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Niragi 1.2

[Continuación del OS Teddy Bear]

[Pedido de: Ranaotakufujoshi ]

ADVERTENCIA; Capítulo fuerte, pero corto.

Niragi pensó que estaba en una pesadilla terrible, uno de esos terrores nocturnos que lo atormentaban todas las noches sin descanso desde su infancia y la mitad de su adolescencia cuando entró a la habitación después del rondín diario para llevar a Alex al juego de la noche y encontró la escena que terminó por destruirlo.

El grito que lanzó fue inmediatamente callado por sus propios sollozos. Los militares que custodiaban la puerta la abrieron casi de inmediato y recibieron gritos indicando que nadie entrara por ningún motivo; entonces pasó lo peor.

Niragi se sentó en la cama y miró sus propias manos, pero sus ojos estaban muy abiertos y enfocados directamente en todas las líneas de sus dedos. Se sintió mareado, como que quería vomitar, entonces sintió los escalofríos recorrer su espalda para después transformarse en espasmos que a su vez lo hicieron temblar.

Se levantó y miró el cuerpo de Alex desangrado en el piso y se agachó a sujetarlo contra su cuerpo, recriminándole el haberlo abandonado, el haberse ido finalmente. Luego volvió a dejarlo en el suelo y comenzó a golpear todo lo que encontró a su paso, su pulso estaba completamente acelerado y sus pupilas dilatadas. Destruyó todo cuanto encontró, y comenzó el ciclo de llorarle a su cuerpo nuevamente.

Los escalofríos se transformaron en náuseas, su llanto era incontrolable y la cabeza lo atormentaba; sentía que aquello no era real y las palabras no le salían de la garganta.

El mundo le dio vueltas de pronto y entonces devolvió completamente su almuerzo en el váter de la habitación.

Estaba acabado, destruido.

Su mundo se había ido, y era su culpa.

[...]

—¿Por qué debería hacerte ese favor?

—Porque te estoy apuntando directamente a la sien con un arma cargada—respondió Niragi quitándole el seguro al revoler—, porque no considero que seas tan estúpida como para no hacerlo.

Ann tomó un par de guantes limpios y se los puso en las manos.

—Lo hago por ella—corrigió—. Lo que tú hagas me tiene sin cuidado. Pensé que terminaría con el resto de pila de gente de que desechan todos los días.

Niragi quería golpearla, pero se contuvo. Le había exigido a la forense ayuda para tratar el cuerpo de Alex como si de una funeraria se tratase. Había conseguido un bonito vestido verde esmeralda que sabía que le gustaría más que el traje de baño que los obligaban a usar.

La sola insinuación de que Alex sería arrojada al centenar de cuerpos de traidores lo hizo rabiar; le daría una sepultura digna, era lo último que podía hacer. Escogió un campo de lavandas a las afueras de Tokio, un lugar tranquilo y sin edificios que fueran tomados después como campos de juego.

—Vuelve en unas horas, esto tarda, tiene un proceso—le indicó Ann sacando el equipo de disección que tenía—. Da una ronda y después regresa.

Pero él no se movió.

—O haz lo que quieras, da igual.

Niragi se sentó con los brazos cruzados y la cabeza gacha, dormitando levemente y luego sacudiéndose por el escalofrío que le recorría el cuerpo. Pasaron un par de horas donde todo lo que podía escucharse era el sonido del líquido correr, de los cortes, entre otras cosas que hacía la forense para que su trabajo quedara limpio.

—Mierda—murmuró, pero aquello fue suficientemente fuerte como para que Niragi se levantara de forma inmediata.

—¿Qué? —le preguntó, y ella intentó cubrir aquello con su cuerpo levemente—, ¿qué? ¡¿QUÉ?!

Entonces lo que ocurrió cuando encontró el cuerpo de Alex muerto en la mañana no se comparó con el infierno que le hizo pasar Ann cuando levantó con la pinza al feto de apenas 3 pulgadas de largo, el cual aún era débil de distinguir.

Niragi no escuchó nada, Ann se separó de la mesa con violencia cuando él lo tomó con sus propias manos, acunándolo contra su pecho. Ann pensó que finalmente había perdido la cabeza completamente.

—Estaba embaraza—dijo Niragi tratando de convencerse a sí mismo como si la prueba que tenía entre sus manos no fuera suficiente—. Estaba embarazada de mi hijo y...

Entonces se acercó a la plancha donde descansaba el cuerpo de la joven, acarició su cara y al mismo tiempo le presentó al feto.

—Mira, Alex, íbamos a ser padres—Ann comenzó a hiperventilar analizando todas sus opciones. Miró por si había algún arma cerca, pero él conservaba el revolver aún—. Iba a ser padre, Alex, y tú serías la madre del pequeño porque, ¿es un niño, verdad?

Ann asintió, aunque no estaba tan convencida al respecto.

—Dios, seríamos una familia en verdad.

Y comenzó a reír en un ataque completo de psicosis. Le gritó a Ann que se marchara, que quería quedarse solo con su familia, y ella no puso objeción alguna. Corrió a toda velocidad a la salida y luego a su vez subió las escaleras en busca de Aguni para que controlara a su subordinado.

Estaba por el último peldaño cuando escuchó aquel disparo que hizo que el estómago le diera un vuelco.

No muy convencida bajó nuevamente tomando ahora un arma que tenía en su oficina, ella misma abrió la puerta y miró la escena con horror.

Niragi se había volado los sesos, a su lado, el cuerpo de Alex a media autopsia le tomaba la mano. En sus entrelazadas manos descansaba aquel hijo que jamás vio el mundo.

Finalmente eran una familia.

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