
𝓒𝓱𝓲𝓼𝓱𝓲𝔂𝓪
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One Shot de Chishiya
Pedido de: minibesitos
Advertencias: ninguna
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Samira Danma fue de las primeras personas en llegar a Borderland, pero afortunadamente no lo hizo sola. Su hermano, Takeru, quien posteriormente sería conocido como El Sombrerero llegó junto con ella, y también Aguni, quien era el mejor amigo de su hermano y quien miraba en Samira a alguien que debía cuidar con su vida.
—No es la mejor en resistencia, tampoco es como que piense rápido la mayoría de las veces. — le confesó El Sombrerero a Aguni, quien en realidad conocía de primera mano a Samira desde que era una niña. —La matarán para llegar a nosotros, necesito que se quede con los Militares.
—La enviaremos primero una vez que juntemos todas las cartas, no te preocupes por eso. —le respondió seguro. —La mantendré viva, lo prometo.
El planeamiento de la Utopía fue una maravilla, todas las ideas fantasiosas provenían de Samira, como el usar el agua de lluvia, y la gasolina para poder hacer funcionar los generadores del hotel paradisiaco. Incluso le colocó el nombre de La Playa, para que el concepto terminara finalmente creado. Conoció a Niragi y Ann en un juego y fueron rápidamente reclutados por ella y Aguni, y El Sombrerero encontró a Mira y a Kuzuryū para formar la red de ejecutivos principal.
La Playa iba viento en popa y los rumores en Borderland de que existía un lugar en donde los servicios básicos funcionaban y podrían obtener información llamaron la atención de cientos de jugadores que se unieron a la diversión. La inclusión de droga fue idea de Niragi, quien a pesar de eso no la consumía nunca. Mantener a todos lo suficientemente distraídos como para pensar era el objetivo.
—Apesta a sangre. — le dijo asqueada Samira a Aguni, dando un último recorrido antes de tener que separarse de él para seguir su propio camino junto con Niragi. Traía consigo un arma pequeña, que ni siquiera tenía balas pues no sabía cómo disparar.
—Creí que ya estarías acostumbrada, después de 19 años de vivir siendo mujer. — la risa estridente de Niragi se escuchó en el pasillo, a pesar de todo él le era fiel a Aguni, y este le había dado la instrucción de proteger a Samira con todas sus fuerzas, por lo que no la dejaba sola en ningún momento.
—Cállate idiota. — le pegó en el abdomen, pero Niragi fue más rápido jalándola hacia él haciendo que ambos cayeran al perder el equilibrio, riendo aún más en el suelo.
—Mira a ese par. — le dijo Kuina a Chishiya, al otro lado del vestíbulo.—Creo que finalmente perdieron la cabeza, parecen un par de hienas locas.
Pero Chishiya no pensaba eso para nada, había cruzado palabra con Samira apenas unas pocas veces, y mayormente intercambiaban miradas de desaprobación en las juntas de los ejecutivos, donde la voz de Samira era muchísimo más importante que la suya.
—¿Por qué la tendrán los militares? Está tomando la pistola de mala forma...—siguió Kuina, pero Chishiya le hizo una seña de que se callara. Last Boss caminó por detrás de ellos con una ceja alzada en dirección a Kuina y Chishiya, y se plantó frente a el par que se estaba riendo, para después negar y hacer que se pararan.
Samira y Chishiya hicieron contacto visual unos segundos, los suficientes para que Niragi comenzara a jalar de su brazo para que se movieran de lugar, pues tenían que seguir patrullando. Last Boss los siguió de cerca, aunque siempre un poco detrás y sin intercambiar palabras.
—Te gusta. —le afirmó Kuina a Chishiya. — La forma en la que la has mirado, te gusta.
—Me intriga mucho. —le corrigió Chishiya, pero no estaba siendo sincero del todo. — ¿Por qué la sobreprotegerán, si no es tan relevante? Solo se encarga de la organización de La Playa, cualquier persona con un poco de sentido común podría mantener esto en pie.
—Quizá se la esté tirando Niragi, o Aguni, o las ligas mayores; El Sombrerero. — el comentario iba con toda la intención de hacerlo rabiar para denotar que la teoría de Kuina era cierta, y se dio cuenta porque las uñas de Chishiya se enterraron en su propia mano.
—Tenemos muchas cosas que hacer y poco tiempo, hay que trabajar. — le respondió Chishiya, caminando apresuradamente en otra dirección.
[...]
El plan de Chishiya de robar las cartas tenía todos los elementos para convertirse en un verdadero desastre si no se seguía al pie de la letra. Tenía que entrar a la habitación del Sombrerero si lo que quería era recabar toda la información. Hoy él jugaba, lo había visto marcharse junto con otros ejecutivos y dos militares en uno de los autos que solamente ellos poseían, y al dar un rondín se percató de que la puerta de esa habitación no tenía la seguridad habitual.
Él mismo era un ejecutivo, y sabía de primera fuente cómo se manejaban las cosas internamente. No lo encontrarían merodeando, tenía la excusa perfecta. Habría visto a uno de los novatos esconder una carta debajo de su almohada cuando no se percató de que la puerta estaba abierta, le matarían, pero la vida de esa persona poco le interesaba.
Abrió con cautela la habitación, con un pañuelo de por medio pues conocía bien las cosas que hacía Ann cuando nadie la veía y entró rápidamente cerrándola tras de sí. Admiró la habitación grande y ordenada que estaba frente a él, la mejor suite de todo el hotel. Sus minuciosos ojos se pasearon segundos por cada uno de los lugares, hasta que estos pararon en una cara conocida.
—¿Qué es lo que haces aquí? — le preguntó Samira. Portaba una bata de baño y el cabello húmero, por lo que probablemente había salido de la ducho hace poco.
—Puedo decir lo mismo de ti, esta no es tu habitación. — le respondió Chishiya a la defensiva, para después añadir. —Vine a hablar con El Sombrerero, hay un pequeño problema de lealtad con una persona.
—Yo le daré el memorándum. —sonrió Samira, paseándose por la habitación acariciando la pared a su paso. —Ahora puedes irte.
—Te he dado mi razón, necesito escuchar la tuya.
—¿Sabes? Lo mejor de navegar con bandera de tonta es precisamente esto, que me crean tonta. — abrió uno de los cajones, y con toda la seguridad del mundo abrió uno de los cajones donde había un arma y le apuntó a Chishiya directamente en el pecho. —No tengo por qué darte explicaciones a ti, mi rango es más alto. Pero tú, paseándote por la habitación y mirando aquí y allá, dame una razón para no dispararte.
—Ni siquiera sabes cómo se dispara la jodida pistola. —le respondió con todo el dolo en su hablar.
Samira quitó el seguro al arma y disparó hacia arriba tres veces seguidas sin dejar de mirar directamente al japonés de pelo blanco.
—Entonces las lecciones con Niragi están surtiendo efecto. —le retó Chishiya. —Por lo menos ahora sí eres una de los militares.
—Te crees muy listo, con esa mirada de autosuficiencia que portas siempre, cuando en realidad no sabes nada. —bajó el arma pero aún lo mantenía empuñado fuertemente. —Hasta tú creías que me acostaba con Niragi o Aguni, ¡con El Sombrerero, por el amor de Dios! Oh sí, aquí las paredes tienen ojos y oídos.
—¿Y es que no lo haces?
—No tienes ni idea. — le sonrió negando. —Pero a ti parece molestarte particularmente lo que hago o no con mi vida sexual, ¿será que acaso, esto va por otro lado?
Chishiya tragó saliva, no le gustaba no ser quien tenía el control de la situación. Se sentía pequeño al lado de Samira, a quien verdaderamente nadie en La Playa creería una amenaza real por sí misma.
—En tus sueños trastornados quizá.
—En los tuyos, de hecho. — había caído justo en la trampa en donde quería tenerlo. —Los militares son muy cotilla y en más de una ocasión se han colado a las habitaciones mientras otros duermen...es increíble las cosas que se llegan a escuchar cuando uno ya no tiene consciencia.
Chishiya trastabilló, intentó recomponerse rápidamente para que Samira no se diera cuenta de que el desliz de información que había soltado lo había puesto en esa situación.
—Es bueno saber entonces que te cuelas a mi habitación, deberías hacerlo más seguido. — salió por sus labios, Samira levantó una ceja en su dirección.
—No he dicho que soy yo quien se cuela. — sonrió de lado, pero el jugueteó entre ambos continuó. — Pero ahora que lo mencionas, quizá lo haga, ya sabes...inspección de rutina.
[...]
A la mañana siguiente las cosas en La Playa marchaban igual que siempre, la música resonaba aún para quienes habían regresado de los juegos y querían fumar o seguir la fiesta eterna. Chishiya se levantó un poco tarde, con dolor de cabeza. Bajó a tomar algo de la barra de alimentos que se servía, pues no estaba en condiciones de llegar hasta las cocinas. Los militares le dirigieron una mirada molesta, Niragi entre ellos.
Samira estaba sentada junto con Mira con un vaso de agua en la mano. El traje de baño estaba cubierto también con un kimono de Playa y el pelo suelto. Chishiya sentía las miradas de los militares arreciando en su espalda y entonces creyó saber lo que pasaba.
—Necesito hablar contigo. — llegó hasta donde estaba Samira, interrumpiendo la conversación que tenía con Mira sobre las reservas de agua y cortes que tendrían que hacer.
—Estoy ocupada. —Mira los miró confundida, ¿desde cuándo ese par se hablaba?
—No quiero estar en medio de un crimen pasional, nos vemos. — y como alma que lleva el diablo, la pelinegra se marchó hacia la mesa donde estaba Ann y El Sombrerero, que siguieron la conversación intercalando miradas.
—¿Qué les dijiste a todos? —la retó Chishiya.
—¿De qué hablas?
—No te hagas la tonta, que bien claro me dejaste anoche que no lo eres. —la sujetó del brazo, olvidándose por un momento del golpeteo en el pecho producto de la cercanía con la chica. — Les dijiste que entré a la habitación, ¿no es así?
—¿Deliras acaso? Claro que no.
—¿Entonces por qué ahora los ejecutivos y militares nos están mirando? — señaló obvio.
—¿Será porque jamás hemos hablado ante sus ojos y ahora vienes a reclamarme cosas como un maldito loco? —Samira levantó un poco la voz, no lo suficiente para que los otros se percataran de lo que hablaran, pero sí para que El Sombrerero se parase de su lugar y comenzara a moverse para llegar a la mesa y salvar a su hermanita de la situación.
Chishiya, al ver lo que ocurría, no le quedó más opción que disfrazar lo que estaba ocurriendo de precisamente lo que Mira también pensó, así que tomó a Samira de las mejillas y le plantó un beso sin más. La negativa de la chica hizo que Niragi y Aguni, que presenciaban la escena un poco alejados, se encaminaran para separar al par, hasta que Samira terminó por corresponderle el beso y las cosas volvieron a calmarse un poco.
Niragi, que no conocía la palabra privacidad y tampoco le importaba, siguió su camino hasta plantarse casi en medio de los dos una vez que se separaron.
—¿Qué mierda, Samira? — la chica se levantó y caminó un poco con él para salir de la escena que se había formado en medio del lobby. —¿Con ese idiota?
—Estamos juntos. —respondió ella, para evitar las confrontaciones posteriores que tendría el chico por culpa de lo que ocurrió. —Te lo contaré todo después.
[...]
Pasadas las 10 de la noche y un montón de preguntas y reclamos que tenían cansada a la chica, decidió que lo mejor que podría hacer era descansar un poco, pero su habitación no era precisamente el sitio ideal para pensar, por lo que se dirigió a las escaleras que daban acceso a la terraza.
Abrió la puerta y admiró el cielo estrellado para después sentarse en el suelo y seguir mirando por un largo rato. Escuchó un ruido proveniente de la puerta y se puso alerta, pero solo era Chishiya, así que se levantó para irse.
—Siento lo de hoy. —le dijo Chishiya algo apenado, pero sin bajar su postura normal.
—No hay problema, por lo menos por mi parte no te preguntarán nada. —giró los ojos y bostezó, había sido un día largo y su cuerpo le pedía descansar. —Debo irme, adiós.
—Espera...—le contestó Chishiya, soltando un poco el aire contenido en sus pulmones. —No nos conocemos mucho Samira, en realidad casi nada, pero sé que ambos nos sentimos extraños cuando estamos con el otro.
—No hables por mí. —le respondió cortante, pero sin poder mirarlo a los ojos.
—Bien, entonces no hay más que hablar.
—Tú eres un nudo de mentiras Chishiya, podré no ser muy lista en algunas cosas, pero sé cuando alguien me miente. — le dijo, finalmente sacando lo que tenía en la cabeza desde el día anterior. — Lo que sea que estés planeando, no me metas en eso. No soy un comodín del que luego puedas deshacerte.
—El beso fue real. —le respondió rápido. —Más que un impulso, fue real, y tú lo sabes.
Samira supo que no podía huir, había correspondido el beso porque quería, porque era cierto, se sentía extrañamente bien el estar junto a Chishiya.
—Quiero ser real contigo. —le confesó Chishiya. —Te contaré todo, y si después de eso quieres marcharte, lo entenderé, pero no quiero quedarme en un qué hubiera pasado si...
Samira asintió y se sentó junto a él, Chishiya pasó la noche cotándole sobre su vida antes de Borderland, sobre los planes que tenía después de salir de ahí. Samira palideció al escuchar lo del robo de cartas, era un plan que no debía concretarse, pero su corazón le decía otra cosa ahora que Chishiya se había abierto ante ella.
—¿Entonces? — le dijo Chishiya, una vez que terminó. —No te involucraré en esto, pero en cuanto las tenga podemos salir de aquí, nos iremos lejos donde no nos encuentren y...
Samira lo cayó con un beso, tanto porque quería hacerlo como porque necesitaba saber qué hacer. ¿Traicionar a su hermano y a sus amigos?
—¿Es eso un sí?
—Es un quizá, Chishiya. —le respondió dudosa. —Ahora concentrémonos en salvar nuestros pellejos mañana en los juegos.
Chishiya rio y asintió, besándola nuevamente en el proceso. Samira por su parte seguía teniendo el debate interno entre el deber y el querer.
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