Last Boss
Los pies de Niragi caminaban con una serenidad abrumadora a través de los rincones de La Playa. El sol estaba en su punto más alto del día, aunque las nubes permitían que el calor no se sintiera de una forma tan bochornosa sobre la bronceada piel de los habitantes del lugar. Había desayunado justo lo que deseaba, así que con los pensamientos positivos aflorando su mente pasó completamente por alto el poco ruido que existía en el lobby donde usualmente se centraba en gran medida las excentricidades del lugar.
Aguni le había solicitado dar una inspección diurna. A veces se sentía como un gerente general de algún gran mall, aquellos que visitaba con frecuencia cuando salía de clases de su antiguo colegio.
—Miyari—llamó a uno de los militares cuando lo visualizó—. ¿Has visto a Last Boss?
Por supuesto que lo necesitaba. Si él era el gerente general, entonces Last Boss era su asistente. Siempre caminaban de la par, organizaban los escuadrones y las rotaciones para ambos turnos de guardias. Confiaba en él plenamente e incluso se podría decir que lo consideraba su amigo. También le gustaba bromear con él a pesar de que no sonreía con mucha frecuencia.
—Creo que no puedo dar esa información.
Niragi levantó una ceja en su dirección. Él estaba por encima de cualquier instrucción antes dada, incluso por encima de su subordinado y no pensaba volver a repetir la pregunta.
—Puedes ver en la piscina—le recomendó el hombre cuando sintió un escalofrío recorrer su espalda—, dijo que estaría por ahí.
—Por Dios—se quejó el de los piercings—. Last Boss jamás se mete a la piscina, no permitiré que...
—Es por Alex—dijo Miyari encogiéndose de hombros—. Cambió su guardia con Nathji de igual forma. No quería que lo molestasen.
—¿Te dijo por qué?
—No.
—Bien—Niragi asintió aunque no muy convencido—. Cubrirás nuestras guardias, que no se te olvide que soy tu superior. Cuando requiera información me la darás inmediatamente, encima de cualquiera de las órdenes que te hayan dado, ¿está claro?
—Por supuesto—Miyari bajó la cabeza y salió disparado al otro lado del lobby tan rápido que pudo haberse tropezado con uno de los sofás. Niragi había sido benevolente con él y nada físico ocurrió, pero no esperaba correr con la misma suerte si se mantenía en esa posición.
El militar enfrascó su recorrido ahora rumbo a la piscina, y entonces finalmente notó la ausencia de gente a sus alrededores. Le extrañó, no debía mentirse, controlar grandes multitudes era difícil así que todo tipo de teorías le pasaron por la mente. Quizá todos estaban enfermos por la cena de anoche, la cual fue bastante mala. Él tenía un estómago de hierro labrado casi a mano por la pésima comida que le daban en el internado, lo cual lo había hecho casi inmune, pero aquella idea se desvaneció cuando miró las katanas de Last Boss en la orilla de la piscina.
Tuvo que taparse la boca un poco para no reír abiertamente. Caminó sin hacer el suficiente ruido hasta colocarse en la orilla de la piscina y sentarse sumergiendo sus pies en esta.
—Creo que quizá sería buena idea saber lo que está ocurriendo—le dijo Niragi a Last Boss una vez que su cabeza se asomó entre el agua—. ¡Hola, Alex!
—¡Niragi! —Alex sonrió y sacó la mano para saludarle—. Hoy es nuestro aniversario.
—¡Oh! —Niragi levantó ambas cejas con una sonrisa en el rostro. Los labios en una perfecta línea recta de Last Boss lo hicieron reír levemente—. Lo siento si interrumpí algo, ¿cuánto están cumpliendo?
—Dile, amor—animó Alex rodeando con sus piernas el cuerpo de su novio por debajo del agua y colocando su cabeza en su hombro—. Vamos.
—Dos semanas y tres días—dijo Last Boss. Alex sonrió satisfecha y dejó un beso en su mejilla para después volver debajo del agua.
Niragi se cubrió la boca al ver que las mejillas de Samura se tornaron rojizas.
—Parece que te la estás pasando increíble, quiero decir, Alex debió contar también todos los meses en donde estuvo persiguiéndote hasta que te dieses cuenta de sus intenciones—acotó—. Esa chica se merece un premio.
—¿Qué haces aquí?, ¿Necesitas algo? —preguntó Samura—. Estoy seguro que dejé todos los pendientes resueltos. Envié a la mayoría a juegos diurnos para tener el día libre y cubrí mi guardia.
—Pensaste en todo, romeo—dijo Niragi con una falsa voz de enternecimiento—. Pero de verdad, por lo menos debiste haberme preguntado, pude asesorarte. No creo que la cita perfecta sea en la piscina de la playa.
—Alex quería jugar a las sirenas—dijo Samura.
La cara de Niragi cambió completamente. Incluso se limpió el oído.
—Creo que he escuchado mal.
—¡Niragi! —dijo Alex saliendo del otro lado—. ¿Quieres unirte?
—Hazlo y lo lamentarás—dijo Last Boss para que solo él lo escuchara.
—Lo siento, Alex—Niragi sacó sus pies del agua y negó levemente—. El tritón gruñón de aquí me matará si me les uno. Los dejo para que disfruten su luna de miel. Last Boss, me debes una.
—Lástima—dijo Alex haciendo un puchero—. Entonces Sam, ¿cuánto tiempo puedes permanecer bajo el agua?
Niragi rio levemente. A veces pensaba que eran como el agua y el aceite. Ella era muy expresiva y tierna, le encantaba estar abrazada a Samura todo el día y que este le dijera en el oído lo mucho que la quería. Last Boss tardó tiempo para tomarle la mano, pero lo hacía porque a ella le gustaba.
Cuando giró para dar un último vistazo, lo miró saliendo del agua y atrapándola con sus brazos alrededor de su cintura, siendo él ahora quien buscaba que sus labios se unieran.
Había cambiado un poco, pero aquello estaba bien.
Uno de los dos era feliz, y eso lo hacía sentir tranquilo.
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