¡Estupido y Sensual... ¿Kanon?!
Hola.
Esto es un Oneshot para celebrar el dia de San Valentin. (ando bien for ever alone)
:"v
Bueno esta vez, nos toco a Kanon y Sorrento festejarle, se merecen algo de reconocimiento, asi que yo me dedique a intentar hacerle un oneshot. No se como haya quedado, pero me gusto como quedo.
pd: Recibo regalos por este dia. De todo tipo °///u///°
L@s quiero un monton, ya saben. >u<
-AntaresLaks
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Sorrento había estado pensando en obsequios, sabia bien que sus colegas debían recibir un regalo por el día de San Valentin. Ese día en que se daban afectó; tenia para todos sus compañeros hasta para su dios y amigo Julian/Poseidon.
Todo estaba perfecto, mas se llevo una enorme sorpresa. Puesto al recibir una notificación de que Kanon regresaría. Le molestaba en absoluto, como se atrevía el ex general marino, su traición le había dolido, saber que ayudaba a la diosa Athena en contra de Hades. Etc.
Dio un suspiro y término por ignorarlo, sabia que Kanon no le molestaría, puesto el gemelo no era de esperar regalos.
~♥~
Eros, hijo de la diosa del amor sobrevolaba los cielos, adoraba ese día, ese catorce de febrero, daba flechazos y uniendo parejas, en cambio su viaje hizo que terminara en el santuario marino, en donde miro con suma sorpresa a dos personas.
Sorrento le reclamaba miles de cosas a Kanon, en cambio el gemelo no representaba ningún gesto o habla, simplemente estaba ahí de pie, con brazos cruzados y de manera tranquila.
El dios miro con tremenda sonrisa, adoraba ver como los humanos discutían y al final una idea surco su cabeza, apunto con su flecha, estaba dispuesto a jugar un poco.
Lanzo la flecha en dirección hacia el mayor, mas aquello se había desviado tomando en cuenta que había llegado al trasero de Siren.
—¡Por Zeus! —replico —No puedo creer que las corrientes marinas sean "aire" aquí abajo, pero bueno mi trabajo a concluido —dijo mientras se encogía de hombros y se iba.
En cambio, en donde estaba Sorrento, este quedo en silencio, parpadeo un par de veces y toco su cabeza, su cabeza le daba vueltas y poco a poco alzo su vista encontrándose con el rostro de Kanon.
—¿Eso es todo? —preguntó el gemelo con neutralidad.
Aquello desconcertó tanto a Sorrento, pronto el general comenzó a retirarse, pensando que era todo, en cambio el general Siren quedo aun con la duda. Pensando que había sucedido, porque ahora veía a Kanon de otra manera. Era confundí.
Regreso a su templo, había caminado todo por nada, aun así su mente indagaba aquel ex general, dio un suspiro tal vez estaba exagerando; pronto Io de Scylla había llegado, sostenía una especie de moño en manos tal parecía que veía a dejarle aquel listón.
—Sorrento, aquí esta lo que me has encargado —hablo el general.
—Gracias Io —agradeció para pronto tomar el listón.
—¿Por que me pediste eso? ¿Se lo darás a alguien especial? —sonrió con picardía.
—¿Que? ¡No! Bueno... —bajo vista ocultando su sonrojo.
—Entonces es para alguien especial ¿eh? —dijo mientras daba leve codazos en la costilla del flautista.
—Es un regalo muy importante se lo daré al señor Julian, quiero que vea el enorme afecto que tengo hacia él y si se puede... —silencio —Ser algo mas —logró articular.
Con el pasar de los días, Sorrento hacia sus labores, pero la presencia de cierta persona le fastidiaba.
Kanon había decidió estar pasando por su templo, no sabia si era para cosas importantes o para fastidiarlo, estaba mas que frustrado.
Hasta ese día...
Sorrento se levanto, tenia una enorme sonrisa en su rostro, salio con pequeños obsequios, eran aquellos que les daría a cada uno de sus compañeros, a excepción de uno, claro. Cuando finalmente llego a esa persona, dudaba en darle el regalo, mas luego algo en su interior se removió.
—Estúpido y sensual... —cubrió su boca de golpe.
Kanon alzo su ceja derecha confundido por lo que estaba pronunciando el austriaco.
—¡No! No no no no —movía sus manos en negación —Nunca quise decir eso, así que no te hagas ilusiones, que eres un amorsh —nuevamente dijo aquello mas cubrió su boca nuevamente.
¿Que estaba pasando?
Los presentes miraron un poco, sin embargo aquella mini reunión a donde habían sido citados solo era para conversar. Llevando sus impotentes escamas, aunque a lado de Kanon, a un metro, Kasa había cambiado su aparecía a viéndose como Kanon, Isaak le hacia de referencia a Sorrento.
Que hacían una especie de escena en sonde "Kanon" tomaba a "Sorrento" de las caderas e inclinaba un poco, mientras se aproximaban a darse un besito. Sorrento quedó sonrojado al ver aquello, aunque pronto termino por alejarse. Caminando se con rapidez hacia el templo de su dios, que una vez que lo encontró se limitó a hablar.
—Se-Señor —hablo con nervios.
El muchacho lo miro curioso, no era la primera vez, pero podía sentir la extrañeza que emanaba el menor.
—He venidos pa-para algo im-importante —tartamudeo. —Se que parecerá extraño —trago saliva ante aquello. —Pero, pero me... Me... ¡ME GUSTA KANON! —grito mas eso no era lo que quería decir.
Cubrió si boca, estaba mas que mal, nada de eso quería decir, pero su mente y corazón pensaba en el.
—¿Sorrento? —pregunto el emperador.
—Señor, no era lo que quería decirle. Eso solo que... —interrumpido.
—Sorrento no tiene nada de malo querer a un hombre, mucho menos a un traidor —hablo el dios quien se aproximo.
—Pero señor, yo, no es eso, si no que... Lo amo tanto que no puedo dejar de pensar en él —dijo aunque cubrió su boca ante aquellas palabras.
—Entonces ¿porque te atormenta tanto? —pregunto su dios.
De la puerta principal ingreso Kanon, detonaba un semblante tranquilo, usando su traje de entrenamiento se coloco enfrente de Poseidon, bajo su vista y volvió a subirla.
—Pasare a retirarme, necesitó regresar al santuario —hablo.
Poseidon sabia que no debía atener a un ser humano, mas pronto se giro a ver a Sorrento quien determinaba una sonrisa tonta.
—Debemos hablar a solas —ordeno.
Sorrento había reaccionado, sacudiendo su cabeza en negación.
—Disculpe mi señor —dijo para pronto salir.
Una vez solos, Kanon dirigió su mirada al emperador y comenzó a escuchar todo lo que el muchacho de los mares tenia que decirle.
—A pasado mucho ¿cierto? —pregunto aunque pronto obtuvo una severa mirada de confusión. —A pasado mucho desde que Sorrento brindo una sonrisa coherente —hablo aunque pronto camino hasta su trono.
—Señor, no vengo a hablar de Sorrento, solamente he venido... —fue silenciado.
—Vamos Kanon, no me puedes engañar, mi propio hermano le juega demasiado a la muerte, ya que Hera es muy celosa—cerro sus ojos y detono una sonrisa —en cambio a ti... —abrió sus ojos mirando al gemelo —Lograste cambiar mucho a pesar de ser un traidor, puesto para mi... ya no lo es —dijo el dios.
Kanon quedo en silencio, es cierto, había hecho cosas peores, mas pronto se había dado cuenta que su maldad jamas había sido así, simplemente se dedicaba a sentirse identificado como el malo, mas nunca quiso serlo, ni siquiera Saga lo era, dio un suspiro pudiendo seguir escuchando el relato.
—Polux y Castor eran muy unidos, pero un tiempo terminaron por separarse, es cierto que vivían seis meses en un sitio diferente, pero había llegado su fin, el tiempo que Hades, le había ofrecido —dijo dios. —Pero dejemos eso a un lado, realmente no te gustaría ser feliz, ¿no te gustaría sentir aquella felicidad que muchos anhelan? —pregunto.
Kanon miro confuso, aunque pronto bajo su vista, ya comenzaba a comprender, pero quien podía quererlos, en el santuario, había entablado una valiosa amistad, mas el amor jamas llegaría, puesto los santos estaban en parejas, el amor familiar era demasiado, mas no el que buscaba en esos momentos, su diosa simplemente le brinda calidez y confianza en seguir por el camino del bien.
—Sorrento piensa que esto es tonto, pero en estos momentos se encuentra bajo control de poder de Eros, el hijo de Afrodita, la diosa del amor, Sorrento cree que esto es causa a su locura de que te odia tanto —dijo el dios.
—Pero el me odia y no lo culpo —dijo el gemelo con tranquilidad.
—Debes entender, que Sorrento simplemente sigue dolido, las flechas de Ero por lo que he escuchado estimulan los sentimientos del corazón, haciendo que resurgían y mostrando lo que realmente siente —dijo el dios.
—Perdone señor. Pero yo estoy decidido a irme —hablo Kanon.
Julian miro a Kanon, ya no iba a detenerlo, mas simplemente quería que tuviera del conocimiento que sentía el general Siren.
|♦|
Sorrento se encontraba en su templo, estaba mas que aburrido, había tocado sus melodías pero no eran hermosas, era como si algo cambiara, dio un suspiro a su mente llegaban miles de imágenes, era tonto decir verdad. Pero en cada una de ella era la presencia de Kanon. Desde el día que había llegado al santuario marino, Kanon ya estaba aquí, le había brindando y enseñado lo que pudiera saber.
Era cierto, se había decepcionado cuando descubrió las intenciones, mas no podía odiarlo, era confuso.
—Estúpido y sensual... —susurro.
—¿Por que dices eso? —pregunto.
Sorrento alzo su vista de golpe, encontrándose con aquellos orbes jade, quedó esperanzado. Mas pronto agito su cabeza en negación, haciendo que el mayor mirara aun confuso.
—Nada que usted deba de preocuparse, ahora si me disculpas podría dejarme solo —hablo para pronto darle la espalda.
Kanon pudo notar algo, se aproximo aun mas y coloco ambas manos en los hombros, aquello hizo estremecer de sobremanera al austriaco, quien al poco segundo comenzó a relajarse, Kanon le estaba dando un pequeño masaje.
—Realmente estas muy tenso —hablo calmado. —Es porque estoy aquí ¿verdad? —pregunto.
El austriaco reaccionó alejándose de aquel agarre y miro con fiereza al mayor.
—No creas que has sido alguien importante —hablo.
—Se por lo que estas pasando, ahora comprendo todo —dijo el gemelo. —Emperador has jugado tan sucio —pensó.
—¿De que hablas? —pregunto Sorrento un confuso.
Kanon no respondió, fue aproximándose hacia el general, este seguía retrocediendo mas uno de los pilares lo había detenido, pronto la mano de Kanon se poso sobre la mejilla de este y le brindo un cálido beso, Sorrento estaba estático, no habían podido reaccionar con tiempo, quedó ahí sintiendo los labios del mayor, aquello que le hizo latir su corazón con mayor velocidad.
—Aléjate, tu solo causas problemas, me causas muchas cosas extrañas —hablo aunque un rubor se mostró.
—Ya lo se y se porque te pasa esto —dijo con calma.
—¿Que? ¿Como sabes eso? ¿TU hiciste esto? —preguntaba con molestia.
Kanon detono una sonrisa, veía al austriaco, le gustaba, comenzaba a llamar su atención aquellas mejillas coloradas.
—Nunca hice eso, pero los dioses si —dijo con burla.
—¿Que tonterías dices? Los dioses no tienen tiempo para nosotros así que no empieces con cosas como esa —dijo con suma molestia.
—Por un demonios... —susurro ya irritado.
Kanon se aproximo, paso su brazo por la cintura y lo atrajo a su cuerpo, en donde le brindo un beso, a principio aquello le había parecido bien para el de geminis, mas al notar a Sorrento que había quedado estático se había preocupado.
—Debía de a verte dicho esto, pero, no podía, sentía que seria una perdida de tiempo en aquel entonces, pero decidí alejarme de ti, antes de que empeorara la situación —susurro el gemelo.
—Entonces... —dijo con suma sorpresa.
—Ya se me vas a regañas y bla, bla, bla —dijo quien pronto soltó a Sorrento.
—No me refería a eso, si no, que tu... no buscabas hacer el mal, si no hacer otra cosa —dijo el menor con suma sorpresa.
—No digas eso, que en aquel tiempo si era malvado —dijo decidido.
—No, no lo eras, mucho menos ahora —dijo quien demostró una sonrisa.
Aquello hizo que Kanon se ruborizara y dirigiera su vista hacia otro lado, no iba a caer en las trampas de esos ojos, ya había visto muchas veces a Milo caer en esos encantos ojos de su amado Cubo, pero él no haría eso, ¡Nunca!
—Bueno ya que has terminado y de confesarme todo, ya puedes irte no pienso detenerte —dijo el menor sonriendo.
—¿Ya tan rápido se te paso lo amargado conmigo? —pregunto el gemelo.
El gemelo miro a Sorrento quien recibió una mirada molesta, mas pronto el general Siren dio un suspiro y siguió su camino hasta uno de los aposentos privados, Kanon se disponía a seguirlo, pero la mano de Sorrento lo detuvo obligando lo a quedarse afuera.
No paso mucho tiempo cuando regreso, en mano sostenía una pequeña cajita, mientras que en su rostro detonaba una tristeza.
—Mira, esto debí a verte dado hace mucho tiempo, se que ahora no tendría mucho sentido, pero me gustaría que lo tuvieras —dijo el menor mientras entregaba aquello.
No paso mucho Kanon miro con suma tranquilidad, aunque tiempo después termino por abrir mostrando un collar que poseía un amuleto, parecido al de Aioria, pero este detonaba una especie de de una flores, en cambio poseía adornos.
—No, quiero que lo sigas teniendo, pero que recuerdes todo lo que hemos vivido, inclusive en estos momentos —dijo.
Tomo el collar entre sus manos y se dedico a colocar el collar en el general, Sorrento había sentido un enorme emoción, en donde tiempo después de que se lo puso miro a Kanon. Tal parecía que su regalo para el gemelo, había sido devuelto de una manera tan simple, un gesto de recordatorio.
—Estaré contigo en todo este tiempo —dijo por ultimo. Tomando las manos del menor.
— ... —se sonrojo —Estúpido y sensual Kanon —dijo el menor con burla.
—¡Oyes! —se quejo.
Sorrento rió por lo bajo y se lanzo a abrazarlo por el cuello, le brindo un dulce y casto beso, Kanon lo tomo de la cintura haciendo que ese beso cambiara a uno mas duradero.
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Lejos de ahí y detrás de algunos pilares se encontraban los demás generales. Riendo levemente mientras que otros tomaban fotos por medio del teléfono.
—¿Que hacen aquí? —pregunto con suma seriedad el dios.
—¡Nada señor! —dijeron todos al notar la presencia de su dios.
—Yo si, yo vengo a ver la relación de esos dos —dijo Kasa.
Los presentes habían hecho el facepalm, cosa que el dios miro de reojo, sonrió un poco y se dedico a llevarse a los demás generales a hacer labores.
—Lo has hecho perfectamente bien Eros —sonrió —Recibirás tu paga en cuestión de horas —pensó el dios quien caminaba mientras de ellos iban los demás generales.
Finalmente, Julian había recibido su paga, ver a su compañero mas leal ser feliz, después de todo sabia que no podía entablar una relación con su flautista favorito, no porque no quisiera, si no por el simple hecho de que su corazón tenia dueño.
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