Last Boss
[Pedido anónimo]
—¿Puedo quedármelo? —con una sonrisa en la cara y sosteniendo frente a ella al pequeño gato blanco que encontró mientras paseaba en el carrusel, Alex miró a su novio Samura, con quien le tocaba cubrir guardia diariamente.
—Es una bestia—le dije cruzándose de brazos—, moriremos todos si no atravieso la katana por su corazón.
—Quiero conservarlo—como si no hubiera escuchado lo anterior, Alex acarició al animal y lo levantó en el aire después. El gran revolver que llevaba en la cintura contrastaba perfectamente con esa imagen—. Te llamaré nube, o algodón de azúcar, o ¡copo de nieve!
Last Boss se tocó la cabeza con incredulidad. Miró a ambos lados en repetidas ocasiones antes de suspirar fuertemente.
—Si Niragi lo encuentra lo va a asesinar y no podré hacer nada contra eso—le recriminó—, y si el marcador llega a uno y no encontramos otro...
—Yo le dispararé—razonó la joven sin mirarlo aún; toda su atención estaba en aquel gato que metió en la sudadera que traía consigo—, le disparé a un conejo ya y el marcador no cambió. Los pequeños no son bestias.
—Vuelve al carrusel, volveré por ti cuando terminemos con esto—resignado, Samura se rindió ante Alex, quein sonrió festejando su victoria y le plantó un gran beso en los labios.
—Estaré en el caballo color morado—le informó—, deberías venir también. Niragi puede encargarse, mira.
Alex señaló a lo lejos que Niragi gritaba como desquiciado lanzando tiros de su ametralladora a diestra y siniestra, subido en una montaña rusa.
—A este paso ni siquiera nosotros quedaremos vivos— se quejó Last Boss—, debo ir a controlarlo. Recuerda lo que hablamos.
—Lo tengo—Alex tronó su lengua y asintió. Samura señaló al otro lado del campo, justo al lado del carrusel.
—Ahí hay algodones de azúcar. Obligamos a alguien a comerlo y no se intoxicó, puedes comer uno si quieres.
—Te amo tanto—Alex le dio un beso en la mejilla antes de desaparecer en aquella dirección. Last Boss rio levemente, llevando inconscientemente su mano a la mejilla derecha, y después cambió la cara y emprendió la huida al ver a Niragi más enloquecido aún.
[..........]
—¿Puedes poner otra cosa en el radio? —se quejó la pelinegra.
El auto convertible era conducido por Niragi, quien no temía pisar el acelerador más de la cuenta. El único que usaba cinturón de seguridad al principio era Samura, pero eso cambió cuando obligó al par a colocárselos de igual manera. Alex no quería, temía aplastar al gato, pero Samura la obligó pasando sus brazos para colocar el cinturón él mismo.
Last Boss iba en el asiento de enfrente, y Alex en medio.
—¿La princesa quiere que cambiemos de estación? —se burló Niragi mirándola por el espejo retrovisor.
—Lo que sea es mejor que escuchar en loop una y otra vez Hopelessly Devoted To You—Niragi giró a mirarla ofendido.
—Retráctate—le retó—, te bajaré del coche.
Alex le sacó la lengua. Samura tomó la cabeza de Niragi y la giró para que devolviera la vista al camino.
—No es como que haya mucho tráfico, de cualquier forma—acotó el de los piercings—, y tampoco hay otras estaciones. Escucharás Grease o caminarás los quince kilómetros restantes, tú decides.
—Por lo menos bájale—se quejó la joven.
Niragi subió el volumen al máximo. Alex se levantó del asiento y quitó el radio del auto y lo lanzó a la parte de atrás. Niragi se quejó, gritó un montón de groserías y después el ambiente en el auto volvió a ser el mismo.
Hasta que se escuchó un maullido.
—¿Qué mierda? —preguntó Niragi. Samura abrió los ojos de sobremanera, pero no quiso ni siquiera girar—. Creo que estoy alucinando.
Niragi giró la cabeza a ambos lados en un intento de despabilarse. Su cuello tronó, se quejó del dolor y Alex se burló de eso.
Pasó poco tiempo para que dos maullidos seguidos se escucharan.
—Bien, eso no lo he imaginado.
—Alex—le llamó Samura—, ¿podrías controlarte? Ya casi llegamos.
Los colores se le subieron al rostro a la pelinegra. La cara de Niragi era un poema. Por el espejo retrovisor, Alex miró los ojos de Samura que le exigían que continuara con su plan, y así lo hizo.
Se quitó el cinturón de seguridad para moverse detrás del asiento de Last Boss y pasar sus brazos por su cuello, giró su cabeza para plantarle un beso.
—Mierda, ¿podrían esperar un poco? Sé que la adrenalina pone, pero estamos a un kilómetro de la entrada.
—Envidioso—se quejó Alex para volver a besar el chico. Otro maullido se escuchó, y Alex estaba tan avergonzada que tuvo que esconder su cara en el cuello de su novio.
—Son unos cerdos—se quejó Niragi al estacionar el auto a gran velocidad, sin siquiera preocuparse de que estuviera derecho. De un solo salto salió del convertible y tiró las llaves—. Me voy, no quiero estar aquí. No quiero verlos en la mañana.
—Te conseguiré una novia—Alex se encogió de hombros, Niragi le sacó el dedo de en medio.
—No me va eso—y giró a mirar a Samura antes de salir por la puerta—. Diviértete con tu gatita, ¡espera que les cuente a todos mañana!
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