Ecarlate x Mystoria
Ecarlate es un ser montruoso que ha vivido en el bosque, desde lejos mira el un pueblo próspero, que cada año se moderniza. Logra ver qué por los senderos carretas de comerciantes y algunas personas ricas, llegan a establecerse en ese lugar.
En cambio él, él solo está ahí para ver, su enfermedad hace que nadie se le acerque, creen que pueda ser contagioso, espera pacientemente a que su único amigo vaya a visitarlo desde su infancia, pero ya hace un tiempo que no va, la comida que recoge es poca, lo o suficiente para mantenerse en el día.
Suspiro cuando dejo notar que el cielo se estaba poniendo naranja, solo para dar un suspiro y finalmente ponerse de pie.
— De nuevo no vendrá.
Dice con calma solo para caminar hacia sentido contrario, en dónde más allá en medio de aquel espeso bosque de encuentra su hogar.
No entiende porque aquellas personas del pueblo lo odian, su enfermedad no es contagiosa, incluso ese tipo que cuida de él le ha dicho que estará bien, que nada malo podría sucederle.
Pero que más daba, nadie le creería, incluso si fuera con aquel sujeto sería igual.
Con el pasar de los días, el pelirrojo dejo de frecuentar aquella zona en dónde esperaba a su amigo, de vez en cuando iba a ver si podía verlo a lo lejos, pero era evidente que no, posiblemente se había aburrido de él o peor, lo pudo a ver contagiado.
Ese día tranquilo, aunque no soleado, de encontraba recogiendo algunas hierbas que usaría para hacer un té, cosa que su amigo logro enseñarle durante sus visitas, sin embargo alguien más apareció, ya que logro ver unos pies delgados y pequeños, en un principio creyó que era una niña quien había venido a molestarlo como veces anteriores, alzó su vista, solo para obtener una curiosa mirada. En un pirincipio sintió una emoción, tanto así que le hizo ruborizar aunque pronto se relajo, oculto toda expresión y regreso a su labor, no podía creerlo, ya niña estaba enfrente suyo, usando un lindo vestido mientras en su cabeza tenía una especie de gorro que se levantaba hacia arriba, adornado con flores de tela y encaje haciendo un vestuario de la alta clase. Sus pies pequeños estaban cubiertos con unos zapatos blancos y unas medias blancas. Sin contar sus grandes y curiosos orbes celestes, con largas pestañas.
Ecarlate no dijo nada, solo tomo las hierbas y termino por marcharse, casi huyendo del sitio.
En cambio esa niña miro hacia la dirección en dónde ese pelirrojo había huido, sin embargo no pudo continuar de no ser sujetado por un hombre mucho mayor que el y como cuatro o cinco veces su peso, quien lo tomo violentamente con su mano y lo jalo con fuerza, ignorando el dolor de esa niña.
— Apúrate, el comprador quiere verte...
La niña que en un principio se quejo, dejo de hacerlo cuando miro con horror como otro hombre gordo y feo, miraba con placer y en cierta forma deseo sexual, la niña no sabía lo que pasaba solo quería huir y que ese hombre no lo hiciera.
— ¡Por favor no! ¡Seré un niño bueno! ¡No papi!
— ¡Mystoria! Cállate, el señor te dará una vida buena.
Dijo con cierta odio, aunque era evidente que vendía al niño, porque si, esa "Niña" era un niño. Niño que su padre había vestido como una niña, debido a los extraños gustos del comprador. El niño termino por llorar, mientras era jalado por otros hombres. Una seña de que había sido vendido por su propio padre.
[...]
Varios años más tarde, un joven Mystoria se encontraba en su habitación, tenía su mirada apagada, su vestimenta era poco masculino, a pesar de seguir usando algo similar, ya que su cabello era largo y brillante, sus orbes seguían siendo lindos y tentadores, cosa que muchos pensaban que seguía siendo una dama.
Con 17 años, Mystoria era un chico que pudos catalogaban cómo el premio mayor de ese hombre, muchas chicas lo envidiaban, puesto sabían que tenían a merced al dueño de la mansión, pero era evidente que a Mystoria odiaba, lo odiaba, odiaba a ese hombre con toda su alma.
— Joven Mystoria, el maestro quiere desayuné con él.
Mystoria no dijo nada, miro a la mujer, era una señora humilde, le daba esperanzas de seguir ahí, era su única fuerza, ya que esa mujer le daba consejos y cuidaba como si fuera su hijo. Sabía que cada desayuno con ese hombre terminaba en dos posibles opciones, ser sometido y terminar en sexo o ser golpeado a tal punto que las primeras gotas de sangre cayeran al mantel o en su propia ropa.
— Vamos, no hagas esperar más al maestro.
Mystoria dió un suspiro, cerro los ojos y con calma se levantó, después de abrirlo y caminar con calma hasta el comedor.
El hombre se veía orgulloso de lo que tenía, aún más cuando vio a su más preciado tesoro llegar, esa vez haciendo una seña para que ese joven tomara asiento en sus piernas, en un principio Mystoria lo aborreció, sin embargo no podría hacer nada, obedeció sin problema, incluso fingió ser amoroso, colocando sus manos en el cuello, haciendo que las mujeres que estaban en la mesa miren con repudio e incluso odio.
La vida de Mystoria era una basura, no podía costar nada más, odiaba rotundamente su vida, quería huir, por ende su plan lo llevaría acabo, esa noche, iniciaría tan sencillo que nadie podría darse cuenta.
[...]
Ecarlate se encontraba caminando por el bosque, en su espalda estaba una cesta en dónde llenaba con frutos o algunos vegetales que encontraba por el suelo, incluso sabía de lugares en dónde pudieran estar alimento, finalmente llegó a la orilla de ese bosque, en dónde miro ese pueblo, de cómo el sonido de un alboroto a lo lejos podía persibirse.
No comprendía que sucedía, pero ignoro, no tenía nada que ver con aquel pueblo, su viejo amigo había desaparecido, no sabía que había sucedido y se sentía abandonado, por ende no se dejó vencer y continuo su camino. Le tomo horas regresar a casa su cesta iba llena, incluso había llevado madera que le ayudaría a encender una fogata.
Sin embargo a llegar a su hogar se encontró con un cuerpo tirado, boca abajo, dejando ver un delgado cuerpo, su cabellera era larga y de unas tonalidades celestes, en un principio se acercó con la intención de saber de quién se trataba, pero se contuvo a tocarlo, alejando su mano antes de siquiera tocarlo.
Dio un suspiro y camino, de no ser porque escucho la voz de esa persona que a duras penas podía hablar, pidiendo ayuda con desespero.
Ecarlate no le dejo de otra, camino hasta su casa solo para dejar la cesta y regreso, tomando con cuidado a esa persona, incluso se dió cuenta de algo más, que después de todo, no era una mujer como creyó. Pero de algo estaba seguro, que algo en ese chico le resultaba tan familiar.
El pelirrojo cómo pudo y lograba saber, había ayudado, incluso había colocado el típico té que solía tomar al costado de ese chico, solo para después lavarlo con un trapo viejo pero limpio, era evidente ya que incluso hizo comparación de esa piel tersa y blanca con un trapo viejo, incluso su mano con la de ese chico, era evidente que eran tan diferentes, que ni siquiera podría decirse que eran de la misma clase social, aunque para ser sinceros, Ecarlate no conocía la clase social.
Después de que le ayudo en todo, que incluso se sentía avergonzado por a verle visto desnudo, opto por irse a buscar más comida, esperando así despejar su mente y más tarde pedir información del estado de ese chico.
Un poco más tarde, Mystoria abrió sus ojos, estaba cansando y algo adolorido, había sido un duro golpe a ver huido, su cuerpo le dolia, pero finalmente estaba a salvó, bueno, a menos eso cree por el momento. Cómo pudo tomo asiento, mirando esa ropa vieja y grande, miro a su alrededor con cautela, solo para ver una taza a su costado, más allá se veía la puerta, que no había puerta en absoluto, solo era un simple cuarto en medio de la nada dormía sobre el sueño que solo estaba una sábana y madera. Se levantó con cuidado sus piernas temblaban y aunque intento dar unos cuantos pasos, cayó al suelo arrodillado.
Era una seña de que su cuerpo aún no estaba firme. A menos logro acercarse a la entrada, viendo más allá el espeso bosque, incluso la madera de piso aún no terminaba, dejando una especie de banqueta más allá, seguido de unas cuantas escaleras de madera.
Quedo en la entrada mirando un poco confundido, incluso no recordaba de quién pudiera tratarse la persona quien lo salvó, solo recuerda a ver visto una silueta oscura acercarse a él.
Siguió ahí, esperando por un largo tiempo, hasta que se dejó ver un sujeto a los lejos, incluso creyó que era alguien de ese tipo de quién había huido, pero no, era un pelirrojo quien solo quedó de pie a lo lejos. Aunque no pasó mucho cuando se fue acercando poco a poco hasta quedar a menos a un metro. Mystoria miro atentó incluso noto esos orbes verdes, pero esas marcas, le hicieron sentir algo de miedo.
— ¿Estás bien?
La pregunta salió, pudiendo sentir un escalofríos, pero no por miedo, sino una sensación diferente, haciendo que su piel estuviera a flor de piel. Mystoria no respondió, pero logro afirmar, no sé sentía con confianza de que sus palabras salieran, aparte porque tenía un trauma que el mismo no sabía, ya que si decía algo podría recibir fuertes golpes, cómo su dueño lo hacía.
Ecarlate termino por caminar a la fogata que estaba cerca, bajo la cesta que contenía algunos hongos y verduras, sin contar algunos trozos de carnes y hierbas, solo para comenzar a cocinar.
El duo no decía nada, por el simple de no saber que decir y por el trauma del pasado, pero el menor estaba curioso, cómo pudo se acercó, intentando saber que hacía, posiblemente moriría ahí envenenado o algo similar.
— Te ayudará, la carne es buena para nosotros.
— Mhm.. S-si...
Ecarlate no dijo nada, ni siquiera se inmutó a girarse, pero sintió una sensación diferente a la usual, una especie de brinco en su corazón que hizo ruborizarse, ya que era la primera vez que escuchaba una voz tan suave.
Para esa tarde, Ecarlate estaba sentando, mientras un joven chico comía de aquel caldo, desde un tazón de madera, estaba tan contento de haber bebido algo así, tanto que le recordaba a la cocinera de la mansión cuando le hacía uno de sus pequeños caprichos. Aunque quedó un poco confundido al ver cómo ese sujeto no comía, que incluso le daba todo a él, miro ese tazón, a medio acabar, solo para acercarse un poco.
— Mmmh... T-toma...
Dio unos pequeños toques, incluso fueron rápidos, para pronto estirar aquel tazón, ocultando su rostro a su costado mientras sus ojos estaban cerrados, Ecarlate se giró, se dió cuenta de aquello, y de manera calmada le respondió.
— Termina primero, si quieres más, te daré más.
Respondió. Dirigió su vista hacia la fogata que atizaba la leña para que no se apagará.
— Mmh... N-No, no... T-Tu... Comer...
Ecarlate comprendió, fue entonces que tomo el tazón, pudiendo notar está vez el rubor de ese chico que estaba alejando su vista, parecía un poco lasivo, cosa que Ecarlate desconocía, pero le parecía tan lindo. En el tazón logro notar un trozo de carne, cosa que tomo con su s dedos y se lo acercó a la boca.
— Come, la carne te ayudará.
Mystoria notaba eso, incluso sentía emociones nuevas, cosa que obedeció sin protestar, tanto así que Ecarlate se sentía atraído, alejo todas esas ideas una vez que sus dejos fueron liberados de esa calidez bocal, solo para dedicarse a comer.
El pelirrojo estaba sentando en banco de madera, mientras el chico se encontraba sobre la madera de esa casa, que dejaba libre una especie de banqueta. Estaba recostado, mirando al pelirrojo con cuatela, pudiendo entender que hacia el solo ahí, incluso creyó que era tan malo aunque no parecía serlo.
[...]
Los días pasaban y como esos días pasaban, Mystoria comenzó a recuperarse, incluso Ecarlate tenía oportunidades de buscar ropa para su compañero quien parecía no tener un lugar a dónde ir.
Mystoria podía ayudar aunque sea a limpiar, poco a poco, no era mucho lo que sabía, pero por como veía a las sirvienta en la mansión podría decirse que estaba haciendo lo correcto.
Ecarlate por otro lado, estaban confundido, no estaba molesto por tener alguien más en su pequeña casa, pero esos se estaba haciendo un poco difícil, por el simple hecho de que sentía diferente reacciones que no había tenido, muchos de ellos hacia que su corazon diera pequeños saltos, incluso su entrepierna se hacía notar dejándolo confuso, cosa que le daba vergüenza hacer que su visitante viera, cuando eso pasaba huia lejos, de aquel lugar.
Pero ese día que regresaba tranquilo, fue solo para ver a un viejo amigo que no pensó ver de nuevo, se trataba de ese médico que durante mucho tiempo le ayudo, que brindo respeto, estaba feliz incluso la sonrisa de ese hombre era la misma.
— Ecarlate regrese.
La voz calmada y elegante de ese sujeto hizo que el pelirrojo quedará asombrado, incluso se acercó con cautela, esperando no mancharlo.
— ¿Dónde estuvistes?
— Perdón si mi partida fue repentina, hubo una guerra a las afueras del país y tuve que hacer mi servicio al ejército.
— Pensé que habías muerto.
— Falta mucho para eso, pero veo que tienes un invitado.
El medico dió medio giro, pudiendo ver a un mystoria que se escondía en la entrada, temeroso, por la vista de la nueva persona.
— Hace tiempo que está aquí, llegó herido, revísalo, no soy bueno con las heridas, por favor.
— Pareces que lo cuidas mucho...
— Me ha hecho compañía...
El médico, parecía sentirse tranquilo, aunque el albino camino hasta el chico que seguía escondiéndose, incluso Ecarlate le alentó, que no tuviera miedo que era su amigo, cosa que a Mystoria, eso le recordaba al pasado.
— Veo que pasa por cosas muy traumantes para que no acepte algo tan común.
— No se mucho de él y no he preguntado nada...
El albino quedó algo curioso, incluso había sabido de noticias del pueblo, sin embargo, aquello no podría involucrar aquel joven ¿No? Así que como pudo comenzó a convencer a ese chico, incluso Mystoria comenzó a sentir esa confianza, dejo su timidez de lado y se dedicó a acercarse al médico.
El albino comenzó impeccionar, mirando con cuidado las cicatrices y algunas heridas que ya estaban sanando, cosa que felicito a Ecarlate, sin embargo, su curiosidad estaba hacia el peliceleste.
— ¿De dónde vienes querido?
— Mmhh...
No quiso responder, temia que ese hombre le dijera a su antiguo dueño, cosa que comprendió un poco.
— Bueno, no es necesario que me digas, digo a Ecarlate no le importa ¿No?
La sonrisa inocente de ese médico hacía sentir confianza, Mystoria termino quedando detrás de Ecarlate quien estaban sentando cerca de con ellos.
— Le tienes un gran aprecio a Ecarlate.
— Mmhh...
No respondió, pero apenado afirmó, cosa que el pelirrojo se sintió avergonzado, mientras bajaba su vista, el albino entendió y solo se alejo, llamando a Ecarlate.
— ¿Que sucede?
— Debes tener cuidado, el pequeño no podrá caminar bien, parece que no guardo reposo ¿No es así?
— Pasaba por toda la casa, se arrastraba, le dije que se detuviera y no hizo caso.
— Ya veo, es muy frágil, podría ayudarle en lo que necesites, pero tiene un cuerpo tan peculiar... Tendré que investigar un poco, pero... Por nada en el mundo hagas cosas malas.
— Nunca he hecho cosas malas.
— Tal vez tu no, pero por favor, ten cuidado, si. Ese pequeño no parece ser más dañado, ¿Si?
— Descuide, aunque me gustaría preguntar algo más...
La charla de había prolongando, tanto así que Mystoria que seguía sentando en las escaleras miraba con cierto celos, mirando como ese pelirrojo tenía ese tenue color rosado, cosa que nunca había visto y que miraba un tanto llamativo, aunque no le gustaba la idea que eso solo lo hiciera por ese hombre.
¿Que tanta relación tenían ellos dos? ¿Por qué parecía tan contento por qué ese hombre este ahí?
Sentia celos, lo admitía, ese pelirrojo había sido amable y cortes, incluso la ropa que usaba él la había conseguido, incluso en las noches que el pelirrojo se iba a casar sentía que debía darle una sorpresa, recordando que ese viejo le decía que el mejor regalo para un hombre es un encuentro íntimo. Tantas veces se había tocado, incluso había tenido imaginaciones sucias de que ese pelirrojo fuera aquel que lo tomara y no ese viejo decrépito, esas pesadillas que tenía tiempo antes cambiaban, incluso solía tener erecciones a muy temprano de la mañana, agradecía que ese pelirrojo se iba temprano para hacerse cargo.
Dio un suspiro, solo para seguir esperando, solo para notar como ese albino acariciaba el cabello del pelirrojo y terminaba por marcharse, no sin antes saludarlo desde la distancia. Ecarlate regreso, estaba tan avergonzado, finalmente comprendía esas emociones y reacciones de su cuerpo, tanto así que mirar al chico le causaba vergüenza.
Cosa que Mystoria se sintió molesto cuando quiso tener la atención del pelirrojo pero parecía que fue negada, ya que pronto fue ignorado. El peliceleste inflo sus mejillas como si estuviera haciendo pucheros solo para dejar a ese pelirrojo hacer lo que debía hacer.
Aunque no le quitaba la mirada de encima. Ya que conocía muy bien ese cuerpo, ese cuerpo detallado, marcado y con leves marcas de cicatrices cosa que le hizo ruborizar y como pudo logro irse al interior a buscar ropa sucia, aunque era evidente que no encontraría ya que un día antes había lavado.
[Continuara...]
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