Chishiya
[Este shot podría—o no—,tener segunda parte.]
—No—Chishiya intentó pararse inmediatamente se percató de lo que ocurría, arrojando la tableta al sillón contrario. Su padre se puso de pie mientras su madre hacia una expresión de sorpresa y se llevaba una mano al corazón.
—Siéntate—demandó su padre—. Siéntate inmediatamente.
—No tengo tiempo para esto—contra atacó—. No puedo creer que hayan hecho esto a mis espaldas, tengo 26, apenas estoy en mi segundo año de residencia, ni siquiera estoy en edad y...
—En realidad—le interrumpió la empleada de la corporación de citas a la cual habían recurrido sus padres con una sonrisa en el rostro al mismo tiempo que le tendía la tableta nuevamente—, la mayoría de jovencitas de las mejores familias tienen un rango de edad entre los 22 y los 28 años, así que no se preocupe por el tema de la edad.
Chishiya resopló arrojando su propio cabello hacia arriba. Miró a través de los grandes cristales de su casa al patio donde estaba su costoso auto estacionado y quiso correr, subir a este y huir de aquella casa inmediatamente.
Él sabía que ese día llegaría en algún momento. Su padre era un reconocido médico, uno que lograba colarse entre la aristocracia de la ciudad, por lo que asistir a las fiestas de los ricos de Tokio estaba siempre en su lista de actividades. Él asistía a una universidad prestigiosa, tenía unas calificaciones envidiables, y además jamás había tenido una pareja antes.
Los matrimonios por conveniencia eran una cosa tan común en la clase alta de Tokio como hablar de hacerse la manicura. Los padres usualmente arreglaban los matrimonios de sus primogénitos cuando estos apenas eran bebés para fines financieros, y luego estaba la categoría de aquellos segundos o terceros hijos, de quienes sus madres se encargaban de buscar a la esposa perfecta a través de las más de 153 agencias que se encontraban en la ciudad.
Si tenías suerte, encontrabas a alguien que te interesara en la universidad, salías con ella y entonces ya no existiría un problema ante los ojos de tus padres. Si a los 30 años aún no tenías algo estable, entonces era casi obligatorio que las agencias comenzaran a buscarse una pareja.
Aquello sonaba horrible, más aún porque Chishiya jamás le había presentado a nadie a sus padres, por eso no era del todo extraño que, aunque no corriera aún con la edad requerida para buscar con desespero, ellos le hubieran buscado una opción.
Sus padres eran la prueba viviente de que las agencias funcionaban, o eso era lo que demostraban siempre ante la sociedad al igual que el resto de familias del lujoso residencial en Omotesando.
—Solo dale una oportunidad—rogó su madre con una media sonrisa—. No te estamos buscando una esposa, solo que salgas con alguien. Si las cosas se dan, entonces quizá podrían casarse en un futuro.
Chishiya miró a todos los que se encontraban en la habitación y luego lanzó un suspiro tomando la tableta y leyendo las estúpidas y frívolas peguntas. Pensó que si resolvía aquello, más rápido podría ir a darse una ducha y quitarse el olor a hospital de encima. La pregunta de ingresos estaba en blanco y él sonrió de lado; como residente no ganaba absolutamente nada, así que colocó el valor monetario de cero. Una alerta fue emitida en la tableta que lo desconcentró por completo.
—Oh, lo siento—la empleada la tomó y comenzó a moverlo hasta que este dejó de emitir ruido—. Por favor, deje ese apartado en blanco. Se trata de su valor monetario como familia, sus padres y yo hablaremos de eso.
—¿Cómo una dote medieval? —le preguntó casi horrorizado.
—El sistema clasifica a nuestros clientes de acuerdo a su poder adquisitivo con niveles: grillo, rana, serpiente y águila real.
—Como una cadena alimenticia—se burló, y es que precisamente eso era. Pensó para sí mismo en que nivel caería él, siendo que aquella agencia era de las principales de la ciudad, también pensó en cuánto dinero invertirían sus padres en conseguir que saliera con alguien. Aquello le abrumó la mente por lo que se apresuró a responder.
—Bien, muchas gracias—dijo la empleada sonriendo nuevamente—. Ahora sus padres y yo hablaremos de otros temas, en cuanto tenga a las candidatas ideales se lo haremos saber.
Chishiya no se despidió de nadie, sino que abandonó aquella sala con el ceño fruncido. Tampoco salió de su habitación, decidió dormir toda la tarde, al día siguiente tendría guardia en el hospital y aquello le estaba comiendo la cabeza. Se levantó de su cama durante la madrugada, una de las empleadas aún seguía despierta y le hizo algo rápido de comer antes de volver a su habitación a dormir.
Cinco días pasaron para que el correo de que había noticias sobre la agencia le llegara como una notificación del teléfono. Chishiya bloqueó la pantalla del celular sin mirarlo, quizá si lo hubiera visto detenidamente, pudo haber evitado el ser atrapado nuevamente en la sala de su propia casa.
—Excelentes noticias en realidad—la dependienta de la agencia mostraba emocionada en la tableta que movía con un apuntador a una serie de chicas—, al ser nivel serpiente, muchas de las chicas de solteras nivel rana están interesadas y les gustaría agendar una cita con usted. Escogí solo a las mejores candidatas resumiendo a estas cinco.
Sus padres prestaron más atención a lo siguiente que pasó que él mismo. No le interesaba estar ahí y aquello se podía palpar en el aire. La primera era una estudiante de artes que se encontraba haciendo su postgrado en París, sus padres eran unos respetados abogados con firma propia, y ella era nivel águila. Dos chicas más nivel rana que eran apenas 2 años más jóvenes que él, y finalmente la última.
—Esto no pasa muy seguido—se jactó la empleada—. Un nivel águila imperial premium estuvo interesada en usted.
Chishiya se ruborizó por la vergüenza que estaba sintiendo. Su madre lo miró emocionada levantando ambos pulgares en su dirección y su padre le dio una palmada en el hombro que casi le saca el aire de los pulmones.
—Alex Takahashi—leyó la inscripción debajo de la foto de la chica, junto con la descripción física y detallada de la joven del otro lado—, un segundo...
—¿La hija del señor Takahashi? —preguntó su padre incrédulo—. ¿El dueño de las empresas Takahashi?
—Ahora pueden ver por qué esto no pasa tan seguido—la empleada asintió, y ahí definitivamente su madre le dio un abrazo.
—Esperen, esperen...¿por qué la hija del señor Takahashi está interesada en...bueno...?
—¡No seas modesto hijo!
La empleada le dio una leve sonrisa.
—Alex tiene dos hermanos mayores, ambos especialistas en las altas finanzas. En su descripción dicta que ellos se harán cargo de la empresa, su poder adquisidor está basado en únicamente el porcentaje de regalías que ella recibe de sus acciones—dijo la señorita señalando la imagen con la información—. La señorita Takahashi no ha tenido una pareja antes y es por eso que su padre nos pidió que encontráramos un candidato ideal, uno tranquilo y que no estuviera en el medio del entretenimiento. Ya sabe, la imagen que les gusta proyectar de tranquilidad y estabilidad.
—Él es muy tranquilo y estable—animó su madre.
—Su hermano, el primogénito, se casó por un matrimonio que arregló su padre desde el nacimiento, del segundo hijo nos encargamos nosotros y ahora tienen un matrimonio prospero. El señor Takahashi espera que, y cito «Me encuentren un yerno que mi princesa acepte, que pueda darme tres nietos por lo menos y que esté dispuesto a escucharla todo el tiempo que quiera parlotear.»
Por supuesto que Chishiya no estaba de acuerdo con escuchar parlotear a nadie.
—Es por eso que su perfil como futuro cirujano resulta perfecto—dijo con un leve asentimiento—, aunque podemos volver a las anteriores candidatas.
—¡No, no! —se adelantó su madre, como siempre, hablando por él—. ¿Puede arreglar una cita?
—¡Madre! —le reclamó el de cabello blanco.
—¡Una sola vez, Chishiya! —espetó, ya algo molesta—. Solo dale una oportunidad y entonces te dejaremos en paz.
Una guerra de miradas y egos se desató entonces. Chishiya tomó sus cosas nuevamente de la mesa y caminó a paso apresurado hacia su habitación.
—El sábado es mi único día libre—gritó antes de dar un fuerte portazo y dar por finalizada la conversación.
[.....]
Chishiya llegó temprano al club de polo de Omotesando aquella mañana contra su voluntad. Su madre se había encargado de vestirlo apropiadamente y recordarle todas las reglas de etiqueta, después se marchó indicando que el chofer volvería por él en cuanto le enviara un mensaje. Pensó que aquello era ridículo porque él mismo pudo conducir en alguno de sus autos, pero se quitó esa idea de la cabeza.
Miró su reloj, quince minutos después de la hora acordada llegó el Rolls Royce de la familia Takahashi; el chofer se bajó y le abrió la puerta a la joven que salió por la parte de atrás.
Chishiya pensó que era muy bonita, y que probablemente tenía tantos asesores de moda y vestir que no se habían decidido completamente por qué look elegir, así que decidieron poner una prenda cada quien, eso o ella tenía un estilo un tanto peculiar.
Alex le sonrió y luego hizo una reverencia corta.
—Tú debes ser Chishiya—le dijo. Él le correspondió la reverencia, confundido quizá por los cortos modales de la joven.
—Señorita Takahashi—saludó—, se ve más hermosa en persona que en las fotografías.
—Lo sé, me lo dicen mucho—con una leve risa, Alex se abrió paso hasta que él la alcanzó.
—Me sorprendió mucho su invitación al polo, no pensé que...
—No practico polo, no practico nada brusco, podría lastimarme las uñas—sin mirarlo, Alex giró en el último pasillo—. Por favor, háblame de tú, me siento tan extraña si me hablas de usted, como si fueras uno de mis empleados. En fin, jugaremos croquet, ¿te parece? Así mis manos estarán a salvo y podremos divertirnos.
Chishiya pensaba que el croquet era el juego más aburrido que los ricos tenían, pero solo soportaría unas horas más para que sus padres lo dejaran en paz finalmente y después jamás volvería a ver a aquella frívola niña que no hacía más que hablar sobre los diseñadores de la ropa de cada uno de los presentes.
Después almorzaron en el club. Alex le contaba sus vivencias en el extranjero que terminaban en ella siendo arrestada a las afueras de un bar. Chishiya le preguntaba sobre su carrera, negocios internacionales, pero ella siempre desviaba la conversación aún cuando él la retomaba sobre los siete idiomas que manejaba, pero ella le insistía en que solo hablaba japonés y algo de inglés —con un performance de por medio—.
Aquella cita, ya de por sí incómoda, empeoró cuando Alex vertió accidentalmente su mimosa en la camiseta de Chishiya y luego intentó limpiarlo con el mantel. Terminaron en los casilleros de los miembros del club una vez que Chishiya se hubiera cambiado la playera por una nueva, y ella le sonrió por última vez.
—Entonces, creo que no habrá segunda cita—mencionó, y aquello hizo click en la cabeza del joven.
Ella tampoco quería estar ahí.
—Tú no querías estar aquí, ¿no es verdad?, ¿también te han obligado tus padres?
—¿Qué? —preguntó ella viéndose atrapada—. No, no, yo en verdad quería salir contigo pero no somos compatibles, lo siento, así son las cosas.
—¿Te dejarán en paz después de esto? Porque es lo que me dijeron a mí.
Alex se mordió el labio levemente y cerró los ojos para después confesar.
—¡Lo siento, de verdad! —murmuró—. Papá está forzándome y le dije que saldría con un estudiante de medicina, ni siquiera vio tu fotografía, luego pensé que se volvería loco cuando mirara tu cabello o algo así y entonces podría dejarme en paz con el tema. Pero esta mañana dijo que investigó a tu familia y que eran muy respetables y yo...¡entré en pánico!
Se cruzó de brazos y se sentó en la banca. Chishiya sonrió de lado y se sentó de igual forma.
—No somos tan diferentes después de todo.
—¿Qué me delató?
—Tu padre no es el único que investiga a alguien antes de venir—le informó—. Mi madre habló toda la cena de ayer sobre las medallas de polo que tienes, además de tus caballos favoritos.
Alex hizo una mueca que provocó que Chishiya lanzara una carcajada.
—¿A ti por qué te obligan?
—Porque dicen que necesito salir con alguien, aunque creo que es una excusa para sacarme de la casa finalmente—mencionó encogiéndose de hombros.
—Te compadezco.
—Quizá si hubieras sido honesta desde el principio, nos hubiéramos ahorrado el tener que actuar.
Alex asintió, luego la mueca se volvió a hacer presente en su rostro.
—¿Qué?
—Lo siento por lo de la mimosa.
—No te preocupes—dijo restándole importancia con su mano y levantándose para salir de los vestidores—. Me lo recompensarás en la segunda cita.
—¿Perdón?
—¿Crees en realidad que nuestros padres se conformarán con esto y nos dejarán en paz? —preguntó con la ceja alzada. Alex pareció pensarlo y luego negó—. Bien, me aseguraré de que la siguiente sea en una biblioteca así puedo estudiar y tú podrás leer un libro en alguno de esos idiomas que manejas.
—Puedo traducir tu libro, pero tendrás que explicarme la terminología—dijo, y Chishiya levantó la mano.
—¿Trato?
—Trato.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro