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One Shot de Arisu
Agradecimiento especial a mi amiga Joule , quien escuchando Hotline Bling en nuestra pijamada me miró y dijo: ¿por qué no?
Advertencias: Largo
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«Las mejores chicas de la ciudad de Tokio; la mejor variedad de voces. Discreto, a solo 100 yenes el minuto. ¡No lo pienses más y llama ya! La mejor Hotline que puedas encontrar.»
—No. Es mi premio, no lo gastaré en esa tontería. —Arisu estaba molesto. Sentado junto a sus amigos Karube y Chota en el bar en donde el primero trabajaba, discutía con ellos sobre el premio que había ganado dos días antes en un torneo de videojuegos. Ambos jóvenes le insistían en que para celebrar y como una broma, llamara a la hotline del pegadísimo jingle que estaban cantando toda la noche.
—Vamos Ari, solo serán unos minutos. —le seguía insistiendo Karube, pasándole un vaso con vodka a Chota, quien no cabía más de ebrio. —Un entrenamiento para cuando la verdadera acción se presente a tu vida.
—Déjalo ya en paz Karube, es un gallina, no lo hará. —Chota se tomó todo el trago y calló al otro lado de su asiento, golpeándose la cabeza con la barra, haciendo que Karube lo acomodara nuevamente en medio de un montón de risas.
—Debo irme. —dijo Arisu nervioso, rascándose la nuca.
—¿Te pido un taxi? — Chota vomitó, Arisu hizo una seña de asco y negó con la cabeza.
—No está muy lejos de aquí, caminaré a casa. —les hizo una señal desde la puerta y emprendió camino en la oscuridad de la madrugada.
Los coches sonaban veloces por las calles, unas cuantas gotas de rocío cayeron en el cabello de Arisu. Caminó por unos minutos hasta que ese terriblemente pegadizo jingle de la línea para adultos. Lo pensó una y otra vez y la curiosidad pudo más, ¿qué era lo que tenía que perder? Podía usar un alias y después les contaría la experiencia a sus amigos para que al día siguiente le hicieran carrilla con lo que hizo.
Llegó a su casa y después de encerrarse en su cuarto, sacó el teléfono celular marcando los dígitos uno a uno, logrando que su mano sudara con cada sonido que provocaba el tocar una tecla.
Del otro lado de la ciudad estaba Alex, con un dolor terrible de cuello. El único trabajo que había conseguido para poder pagar el alquiler era en una Hotline donde las sobre explotaban pagándoles muy poco para las pláticas que tenían. No era mucho trabajo en verdad, como mujer, el fingir un orgasmo le resultaba muy fácil, y más aún por teléfono donde podía estar trabajando en otras cosas mientras algún viejo depravado se tocaba del otro lado del teléfono.
Pero esa noche fue diferente. Su jefe la enlazó con una llamada, dándole una breve descripción de la chica promedio que le habían solicitado. Alta, delgada y rubia. Alex era bajita, no estaba en su mejor forma y tenía el cabello castaño, pero si algo irradiaba era sensualidad en la voz, y en la escuela de actuación le habían enseñado a sacarle el mejor provecho a la misma.
—¿Ho..hola? —escuchó una voz diferente. No sonaba como la voz rasposa y ronca de los adultos, era la de un chico joven y nervioso.
—Hola, guapo. Espero que estés pasando una buena noche, yo la haré aún mejor. —dijo su típica línea mientras colocaba palomitas en el sartén y tomaba el teléfono para dirigirse a su habitación.
Del otro lado se escuchó cómo Arisu tragó saliva sonoramente. A Alex le pareció aún más curioso el caso del chico, definitivamente no era algo común. Quizá estaba en una pijamada, o quería experimentar algo nuevo.
—¿Estás solo? — le preguntó, el hecho era que alargar las conversaciones la beneficiaba bastante, porque apenas le daban el 20% del porcentaje por minuto que ganaba.
—Sí. — respondió levemente el chico.
—¿Cuál es tu nombre? —Arisu lo pensó levemente, no tenía nada de malo decir su nombre real, pero toda la experiencia nueva lo abrumó un poco. —Puedes inventar uno, en realidad, o como quieras que te llame cuando ya sabes...me toque y...
—Alice. —salió atropelladamente las palabras de su boca, tanto así que el teléfono se le cayó de las manos a su cama.
—Alice...me gusta. —Alex pensó que quizá se trataba de un fetiche suyo, el que lo llamaran por un nombre que hasta el momento solo había escuchado en mujeres, pero no juzgaba. Le pagaban precisamente por no juzgar, pero para saber cómo dirigirse a él necesitaba preguntar. — ¿Eres un chico trans, Alice?
—No, no...no, soy hombre cisgénero, tengo mmm...uhmmm, pene. — las mejillas de Alice se colorearon de un potente carmesí, incluso esa vibra irradió a Alex del otro lado, quien se dirigió a la estufa a apagarla pues las palomitas estaban listas. Tendría que dirigir toda la llamada, el chico apenas contestaba lo que ella le preguntara.
—Con qué es eso ehh...¿puedes describirme cómo es? —por alguna extraña razón, ser quien mandaba por primera vez logró poner levemente a Alex, se mordió el labio mientras colocaba un poco de música en un volumen bajo.
—¿Cómo es qué? —la sensual voz de Alex logró que la hombría de Arisu se erectara completamente hacía unos minutos, pero le daba vergüenza siquiera mencionarlo.
—Tu pene, Alice. — le respondió juguetonamente. —Apuesto a que se ve delicioso.
—Yo...es...es..está duro, está duro por ti. — Alex sintió ¿mariposas en el estómago?, ¿qué rayos le pasaba? Era algo a lo que ya estaba acostumbrada
—Yo estoy usando justo ahora un body de color morado, nada más que eso. —le susurró. Aquello era mentira, pero Arisu no lo sabía. Su pene le pedía a gritos salir de entre sus pantalones.
—Quisiera quitártelo ya mismo. —las palabras salieron atropelladamente de la boca de Arisu antes de que pudiera procesarlas, Alex se sonrojó violentamente ante eso.
—Sí, a mi también me gustaría que lo hicieras.
La llamada siguió por largo rato más, en medio de todo, Alex hizo algo que jamás había hecho. Se tocó por Arisu. Se tocó pensando en el chico al otro lado de la llamada de su trabajo. Los gemidos que esa noche escuchó Arisu eran verdaderos, y Arisu disfrutó cada uno de ellos.
Alex miró el tabulador de la llamada. Mierda, sí que le saldría algo caro el gusto a Alice, y como no quería retenerlo más simplemente se despidió de él.
—¡Espera! — dijo Arisu, sin saber que para poder terminar la llamada el que tenía que colgar era él. — No supe tu nombre.
—Soy Alex. —le dijo su nombre real, no el de Kira, que era el sobrenombre que siempre utilizaba.
—Alex...buenas noches Alex.
—Buenas noches Alice, piensa en mí.
La llamada fue redireccionada a una encuesta de satisfacción que Arisu rápidamente relacionó con sobresaliente en todo. La experiencia había sido increíble, y no podía esperar para contárselo a Karube y Chota, aunque pensándolo bien quizá debería guardárselo un poco para sí mismo. Así que a la mañana siguiente, cuando los chicos le preguntaron qué hizo después de irse, Arisu les contestó:
—Dormir.
Se llegó la noche, 1: 23 am. Arisu llamó nuevamente a la hotline, solamente pensar en la chica que lo estaría esperando su erección se dejó denotar. El operador nuevamente le ofreció la gama de chicas que tenían disponibles, pero ahora Arisu, con un poco más de confianza sabía realmente a quien quería.
—Quiero a Alex. — exclamó rápidamente. El operador se giró confundido desde el otro lado de la línea. Nunca habían mencionado el nombre real de la chica y trastabilló un poco antes de descubrir que era a Kira a quien quería.
—Está en otra llamada. — los humos de Arisu ante esa respuesta subieron rápidamente. Pensar que Alex podría estar tocándose por alguien más lo molestaba y ni siquiera era consciente al 100% de eso. —Pero tenemos una mucho mejor gamma de...
—¿Puedes regresar la llamada cuando se desocupe? —inquirió, en un tono cortante.
—Por supuesto. —respondió, para después dejar la llamada en espera y Arisu colgar.
48 minutos habían pasado. ¿Por qué tardaba tanto? Comenzó a caminar de un lado a otro del cuarto, impaciente. El teléfono sonó después de 51 minutos desde que la llamada había sido puesta en espera.
—Hola Alex. — musitó, su voz se escucha agitada.
—¿Alice? — ni siquiera Alex, con sus habilidades teatrales, pudo ocultar la sorpresa y felicidad en la voz que acompañó esa pregunta.
—Estuve pensando en ti todo el día. —confesó Arisu.
—Yo también, Alice.
Alex estaba sorprendida, usualmente no tenía muchas llamadas recurrentes, y si es que era así, como Larry de 53 años que llamaba una vez cada 15 días, estas no eran al día siguiente de la llamada anterior. La llamada de esa noche fue un poco más dirigida por Arisu, y Alex solamente se dejó llevar por las sensaciones que imaginar al chico con ella le propiciaba.
El tercer día Arisu llamó a la misma hora, tuvo la fortuna de que esta vez su chica no tuviera alguna persona en la línea. Alex contestó feliz, igualmente sorprendida por la continuidad del chico. Comenzó a decir que había ido a la tienda de lencería a comprar conjuntos de color verde, que casualmente era el color favorito de Arisu. El japonés se tuvo que contener lo más que pudo, porque iba con una idea diferente.
—¿Cómo estás, Alex? — la interrumpió, sacándola completamente de lugar. Alex contestó con cosas sucias, igual que lo hacía con todos.
—Me refiero a...en serio, ¿cómo estás, Alex? ¿Cómo estuvo tu día?
Alex se abrazó a sí misma, nadie en más de un mes le había cuestionado eso. ¿El chico del otro lado de la línea estaba anteponiendo eso a su placer, por el que estaba pagando?
Pero Alex se abrió para él, le contó todo. Desde los problemas que había estado teniendo hasta cómo a veces la asqueaba lo que los hombres mencionaban en las llamadas. Arisu también habló, sobre cómo los videojuegos lo hacían feliz, pero que su familia parecía no estar de acuerdo con que los jugara.
Las noches siguientes Arisu seguía llamando y contándole su vida a Alex, quien esperaba esperanzada que el chico le llamase. A los 13 días, cuando Arisu intentó llamar descubrió que su línea había sido cortada. Había excedido el presupuesto que tenía y todo el dinero del premio que estaba en su tarjeta se había acabado.
Comenzó a mirar desesperado sus opciones, y tomando una gorra y un suéter salió corriendo rumbo al bar donde Karube trabajaba. Imaginó a Alex sonriente, esperando la llamada que no llegaría si sus pies no corrían a una velocidad más grande.
—¿Quieres que te preste qué? — cuestionó Karube una vez que escuchó los gritos del desesperado Arisu.
—¡Tu teléfono, lo necesito!
—¿Y el tuyo? — preguntó sacándolo del bolsillo trasero del pantalón.
—Me han cortado la línea.
—Pensé que lo tenían enlazado con la tarjeta donde te depositaron el premio.
—Lo he gastado todo ya.
—¡Mierda, Alice! — se sorprendió Karube. —No han pasado ni dos semanas aún.
—¿Me lo vas a prestar o no?
—Toma. — se lo tendió a regañadientes. Arisu lo tomó y se dirigía al baño. — ¿Es que no puedes llamar desde aquí?
—No. — respondió finalmente metiéndose al baño y cerrando la puerta tras de sí.
Llamó a la Hotline, ya mañana le explicaría a Karube la situación. El operador reconoció la voz del chico, pero le notificó que Alex estaba en su día de descanso, por lo que tendría que llamar hasta el día siguiente.
—Toma. — le arrojó el teléfono a Karube, el bar vacío les daba un poco más de privacidad.
—Auch, oye, te estoy prestando algo y te pones así, ¿qué pasa?
—Les contaré todo mañana. —le dijo a su amigo. —Reúne a Chota, en el lugar de siempre.
Al día siguiente ocurrieron los sucesos que desencadenaron la llegada de los tres chicos a Borderland. La necesidad de sobrevivir logró que Arisu pusiera su circunstancia con Alex en segundo lugar. Fue en su llegada a La Playa, tiempo después, cuando escuchó una voz que reconoció al instante.
—¿Quieres que te ayude a hacer la comida de hoy? — le preguntó a Ann una chica de espaldas a Arisu. — Ya no puedo comer más mac n cheese deshidratado, quien sea que está en las cocinas apesta.
Ambas chicas rieron al unísono, y al dirigirse a las cocinas Arisu pudo ver bien a Alex. Sus piernas se detuvieron, no era para nada físicamente como se la imaginaba. La descripción que le habían dado era diferente y eso le llegó como un golpe de realidad.
—Hola, Alice. — le dijo Ann una vez que pasaron por un lado. Alex se tensó al costado de ella, no era tan común que a un hombre se le llamara así.
—Ann, ¿ a dónde van? — no había duda, era él. Alex plantó los ojos en el otro lado de la habitación, sintiendo sus mejillas arder.
—¡Alex, mierda! ¡Que bueno que te encuentro! — Kuina llegando apresuradamente se encargó finalmente de destapar que sí se trataba de Alex, su Alex. — Necesito tu ayuda, todos aquí están locos, ¡tú no, Ann!
La tomó de la muñeca y la arrastró hacia las escaleras. Ann miró a Arisu, que a su vez observaba el lugar por el que se habían marchado.
—¿Qué se traen ustedes dos? — preguntó al aire, sin esperar respuesta.
—¿Sabes dónde puedo encontrarla?
—¿A Alex? Usualmente está en la terraza por las tardes con Chishiya y Kuina, o en la piscina por las mañanas. —después reflexionó un poco. — Solo porque es mi amiga, hoy estará a medio día en mi laboratorio, por si quieres ir.
El chico asintió levemente para después salir corriendo a "arreglarse". Pasado el tiempo salió disparado al laboratorio, deteniéndose a preguntar dónde estaba ubicado.
—Ann, estuve trabajando en...— Alex se quedó petrificada al ver al chico frente a el japonés. —Hola...
—Alex. —la saludó con la mano, mientras caminaba hasta estar frente a ella y acariciar su mejilla. — Eres más hermosa de lo que imaginé.
Alice se inclinó un poco, por la diferencia de altura. Alex también acercó su cuerpo al del chico para después, torpemente, fundirse en un cálido beso.
—Esperé mucho para conocerte. — le susurró Alex.
—Tenemos todo el tiempo del mundo para recuperar el tiempo perdido. — le respondió Alice, para volver a besarla.
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