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мои маленькие

Eran las 3:46 de la madrugada y Volkov se levantó de la cama exaltado. Tanto él como su Omega habían tenido un día súper largo en las oficinas, se habían tenido que levantar temprano para ir a una reunión que les consumió 7 horas de su día para luego terminar unos informes y finalmente a las 8:00pm regresar a su casa. La verdad era que aún con el pasar de los años, seguían sin estar acostumbrados a pasar tantas horas en reuniones ni mucho menos en la oficina de la sede que aún seguían dirigiendo. Sus prioridades eran otras, para ellos lo más importante ahora mismo era su familia, y eso nunca iba a cambiar.

Por lo que con este pensamiento, el alfa volteo a su mesilla de noche para mirar el monitor que les mostraba la habitación de su pequeña Aleksandra, concretamente su cuna donde la pequeña de unos recién 3 años, se encontraba durmiendo. Por lo menos eso era lo que se supone debía haber visto, pero no pudo evitar sobresaltarse al ver el espacio vacío.

— ¡Horacio! — llamó preocupado a su Omega el cual había seguido durmiendo tranquilamente a su lado hasta ahora — ¡Horacio, Aleksandra no está! — le dijo mientras se ponía de pie para salir de prisa hacia la habitación de la pequeña, haciendo que el Omega al escuchar esas palabras entre sueños, activara sus alertas y en cuestión de segundos estaba junto a su alfa.

— ¿Cómo que Aleksandra no está? — comenzó a decir el Omega más desesperado aún mientras que buscaba por toda la habitación — tiene tres años, aún se tropieza cuando corre, una niña no puede desaparecer así en medio de la noche — siguió diciendo alterado mientras que sentía su corazón estrujarse al no encontrar a su pequeña.

— No tengo idea Horacio, yo estoy igual que tú — le respondió mientras registraba el armario de su hija — esto es imposible.

— Y si... — comenzó a decir Horacio deteniéndose un segundo y volteando a ver a Volkov — ¿Y si hay alguien dentro de casa? — preguntó asustado — joder... — se puso de pie — Gustabo, Viktor... Gustabo — dijo ahora el doble de asustado para salir corriendo de la habitación e ir hacia la de su hijo mayor.

— ¿Gustabo? — preguntó abriendo la puerta de su hijo de 10 años pero igual que la de su pequeña, esta se encontraba vacía — Viktor... — volteo a mirar al alfa que había ido a su habitación a buscar un arma — tampoco... tampoco está... — dijo mientras que las lágrimas de terror y desesperación comenzaban a caer por su rostro.

Volkov tomó aire e intentó mantener la calma, el ver a Horacio así de alterado y no saber donde estaban sus hijos... la situación lo estaba superando, pero fue Justo en ese momento en el que trató de centrar su mente, que pudo escuchar (ademas de las palabras que él Omega seguía diciéndole) que en el piso de abajo de su casa, se escuchaba un ruido. Por lo que le hizo señas a Horacio el cual sin entender muy bien acepto y siguió a este escaleras abajo.

Volkov iba atento a cualquier movimiento sospechoso, siendo seguido muy de cerca por Horacio el cual trataba de calamar sus lágrimas pero le era imposible. Una vez abajo se percataron que el televisor de la sala de estar estaba encendido y que en el sofá se encontraban nada más y nada menos, que sus hijos. Gustabo se encontraba dormido con su hermana Aleksandra en brazos mientras que se abrazaban mutuamente.

— мои маленькие... — dijo el alfa aliviado al mismo tiempo que tanto el como el Omega, sintieron que podían volver a respirar, por lo que guardó su arma en su funda mientras que Horacio, aún con lágrimas en el rostro y el corazón acelerado, tomó asiento junto a su hijo para atraerlo hacia él y abrazarlo.

— Están bien... están aquí... están a salvo... — repetía en un tono bajo para si mismo el Omega mientras que Volkov tomaba asiento del otro lado y paseaba su mano por el cabello despeinado de su hija.

— ¿Papá? — se escuchó la voz de su hijo confundido al despertarse y ver a sus padres ahí — ¿No deberían estar durmiendo? ¿Porque lloras... pasó algo malo? — preguntó esto último al ver a Horacio el cual tenía una sonrisa.

— No mi niño... — le respondió Horacio acariciando el cabello castaño se su hijo — todo esta bien... solo... un pequeño susto.

— ¿Que hacen aquí Gus? — le preguntó ahora Volkov ganándose la atención de su hijo — ¿porque no están en sus habitaciones? Nos asustaron al no encontrarlos allí...

— Perdón papá... — se disculpó este — es solo que Alek se levanto hace un rato y estaba llorando, creo que tuvo una pesadilla...

— Pero...  porque no la escuchamos? — lo interrumpió Horacio para preguntarle a su alfa — y ¿porque no nos levantaste cielo? — preguntó esto último a su hijo.

— Es que... — comenzó a buscar una manera de explicarse — llegaron muy cansados del trabajo... y cuando escuché a Alek pues... fui hacia ella para cargarla y traerla aquí, poner su programa favorito, darle su botella de leche y abrazarla hasta que se duerma como ustedes siempre hacen... — dijo esto último mientras miraba a su hermanita aún en sus brazos — ¿Hice algo malo? — preguntó inocentemente mirando a ambos padres.

— No... — el alfa fue el primero en responder — no чемпион... no hiciste nada malo — dijo y este volvió a mirar a su hermana, permitiéndole conectar con los ojos bicolores de su Omega el cual observaba con una sonrisa — ¿Por que mejor no subimos y nos acostamos cómodamente en una cama?

— ¿Podemos dormir con ustedes? — preguntó el pequeño Gus hablando por el y por su hermana.

— Si, si pueden dormir con nosotros — respondió Horacio casi de inmediato mientras se ponía de pie y tomaba a su hija de los brazos de su hijo, con cuidado de no despertarla — Vamos... — dijo y le extendió la mano siendo tomada de inmediato por su hijo.

Volkov sonrió al ver esta escena, estaba tan agradecido por la familia que tenía, estaba tan agradecido por Horacio y por que este fuese su Omega y el otro padre de sus hijos. No había podido escoger un mejor compañero de vida y no había podido tener hijos mejores que los que habían tenido.

Una vez en la habitación, Horacio acostó a la pequeña Aleksandra en el medio de la cama y se acostó abrazándola mientras que Volkov imitaba la acción con su primogénito, para así poder descansar nuevamente entre las personas que más amaban en ese mundo. Sin duda alguna, estaban haciendo las cosas bien con la crianza de sus hijos. Si bien era algo que les había atemorizado al principio con la llegada del pequeño Gustabo hace 10 años, y hace 3 con la de Aleksandra... ahora podían asegurar que fuese lo que fuese que estuviesen haciendo como padres, lo estaban haciendo más que bien.

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