte mi amor.
Milo no dijo nada, los brazos del menor se posaron sobre los hombros del más alto y poco a poco le dio un beso pequeño en los labios, aunque aquello le había provocado cierta gracia al heleno, quien pasó su mano por la cintura del pegaso, acercando lo a su cuerpo.
—No le tientes mucho mi querido pegaso, porque no me detendré —advirtió el bicho.
—.... —se ruborizó.
—Me gusta ese rostro —dijo, seguido de un beso, que poco a poco se fue volviendo obsceno.
Seiya sentía los labios del mayor, eran suaves, poco sintió la lengua del mayor, jugando con la suya, sus manos seguían apoyadas en los hombros del mayor, en su sexo sentía como la pierna del heleno se movía en seña de seguir con aquellas acciones, el beso finalizó, un hilo de saliva era la única cosa que los conectaba, el griego terminó por introducir su mano por debajo de la camisa, acariciando la piel tersa y morena del castaño, haciendo que el chiquillo sintiera un tanto de placer, Milo logró separarse, se dirigió a la cama en donde tomó asiento y lo obligó a sentarse sobre sus piernas, las manos del griego se introducen por debajo, acaricia el pecho y finalizó en los pezones, en donde apretaba y estiraba, haciendo reaccionar al castaño ante el tacto.
Seiya sentía algo duro en la parte de su trasero, sus mejillas estaban teñidas de rosado, puesto el griego lo movía con suma delicadeza, sintiendo aquello, sus boxer lo separaban inclusive aquel pantalón que usaba el mayor lo retenía, poco a poco fue guiando sus manos con torpeza hacia aquella zona, logrando quitar levemente la parte del cierre, Milo había notado aquello beso la oreja y mordió levemente el lóbulo del menor, mientras una de las manos descendía hasta el sexo del menor. Que para ese momento se encontraba duro.
—Mi querido pegaso, estás listo —susurro en el oído provocando un poco de placer en el castaño —Tengo ganas de darte —susurro nuevamente moviendo al menor sobre su sexo.
Seiya jadeaba de placer, la mano del griego había bajado el sexo, dejando al descubierto el sexo del castaño, comenzó a tocarlo mientras seguía con aquellos jadeos placenteros, comenzó a masturbar al menor, haciendo que sus piernas fueran idénticas a una gelatina, puesto temblaban ante aquella sensación de placer, los toques del mayor eran algo que Seiya jamas habia sentido, tocaba con firmeza la punta de su miembro, para pronto sujetarlo y bajar su mano para masturbar.
Un líquido viscoso cubrió la mano del heleno, sonrió complacido, pronto lo recostó sobre la cama, en donde lento la camisa del menor, logrando ver el pequeño cuerpo que estaba trabajando el castaño, comenzó a besar los pezones y lamer los, una de sus manos había bajado hasta el sexo en donde seguía con la masturbación.
El griego se separó, quito su camisa, dejando al descubierto su cuerpo, besó con dulzura los labios del castaño, obteniendo el mismo pago, los pequeños labios del castaño eran carnosos, deliciosos, pronto sintió aquellas manos recorrer su cuerpo hasta su cinturón, se separó un poco logrando detonar una sonrisa.
—Quieres que continúe ¿cierto? —preguntó con una sonrisa.
No obtuvo una respuesta hablaba, solo afirmo mientras pasaba sus manos por el cuello, recibió besos en el cuello mientras poco a poco quitaba sus pantalones, seguido de su boxers, dejando al descubierto su sexo, siguieron entregando, acariciando y haciendo cosas que cualquier otro pensara que eran obscenas, Milo terminó por sentarse dándole la cara, llevo su mano hasta el trasero de este comenzando a introducir sus dedos en aquella entrada, Seiya sentía aquel dolor placentero, se aferraba en un beso pero pronto aquello se desvaneció por completo, puesto había lanzado un gemido, provocando que cubriera su boca.
Milo sonrió gustoso, lo recostó y volvió a introducir su dedo, logrando mover lo en el interior, las piernas se estremecía mientras sentía aquel punto que daba placer en el de bronce. Milo había detonando una sonrisa al sentir como aquel muchacho se veía de una manera hermoso, sus mejillas coloradas, las gotas brillaban con la poca iluminación de la habitación, cuando finalmente estaba listo el castaño abrió sus piernas, aquello le hizo sentirse orgulloso, puesto introdujo un poco su miembro en la entrada del menor, Seiya gimió ante aquel tacto, y lentamente fue introduciendo, los besos que Milo le daban le hacían sentir seguro, una de las manos del mayor jugaban con los pezones del castaño.
Cada beso dado era dulce, cálido, Seiya había sentido esa sensación de sentirse querido, esos deseos que había oprimido por mucho tiempo lo estaba liberando, finalmente sentía algo que lo hacía latir, sintió el sexo de Milo en su interior, una calidez lo inundó, lágrimas brotaban sin detenerse, sentía el dolor y poco a poco fue sintiendo aquel placentero movimiento, las embestidas eran suaves, aunque el llamado de pedir más, no se hizo de esperar, haciendo que el griego prosiguiera a ser brusco con el castaño.
Los besos seguido de embestidas, hacían al castaño explotar jadeando y gimiendo el nombre de aquel hombre que estaba sobre él, mientras sentía como su interior se estaba sumiendo en una calidez, aquello le gustaba, le gustaba sentir esos.
Milo siguió con las embestidas, nuevamente tomaba el sexo del menor logrando masturbar lo, queriendo hacer sentir lleno de placer, adoraba a ese chico, se había enamorado como un loco, puesto lo cuidaba de sobre manera, veía el rostro deseoso de aquel chico, haciendo que sus sentidos se perdieran y sus ganas por proseguir dentro del menor le hiciera más grande.
Sintió como en su mano se había corrido, sonrió satisfecho,aunque aquello no fue lo ultimo, puesto el castaño se había aferrado a las caderas del bicho, haciendo que las estocadas fueran más profunda. Una vez que se liberó de aquel agarre salió una vez más y se introdujo para esta vez liberar su líquido en su interior, Milo sintió una placer enorme, de la misma manera que el castaño quien su pecho subía y bajaba, mientras entre ambos aquel líquido viscosos se mezclaba con el sudor de ambos, Milo cayó en el pequeño cuerpo lo abrazó con fuerza y beso sus labios para separarse y quedar a un lado, Seiya fue abrazado, subiendo al pecho del griego.
Ambos se habían quedado dormidos.
Para la mañana, Seiya había despertado, miró a su alrededor encontrándose a solas, seguía acostado, miro al techos, sus mejillas ardieron cuando recordó todo lo que había hecho la noche anterior, a los pocos minutos la puerta se abrió dejando ver a un griego sin camisa, solamente un par de pantalones de tela que tenía, en manos llevaba el desayuno para el castaño.
—Me alegra que hayas despertado por tu cuenta —dijo con una enorme sonrisa se acerco y beso los labios del pegaso.
—¿Por qué? —pregunto.
—No quería despertarte, debes comer, debes de tener mucha hambre —hablo dejando el desayuno sobre la cama.
—Si —respondió, a duras penas tomó asiento, su trasero le dolía, pero aquello lo pudo soportar —Milo, nosotros... —solo dijo para ver al heleno quien detonaba una seriedad.
—¿Nosotros?
—Si, nosotros, que seremos o solamente seremos compañeros de armas —hablo con cierta tristeza.
—Tu y yo, somos novios, quieras o no, eres mio y te voy a proteger de lo que sea Seiya —dijo con calma a susurro, dándole un beso en la oreja que hizo temblar al castaño.
Toda la mañana se la habían pasado juntos, conversando y dedicándose cariño. Seiya finalmente se sentía completo, sentía aquel afecto que la diosa no podía darle y se lo había dado aquel santo que nunca pensó que tendría un romance. Por parte de Milo, jamás se había imaginado que aquel guerrero le haría su vida tan feliz, eso le gustaba desde su rechazo, siempre estuvo ahí para apoyarlo y ahora lo amaba aún más.
—Fin.
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Y bien? Que les parecio?
Debo admitir que me costo, pero espero y les haya gustado la historia.
Muchas gracias por leer.
Saben que los quiero mucho.
Hasta la proxima.
—AntaresLaks
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