Eddie Munson
Él acariciaba con nervios el pelo de su chica. No sabía que le había pasado pero ella había aparecido tiempo antes con lágrimas corriendo por sus mejillas y unas manos temblorosas.
Estaba preocupado por ella. No era muy bueno ayudando a las personas sin hacer bromas o algún comentario divertido pero sabía que ella no necesitaba eso ahora y quería hacerlo bien.
Te gusta la luna, ¿verdad? -susurró él apoyando su barbilla en lo alto de su cabeza. Ella asintió con lentitud sorbiendo su nariz- bien. Solo mira la luna, por la noche es cuando nos damos cuenta de que brilla aunque por el día también está. Paremos un momento para verla mejor, ella nos da su luz natural para que nosotros podamos ver bien, para tener un punto más brillante que los demás en el cielo. Tú eres como esa luna, ¿sí? Necesito tu luz para poder verlo todo con claridad. ¿Por qué lloras? ¿Alguien te dijo o hizo algo?
No quiero hablar de eso, Esa -susurró ella aún abrazada a él y con el reflejo de la luna en sus ojos-
Esta bien. Pero no pienses que te librarás tan fácil de mi. Ven, vamos, deberías descansar un poco. Ya empieza a hacer frío aquí -dijo levantándose haciendo que ella también. La arropó bien con sus mantas algo desgastadas para luego acostarse a su lado y pasar un brazo por sus hombros-
Siento venir tan tarde -se lamentó ella apoyando la cabeza en su pecho-
No tienes que disculparte. Siempre voy a estar aquí para ti, ¿sí? -dijo él con una sonrisa-
Te quiero mucho, Eddie Munson -le dijo para luego juntar sus labios delicadamente y volver a abrazarse a él-
Yo también, Jade Creak -murmuró. Qué pena que no haya podido ser para siempre-
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