One Step Closer
Muchos desde el inicio de los tiempos han deseado algo en sus vidas, desde riquezas, aventuras, amor... y quizás una vida diferente.
Los cambios son buenos, algunos son para mejor y otros no tanto.
Oh eso es lo que pasaba por la mente del pequeño triton.
El día era brillante, el sonido del mar golpeaba las orillas mientras que alguna gaviota dejaba escuchar su cantar mientras volaba por los alrededores.
-Parece que alguien despertó temprano-
Aquella voz había logrado sacarlo de sus pensamientos, especialmente al saber quien era el dueño de aquella voz.
-No es necesario que te pongas nervioso-el comportamiento del pequeño pelirrojo solo lo hizo reír por lo que no dudo en acercarse-¿Dormiste bien?-
Rápidamente no dudo en tomar el cuaderno que le habían regalado para escribir unas simples palabras que harían sonreír al azabache.
"Muy bien, le agradezco su hospitalidad príncipe Eirikr"
Eirikr... mejor conocido como el heredero al trono y hermano mayor de su querida amiga Erica.
-Luces mucho mejor-sonrio mientras acomodaba uno de los cabellos rojos detrás de la oreja del triton-Me siento más que aliviado, esa sonrisa combina bien contigo-
Las palabras de aquel chico solo lograban que su cara se pintara del mismo tono de su cabello, lo cual a ojos del azabache era más que encantador.
-Eres una criatura hermosa Rielle, aun sin tu voz eres simplemente hermoso-sonrio mientras el pelirrojo estaba por colapsar de los nervios-Que te parece si te vistes y damos un paseo. Algo me dice que te gustaría conocer el pueblo que cautivo a la princesa sirena-
La princesa sirena, una de las siete hijas del gobernante de los mares y una de las figuras más admiradas en su reino no sólo por su belleza y voz. Si no por aquella alma jovial que lograba sacar una sonrisa a cualquiera.
Sin necesidad de escribir asintió lleno de emoción mientras el príncipe dejaba al pequeño triton para vestirse.
Agradecía conocer más del mundo humano pues ahora podía vestirse sin usar la ropa atreves o usar un trozo de tela vieja para cubrirse.
Una vez que estuvo listo no dudo en salir de la habitación pero desde luego sintió como era tecleado por algo...o mejor dicho alguien.
-¡Rielle!-una voz bastante familiar lo hizo sonreír-Estas usando lo que te regale, luces más que apuesto-sonrio la pequeña azabache-Vendras con mi hermano y conmigo, ¿Verdad?-el simplemente asintió lo cual hizo que sonriera aún más-Promete que pasaras tiempo conmigo también, Eirikr es algo egoísta cuando se trata de compartir-el puchero que hacia le daba gracia por lo que acaricio la cabeza en la chica.
-Erica...-la voz del joven príncipe llamó la atención de ambos-Te he dicho que no es agradable tirar a los invitados-
-Rielle es mi anigo-hizo un puchero-Ademas si Rielle será mi futuro esposo es normal que lo llene de amor-
Las palabras de su hermana simplemente lo hicieron suspirar, a veces se cuestionaba como es que el pelirrojo tenía tanta paciencia con ella.
-El carruaje está listo-tranquilamente ayudo a ambos a levantarse-Vamos, estoy seguro que el señorito Rielle estaría más que encantado de conocer el reino-
Tal y como las palabras del príncipe no podía ocultar su emoción; pues desde que el carruaje avanzo no dudo en grabar en su mente cada detalles.
Las casas, los negocios, incluso a los niños que disfrutaban del show de marionetas.
-Erica, ¿Que dices si vas en busca de un regalo sopresa para nuestro invitado?-
-Lo haces para quedarte con Rielle solo, ¿Verdad?-aunque la azabache a plena vista era vista como encantadora y dulce, no cambiaba que podía darse cuenta de las acciones de su hermano-Supongamos que no me doy cuenta, te dare algo de ventaja pero quien decide es Rielle...aunque no me molesta compartirlo-
Sin más que decir la joven se retiro a una de las tiendas con uno de sus sirvientes.
A veces Eirikr no entendía como su hermana se daba cuenta de sus intenciones pero solo negó con una sonrisa. Aprovecharía cualquier momento con aquel dulce chico, por lo que no dudo en ir hasta el pelirrojo que parecía más que confundido con la marioneta.
-Principe-su voz logró llamar la atención del triton-Si no es molesto o inmoral, me encantaría que me acompañara-
No entendía bien a qué se refería el azabache, pero solamente asintió mientras caminaba a lado del príncipe.
Ante sus ojos aquel pequeño pueblo era más que encantador, pues ahora entendía mejor porque la princesa sirena quedó cautivada por cada mínimo detalle que descubría.
Por su mirada se cruzo algo que simplemente provoco que sus ojos brillarán, era la primera vez que podía ver en primera fila una danza humana. El hecho de que las pareja sonriera y se divirtieran provoco que aquel azul de sus ojos fuera más profundo y brillante.
-¿Quieres intentarlo?-las palabras del príncipe lograron que los nervioso sugieran una vez más, pero antes de darse cuenta ya estaba en la pista con aquel azabache-Descuide, para la danza no se necesita de palabras. Sólo necesitan de dos cursos y armonía
Aquellas palabras resonaban en su mente e intentaba comprender su significado, pero no fue hasta que ambos iniciaron aquella danza que logró entender a que se refería.
-Las palabras son innecesarias aquí-le regalo una cálida sonrisa lo cual provoco que sus mejillas se ruborizarse-Nunca me cansare de decir que eres una criatura hermosa Rielle, espero alguna vez me concedas el honor de ser mi invitado más tiempo-
No hubo necesidad de más palabras, los movimientos de ambos estaban perfectamente sincronizados con la melodía que resonaba.
Había algo diferente en aquel ambiente, incluso en su mente el sabía que no había palabras exactas para explicarlo.
¿Tranquilidad?
¿Conexión?
¿Amor?
Desde su primer encuentro Rielle jamás se pudo explicar que era aquella calidez que sentía al estar junto al príncipe Eirikr, pero era como si le indicara que su lugar estaba ahí.
Antes de darse la música había terminado, ambos seguian de pie en el centro ante todas las miradas de quienes pasaban o se retiraban del lugar.
-Quizas...tal vez algún día llegue el momento correcto-
Ambos se encontraban perdidos en la mirada del otro, incluso jurarian que aún con el ruido de los presente podían escuchar el latir del otro.
-Es momento de ir con mi pequeña hermana, vamos-
Mientras seguia al príncipe miles de pensamientos comenzaron a aparecer en su mente. Se cuestionaba sobre lo que había pasado solo unos minutos.
Quizás algún día tendría respuestas o quizás no, lo único que deseaba en ese momento era disfrutar de aquella calidez y alegría que lo rodeaba.
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