Especial de San Valentín [Niragi] Pt II
Advertencia: O recibe comentarios este capítulo, o será el último.
Recomendación: Volver a leer la primer parte para tener contexto completo de lo que ocurre.
Cerró la ducha con premura cuando escuchó nuevamente el sonido de la notificación en su teléfono. Escurriendo agua y envuelto en una toalla, Niragi salió de su baño casi resbalándose y lo tomó entre sus manos con una sonrisa. Después de la cena que había transcurrido en el habitual silencio en su casa, Alex no le había respondido el mensaje así que se entretuvo mientras tanto haciendo los deberes de las clases hasta que finalmente ocurrió.
Colocó un poco de música algo baja mientras se cambiaba y se colocaba el pijama negro de satín. Cementery Drive de My Chemical Romance sonaba mientras se secaba el cabello con la vista pegada al teléfono.
—¿Hiciste lo del Valentín Secreto?
"No, no creo que pudiesen emparejarme con alguien.
¿Tú lo hiciste?"
Niragi se secó las manos en los muslos, impaciente por la respuesta, observando que la figura con el nombre de la chica se encendía y apagaba rápidamente. Ella estaba escribiendo, pero, ¿por qué tardaba tanto?, ¿por qué no solo enviaba el mensaje? La ansiedad de Niragi creció cuando la figura simplemente desapareció, como si se hubiese desconectado.
—Ya no, no a tiempo. Tampoco creo que pudiesen emparejarme con alguien a quien quisiera.
El estómago de Niragi dio un pequeño vuelco. Por supuesto que ella estaba interesada en alguien, era muy bonita y tenía a casi toda la escuela detrás suya. Se preguntó si, a pesar de que Hiroki era un idiota con ella, sería a quien perteneciera su corazón, o Ren, quien no era tan atlético pero tenía muchísimo más cerebro que su amigo atleta. Despejó los pensamientos de su mente cuando otro mensaje le llegó y se recostó en la cama.
—Hana dice que debería meterme al stand de besos, que en realidad la recolección no ha ido tan bien como lo esperábamos.
Niragi negó con velocidad. Por supuesto que no, cualquier persona podría aprovecharse de ella si se exponía de esa manera, y más que todo, algo dentro de él le gritaba que tenía que impedir aquello a toda costa, una opresión en el pecho que lo hacía escribir con rapidez en el teléfono aquel mensaje que no envió, al mismo tiempo que sus labios tarareaban inconscientemente la canción.
Lo borró, y prefirió enviar otro en su lugar.
"Y, ¿qué piensas hacer?"
—No pienso contraer herpes, gracias.
Él envió varios emojis riéndose, ella envió un gif de un gatito lamiendo su patita. Niragi tenía una sonrisa en el rostro y solo esperaba que Alex tuviera una de igual forma. La canción terminó y él la puso en repeat.
—Pensamos en vender galletas:), estaba buscando recetas para hacerlas, pedí lo ingredientes por la tarde y ahora solo queda hornear.
"Yo tengo una receta muy buena, me la enseñó mi abuela. Si quieres puedo ayudarte, ¿para cuándo las harás?"
Por supuesto que había mentido. No tenía la más mínima idea de cómo hornear galletas. Su abuela apenas movía un dedo pero lo hacía para ordenar que alguna de sus damas de compañía fuera a buscar algún refrigerio. De cualquier forma, nada que una visita a una pastelería local no pudiera enmendar. Se levantó a esperar una respuesta mientras cambiaba la canción para poner un podcast de repostería.
—Tengo solo esta noche.
Un gif de un gatito llorando. El chico hizo una mueca.
Niragi miró la hora, eran casi la una de la madrugada. Estaba abusando de su suerte quizá demasiado, aún así sus dedos fueron más rápidos y escribió la respuesta.
"¿Necesitas ayuda?"
—Me gustaría decirte que no, pero la realidad es que bastante :(. Te debo el cielo entero.
"¿Puedes poner a precalentar el horno? Estaré ahí en un instante"
—¿Cómo diablos se hace eso?
"¿De qué modelo es tu horno?"
—Es un horno negro y caben como diez pizzas.
Un gif de una mujer confundida con un montón de ecuaciones transcurriendo su mente.
El chico rio y negó con la cabeza. Se puso apenas una campera encima de su pijama y leyó levemente un blog sobre cómo hacer unas galletas sencillas mientras bajaba las escaleras y salía por la puerta de servicio sin hacer ruido.
"Estoy fuera"
—BRB.
Niragi se acercó caminando hasta la entrada a través de la vereda del jardín. Las lámparas se encendían con su movimiento, luego lo hicieron los aspersores así que tuvo que colocarse contra la puerta hasta que ella abrió y él pudo entrar.
—Lo siento—dijo Alex pasándole una toalla que tomó de la cocina—. Desactivar la alarma fue un verdadero martirio. No soy buena con la tecnología.
—No te preocupes—rio él negando por lo irónico que eso era mientras se secaba el cabello—. Debí haber anticipado lo de los aspersores, esos árboles y arbustos debían estar verdes por algún motivo.
Alex también rio y le explicó que la mayoría eran plástico; Niragi tomó un momento para verla. El cabello trenzado pero dejando mechones sueltos, tenía la cara lavada y usaba una pijama de satín rosa y unas pantuflas de conejito.
Ella bajó la cabeza un poco, él se dio cuenta de que se había quedado embelesado observándola.
—Lo siento también, fue muy pronto y no tuve tiempo de cambiarme—mencionó ella pasando su mano por su propio brazo—. ¿Es que me veo tan mal?
Él negó con rapidez, con la boca semiabierta y trabándose al hablar. Lo que menos quería hacer era hacerla sentir incómoda. Su balbuceo de cualquier forma logró que ella sonriera levemente.
—Entiendo—dijo guiándolo a través del pasillo hasta llegar a su cocina, aquella que lucía tan limpia como si esa fuese la primera vez que se usara—. ¡Oh, logré encender el horno!
—¿De verdad? —preguntó Niragi bajando un poco para observar que aquello era cierto—. ¿Cómo lo hiciste?
—Vi un tutorial.
Y señaló a la pantalla del asistente de la cocina, justo en medio de la isla de mármol blanco donde el video aún transcurría. Mientras tanto, Alex se pasó por los hombros un delantal de cocina y luego le tendió uno a Niragi.
—No queremos llenarnos de harina y...lo siento, es el de papá—explicó escondiendo una risa cuando él observó aquel "Kiss the cook" grabado en el suyo—. A veces le gusta cocinar, es el único que lo hace aquí.
—No te preocupes—dijo él negando a la par que se recogía el cabello en una leve coleta. Alex giró la cabeza buscando los ingredientes y dejándolos frente a él, luego intentó leer entrecerrando los ojos y se rindió finalmente abriendo uno de los cajones—. No sabía que usabas anteojos.
—Soy un topo ciego, uso lentes de contacto pero no puedo usarlos todo el día. Me haré cirugía en verano, son horrorosos y no dejaría que nadie en la escuela me viese así.
—Te quedan bien—alagó Niragi esperando que aquello no fuese extraño.
—Son como de fondo de botellón, olvídalo—se rio pasándole la harina—. Pero de verdad es como, wow, espero que no te asustes. Te he mostrado más sobre mí en un día que a mis mejores amigos en cuatro años, así que eventualmente espero que entiendas que si esto se sabe, te acabaré socialmente.
—También me siento cómodo contigo, Alex.
—Yo no dije eso.
—Sé leer entre líneas, cuando hablas solo lo necesario puedes hacerlo—dijo encogiéndose de hombros—. No necesitas estar tan a la defensiva todo el tiempo.
Alex no dijo nada, comenzó a sacar los utensilios de la cocina y algunos bowls, luego susurró algo mientras se quejaba por el diseño, pues estos se encontraban lo bastante altos.
—Pedir ayuda también está bien—él sonrió tendiéndole el bowl, ella asintió.
—Gracias, por el bowl y por ayudarme con este desastre—resopló levemente dejando todo en la isla de mármol—. Bien, ahora sí. Tú eres el chef y yo seré la chica del clima.
—¿La chica del clima?
—Ya sabes—mencionó ella sentándose en la isla—. La chica bonita que menciona el clima, la que quitan cuando las cosas se ponen difíciles y entonces aparece el meteorólogo.
—¿Eso me convierte en el meteorólogo?
—¿Tu delantal dice besa al meteorólogo?
[...]
—¡Más chispas!
Parecían unos niños pequeños, aquello fue una locura. La harina descansaba en algunas partes de su cara, la música sonaba levemente con drugstore perfume en un loop desde hacía unos once minutos. La masa fue vertida en los moldes y luego llevada al horno por el chico.
—¡Bien! —celebró Alex.
Él levantó la mano para darle los cinco, pero se sorprendió cuando sintió el pequeño cuerpo de Alex contra sí, envolviéndolo en un abrazo que tardó un poco en responder por la impresión.
—Cocinar es algo lo bastante personal como para una primera cita, ¿no lo creen?
Niragi se alejó casi de inmediato al escuchar la voz masculina venir de la entrada del pasillo e hizo una rápida reverencia de recibimiento. Alex no se inmutó. Su padre estaba en la entrada mirando la escena completamente divertido y con una ceja alzada.
—Más si es a las...—comenzó viendo su reloj—, tres de la mañana y en jueves.
—Buenas noches señor Kato.
—Buenas noches, hijo—respondió—. Bueno, por lo menos es educado. Ahora, ¿desde cuándo cocinas, Alex?
—Pensé que llegarías más temprano, entonces supuse que no llegarías hoy.
—Y lo mejor que se te ocurrió entonces es meter jóvenes a la casa.
Niragi quiso que la tierra se lo tragase, iba a defender a Alex pero el padre de la joven negó con una sonrisa.
—Hay por lo menos dieciséis empleados que podrían hacer las galletas, señorita.
—Y los dieciséis estarán agradecidos de que les permita dormir más tiempo.
—Touché.
El joven se acercó bastante nervioso, volvió a hacer la reverencia y se presentó formalmente al adulto, él le palmeó la espalda levemente.
—Sé quien eres, tranquilo, hijo. Buena familia y buenas calificaciones, lo que sea es mejor que esos tipos con los que mi hija mantiene contacto—asintió—. No dejes que envenene a la escuela y yo estaré contento.
—¡Papá!
—¡Es la primera vez que usas tus anteojos! —acotó—. Debemos colocarle un monumento al muchacho, no que queda la menor duda.
—¡Bien, fuera! —Alex frunció el ceño y comenzó a empujar a su padre fuera de la cocina antes de que la avergonzara más—. ¡Ve a jugar con tu nueva cámara o lo que sea!
—¡Oh! ¿Trajiste mi paquete?
Alex asintió y luego miró a Niragi.
—En realidad Niragi quería hacerte una pregunta.
—¿Yo? —preguntó el chico conmocionado.
—Sí—dijo Alex con obviedad—. Hoy le llegó una nota de San Valentín.
A Niragi se le subieron los colores al rostro, no pensó que aquel tema tan personal fuese a salir de esa manera a la conversación
—¿Y quieres mi consejo? —preguntó el padre de Alex con la ceja levantada—. ¡Por supuesto que lo quieres! ¡Del casanova número uno de aquellos tiempos!
—¡Ugh, papá! —se quejó Alex con los brazos cruzados—. La nota está escrita en máquina de escribir, a ti te gustan las cosas antiguas, quizá puedas echarle un vistazo y ayudarnos a encontrar a la chica.
—¿"Ayudarnos"? —preguntó el hombre mirando a su hija—. Claro, por supuesto, jóvenes detectives, aunque ¿han pensado que quizá la chica no quiera ser encontrada?
—¿Perdón? —inquirió Niragi.
—Quizá en su intento de anonimato, o cobardía, escribió de esa forma para no ser encontrada.
—Si envió la carta, estoy segura de que desea ser encontrada—le dijo Alex a su papá, y Niragi de pronto se sintió fuera de lugar en la pequeña guerra de miradas que tenían los Kato.
—No te lo tomes personal, cielo—se burló el hombre antes de despedirse—. ¿Por qué no la traes por la tarde? Puedo echarle un vistazo y compararla con la escritura de las decenas que tengo en casa, quizá podamos encontrar un patrón.
Alex sonrió. Niragi asintió y agradeció y finalmente el señor Kato se marchó escaleras arriba rumbo a su habitación. La cocina fue silencio un momento, Niragi estaba dispuesto a romper el silencio cuando el sonido del final del conteo de tiempo para abrir el horno se hizo presente. Estaba tomando los guantes para sacar la bandeja cuando Alex se le adelantó.
Ojalá no lo hubiese hecho.
Lo siguiente que supieron fue que Alex estaba en la barra con la mano cubierta de crema para quemaduras, con los ojos enrojecidos, y hablaba poco pues la vergüenza la consumía al ver al joven terminar de hornear las últimas tandas de galletas.
—Lo siento—dijo una vez que la última bandeja salió—. Que inútil asistente tuviste hoy.
—Oye—Niragi le sonrió de lado colocándose a su lado en un intento de hacerla sentir mejor—. ¿Qué serían las chicas del clima sin los meteorólogos?
—Eso es gracioso solo cuando yo lo digo—se burló—, si tú lo dices es sexista.
Ambos se miraron unos cortos instantes antes de terminar en carcajadas que pronto tuvieron que callar cuando se dieron cuenta de que podían despertar a alguien. Siguieron limpiando la cocina un poco, y luego a empaquetar las galletas en la sala donde finalmente terminaron rendidos durmiendo.
El ruido del claxon de un coche los despertó.
—Mierda—dijo Alex tomando su teléfono que no paraba de sonar—. ¡Mierda, mierda, Niragi!
—¿Ah? —preguntó el chico levantándose apenas mientras escuchaba el alboroto que sonaba a través del teléfono de Alex. Se trataba de Hana, la que decía haber estado esperando afuera por diez largos minutos antes de que Alex le dijera que se le había hecho tarde y que pediría un taxi.
—¿Y qué hiciste hasta tarde que te hizo perder el tiempo? —preguntó la joven.
—Hornear.
—Mentirosa—se burló, y luego Alex colgó lanzando el teléfono al sofá.
—Bien creo que oficialmente he ganado como la peor influencia hacia tu persona en la vida—le dijo a Niragi levantándose y pasándose los dedos entre los cabellos—. Te saco de tu casa en medio de la noche, hago que no duermas y encima llegarás tarde a clase.
—Creo que perder literatura vale completamente la pena si se trata de ti.
Alex pensó escuchar mal, así que giró sobre sus propios talones a mirarlo.
—Si se trata de ayudarte a ti—rectificó Niragi, Alex asintió y se colocó las pantuflas, Niragi hizo lo mismo con sus sandalias—. Debo ir a darme una ducha.
—¡Oh, sí, claro! —Alex se aproximó a la puerta.
—¿Media hora es un tiempo prudente para ti?
—¿Ah?
—Para llevarte a la escuela—dijo. Alex lo miró confundida—. Perdiste el viaje con Hana, y no podrás llevar todas esas galletas en un taxi, además de que tu padre merece dormir un poco más, ¿no crees?
Y no le dio tiempo de responder, porque cuando Alex le quiso volver a agradecer, él ya se había marchado y ella corrió escaleras arriba. Se miró en el espejo y gritó horrorizada. Pobre Niragi, verdaderamente había visto su peor versión. Aún así, él llegó puntualmente a los treinta minutos a la puerta de su casa y bajó a ayudarla a subir las cajas de galletas. Alex se había puesto un sundress corto y de color rojo con florecillas, y unas sandalias abiertas por el calor. Niragi le dejó colocar la música que ella quiso, pero ella dejó el reproductor del chico en aleatorio, y ambos disfrutaron el camino largo que él decidió tomar.
Y los rumores comenzaron a sonar fuertemente cuando, por los pasillos, se comenzó a esparcir que ambos habían llegado juntos, y no solo eso, sino que aquellos rumores llegaron a oidos que no debían escuchar aquello.
Pero aún no era San Valentín, así que la bomba no estallaba aún.
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