Niragi X Fem Oc X Chishiya
[Pedido para las doce personas que lo solicitaron, lo siento por tardar tanto]
[ADVERTENCIA: +18; voyeurismo]
A Niragi le excitaba imaginarse a Alex, su novia de más de dos años antes de entrar a La Playa, montando a otro.
No pensaba decírselo, temía la reacción que ella tomase al respecto.
El neón encendido proyectaba luz en los vitrales de la sala de juntas de La Playa, a esa hora de la tarde y en espera de un último rondín, los militares y los ejecutivos se reunían. Alex era una ejecutiva, así que naturalmente llegaban antes y usualmente se daban encerrones antes que el resto del equipo llegara.
Niragi apartó la mirada de los pechos de su novia durante un instante, la lluvia llenaba de gotas los ventanales, eternamente cerrados, de aquel piso. En la otra punta de la estancia Chishiya había hecho acto de presencia. No lo había saludado, él tampoco pensaba hacerlo;
Pero Alex sí que lo hizo, y la sonrisa de lado que le dedicó aquel peliblanco sembró una idea en su mente que se fue oscureciendo a medida que los otros miembros llegaron. Las sonrisas ladinas, la conexión de miradas, la tensión sexual que había en aquellos dos hizo que la mente de Niragi comenzara a fantasear.
Se lo estaba imaginando quizá, pero aquella gota de imaginación logró su cometido cuando el bulto en su pantalón comenzó a molestarlo.
Le excitaba imaginarse a Chishiya follando con su novia, y nadie más.
Entonces en la noche y cuando estuvieron en la serenidad y privacidad de la habitación que compartían, cuando Alex se estaba encargando del problema que había ocasionado por la mente de Niragi, este la ayudó a incorporarse dirigiendo su rostro hasta que sus ojos se conectaron, viéndose con sumo deseo y necesidad.
—Alex—murmuró él con firmeza mirándola—, ¿qué estarías dispuesta a hacer por mí?
—Cualquier cosa— por supuesto, en su más puro papel de sumisión, Alex le contestó sin dar paso a trastabilleos.
—¿Lo que sea? —preguntó nuevamente, dándole una última oportunidad.
—Lo que sea para complacerte—y su mirada se oscureció más.
—Quiero que Chishiya te folle—le dijo soltando la bomba. Alex lo miró con confusión, esperando mirar algún rasgo aunque fuese insignificante de broma, pero aquello no lo encontró—. Los he visto, sé que te tiene ganas y que haría cualquier cosa para molestarme.
Niragi hablaba más enserio que nunca en su vida.
—¿Lo dices de verdad?, ¿qué tanto lo quieres?—preguntó, y Niragi se acercó hasta su oído para susurrarlo.
—Lo suficiente como para habértelo dicho—respondió—. Quiero verte montar a Chishiya.
[...]
Chishiya llegó a las diez menos veinte de la noche a la habitación 315 del ala norte del hotel, aquella que estaba destinada a la gerencia y en donde a veces los ejecutivos tenían reuniones privadas de los que los militares no se enteraban. Sin embargo, algo que caracterizaba aquella habitación era una pequeña cámara de gesell a la que solo podías tener acceso desde la propia habitación.
Aquel lugar era perfecto, tú podías verlo absolutamente todo, pero las personas detrás no sabían que estabas ahí.
—¿Me estoy perdiendo de algo? —preguntó Chishiya al llegar y percatarse de que la única persona en aquella habitación era Alex usando un sundress corto y el cabello suelto.
—Hola, compañero de celda—se burló la joven sentada con las piernas cruzadas en el escritorio del gerente—. ¿No te llegó el memorándum? Nos han asignado la misión de encontrar detractores.
—Creí que ese era el trabajo de tu novio—atacó él sentándose en la silla del gerente. La mirada de Alex se ensombreció a la par que se agachaba para encontrarse a su altura aún sobre la mesa.
—A veces Niragi no puede hacer su trabajo solo—murmuró, y la fría mirada de Chishiya le correspondió con deseo—, a veces necesita ayuda.
—Eres una joya completamente, Alex—dijo Chishiya acercando la silla giratoria al escritorio lo suficiente como para que ella se pusiera nerviosa—. Coqueteando y tonteando conmigo todo el tiempo, ¿qué diría tu novio si te mirara haciendo esto?
Alex sonrió levemente.
—Me castigaría por portarme mal—mintió—. Que bueno que no está, ¿no lo crees?
Chishiya se levantó y Alex abrió las piernas permitiendo que él se colocara en medio.
—Entonces alguien tiene que castigarte cuando tu cuidador no está—le respondió acariciando su mejilla y colocando el pulgar justo en su labio inferior—. ¿Es eso lo que quieres?
Alex asintió
—Entonces dilo—dijo presionando su erección en la entrepierna de la chica quien lanzó un jadeo de deseo ante el contacto—, di lo que quieres, di lo que necesitas.
—Te quiero dentro mío—le respondió en un susurro—, quiero que me folles.
—Imagínate qué diría tu novio si nos viera en esta situación.
—Le encantaría—afirmó Alex—, no tienes ni idea.
Y con esas palabras sus bocas se unieron comenzando una guerra donde el deseo, los suspiros y jadeos no se detenían.
—Inclínate sobre el escritorio y súbete el vestido—dijo Chishiya de una forma demandante, y Alex hizo lo que le ordenó como si el propio Niragi, cuya erección detrás de aquel cristal ya era palpable, estuviera justo a su lado.
Chishiya se detuvo un momento a admirar el trabajado trasero de Alex, por supuesto que entendía a Niragi. Aquel cuerpo moldeado por el voleibol hacía despertar sus deseos más carnales, entonces Niragi cerró los ojos levemente.
Aguardó.
El sonido del primer golpe no tardó en llegar.
—¿Quieres que dejemos marcas, Alex? —murmuró Chishiya en su oído después del jadeo provocado en la joven—. ¿Quieres que vuelva a hacerlo?
Y ella asintió.
Se oyó un nuevo azote.
Y un par de segundos después otro.
Niragi tenía la boca seca y notó como su pene engordaba bajo sus pantalones.
Luego, mientras el castigo continuaba, pensó en Alex, mirando por su rostro que estaba disfrutando completamente el castigo. Su cara aguantando la respiración, el escozor después del impacto, quizás alguna lágrima mientras las mano del joven médico coloreaba de rojo su trasero.
Se detuvieron, Alex se levantó levemente y Chishiya la sostuvo por la cintura.
—¿Ha sido suficiente castigo? —preguntó mientras acariciaba su desnudo pecho que dejaba entrever la sudadera que usaba.
—Creo que mereces una recompensa esta vez—le respondió.
Sus labios se unieron nuevamente, los besos húmedos de Chishiya comenzaron a descender por su cuello, donde se detuvo estimulando esta área erógena mientras con sus manos desajustaba el vestido por la parte de atrás. Las manos de Alex se dirigieron inmediatamente a sus shorts de playa, donde comenzó a acariciar su pene por encima de la tela. Niragi parecía un perro rabioso de deseo, sus dedos se clavaban en aquella silla en espera de que el par hiciera otro movimiento.
Chishiya delineó los pechos de Alex con la punta de la lengua antes de finalmente liberarlos y entretenerse con ambos un momento; ella ni corta ni perezosa había introducido su mano en los shorts del japonés para estimular su pene de arriba hacia abajo, arrancando de igual manera leves jadeos.
Entonces Chishiya la tomó por el trasero y la sentó en el escritorio. Aquella silla giratoria tomó lugar justo en medio, cuando deslizó su cara entre la falda del vestido y sonreír al darse cuenta de que ella no estaba usando bragas. Alex miró su propia cara de placer mientras Chishiya le estimulaba el clítoris con la lengua a la par que usaba sus manos habilidosamente para hacerla tocar el cielo, y recordó que detrás de aquel reflejo de ellos mismos, viéndola directamente a los ojos, estaba su novio tocándose con la misma intensidad y deseo que aquel par irradiaba.
Y aquello la hizo sentir deseada, hermosa, casi perfecta, y aquel sentimiento le nubló la consciencia cuando Chishiya le arrancó un primer orgasmo que cayó mordiendo sus labios levemente.
Chishiya la tomó por la espalda y la acercó a sí mismo, con la otra mano la tomó del cuello haciendo el mismo movimiento con el dedo pulgar que el inicio.
—No vuelvas a hacer eso—le ordenó—. No te calles lo que te estoy haciendo sentir o pararé, y no habrá vuelta atrás.
—Déjame devolverte el favor.
Sin él esperarlo, y tras manosearle el pene semierecto apenas una o dos veces, empezó a besarle el cuello, el pecho, el abdomen para finalmente quedar de rodillas lamiendo su pene para luego empezar a succionarlo hasta finalmente tenerlo totalmente duro dentro de su boca y aumentando el ritmo del movimiento de su cabeza. Él apenas gemía suavemente, mientras ella no paraba de chupárselo, y solo parar para pasar su lengua por todo el tronco, movimiento que él guiaba agarrando su pelo y moviendo su pelvis.
En cierto momento, Alex sintió como él la jaló del cabello y la atrajo hacia él deteniendo la felación y le plantó un mojado beso que concluyó con él recostándola de espaldas en el escritorio.
Chishiya lentamente introdujo cada centímetro de su pene logrando leves gemidos por parte de ella hasta finalmente tenerlo todo dentro suyo. Él empezó a moverse lento y después más rápido, haciendo que en aquella habitación los gemidos y sonidos obscenos les permitieran acallar los que Niragi profesaba del otro lado. Alex sentía cómo toda la virilidad de Chishiya entraba y se había convertido en placer, que se tradujo en un orgasmo.
Alex se levantó después de unos segundos, sus piernas temblaban y Chishiya tuvo que ayudarla a apoyarse en él, y después terminó penetrándola nuevamente contra aquel espejo que funcionaba como cámara de Gesell. Niragi tenía la mejor vista del mundo; los pechos de Alex estaban aplastados contra el cristal mientras su cara de puro placer estaba a toda su merced pues su cabello era sostenido por la mano de Chishiya.
Ambos hombres llegaron al tan esperado orgasmo al mismo tiempo, y Chishiya salió de ella para terminar manchando el suelo y la silla. Alex estaba agitada, pero él no la dejaría así. Su mano no tardó en buscar la entrada de la chica nuevamente, dándole el placer que necesitaba mientras besaba su cuello y a ella misma hasta que Alex volvió a rozar el cielo.
Él se sentó en la silla y luego la hizo sentarse en sus piernas. Sus pechos subían y bajaban frenéticamente y solo podían verse a los ojos hasta que se recompusieron. Alex tenía la boca entre abierta y Chishiya se mojó los labios antes de volver a besarla. Con una mano encontró el vestido de Alex y comenzó a anudarlo después de pasarlo sobre sus hombros antes de caminar rumbo a la salida mientras subía el cierre de su chaqueta.
Niragi estaba completamente extasiado, había llegado al orgasmo más abrasador de toda su vida. Los dedos le dolían de lo fuerte que se había clavado las uñas en la silla de madera al no rendirse ante sus deseos de abrir la puerta y unírsele al par, por muy extraño que aquello fuera. Su mente estaba casi en blanco cuando los miró marcharse.
Alex tomó el pomo de la puerta y se disponía abrirla cuando Chishiya colocó su mano encima.
—¿Te ha gustado? —preguntó contra su cuello—, ¿te he dado lo que querías?
—Sí—afirmó ella asintiendo levemente.
—¿Volverás?, ¿lo necesitas?
Ella giró para observarlo y volver a asentir.
—Quizá la otra vez puedas decirle a tu noviecito que no necesita esconderse—murmuró.
La cara perpleja de Alex hizo que el peliblanco sonriera con autosuficiencia. Niragi del otro lado de la cámara miró la escena con incredulidad.
—La cámara tiene un fallo, un pequeño glitch—afirmó—, si la habitación de al lado está apagada, solo basta con mirar la pequeña ventana que estuvo a tu espalda todo el tiempo y entonces estás expuesto.
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