𝓐𝓻𝓲𝓼𝓾
🇸 🇲 🇺 🇹
Me bajé de encima del Sombrerero al escuchar el toque de la puerta, solo para después mirar cómo el nuevo entraba por la gran puerta de la sala de juntas.
—Tu cita de esta noche ha llegado, Valentina. —murmuró, pude apreciar mejor al chico frente a mí, no era muy alto y tenía un cuerpo debilucho, incluso se tapó los ojos mientras yo volvía a colocarme la parte de arriba del traje de baño.
—Pensé que Ann se encargaría hoy. —hice un puchero, no quería salir hoy.
—Está ocupada con la nueva. — giré los ojos ante su contestación, el pobre chico paseaba la mirada entre toda la decoración intentando débilmente no cruzar miradas con ninguno de nosotros dos.
—¿y Mira?
—Corazones, hoy probaremos tréboles.
—Los odio a todos. —murmuré, aceptando mi derrota.
—Anda, mueve tu gran culo y ve, no lo hagas esperar.
Perezosamente me levanté del cómodo sillón, no sin que antes el Sombrerero dejara un largo y húmedo beso en mis labios.
—Sígueme. —le dije a modo de saludo al nuevo, caminando velozmente hasta la parte baja donde estaban los coches de La Playa.
—¡Que guapa la que viene ahí! —escuché el saludo de Kuina, quien venía de las calderas.
—¡Más guapa la que va para allá! — le respondí, y en el momento en que nos cruzamos, nos dimos un pequeño pico de saludo.
—¿Por qué no subes hoy?
—Tengo que entrenar al nuevo. —me despedí con un giro de cabeza y seguí avanzando. —¿Cómo es que te llamas?
—Arisu. —respondió cohibido, sonreí abiertamente mientras me soltaba el cabello que tenía apenas a los hombros. —¿Y tú?
—¡Valentina Müller, la jugadora más guapa de La Playa ha llegado! —el chulo de Niragi hizo acto de presencia, montado en su característico coche que no soltaba a ningún otro militar. —Preciosa, pensé que no jugabas hoy.
—Pensaba lo mismo, pero heme aquí. Los jefes mandan y yo obedezco. — el tono de mi voz cambió en la última oración, y Arisu tosió ahogándose con su saliva. —¿Dónde te ha tocado hoy?
—La mierda de siempre, dile al idiota de tu jefe que estamos hartos de ser la carnada de esos estúpidos.
—Le daré el memorándum cielo, dile a tu idiota jefe que deje de mirarme el culo cuando salgo a broncearme. — tomé las llaves de uno de los autos que estaban destinados para los ejecutivos, haciéndole una seña a Arisu para que entrara por la puerta del copiloto.
—Me pides imposibles.
—Ya nos estamos entendiendo entonces. —y con esa última oración, arranqué con velocidad por las calles del oscuro Tokio. —Es curioso, en el mundo real, nunca obtuve mi licencia.
La cara de Arisu se desfiguró completamente a una de pánico, incluso se ajustó el cinturón de seguridad lo más fuerte que pudo, por lo que solté una carcajada.
—No hablas mucho, creo que será mejor que te explique lo que haremos. —él hizo un murmuro de asentimiento. — Los Ejecutivos, a quienes yo pertenezco, te quieren hacer una prueba esta noche. La cosa es que resultaste tan satisfactorio para corazones, que deseamos ver tu desenvolvimiento en tréboles.
—Soy bueno en tréboles. —afirmó. —Gané el juego de 3 tréboles.
—¿El primer juego? — quité la vista del camino para mirar como movía la cabeza de arriba abajo. —Suerte de principiante, además, un tres no significa nada, yo soy de las ligas mayores.
Le guiñé un ojo, con todo el doble sentido a flor de piel.
—Señorita Müller...
—Valentina. —le corregí.
—Valentina, ¿cómo saben cuál juego corresponde a qué categoría?
—Por la estructura, pero yo no hago los mapas, es un trabajo pesado, de eso se encargan los militares junto con Ann, a quien ya debes conocer.
—¿Es ella quien está ahora con Usagi?
—¿Usagi? — intenté hacer memoria, el claxon de otro auto sonó detrás mío y Niragi pasó a toda velocidad junto con otros militares —¡Oh! ¡Tu novia! La chica con la que llegaste.
—Ella no es mi novia.
—Eso dicen siempre los hombres cuando ven a otra chica bonita. —entonces imité una voz grave masculina mientras daba vuelta para ingresar a la avenida principal. —Sí, ya sabes, hemos tenido problemas, ella ya no me quiere como antes.
Pero él no rio, sino que miraba atentamente mi gesticulación, por lo que me detuve frunciendo levemente el entrecejo.
—Oh, entiendo, no te parezco bonita, es eso.
—¡No, no, claro que no!
—Vamos Arisu, no te mataremos por pensar diferente. —el último giro en la intersección y llegábamos al bar que sería nuestro destino. —Asesinamos traidores, no gente con mal gusto.
Estacioné en uno de los pub más grandes de la ciudad, famoso además por el gran hotel que tenía encima. El cartel de acceso estaba encendido y majestuoso frente a nosotros, así que después de bajarnos del auto entramos sin más.
«Un teléfono por pareja.»
La voz robotizada salió de los parlantes, por lo que seguí la indicación y después de permitir que escaneara mi rostro, se lo pasé a Arisu para que hiciera lo mismo.
El juego entonces sería en parejas, las personas que también se encontraban ahí eran dos hombres, el más alto con el teléfono tenía un corte profundo en la cara. Después llegaron dos parejas más, una conformada por dos chicas que lucían como hermanas.
«Número de jugadores lleno. El juego será: Satisfacción. Nivel de dificultad: 10 de tréboles. Jugadores activos favor de pasar a la habitación designada en su teléfono móvil.»
Arisu me enseñó en su teléfono la habitación marcada con el número 39, por lo que subimos al ascensor antes que cualquiera de las otras parejas y nos dirigimos hacia la puerta que se abrió al pasar el teléfono por la cerradura eléctrica.
«Satisfacción: los jugadores deberán alcanzar el punto máximo de satisfacción provocado por su compañero, la primer pareja en llegar al orgasmo, será la ganadora. »
—Malditos enfermos. —sonreí para mí misma recordando a las otras parejas.
«Reglas: mientras sea el turno de uno de los jugadores, el otro tiene prohibido tocarlo o tocarse a sí mismo, deberá esperar su turno o serán descalificados.»
—¿Cómo se mide un orgasmo? —los ojos de Arisu estaban desorbitados, la manzana de adán subía y bajaba por su garganta y notaba cómo se le había acelerado el pulso.
—No tengo idea, pero tendremos que averiguarlo. Tú primero.
Lo senté en una silla que estaba cercana al escritorio de la habitación, coloqué sus manos en los reposabrazos y pasé las mías por mi cuello hasta quitar mi top y tirarlo a un lado. El rubor de su cara me pareció hasta tierno, pero a la vez excitante, y el hecho de que podíamos morir solo alentaba más mi calentura.
Me senté a horcajadas de él, quitando su camisa con mis manos para después pasar mis brazos por su espalda, logrando que a mi frío toque se contrajera. Besé su cuello y me entretuve un par de minutos ahí mientras hacía movimientos circulares con mi cadera, escuchaba sus jadeos ahogados que eran música para mis oídos.
Entonces descendí esos húmedos besos por su abdomen hasta el filo de sus shorts, sin separar mi mirada de la suya y con los dientes, bajé el elástico, solo para que su duro pene me golpeara levemente la nariz.
—¿Así que todo eso escondías debajo?
Su mirada ya era lasciva, vi cómo intentaba levantar su mano para acariciar mi mejilla pero la detuve y la volví a colocar en el reposabrazos.
—La única que puede tocar soy yo, Ari.
Su boca entre abierta soltó un gemido grueso cuando di la primer lamida a su erecto miembro, pero es que no lo podía evitar, lo cohibido que estaba solamente me ponía más. Acostumbraba mucho a ser yo quien obedeciera, pero ahora descubría que estar del otro lado era mucho mejor.
Entonces no aguanté más, lamí mis labios y comencé a chupársela al mismo tiempo que estimulaba el resto de su pene con una mano. Solo escuchaba sus gemidos de placer mientras yo delineaba sus venas con la lengua.
—¿Te gusta así?
—Mmmm...mmmjmmm....—Su mano iba a ser direccionada a mi cabeza, pero la tomé y la devolví de nuevo al reposabrazos.
Esta vez puse su pene entre mis senos, haciéndole una paja de esta forma, con mi lengua tocaba su glande y miraba cómo sus ojos no se despegaban de los míos.
—Vamos Arisu, quiero que te corras para mí. —sentí la necesidad de tocarme, porque el verlo de esa manera, desesperado, deseándome, me ponía muy caliente. Podía sentir mis bragas ya empapadas, pero eso sería contra las reglas.
Dos disparos sonaron en las habitaciones de al lado, pero poco nos importó. Yo seguía ensimismada con mi tarea de darle placer al nuevo miembro de la Playa, y vaya que lo estaba haciendo bien, podía darme cuenta por sus ojos y por los sonidos que emanaban de su boca.
—Voy a correrme, Valentina.
—Espero que sea en mi boca.
Entonces los saqué y lo probé completo, el vulgar sonido de mi atragantamiento y una arcada, además del movimiento de mi mano, fueron suficientes para que Arisu terminara en mi boca.
Me relamí los labios, mis ojos llorosos hicieron contacto con su oscura mirada, se estaba recomponiendo de tremendo orgasmo. Su pecho subía y bajaba, levantó ambos brazos y tomó mi cara, sorprendiéndome porque buscaba besarme con desesperación.
Ningún hombre, después de hacerle una mamada, había querido besarme.
—Me toca. — murmuró con la voz ronca, pensé que quizá quería seguir en la cama, pero ahora cambió de lugar sentándome y abriendo mis piernas completamente, desamarrando ambos nudos del bikini.
Puso mis muslos en sus hombros y bajó su cara hacia mi mojada entrada.
—¡Dios, sí! — o este chico tenía mucho sexo, o veía mucho porno, o era un artista innato, porque me estaba regalando el mejor sexo oral de mi vida. —¡Joder, más!
Sin dejar de jugar con su lengua en mi clítoris, Arisu metió su dedo corazón y el índice en mi vagina, logrando que me arqueara la espalda ante el placer.
—Déjame escucharte. — murmuró, separándose un poco, notando que mordía fuertemente mi labio inferior porque era casi imposible contener mis gemidos de placer.
Sentí el calor subir a mí cuando metió un tercer dedo y su lengua se movió de una forma magistral, aquello que estaba sintiendo era nuevo, tuve que sostenerme fuertemente y exclamé su nombre, el nombre de aquel que me había regalado también mi primer orgasmo.
Tiré mi cabeza hacia atrás, con la boca entre abierta. Se escucharon más disparos, pero estaba aturdida momentáneamente producto de ese sentimiento de placer abrasador.
—¿Lo hice bien? —preguntó, volviendo a ser aquel chico cohibido que había conocido no hace mucho tiempo.
—Estuviste excelente. — abrí los ojos, Arisu estaba frente a mí con su playera estirada. La tomé con una tenue sonrisa y me la pasé por los brazos, me quedaba hasta la mitad del muslo, por lo que cubría lo necesario.
Bajamos por las escaleras ahora, en el lobby, Arisu tomó la carta en silencio y me la tendió pero negué.
—Te la ganaste a pulso. —asentí, y me subí al auto mientras él hacía lo mismo.
Lo peor de tener sexo es el after, nunca sabes qué decir, nunca sabes cómo actuar. Podía ver por el espejo retrovisor que Arisu jugaba nervioso con sus manos y con la carta entre ellas.
La música de una radio se acercó y desaceleré un poco para colocarme a la par del otro coche.
—¡Viva!
—¡Vivos! —respondieron del otro lado. —Celebraremos el regalo más sagrado, hoy en la noche.
—¡La vida! —reafirmó uno de los militares que venía en la parte trasera del coche de Niragi.
—Estás cordialmente invitada. —agregó Last Boss, quien venía de copiloto.
—Me encantaría chicos, pero hoy hago de niñera y debo dejar al pequeño en casa. —me "quejé", la verdad es que el bajón de ánimos que tenía era tremendo, por lo que no me apetecía salir con los militares.
—Pero mira que si el problema es el niñato nos encargamos de él, ¿a que sí? —Last Boss pasó la katana por delante de mí, alcanzando casi a rozar el cuello de Arisu.
—No ha pasado la prueba, buuu, una lástima. —secundó Niragi. —Vamos Vale...
—Hoy paso, este será de mucha ayuda. Otro día será.
Los militares abuchearon y Niragi aceleró, no sin antes yo lanzarle un beso y él hacer el tonto de atraparlo y lanzarlo a su entrepierna. Tomé un atajo y llegué antes que ellos a La Playa, me estacioné muy mal pero no me importaba, solo quería darle las buenas noticias al Sombrero y dormir una larga siesta hasta que mañana la rutina comenzara de nuevo.
Me estiré un poco antes de salir del coche, no esperé a que Arisu se quitara el cinturón o algo parecido, pero su llamado me detuvo.
—Valentina...
¿Qué quería? Estaba acostumbrada a todo, a que me dijeran que si quería seguir la fiesta después del pre, a que me elogiaran por las buenos trabajos que hacía, pero nadie me preparó para lo que dijo Arisu.
—¿Te gustaría salir conmigo, mañana?
Lo miré incrédula, quizá mañana, escuchando la reputación que tenía por los corredores esa idea abandonara su mente, pero eso sería problema de la Valentina del futuro.
—Sí, sí me gustaría.
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