Chota y Alex se sentaron juntos en una de las mesas de la cafetería, disfrutando de sus bebidas mientras charlaban. Los dos habían sido amigos desde que se conocieron en la preparatoria, pero últimamente habían pasado más tiempo juntos.

—Me alegra que hayas podido salir hoy—dijo Chota, sonriendo hacia Alex—. Parece que últimamente siempre estás en el trabajo.

Alex asintió, recordando todas las veces que había estado atrapada en el mundo de las grandes oficinas corporativas de Tokio. Conseguir un trabajo de medio tiempo no era una opción para ella. Necesitaba el dinero, y por eso incluso doblaba turnos con frecuencia, acabando con los pies completamente molidos debido a correr de una oficina a otra con los altísimos tacones y la falda de lapiz que la obligaban a usar.

—Sí, ha sido difícil—admitió —.Pero es bueno poder tomar un descanso de vez en cuando.

En ese momento, sus amigos Arisu y Karube entraron en la cafetería y se acercaron a la mesa de Chota y Alex. Después de saludar a todos, se sentaron juntos y comenzaron a charlar sobre trivialidades, incluso llamando a Arisu de diferentes formas intentando que entrara en razón sobre comenzar a comportarse como un adulto.

Después de un rato, Karube propuso un plan.

—¿Qué tal si vamos al karaoke esta noche?— preguntó.

Arisu y Chota asintieron emocionados, mientras que Alex se mostraba un poco reacia.

—No estoy segura de que quiera ir al karaoke—dijo ella—. No soy muy buena cantando.

Chota la animó con una sonrisa. —Oh, vamos, no te preocupes por eso. Lo importante es divertirse juntos.

Finalmente, Alex aceptó y los cuatro se pusieron en marcha. Durante la noche, cantaron juntos y se divirtieron como nunca antes. A medida que la noche avanzaba, Chota y Alex se dieron cuenta de que cada vez pasaban más tiempo juntos, riendo y bromeando como si no hubiera un mañana.

Cuando la noche llegó a su fin, Chota y Alex se despidieron de sus amigos y se dirigieron juntos hacia sus respectivas casas. En el camino, Chota tomó la mano de Alex y la apretó suavemente.

—Me lo he pasado genial contigo hoy—dijo él—. Deberíamos hacerlo de nuevo pronto.

Alex sonrió, sintiendo un calor en su corazón.

—Sí, me encantaría—respondió—. Gracias por hacerme salir esta noche. Realmente lo necesitaba.

Chota sonrió y le dio un suave beso en la mejilla.

—No hay problema—mencionó—Siempre estaré aquí para ti.

Alex se sintió abrumada por la calidez que sentía en su corazón. Había estado en aquellas oficinas durante tanto tiempo que había olvidado lo importante que eran las relaciones humanas. Ahora, con Chota a su lado, se dio cuenta de que no tenía por qué aislarse, no tenía por qué luchar sola.

Cuando llegaron a la casa de Alex, Chota se despidió con un beso en la mejilla y se alejó. Alex se quedó parada allí, sintiéndose un poco tonta por estar sonriendo sola en la calle. Pero no le importaba. Porque sabía que tenía a alguien que se preocupaba por ella, y eso era lo que importaba más.