𝓝𝓲𝓻𝓪𝓰𝓲
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One Shot de Niragi
Pedido de: marianitica12345678, agradecimiento especial también por la inspiración de este One Shot.
Advertencias: Ninguna
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Cuando Chishiya se acercó a Alex para contarle que planeaba robar las cartas, esta se olió algo malo. Kuina no se había presentado a decirle, porque sabía que era meterla en la boca del lobo.
—Estará protegida. — le recordó Chishiya a su amiga. —Tiene la inmunidad en este jodido lugar.
Alex y Usagi se encontraban vigilando que nadie entrara por las puertas de la habitación del Sombrerero, Alice entró para intentar abrir la caja fuerte y buscar las cartas que, según instrucciones del japonés de pelo blanco, se encontraban ahí. De un momento a otro las chicas se miraron nerviosas, un fuerte estruendo que provenía de adentro alertó a ambas. Apenas unos minutos bastaron para que la manada de militares llegara acompañados de su jefe y las aprisionaran de las manos para evitar cualquier movimiento o intento de escape.
Alex, en un momento de esperanza buscó los ojos oscuros de quien podría salvarla y lo divisó huyendo de la suya, intentando que estos no conectaran.
—¡Niragi! —Le llamó, un militar la tomó del cabello. Niragi apretó el puño, pero no podía dejar denotar nada para poder sacarla del enredo. — ¡No, mierda! ¡Suéltenme! ¡Me estás lastimando, idiota!
Alex le propinó una patada en las pelotas al militar idiota que la había tomado del cabello. Otro militar llegó por enfrente y le dio un golpe en el rostro que la desestabilizó logrando que Samura pudiera tomarla del brazo, haciendo que ya no peleara tanto porque el agarre era más flojo. Niragi se tensó, después se encargaría de esos infelices.
—¡Last boss, mierda, no! — Alex buscaba deshacerse del agarre cuando volvió en sí, porque se dirigían a una de las habitaciones. Comenzó a luchar hasta que escuchó el habla de quien pensó que la salvaría.
—A esa puta de mierda déjenmela a mí. — Niragi señaló a la chica de largo cabello y con la mejor mirada lasciva que pudo, se giró para encarar a los militares. — Haré que aprenda a respetarnos. A la otra sométanla en otra habitación, no permitan que huya. Después averiguaremos qué hacer con ella.
Los militares obedecieron la orden de su superior inmediatamente, unos cuantos, entre ellos Samura que tenía consigo a Alex, la metieron en la habitación y no la soltaron hasta que Niragi entró.
—¡Váyanse, ya! — les gritó. —Deben encargarse de la otra y del estúpido que intentó robarnos.
Apenas los pasos resonaron por el pasillo y la puerta se cerró con un estridente golpe, Alex rebuscó nerviosa en la habitación algo con qué defenderse. Encontró un florero y lo alzó en alto, alejándose lo más que podía del borde de la cama donde estaba Niragi.
—¿Qué carajos has hecho, Alex? — quizo saber Niragi. En su tono de voz se escuchaba la preocupación y decepción sonando en cada palabra. Alex bajó el florero, finalmente soltando un suspiro de tranquilidad.
—Yo...yo de verdad lo siento, Niragi, yo solo...
—Un lo siento no cambiará las cosas allá afuera, van a querer tu cabeza y Dios sabe las cosas que tendré que hacer para que no te maten. —dejó su arma en el piso y se acercó hasta estar lo suficientemente cerca de ella como para poder tomar su mejilla con delicadeza y pasar su pulgar por encima del golpe que el militar le había dado.
—Ni—ragi...por favor yo...— él colocó un mechón de cabello por detrás de su oreja y negó con la cabeza.
—Jamás te había daño, Alex. Nunca lo haría. Mi llegada a Borderland no afectó mi memoria. — por los ojos de Alex asomaron pequeñas lagrimas, porque él la recordaba. —Fuiste la única persona que me ayudó y apoyó en el otro mundo, cuando no era nadie, cuando nadie más lo hizo. No podría herir nunca a la persona que amo.
Niragi se inclinó y la besó, al princiío Alex no le siguió el beso por el shock del momento, pero en cuanto cayó en cuenta de las palabras que había dicho, de que su amor era correspondido, no pudo hacer más que pasar los brazos por el cuello del chico y seguir el beso demostrando todo el amor que se había guardado. Pasados los segundos se separaron porque necesitaban respirar, Niragi la volvió a besar y después comenzó a bajar los besos al cuello de la japonesa para dejar marcas en él. Ella no se negaba a nada, el chico se desplomo de su chaqueta, dejando ver su traje de baño, la recostó en la cama.
—No, no. — se separó el chico ante la mirada extrañada de ella. —No ahora, no tiene por qué ser así.
—Niragi, te amo. — le confesó, por si eso era lo que le preocupaba.
—Yo también lo hago. — reflexionó un poco y cerró los ojos por el estúpido plan que se le acaba de formar en la cabeza. —Si tu plan era robar las cartas podías habérmelo dicho, sería de ayuda.
—No lo pensé en el momento. — Alex se tomó el cabello, frustrada por lo que podía estar pasando en la otra habitación con su amiga. — Niragi, por favor no le hagas daño a Usagi y a Alice, de verdad que no tienen nada que ver en todo esto.
—Eso no depende de mí, muñeca. — soltó un gran suspiro, dejándose llevar finalmente por lo que su cabeza le dictaba. —Si queremos robar las cartas tiene que ser ahora, no están en la caja fuerte como ese idiota creía. Sé dónde están, vi a Aguni sacarlas. Con el descontrol que hay podemos tomarlas y huir en uno de los autos de la playa.
—Mis amigos...
—Podremos traerlos si es que no les dan la paliza de sus vidas, pero cuando ya te encuentres a salvo a kilómetros de aquí. — se levantó rápidamente colocando la chaqueta en Alex, para que se cubriera. —Le pediré a Samura que me mantenga informado, será nuestro enlace aquí dentro.
El sonido del inicio de un juego y las instrucciones descalibraron completamente a la pareja. ¿La Playa como una arena de juego? Era una completa locura.
—Bien, cambio de planes preciosa. —Niragi le entregó una pistola un tanto más pequeña que guardaba en la espalda. — Escóndete, daré la instrucción de que no te cazen, pero no puedo conseguir las cartas y vigilar todo al mismo tiempo, así que vendrás conmigo.
—Niragi, tengo que ir por Alice y Usagi.
—No hay tiempo Alex, tenemos que encontrar a la bruja. — la chica replicó, sabía que el pelinegro conocía la ubicación de sus amigos. —No te dejaré que vayas a buscarlos, no te separarás de mí. No me arriesgaré a perderte, no de nuevo.
—Estaré bien, no me perderás. Sé defenderme sola, pero necesito salvarlos, necesito saber dónde esta Alice. Puedes decirme y en cuanto lo tenga conmigo nos veremos en la azotea. El chico la miró a los ojos, ella era muy importante en su vida, fue la que la apoyo en todo, no iba ni quería perderla, tan solo pensar en perderla, le dolía; pero Alice era importante para ella también, él en parte tenía que agradecerle de mantenerla con vida
—Bien, está en la torre tres, piso 4, habitación 450. —le respondió resignado, tomando la manija de la puerta.
—¡Gracias! — le dio un casto beso. Esa pequeña muestra de humanidad que había tenido le demostraba cuánto quería a Alex. —¿Nos vemos en la azotea?
—Claro, y más te vale que llegues, porque no planeo perderte. —El chico la tomó de la cintura para besarla nuevamente, un beso con sabor a despedida, pero con esperanza de reencuentro. Apenas se separaron, ambos salieron con rumbos distintos, pero teniendo la felicidad como principal emoción en sus cuerpos.
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