𝓒𝓱𝓲𝓼𝓱𝓲𝔂𝓪
¿Qué sentirías si te dijeran que el amor de tu vida, tu todo, tu alma gemela, te ha estado utilizando todo el tiempo? Desgarrada, herida, traicionada, todas esas palabras no eran suficientes para describir el dolor de Vanessa al escuchar lo que le dijo Ann, las palabras de aquella mujer le taladraron como dagas el pecho, y la morgue de La Playa fue testigo del llanto y el sufrir de la joven.
—Los escuché hablando. —Ann intentaba reconfortarla acariciando su cabello, por supuesto, se refería a Chishiya y a Kuina. —Te está sacando información, están construyendo algo grande y necesitaban a alguien más cercano al círculo del Sombrerero, y como eres el número 4...
—¿Y por qué yo?
—Chishiya dijo que eras la más débil de nosotras tres. —un golpe en la cabeza de la forense la hizo callarse antes de seguir hablando, era Mira, quien negaba para que no siguieran lastimando a la chica.
—Le cortaré las bolas. —afirmó Mira, levantándose decidida a ir tras el estudiante de medicina. —Mejor aún, le diré a Last Boss que tiene nuestro permiso para desollarle las bolas con su katana y luego servirlas en el almuerzo.
—¡No! —el grito de Vanessa detuvo a Mira. —Quiero que me lo diga él.
—Nessa...
—Me merezco una explicación. —con sus ojos cristalizados las miró a ambas. —Lo merezco, de verdad que lo merezco.
—¿Le dijiste algo de lo que hemos hablado? —la chica negó.
—Tendría que cortarme la lengua y quemarme los pies, jamás le daría información a nadie. —miró a la ejecutiva de los corazones, Ann afirmó con la cabeza. —Le he dicho que nos reunimos a quejarnos de los hombres y ponernos maquillaje entre nosotras.
—Está diciendo la verdad.
—Pude darme cuenta por mí misma. —le respondió Mira.
—Yo...lo confrontaré, está decido. —Vanessa se puso en pie, ambas chicas negaron con la cabeza. —¿Qué?
—Te ves horrible. —esa era Mira, la más sincera y directa de las tres. —Date un baño, párate derecha, ponte el traje de baño que mejor te luzca.
—¡Sí! —animó Ann. — Ese estúpido tiene que saber que hizo mal al hacer eso.
Vanessa asintió y se marchó, dejando solamente a las dos amigas detrás. Mira se recostó en el sillón y Ann se levantó a cerrar la puerta.
—Tenemos que preparar los pañuelos, ¿cuánto crees que tarde?
—Creo que ni siquiera se lo dirá. —afirmó Mira. —Por lo menos es la dueña y señora de las picas, ¡un gancho al hígado de ese idiota y adiós!
—Mira...—Ann rio al ver el movimiento del brazo de la de cabello largo. —El hígado está del otro lado.
—¿No tienes un cuerpo qué disecar o algo así?
[...]
Vanessa subió a su habitación por los conductos de vigilancia de los militares para no ser vista en esa situación por los demás miembros de La Playa, apestaban a sudor hediondo, pero eran su último recurso, prefería eso a tener que toparse con Chishiya antes de tiempo.
Se miró al espejo, se estaba engañando a sí misma en todo momento. No le sorprendía que Chishiya la estuviera usando, en ciertas ocasiones incluso ya había tenido esa sospecha, pero escucharlo de una segunda persona y que las cosas se volvieran más grandes la tenía abrumada.
Lloró todo lo que tenía que llorar, respiró profundamente y bebió por completo una botella de agua. Quizá Mira tenía razón, y esa idea se veía cada vez mejor porque la tristeza se estaba transformando en enojo a pasos agigantados. Se metió a bañar y dejó que el agua tibia de las tuberías de La Playa se llevara sus penas, se detuvo bastante tiempo limpiando su cabello, tarareando una pequeña canción, estaba tan concentrada en eso que no sintió la llegada de un intruso, solo hasta que unas manos le recorrieron la cintura por detrás.
—No bajaste en todo el día. —Vanessa pegó un brinco, era Chishiya, cauteloso como un gato se había metido él mismo a la ducha. No era como si fuera la primera vez que lo hacía, pero la joven no tuvo ni tiempo para ensayar algunas líneas de lo que iba a decirle por la noche. —Me preocupé por ti. —murmuró contra su cuello para después comenzar a besar este erógeno lugar debajo del chorro del agua.
Ella quería ser fuerte, en verdad que sí, se replanteó las cosas en la mente unos segundos que parecieron eternos. Quizá esto era una prueba de fuerza de voluntad del universo, pero la estaba perdiendo completamente cuando Chishiya pegó su cuerpo por detrás. A la mierda, dos pueden jugar ese juego.
Vanessa sintió cómo Chishiya tomaba un poco del jabón líquido y enjabonaba los pechos de la chica, jugando con ellos un poco, haciéndola soltar suspiros en el proceso. Lo hacía de una forma casi ceremonial, con delicadeza, trazando cada curva, sin dejar de besar su cuello, hombro, y espalda.
Sin dejar de estimular su pecho, bajó la otra mano, separando las piernas de la chica con ella y adentrándola para darle placer, produciendo sonoros gemidos de la joven.
—¿Lista? —Chishiya tomó ambas manos de la chica para que las pusiera en las paredes de la ducha, logrando así que se pusiera en 4. Un jadeo de asentimiento fue todo lo que necesitó, y, colocando ambos pulgares en los hoyuelos de la espalda baja de la chica, entro en ella con firmeza. —Dios, me encantas...
Siguió en su tarea dando embestidas con fuerza, profundas. Ninguno de los dos estaba callado en ese momento. Los vulgares sonidos que venían de su boca y de sus cuerpos resonaban más aún por el eco del baño. Vanessa estaba por llegar al orgasmo, pero Chishiya salió de ella y la giró; la chica se iba a quejar, pero después de un beso, el estudiante de medicina se agachó mientras pegaba la espalda de la joven contra los fríos mosaicos del baño, después pasó una de las piernas de Vanessa por encima de su hombro y comenzó a estimular su clítoris con la lengua.
Era difícil sostenerse, Chishiya sabía muy bien que puntos tocar y lo hacía magistralmente. La miraba con deseo mientras lo hacía, sin apartar los ojos de ella que en ese momento tenían lágrimas de placer. Finalmente llegó el tan esperado éxtasis y Vanessa bajó su pierna de encima del hombro de Chishiya, terminaron de bañarse y se vistieron mutuamente para después descansar en la cama de la habitación, por supuesto, con Vanessa en el pecho de Chishiya mientras este le hacía mimos en la espalda.
—Hoy estás más cariñoso que otros días. —, como si hubieras hecho algo malo. Quiso decir lo último, pero no se atrevió.
—Linda paranoica. —negó y le besó la frente. Por supuesto que a Chishiya le parecía atractiva Vanessa, pero su plan estaba siempre primero. En todo ese tiempo, además de deseo por la chica, solo podía sentir en ocasiones pena y lástima por lo que le hacía pasar, aunque también le tenía algo de aprecio. Habían sido varias las veces en las que ella le había salvado el culo en juegos que requerían de destreza más allá de la mental, en donde se desempeñaba de manera magistral. —¿Estuviste con tus amigas hoy?
Vanessa asintió.
—¿De qué hablaron? —era ahora o nunca, también en ese momento donde tu corazón te nubla la visión, Vanessa le era fiel al sentimiento de su corazón.
—Quieren tu cabeza. —las alertas se encendieron en el de cabello blanco, se sentó en la cama con rapidez esperando que fuera una broma de la chica, pero la cara seria le demostró que no era así. —Cuando hables con Kuina en la azotea, siempre debes vigilar que nadie esté cerca para escucharlos.
—¿Lo sabes? —la mirada cansada de Vanessa le dio duro en el pecho a Chishiya, por supuesto que lo sabía, la había subestimado durante tanto tiempo ya que se olvidaba del potencial que tenía; por algo era una de las ejecutivas principales.
—Te diré lo que vamos a hacer. —lo tenía sus pies, de eso no había duda. Se sintió poderosa, podría hacer lo que fuera, porque en ese momento no solo era un traidor ante ella, sino también a los ideales de La Playa. —Las cartas de La Playa están en la habitación de Sombrerero, pero eso ya lo sabes.
Chishiya no entendía por qué le estaba revelando la información, los ojos de la chica no dejaban entre ver absolutamente nada.
—La pintura de ciervo tiene un agujero de un tamaño ideal para introducir un cofre en el que se encuentran las cartas. — toda la información era verdad, sus miradas no se separaron. —Y la contraseña ha estado a simple vista de todos, en el anillo que jamás se quita Número Uno.
—Hoy va a salir a jugar. —con esa información cambiaba todo el juego y la estrategia para Chishiya, tenía que apresurarse a llevarlo a cabo o Vanessa podría arrepentirse en cualquier momento. —¡Ven conmigo, por favor!
—Yo sí te amé Chishiya. —la voz se le quebró, cerró los ojos para aguantar un poco el nudo en la garganta antes de proseguir. —Pero tengo que estar aquí cuando todo esto se destruya.
—Yo de verdad lo siento. —Vanessa quería gritarle, preguntarle por cuál de todas las mentiras que había dicho se disculpaba, pero no lo hizo.
—Quiero que salgas de aquí, aunque eso signifique que te marches de mi lado. —Chishiya tuvo una extraña sensación, como ver a un cachorro abandonado y solo, pero ya tenía la información que necesitaba, ya podría dejar todo eso atrás.
—Si cambias de opinión, siempre tendrás un lugar en mi equipo.
—No me tengas lastima. —le pidió, levantándose de la cama y abriendo la puerta para que saliera. —Tienes mucho que hacer para esta noche, y yo tengo que distraer a los militares para que nadie sospeche.
—Creo que es el adiós. —Chishiya la abrazó, otra vez ese extraño sentimiento en su pecho. Vanessa no correspondió el abrazo, pero la entendía.
—Que seas feliz, eres libre.
[...]
Eran pasadas de las 2 de la mañana cuando las cartas fueron extraídas de detrás del escondite que Vanessa le había revelado a Chishiya, cuando este las abrió, sus ojos brillaron de la emoción. Finalmente tanto esfuerzo había valido la pena, estaba dispuesto a huir, de no ser por el disparo que le impactó justo en la mano y que lo hizo gritar de dolor.
—Pensé que ya no vendría. —Niragi, acompañado de Vanessa, saliendo de una esquina de oscuridad donde estuvieron vigilando los movimientos del japonés.
—Te dije que hoy te entregaría algo bueno. —lo miraba con asco, Chishiya no pudo verla a los ojos, se lo merecía. —Un traidor, una maldita rata.
—¡Me engañaste!
—¡Tal parece que somos tal para cual, amor mío! —una patada que le sacó el aire, seguida de muchos otros golpes de odio que impactaban contra el cuerpo de Chishiya. —Encárgate de él Niragi, que suplique que lo mates.
—No tienes idea cómo voy a disfrutar esto. —la sonrisa del militar acompañó a los ojos de súplica de Chishiya que la miraba desde el suelo.
—¡Espera, espera, Vanessa lo siento!, ¡Lo siento! —usando su último recurso, soltó—¡Dijiste que me amabas, que querías que saliera de aquí!
—Cuando dije que quería que salieras de aquí, no especifiqué que lo harías vivo. —la mirada de desprecio que le lanzó, fue suficiente para Chishiya para saber que estaba perdido. —Nos vemos en la otra vida, amor mío.
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