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El monstruo y el ciego. (DxA)

Hola vengo anuncios mi nuevo Oneshot. 

También para dar aviso a mi bloque mental, si, me bloque mi mente y no se cuando vaya a aparecer otra historia. 

Mente: Para mañana regreso solo descanso. 
-Por fortuna esta historia ya la tenia preparada así como las demás que ya tengo a medio corregido. 

Esta vez la pareja que participa es: 

Defteros x Asmita.

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Una mañana muy tranquila, un pueblo había sido testigo de varios sucesos, entre ellos un monstruo que había sido llamado como Deft... los lugareños lo llamaban de esa manera debido que las pocas veces veían a ese monstruo de largos colmillos y garras largas caminar hacia el volcán, en donde decían que era su hogar.

Muchos intentaron destruirlo, eliminarlo, pero nunca fue así.

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Asmita era un joven ciego, todos los días caminaba por el pueblo mientra sostiene un cesto de frutos silvestres, solía ir todas las mañanas a cortar en aquel árbol, ya conocía a la perfección el camino, el árbol, el fruto y su exquisito sabor.

Esa mañana sus frutos habían acabado y la gente se encontraba deseoso por aquello el rubio recibe monedas de bronce a cambio de cada fruto, para él era mucho su venta y le ayudaban a subsistir.

Nuevamente regreso, esta vez dirigiéndose a aquel árbol en donde quedó de pie, podía sentir la presencia de aquel ser extraño. Era raro, Asmita se acercó un poco más pero el sujeto no parecía retroceder.

—Usted ¿quién es? —pregunto de la manera más tranquila.

No recibió respuesta, en cambio Asmita comenzaba a alzar las manos dispuesto a tocar el rostro del presente pero fue detenido. Sintió unas manos mas grande que él, pudo sentir un poco aquellas largas uñas. Aun con sus ojos cerrados siguió pensando en una posible respuesta.

—¿Porque no quiere decirme quién es usted? —pregunto —¿Acaso le tiene miedo a un ciego? —pregunto el rubio.

—No, es solo que soy un monstruo —habló quien pronto soltó las manos del menor —Solo vine aquí por el fruto de este árbol —respondió.

Con aquello se giró y comenzó a caminar, el rubio escuchó atento, quedando sorprendido y simplemente quiso detenerlo.

—¡Espere por favor! —Suplico.

Había dado dos pasos más, pero al no reconocer más allá el camino cayó al suelo, su rodilla ardía, el monstruo se giró a verlo, podía ver que el menor que solamente usaba un kimono masculino, algo vieja parecida a la de él, quedaba aun en el suelo.

—No se vaya, no siento que usted pueda ser un monstruo —dijo.

El sujeto miró con asombro, aunque se tranquilizó, había notado que aquel joven era un ciego, eso deducía que no sabía lo que decía.

—Usted no es malo, puedo sentirlo, usted no representa nada de maldad —dijo con intentando ponerse de pie —Usted se encuentra solo ¿verdad? —pregunto detonando una leve sonrisa.

El monstruo miró con sorpresa, había visto cómo el pequeño rubio detonaba una especie de aura blanca, se aproximo a él y con sumo cuidado lo levantó en brazos.

—Gracias —susurro con una sonrisa.

—Solo lo llevaré a la entrada de la villa, nadie debe de saber que hable con usted, si no podría morir —dijo en respuesta.

—¡Espera! Yo no quiero ir a la villa, quiero seguir conversando contigo —dijo en súplica.

—Soy un monstruo, no tenemos mucho de qué hablar —hablo con seriedad.

—Yo quiero saber de ti —dijo.

El monstruo detonó ya una especie de fastidio, solamente se giró y caminó a un lugar apartado, apartado de aquella villa y de aquellos humanos que pudieran atacar.

—Bien aquí podremos hablar sin interrupciones o problemas —dijo quien bajó al menor.

El rubio fue dejado en el suelo, toco un poco quien pronto pudo sentir una especie de madera debajo de sus manos. Sonrió con ternura y alzó un poco su rostro.

—Estamos en tu casa ¿cierto? —pregunto.

—Si, bien ¿De que quieres que te hable? —pregunto quien se sentó enfrente de él.

—Bueno, me gustaría saber ¿porque estas solo? ¿No tienes familia? ¿Porque no quieres que los lugareños te vean conmigo? —preguntaba sin parar.

—¡Oyes! Una pregunta a la vez ¿si? —detuvo al menor en su hablar. —Comenzaremos con lo primordial, mi nombre es Deutero —hablo mientras cruzaba sus brazos.

—¡Oh! ¡Bello nombre! Yo soy Asmita —sonrió —Creo que te has dado cuenta, pero soy ciego y todas las mañanas... —interrumpido.

—Se que eres ciegos, todas las mañanas vienes y cortas frutos y regresas así todos los días —dijo el mayor con tranquilidad.

—¿Me espiabas? —pregunto.

—No, es solo que yo también voy y corto frutos de ese árbol, así que no hay duda que tuve un encuentro contigo —dijo.

—Vaya, ¿vives solo? —pregunto.

—Antes vivía con mi hermano, pero unos cazadores lo mataron —dijo con seriedad.

—Lamento eso —dijo quien pronto se acomodó como si fuera a rezar.

—¿Qué haces? —pregunto confuso.

—Le rezo a tu hermano por un sueño eterno tranquilo —dijo mientras seguía en esa posición.

—No creo que sea efectivo contra un monstruo —dijo.

—Para mi si —hablo con firmeza.

Defteros no replicaba nada, solamente vio al joven hacer eso que no tardó más de 5 minutos cuando regresó a conversar, ya en el atardecer había sido regresado en donde se encontraba el árbol, en donde Asmita recorrería el camino solo, el más alto solamente se limitó a despedirse para luego regresar a su casa.

~

Otro día, Asmita se había despertado, se acomodo su kimono y llevo la cesta, deseaba tanto poder encontrar aquel monstruo, poder tener una plática que había sido tan acogedora para el rubio, pero no hubo suerte.

Ni en los siguientes días y semanas.

Asmita había terminado por deducir que solamente aquella ocasión había sido única y dedicándose a hacer lo mismo todos los días, seria lo mejor.

Hasta que lo escucho de nuevo, una mañana que había ido a cortar los frutos.

—Defteros, que bueno es escucharte de nuevo —dijo con una sonrisa.

—Igual a mi, supongo que no debo prometer algo que no cumplí —dijo el mayor.

—Pero has cumplido, has venido a verme —dijo con una emoción.

—No es lo mismo, ha pasado una semana desde que te dije eso —respondió.

Y así comenzó todo, una charla que duró por horas.

—¡Oh no! —exclamó Asmita —Debo regresar a la villa, debo conseguir dinero —dijo mientras se puso de pie.

—Te ayudare a cortar los frutos —hablo Defteros.

—También acompañarme a la villa, por favor —suplico.

—Pero... —dudo.

—Vamos acepta, soy un ciego —suplico.

—Sabes me utilizas de esa manera sabes —dijo con una sonrisa mientras tenía sus brazos cruzados.

—Pero se bien que es efectivo —dijo con una sonrisa.

Defteros terminó por negar, mientras una sonrisa se mostraba y de manera tranquila terminó por aceptar, quien pronto después de llenar el cesto caminaron hasta la villa, Defteros había cubierto la mayor parte de su rostro por medio de una especie de manta, sus colmillos se había ocultado a la perfección parecía un humano cualquiera, su piel bronceada y sus ojos zafiro, su melena era larga pero ya oculta no era muy visible.

—Bien mis frutos se venden muy rápido, estoy seguro que nos irá bien —dijo mientras tomaba la mano del mayor.

Defteros se sonrojo ante aquello nunca había sentido la mano del menor, en todo ese tiempo que conversaban y en ese momento sería muy extraño, haciendo que su corazón latiera a mil por hora.

Defteros veía cómo la gente tomaba la fruta cada vez que se la mostraba obteniendo un agradecimientos y una recompensa, sonrió al no ser detectado, aunque cada moneda terminaba en manos de Asmita que guarda en una bolsita de trapo.

Todo era de un bello color de rosa, sobre todo para Defteros quien terminó por acompañar a Asmita hasta su casa, una pequeña choza, ya algo desgastada, pero acogedora.

—Ven, entra —dijo mientras corría la puerta hacia un lado —¿Gustas beber algo? —preguntó con una sonrisa.

—No, gracias, ¿vives solo? —pregunto, quien miraba a todos lados.

—Si, no tengo familia, este hogar fue reconstruido, mis padres murieron a un incendio, recuerdo ese día, porque fue ahí donde yo perdí mi vista, unas cenizas cayeron a mis ojos, desde ese momento perdí la visión y a mis padres —dijo con cierto toque melancólico. —La gente del pueblo me ha ayudado a reconstruir mi casa, y gracias a la venta de los frutos compro algo de comida —sonrió.

Defteros quedó sorprendido, Asmita sabía bien lo que hacía puesto en cuestión de minutos había dejado un tazón de arroz, cosa que le sorprendió, se aproximo a Asmita, le importaba poco lo que le ofreciera.

—Asmita, nunca de los nunca, te rindas —dijo con tranquilidad.

—Nunca lo haré —dijo sonriendo.

Defteros notó aquello y pronto beso aquellos labios sorprendió tanto a Asmita, sus manos que estaba apuñados comenzaron aflojarse, quien pronto se dirigieron al rostro del mayor. Asmita había sentido los colmillos de Defteros, mas nunca se quejo, no sentía dolor.

—Perdón —dijo Defteros quien se separó cuando terminó.

—No, me gusto —dijo en un suspiro —Me gusta como besas —dijo sonriendo.

Defteros miro al menor quien detonaba un sonrojo muy notorio, más algo le había sorprendido y era cuando poco a poco el menor iba abriendo sus ojos, aquellos orbes tenían dos colores muy claros, casi invisibles.

—Se que no te veo, pero con esto y cuando sentí tu rostro me hago una idea —dijo —Defteros, no eres horrible, no eres un monstruo, solo eres alguien buscando amor —hablo quien pronto se aproximó al menor.

Defteros tenía a Asmita abrazándolo, no podía creer lo que estaba pasando, dio un suspiro y abrazo con ternura, no podía separarse de ese pequeño rubio.

[...]

Había llegado el cumpleaños de Asmita, Defteros se encontraba emocionado, vestido como la primera vez que fue a la villa se dirigía a comprar un regalo, había podido conseguir dinero de aquellas víctimas. Pero había algo que le pedía detenerse. Algo que le decía que no siguiera con ese destino.

Había podido comprar un collar hecho a mano y con un hermoso dije en forma de un corazón de metal brillante, sonrió ante tal afecto, sabía que le gustaría, más no había sido posible, puesto enfrente de él una serie de hombres se encontraban, usando armas blancas y algunas antorchas.

—¡Monstruos del inframundo! ¡Te ordenamos que te vayas de nuestra aldea! —ordenaron mientras movían sus antorchas.

—Pero... —Intento hablar pero había sido en vano.

—¡Si no te vas te vamos a matar, eres un ser que no eres permitido porque no tienen sentimientos, solamente matan por placer y mas! —dijo otro aldeano molesto.

Defteros simplemente se dedicó a huir, no quería morir, pero tampoco quería alejarse, no podía pelear, eran demasiados hombres, aunque no entendía ¿cómo se habían enterado de todo aquello?

¿Que pasaría con Asmita? Ahora que él estaba lejos.

[...]

Los días habían pasado y con aquello al rubio un poco triste, mas nunca se dedicó a quedarse en un solo lugar, todos los días iba a buscarlo, todos los días iba a ese árbol, quería saber como estaba quería sentir sus besos, pero nada. Nunca estaba ahí.

Después de unos meses...

Asmita volvía a su rutina, su rostro denotaba una tristeza profunda, había cubierto sus ojos con vendas, no tenía caso, nunca, nadie en su vida, lograra ver sus ojos, solamente estaba él, ese "monstruo" como todos los llamaban, una vez que se giró a encaminarse, escucho una voz, que finalmente reconoció.

—¡Defteros! —exclamó sonriente.

El monstruo solamente sonrió, pero su sonrisa se esfumó, sabía que no debía estar ahí, puesto había sido amenazado, simplemente se acercó, Asmita abrazo fuertemente, cosa que el mayor no negó, abrazo al menor con dulzura quien tiempo después terminó por separarse, la mano de Asmita llegó a la mano del mayor quien comenzó a jalarlo a la villa.

—Vamos Defteros, tengo muchas cosas que contarte, sera estupendo que estés conmigo —dijo sonriendo.

—Asmita, no creo que sea posible esto, comienzo a pensar que mi amor por ti, es solo un juego —dijo bajando su vista.

Aquello hizo detener a Asmita, quien pronto se giró.

—Asmita, solamente te use, solamente eres un humano que pronto iba a matar, solamente eso era —dijo quien se acercó a colocar el colgante. —Te odio y siempre sera así, un humano mato a mi hermano, no pienso ponerte en peligro —soltó con tristeza.

Asmita había comenzado a derramar lágrima, mojaba los vendajes de su rostro, no podía creer lo que el mayor le estaba diciendo, manos no quiso creerse aquello.

—¡ES MENTIRA! ¡TU ME AMAS ASÍ COMO YO TE AMO A TI! —grito con dolor.

—Asmita, debes entender que lo nuestro nunca será... —dijo —Así que perdóname, hasta pronto —dijo quien besó la frente del menor.

—¡NO! ¡DEFTEROS! ¡NO ME DEJES! —suplico mientra sujetaba de la vestimenta.

—Perdóname —volvió a repetir y se zafo del agarre.

Asmita quedó en el suelo, arrodillado mientras sollozaba, el mayor le dolía aquellos llantos, más no debía detenerse, debía seguir su camino, varios días antes, había sido amenazado, esta vez había sido quemado su hogar, con aquello le decían que se marchara, que se fuera lejos de esa villa. Pero le dolía, le dolía dejar solo a Asmita, había pensando en llevárselo, mas como lo podría cuidar, sería muy difícil para él y para el rubio.

[...]

Habían pasado unos cuantos años más, Asmita tenía alrededor de 19 años, el joven detonaba una sonrisa, aunque por dentro se moría, sus ojos aún vendados caminaba por la villa, vendiendo sus frutos, para luego escuchar una melodía, quien pronto fue guiado por la voz, voz que reconoció y lo hizo sorprenderse, más no dijo más.

A lado en una pequeña esquina se encontraba un hombre de piel canela, era cubierto por una especie de capucha, en sus manos sostenía un instrumento como si fuera una guitarra, y su canto era tan hermosa, varias personas se detenían otras simplemente disfrutaban de la melodía y daban pequeñas monedas.

Una vez que termino todos se alejaron pero hubo uno que siguió de pie, enfrente del mayor. Quien solo alzo su vista con suma tranquilidad, encontrándose con aquel muchacho. 


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Bien ¿que les ha parecido esta historia?  

Mas adelante colocare nuevamente un anuncio de pedido, para que vayan eligiendo mas parejas que desean que haga un Oneshot, por el momento seguimos en la misma que aun me falta. :3 

Gracias por apoyar. 
<3

-AntaresLaks 

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