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Chishiya

[Pedido anónimo; Serie Cry Baby III]

Play Date;—Melanie Martinez


Después del sexo Chishiya jamás se quedaba en la habitación.

Se vestía increíblemente rápido, no la miraba y tampoco la besaba. Su despedida siempre consistía en murmurar que después se verían, y Alex se prometía a sí misma que aquella sería la última vez.

Se levantaba de la cama, se daba un baño que duraba más del tiempo recomendado por las personas que administraban La Playa. Se enjabonaba el cuerpo en la ducha y luego dejaba que las burbujas inundaran la ducha completamente. Sabía que era momento de parar cuando el vapor comenzaba a hacerle efecto y a sentirse cada vez más cansada y con un sueño increíble. Esa justamente era la señal en donde se permitía llorar.

Alex se sentía utilizada completamente, pero no quería dejar ir a Chishiya.

Por las mañanas Alex a veces deseaba que Chishiya se acercara a ella, le preguntara cómo estuvo su noche en los juegos, o que incluso le llevase unas de las cajitas de cereal individual que servían en el bufete, pero eso jamás pasaba. Chishiya siempre estaba solo o con Kuina, y si sus miradas llegaban a encontrarse entonces él la desviaba.

Alex comía sola la mayoría del tiempo, o la pasaba en su cuarto leyendo. Muy pocas veces bajaba a la piscina, y cuando alguien intentaba coquetearle entonces lo rechazaba casi de inmediato. No le gustaba que Chishiya se hiciera ideas incorrectas de ella, a pesar de que no tenían ningún tipo de exclusividad. En el pasado había intentado ponerlo celoso de alguna forma, pero nunca funcionaba. Chishiya miraba todo sin ninguna expresión en el rostro, pasando de largo lo que sea que ella estuviera haciendo.

Alex no podía recriminarle,

A final de cuentas, ella había aceptado los términos, ella había aceptado que la relación que tenían se llevara de esa manera. Era solo sexo, solo diversión, y él no le debía nada.

Alex fue la culpable por enamorarse, y era por eso que, cuando volvía a su habitación y encontraba una nota donde él le decía que vendría en la noche, ella se arreglaba lo mejor que podía y lo recibía con los brazos abiertos con la esperanza de que quizá esa noche él durmiera junto a ella.

Pero jamás pasaba, Chishiya era efímero. Solo podía poseerlo unos segundos y entonces se marchaba.

Y ella se había conformado con eso, con que de vez en cuando, cuando topaban miradas, él le sonriera de vuelta. Entonces su estómago sentía un vuelco increíble, una emoción inexplicable, y ella tenía que girar la cabeza completamente apenada de que él la hubiese visto sonrojarse por algo tan tonto.

—Hoy estás muy tenso—le susurró ella detrás de él cuando tuvo acceso a su cuello y dejó un leve beso en su hombro—, ¿pasó algo?

Chishiya no respondió, sino que cerró los ojos ante su contacto. Alex quería aprovechar eso al máximo, así que dejó que sus manos se encargaran.

—Puedes confiar en mí, puedes contarme...

—¿Podemos no hablar? —preguntó girando bruscamente y ahora siendo él quien tomaba las riendas de la situación.

Y volvían a la misma rutina, Chishiya se marchaba mientras Alex apenas se estaba vistiendo nuevamente. No la miraba, abría la puerta y la cerraba tras de sí y ella volvía a enjabonar su cuerpo con fuerza, y las lágrimas recorrían sus blanquecinas mejillas.

La mañana del lunes de la siguiente semana la nota en la habitación de Alex dictaba que Chishiya la esperaría esta vez en su habitación. Ella pensó primero que quizá, al ser ella quien iba, podría quedarse más tiempo y forzar la conversación, luego pensó en lo patético que era aquello. Su segundo pensamiento fue no ir, y lo había decidido ya de esa forma, pero entonces la idea de que el japonés la reemplazaría por alguien más que no metiera sentimientos la abrumó, y sus pies se movieron por sí mismos hasta llegar a la habitación.

Solos nuevamente. Sin charla, sin nada de por medio. Alex respiró profundamente pasando su blusa por encima de su cuello una vez que terminó, y antes de levantarse una corriente eléctrica la recorrió completamente.

Chishiya estaba sosteniendo su mano.

—¿Ha pasado algo? —le preguntó—, estuviste rara.

Alex se mordió el labio y negó con la cabeza, aunque la sonrisa triste que dibujaba su cara era innegable. Chishiya no hizo más preguntas, en realidad, el tan solo haber hecho aquella ya significaba bastante.

Ella caminó hasta la salida y tomó el pomo de la puerta, después giró levemente, lo suficiente para apreciar que Chishiya tampoco la miraba, incluso ahí, se encontraba mirando la alfombra como si fuera la cosa más interesante del mundo. Entonces soltó el pomo de la puerta y giró completamente sobre sus talones.

—Nunca te comunicas—dijo en un arranque—. Nunca sé lo que quieres, o lo que necesitas, de verdad quiero hacerlo, quiero complacerte.

—Lo haces—dijo Chishiya haciendo una leve reverencia con su cabeza—, me complaces, Alex.

—¡No! —rectificó ella—, quiero decir, de verdad. Nunca sé lo que piensas, nunca sé nada de ti y...

—Ese fue el trato en un primer instante—le recordó él con una ceja alzada—, ¿algo cambió, Alex?, ¿desarrollaste sentimientos?

—No me importas ni un carajo—se mintió—, ¿a ti quién mierda te dijo que me interesabas?

—Tú lo haces, Alex—con una serenidad que le estaba comiendo los nervios a la joven, este la señaló—. Tu andar, tus pasos, tus suspiros, tus miradas. Toda tú me indica que desde hace un tiempo que nuestro trato tuvo quiebres.

Él lo sabía. Alex quiso morirse.

Él lo sabía y no le importó.

—Parece que el trato finalmente llegó a su fin. Dijimos sexo sin sentimientos, y con sentimientos no puede haber sexo—dijo él—. ¿Puedes cerrar la puerta cuando salgas?

Aquella noche Alex se enjabonó el cuerpo más veces de las que lloró, y cuando estuvo lo suficientemente limpia, se recostó en su cama abrazando una almohada y volvió a llorar.

Y lo miraba todos los días, siempre comiendo en tranquilidad mientras que ella se encontraba tan lastimada emocionalmente que incluso era peligroso para ella misma.

Ocurrió en uno de los juegos de la noche, Alex estaba tan distraída que la lanza le hubiese atravesado el torso de no ser porque Chishiya la empujó justo a tiempo. Ella no podía creerlo, aún peor, porque su lastimado corazón solo quería abrazar al de cabello blanco y decirle lo mucho que había extrañado su contacto, pero él no volvió a verla en toda la noche.

O por lo menos no hasta que ella se presentó a su cuarto.

—Lo siento—dijo una vez que entró. Las lágrimas le recorrían las mejillas y aún así, Chishiya tenía una leve sonrisa en la cara—. Lo siento, puedo...puedo reprimirlo, en verdad.

—Me importas Alex, creo que es tiempo de que te lo diga— y, aunque aquello Alex no podría saber jamás si era verdad o no, decidió creerle—. Si te cuento lo que pienso, ¿volverías?

Y ella asintió, porque eso era lo que hacía. Chishiya amplió un poco más su sonrisa y entonces abrió los brazos, y Alex pudo descansar en estos como tanto lo había deseado en ese tiempo.

—No me gustaría irme de nuestra cita de juegos.

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