Lemon
Soyeon había regresado de la cocina, traía una bandeja de plástico verde con dos vasos de cristal alargados. La sostenía de forma nerviosa y caminaba con cautela, sus oscuros ojos hacían de celosos perros guardianes que a cualquier movimiento alertaban a su sistema nervioso. Imágenes de cristales rotos esparcidos en el suelo y un rostro femenino enfurecido perturbaban en su mente, el punto débil de todo ser humano: la madre.
Sólo llegó a sentirse tranquila cuando colocó la bandeja sobre la mesita de noche. La tensión se había ido en un largo suspiro, se recuperaba, menos su corazón que aún latía con prisa. En sus ojos regresaba el amable brillo que había sido alterado. Clasificó las bandejas como inseguras. Soyeon repudia la inseguridad en todos los sentidos y situaciones de la palabra y sensación.
—¿Qué preparaste, Yeonie? —preguntó su novia curiosa con tonos de dulzura, capaces de dar diabetes aunque había sido como una medicina para todo su malestar.
—Preparé limonada. Está bien fría, le eché bastante hielo —respondió mirándola con una sonrisa muy ligera.
Yuqi sintió una oleada de alivio.
—Eres la mejor novia del mundo —declaró agradecida, la había salvado de desfallecer por sed. Yuqi humedeció sus labios mientras miraba los vasos. Los deseaba, sus ojos reflejaban el desespero de su garganta que deseaba sentirse húmeda.
Soyeon amplió su sonrisa por el elogio. Su madre le había dado la vida, pero su novia le daba ganas de vivirla. Viviría intensamente cada día y cada noche sólo por ella.
El calor de ese sábado por la tarde era sofocante. Ambas chicas se sentían sometidas al violento maltrato de la temperatura. Las refrescantes limonadas eran para aliviar el ardiente azote.
La anfitriona tomó con cuidado uno de los vasos y se lo brindó. Yuqi agarró el vaso con las dos manos sin quitarle la vista encima. Bendecía el frescor del vidrio alargado que sostenían ambas manos.
—Está tan fría y deliciosa —elogió la bebida aún sin probarla.
—No la has probado, así que no puedes decir que está deliciosa —dijo Soyeon—. Aunque bien fría sí está.
—En estos momentos, todo lo que sea frío y echo por ti es delicioso, Yeonie. Además no cocinas mal, al contrario, lo haces muy bien. ¡Con gusto comería tu comida todos los días!
Las palabras de su novia hacían fuertes estragos en ella.
—Ah, Song Yuqi —suspiró enamorada—. Que linda eres —dijo sonrojada, ocultando su cara en sus manos. El color verde oscuro de sus uñas resaltaban de su pálida piel.
Cuando Soyeon pronuncia el nombre de pareja sólo puede pensar en dos palabras: dulce y adictivo.
—Como soy linda, te lo agradezco más —dijo con voz cantarina, haciendo gestos de vanidad, como jugar con su cabello que lo llevaba recogido en una coleta alta o parpadear de forma exagerada.
Recuperó sus sentidos con sus mejillas teñidas de rosado. Yuqi siempre le provoca sonrojos, sonrisas y agradables momentos que parecieran ser inagotables.
Tomó el vaso restante, caminó unos cortos pasos para colocarse delante de su novia.
—Un brindis —propuso Soyeon levantando el vaso a la altura de su cara—, porque estemos siempre juntas.
Yuqi la miró encantada. Eso siempre había abierto el cajón de sus fantasías cursis, de ellas ancianas paseando por el parque y alimentando a las palomas.
—En las buenas y en las malas. En los días de intenso calor y frío invierno...
Disfrutaron de la limonada mientras conversaban. Yuqi le contó sobre sus fantasías favoritas, ellas envejecidas paseando en un parque y alimentando a las palomas, o una romántica luna de miel en Tailandia. Soyeon estuvo durante toda la conversación atenta, le había encantado escucharla hasta que dijo: Tailandia, un mal sabor de boca y un nombre de mujer atacaron en su mente.
La conversación entera fue llevada por la menor, aunque ella quería que su novia le contara las de ella. La presionó con mimos y besitos en la cara, pero Soyeon se negó. Sus fantasías eran todo lo contrario. Noches largas junto a ella iluminadas de luces neón, olvidando que existe un mañana, disfrutando de su cuerpo, ardiendo en pasión...
Era mejor que se quedarán entre sus gemidos y bajos las sábanas. Aunque ella quería compartíserlas en besos.
Soyeon y Yuqi ya llevan siete meses de relación. Un noviazgo muy bonito en el que no falta el amor, pero, ese amor más carnal todavía era desconocido en sus pieles. La mayor quería hablarle sobre el tema a su pareja, pero la vergüenza se lo impedía.
Después de la animada conversación, ambas se quedaron acostadas juntas en la estrecha cama de la anfitriona. Aparte del abrasador calor que acompañaba la tarde, estaba el silencio que había inundado la habitación después de que cerrara los ojos para descansar, la tranquiladad del ambiente que le rodeaba la había convencido.
Soyeon suspiró sin poder moverse, si se movía era capaz de despertarla y eso era lo que menos quería.
Se quedó observando embobecida su rostro somnoliento. Su cabello rizo alborotado cayendo sobre su rostro, la adorable forma infantil de su cara, sus labios rosados que ocultaban la sonrisa más linda que había visto.
No pudo evitar inclinarse para besarla suavemente aunque pudiera despertarla sin querer. Aunque pensó que lo había hecho porque sus párpados temblaron, pero volvió a relajarse en su dulce sueño.
Es hermosa, pensó Soyeon.
Siguió observándola, pero ella quería sentir la serenidad de su respiración. Colocó su mano en su estómago. Sonrió sintiendo el vientre subir y bajar al son de su tranquila respiración. Acarició su vientre con delicadeza. Tropezó con el cierre de su short. Se quedó pensando en cómo sería ver a Yuqi sin ropa. Mordió su labio inferior, varios pensamientos indecentes atacaron su mente. Tenía puesto una blusa de tirantes floreada, algo raro en ella, siempre usaba blusas de mangas, tal vez el calor había sido el causante de que usara eso.
Debería haber calor más a menudo aunque sea insoportable, pensó Soyeon.
Viendo su pecho descubierto, su voluntad falló cuando se acercó a su cuello a besarla. Un ligero gemido salió de la boca de Yuqi, Soyeon se rió al ver como ella suspiraba en sueños ante el estímulo. Lamió sus labios y continuó dejando besos por todo su cuello, fue bajando hasta el límite de la blusa que cubría sus pechos.
—Yeonie... —llamó soñolienta. Abría sus ojos con dificultad.
—¿Te desperté? —preguntó preocupada.
—¿Me estabas haciendo algo? —preguntó confundida—. Es que siento algo medio que húmedo por mi cuello.
—Sí, besaba tu cuello.
Abrió los ojos más de lo que lo hacía ruborizada.
—¿No quisieras probar más de besos y caricias dulces? —preguntó coqueta con ganas de continuar. Rezaba porque Yuqi se lo permitiera—. Porque yo sí.
La miró más sonrojoda, Soyeon la miraba.
—No me mires fijamente que es muy provocador.
—Lo es... es muy caliente, ¿no crees?
Yuqi tragó con dificultad, no sabía por qué pero le gustaba que Soyeon se pusiera así.
Jeon juntó sus labios con los de Song antes de que pudiera decir nada, y cerró los ojos ante la dulce sensación. Yuqi separó sus labios, dándole acceso para que saboreara su lengua. Sus lenguas se movían en un lento baile. Se sentía agradable el sabor de limón en sus bocas. Las manos de la menor que acariciaban su espalda. Y las de la rubia se apretaron aferrándose a la blusa de tirantes floreada, se la quería quitar.
Fue entonces cuando el calor y la necesidad acumulada golpearon a Soyeon gimiendo en los labios de su novia. Mordió su labio inferior mientras volvía al ritmo del beso. Yuqi devoraba a Soyeon.
—Hay calor, ¿nos quitamos la ropa? —susurró en su oído, mordió el lóbulo de su oreja. Yuqi soltó un quejido. La mordida había sido con fuerza.
Apartó a su novia que estaba encima de ella para poder levantarse de la cama. No protestó, sólo se quedó observando con sonrisa atrevida lo que iba hacer.
Comenzó quitándose la blusa de tirantes, las flores le quedaban muy bien pero sin ellas aún mejor. Se acarició su pecho con sus manos abiertas. Poco a poco fue bajando hasta su short, se detuvo hasta ahí. Soyeon se lamentó mucho, lo estaba disfrutando.
—Me da un poco de vergüenza, Yeonie.
—Conmigo no tienes que tener vergüenza, soy una persona en la cuál puedes confiar —dejó la lujuria a un lado, hablándole con confianza.
Yuqi desvió su mirada, pensando en si iba a continuar con esto. La vergüenza y los nervios se lo negaban, pero un cosquilleo en su interior le exigía que sí.
Tímidamente se lo quitó, dejándolo en el suelo.
—Tienes un cuerpo hermoso.
Delgado con gentiles curvas, nada exuberante pero así era perfecto.
—Estoy muy delgada —se quejó en voz baja.
Se levantó un poco de la cama y tomó su mano, la jaló hacía ella. Dio dos palmaditas en su muslo como seña de que se sentara encima de ella. Yuqi lo hizo, rodeó su cuello con sus brazos hundiendo sus dedos en su corto cabello rubio.
—Eres hermosa como eres: gorda o delgada. De todas formas me pones mucho.
—¡Yeonie, qué dices! —chilló ante tal comentario salido de tono, o así lo asumió la menor.
—Prometí no mentirte —las manos de Soyeon se dirigieron al brasier de su novia, un bonito y delicado brasier amarillo que iba a dejar de sostener sus senos.
Las traviesas manos de Soyeon quitaron el brazier de Yuqi para así amasarlos.
—Sí... pero... —gimió, sin poder terminar lo que iba a decir mientras los tocaba así. Soyeon con sus pulgares rozaba sus pezones, estremecía todo el cuerpo de Yuqi.
—Sólo vamos a sentirnos bien en este momento —aclaró escondida en su cuello, disfrutando de su perfume de delicada vainilla—. Ahora te contaré mis fantasías, ¿las quieres escuchar?
—Sí... —jadeó.
Espero que les haya gustado, ¡hasta agosto!
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