
Capítulo 34: Confesión, finalmente
El beso se rompe cuando el aire se vuelve una necesidad urgente. Mis labios hormiguean y mi pecho sube y baja con fuerza. Los ojos de César siguen clavados en los míos, oscuros, ardientes, como si en ellos aún latiera el fuego que acabamos de encender.
—Dime que no sientes lo mismo —su voz es ronca, casi una súplica.
Abro la boca, pero no logro articular palabra. Mi mente sigue atrapada en el torbellino de emociones, mi piel aún arde donde me ha tocado. ¿Cómo puedo negar lo que es tan evidente? Pero decirlo en voz alta... eso cambiaría todo.
—César... —susurro, pero él no se aparta, no desvía la mirada.
—Dímelo, Charlotte. O dime que me detenga, que esto no significa nada para ti. Porque si no lo dices... —se inclina de nuevo, su aliento acaricia mis labios—, no pienso alejarme.
Mi corazón late como un tambor desbocado. Sé que en este momento tengo el poder de detenerlo o de lanzarme al vacío con él. Y lo más aterrador es que no quiero detenerlo.
—No puedo... —murmuro apenas, cerrando los ojos con fuerza—. No puedo decirte eso.
César exhala temblorosamente, y antes de que pueda hacer o decir algo más, su frente se apoya contra la mía. Su agarre en mi cintura se suaviza, pero no me suelta. Me envuelve, me mantiene cerca, como si temiera que si nos separamos todo esto pudiera desvanecerse.
—Entonces, ¿por qué sigues huyendo de mí? ¿por qué siempre pones ese muro? —pregunta con una vulnerabilidad que nunca antes había dejado ver.
Abro los ojos y me encuentro con su mirada desnuda. Ya no hay rabia, ni celos, solo una emoción cruda que me atraviesa hasta la médula.
—Porque tengo miedo —admito en un susurro.
Su expresión se suaviza, y su mano sube a mi mejilla, acariciándola con el pulgar.
—Yo también, amore mio. Pero prefiero enfrentar cualquier miedo contigo que seguir fingiendo que no te amo.
Mis labios se entreabren, y en ese instante, todo lo que alguna vez me contuve de sentir, de aceptar, de decir, se vuelve insoportable de seguir ocultando.
—Yo tampoco quiero fingir más —respondo finalmente.
Y entonces es él quien se derrumba, porque en el instante en que mis palabras llegan a sus oídos, me besa de nuevo. Pero esta vez no es un beso desesperado. Es un beso lleno de alivio, de entrega, de promesas silenciosas.
—il mio cuore è tuo— dijo al sucumbir mis sentidos porque a pesar de no entenderlo comprendí el sentimiento del significado y me dejé llevar por el tierno beso.
Y en ese momento, sé que ya no hay marcha atrás.
Después, caminamos disfrutando de la noche que nos envolvía, observando las estrellas mientras reíamos de nuestras conversaciones. Mi mirada se posó en nuestras manos entrelazadas, en la perfecta armonía de su mano grande con la mía pequeña. ¿Ya he mencionado cuánto me gusta la diferencia de tamaño entre nosotros?
César notó mi mirada y levantó nuestras manos entrelazadas para dejar un tierno beso en mi mano. Sonreí como una tonta, completamente derretida.
—¿Quieres saber lo que dije antes en italiano cariño?—preguntó, aún con nuestras manos entre sus labios.
—Ajá...— respondí curiosa
—Mi corazón es tuyo, mi niña
Y ahí estaba de nuevo, esa sonrisa tonta. Jamás imaginé estar así, viviendo cosas que creía imposibles. Le di un beso en la mejilla y abracé su brazo, acercándolo a mi pecho. Él entendió que esa era mi respuesta, y apoyó su cabeza en la mía mientras seguíamos caminando. Pero un recuerdo amargo me invadió, la realidad de nuestra situación y mis miedos, especialmente la amenaza de Isabela con su estúpida foto.
—¿Qué te preocupa, Charly? —preguntó César, buscando mi mirada.
No quise decirle la verdad, así que improvisé.
—¿Qué somos ahora César?— medité después de hacer esa pregunta tan estúpida y me di cuenta que tenía planeado preguntar algo así; no quería verde como una chica urgida.
—En Italia diríamos que el amor no se pregunta, si vive —murmuró, su acento volviendo cada palabra más dulce—. Y yo lo vivo contigo, cada segundo, cada mirada, cada sonrisa que haces sin darte cuenta.
Se inclinó un poco, apoyando su frente contra la mía, con una sonrisa que hablaba de certezas.
—No es como hubiera querido pedírtelo— Deslizó sus dedos por mi mejilla, con una ternura que contrastaba con la intensidad de su mirada—Pero no quiero dejarte con la incógnita de qué somos, Charlotte. No quiero que te preguntes qué quiero de ti o qué significas para mí. Porque si hay algo de lo que estoy seguro, es de esto... de nosotros.
Yo estaba a nada de desparramar las lágrimas al sentir todo esto y César tomó mi mano con firmeza, pero con una suavidad haciéndome sentir que él me protegía incluso en mis dudas.
—Quiero estar contigo, quiero que lo sepas sin titubeos. Pero también quiero protegerte... protegernos—susurró con una leve sonrisa, rozando sus labios con los de ella sin llegar a besarlos.
—Somos una pareja, mia cara. Si tú quieres... intentémoslo. A nuestra manera, a nuestro tiempo. Solo tú y yo... que el mundo lo sepa cuando estés lista, estemos listos.
Lo abracé para ocultar las lágrimas de emoción que salían sin parar, siendo corrrespondida al momento y sentía ese abrazo tan lleno de amor sintiendo su rostro escondido en mi cuello mientras sujetaba con amor mi cabeza.
—Si
Yo, Charlotte Fooster. Nunca pensé que estaría aquí. Nunca pensé que sería esta persona.
La gente me cansaba, me aburría, me parecía demasiado complicada de manejar. Era más fácil mantener a todos a raya, construir una barrera a mi alrededor y esconderme detrás de mi orgullo.
Pero entonces llegó él. Este tonto y estúpidamente atractivo italiano que puso mi mundo patas arriba. Con su mirada intensa, con sus palabras que parecían arrancarme las verdades que ni yo misma quería admitir. Con su paciencia, con esa forma tan suya de empujarme justo al límite, de hacerme cuestionar todo lo que creía saber sobre mí misma.
Y sin darme cuenta, cambié.
Porque con él descubrí que abrirse no siempre significa ser débil. Que sentir... sentir de verdad... puede ser aterrador, sí, pero también lo más hermoso que existe y aceptar lo que quieres y sientes, aceptar que necesitas ayuda es un acto de valentía absoluta.
Antes, la idea de tener amigos me habría parecido absurda. Ahora, me encuentro riendo con Derek, la complicidad con Rin, confiando en personas que jamás pensé que formarían parte de mi vida.
Antes, pensaba que el amor era una estupidez, una ilusión pasajera. Ahora, lo miro a él y entiendo que, si esto es una ilusión, no quiero despertar.
Nunca imaginé que alguien pudiera hacerme cambiar tanto.
Pero tampoco imaginé que amar a alguien pudiera sentirse tan bien.
————————————————————————
<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3 AAAAAAAAAAAAAAAY EL AMOR ('▽'ʃ♡ƪ)
Por fin ya les tocaba a estos, igual ya me tocaba lucirme con mis escrituras amorosas a pesar de que me dejaron JAJS pero equis.
Deseo que lo disfruten.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro