No Puedo Más
Habían pasado casi tres meses desde que regresó de Marbella, casi tres meses desde que había vuelto sin su hermano, casi tres meses desde la última vez que supo de él...
Llevaba intentando sacarle información al italiano pero era imposible. No sabía si porque de verdad no sabía nada o porque era muy bueno fingiendo no saberlo para proteger a su hermano... en parte no lo culpaba, el habría hecho lo mismo. Habría preferido soportar cualquier tipo de tortura antes que traicionar a su hermano, o a cualquier persona cercana. Sin embargo, se había dado cuenta de que la verdadera tortura la estaba viviendo él. El no saber ni poder hacer nada lo hacía sentir cada día más impotente, y no sabía cuánto tiempo iba a poder seguir así por su cuenta. Sí, tenía a sus agentes, pero no era lo mismo, estaba solo con todo el caso, se sentía perdido...
Por eso cuando la idea cruzó por su cabeza, no le pareció tan descabellada. Sabía que este había estado trabajando en el caso de los Gambino más de cerca, y durante más tiempo que él. Pero también sabía que este, hace igual exactamente casi tres meses, había decidido retirarse. O por lo menos es era la información que había llegado a sus oídos. Lo que hacía que se sintiese más estúpido en ese momento por estar considerando llamarlo, luego de haberse dado algunos tragos de whiskey para tener el valor. Sin embargo, seguía sin estar seguro de que fuese una buena idea.
— Vamos Horacio tú puedes — se animó a si mismo mientras que con una mano tomaba el papel donde había anotado el número del ruso y con la otra el teléfono — es sólo una llamada... — trataba de calmarse, fracasando obviamente en el intento — jodeeer ¿podrías calmarte y no hacerme sentir tan nervioso? — le dijo a su corazón, pues este había comenzado a acelerarse desde que el número llegó a sus manos.
No había sido tarea difícil conseguirlo, después de todo era el director del FBI y nadie le cuestionaba cuando pedía información de otra persona, mucho menos si el "motivo" era para darle seguimiento a un caso; que en parte era verdad, pero sus intenciones no eran esas, sus intenciones eran más ¿egoístas? , ¿era egoísta querer no estar solo?, querer sentirse acompañado y apoyado... ¿estaba mal?, ¿estaba mal el pedirle su ayuda y algo tan... drástico como lo que le iba a proponer?
— Supongo que nunca lo sabré... — se respondió a sí mismo luego de seguir dándole vueltas al asunto.
Se puso de pie, pues había estado todo ese tiempo sentado en un banco frente al mar en el Pier. Iba caminando a su auto y una vez ingresó de detuvo a mirar el atardecer. Sin darse cuenta, había vuelto a sumirse en sus pensamientos, inconscientemente estaba haciendo todo lo posible por no marcharse de ese lugar hasta poder hacer, por fin, la llamada que llevaba retrasando desde que consiguió el número unas cuantas horas atrás.
— A la mierda — salió del auto nuevamente mientras comenzaba a marcar el número rápidamente en su teléfono — sino contesta será una señal...
Caminó hacia el barandal donde se posó mientras esperaba nervioso a ser contestado. El tono sonó una... dos... tres... incluso cinco veces y aún no había respuesta — tal vez... sí que era mala idea... — dijo luego de no haber sido atendido.
Resignado bajó la cabeza y soltó una risa sarcástica al mismo tiempo que una lágrima caía por su rostro, ¿en qué momento pensó que eso había sido una buena idea? — soy un idiota... — se dijo a sí mismo para luego tomar aire y disponerse a caminar hacia su auto. Y eso estaba haciendo hasta que el sonido de su teléfono lo hizo frenar en seco. Sacó su móvil del bolsillo de su chaqueta de FBI, y se percató que era el mismo número que había marcado apresurado hace unos segundos atrás. Más nervioso que antes, contestó y esperó escuchar esa voz que hace tanto no había sido capaz de oír.
— ¿Привет? — escuchó con un tono ruso muy marcado, por un momento dudó de haber llamado a la persona correcta pero era imposible no reconocerlo — ¿Кто? ¿ты хочешь?
Horacio sabía que debía contestar, pero al mismo tiempo no sabía por dónde iniciar... así que dijo lo primero que se le pasó por la mente a pesar de haber estado pensando en lo que diría en ese momento.
— ¿Volkov? — preguntó lo obvio — soy... soy Horacio Pérez... de Los Santos... trabajamos juntos en el CNP, bueno, y también en el CNI hace unos años... no sé si te acuerdes de mi...
— ¿Horacio? — escuchó ahora el tono de voz que recordaba más — claro que sí te recuerdo, Horacio. ¿Ocurre algo?
— Yo... — de nuevo, el de cresta no sabía cómo contestar a esto. Por supuesto que pasaba algo, pasaba de todo por eso lo estaba llamando, pero ahora no sabía cómo explicarse — yo... leí tu informe del caso de Marbella... ahora soy... director del FBI y bueno, me transfirieron el caso...
— Vaya... — dijo sorprendido el ruso mientras tomaba asiento en su cama. Entre Rusia y Estados Unidos hay una diferencia horaria de 12 horas, por lo que para el ruso apenas eran las 5:26 de la mañana — eso es inesperado...
— Sé que... hace muchísimo tiempo no hablamos — siguió diciendo, obviando por completo la sorpresa por parte de este, pues es algo que ya se esperaba — y también sé que la última vez que nos vimos... las cosas no acabaron muy bien — siguió diciendo mientras comenzaba a alterarse sin percatarse de esto, cosa que no pasó desapercibida por el ruso — pero yo... este caso de Marbella... con los Gambino y toda esa mafia de mierda... es... todo esto ha sido difícil y...
— Horacio tranquilo... — lo interrumpió en un intento por tranquilizarlo — ¿qué ocurre?, ¿todo está en orden?
Horacio dejó de hablar y justo ahí se permitió romperse. Dejar salir todo lo que había estado conteniendo durante esos casi tres meses.
— Lo siento Volkov yo... yo no te llamé para esto... — le dijo entre lágrimas lamentando haber reaccionado de esa forma — soy un estúpido... esto no... pensé que sería buena idea pero...
— Horacio háblame — le pidió el ruso mientras se ponía de pie, sin darse cuenta se había comenzado a preocupar por su ex-compañero de trabajo — ¿qué ha sucedido?
— Sé que la última vez que nos vimos las cosas no salieron bien — lo interrumpió y siguió hablando — pero estoy muy solo ahora mismo... estoy en la mierda... no encuentro a Gustabo y no sé qué más puedo hacer... llevo casi tres meses dando vueltas en círculos y... — tomó un segundo para respirar y secar sus lágrimas — joder no quería hacerte todo este drama pero... no sabía a quien más llamar... no me queda nadie Volkov... estoy solo y no tengo a quien más recurrir...
— Dime lo que necesitas — pidió esperando poder servirle de ayuda para que este se encontrase mejor — dejé todo atrás luego de esa misión pero... ¿qué necesitas Horacio?, ¿qué puedo hacer?
— Yo... — comenzó a responderle — ¿podrías venir a Los Santos? — soltó por fin — sé que es demasiado pedir pero... de verdad necesito ayuda con todo esto... sino...
— Tomaré el primer vuelto hacia allá...
Y es que aunque no lo quisiera reconocer en ese momento, el escuchar la voz rota de aquel ser que alguna vez sólo radiaba felicidad, hizo que algo dentro de él se retorciera. Si Horacio se encontraba de esa forma, lo que estaba sucediendo era muy grave, no quería hacer suposiciones pero por la breve información que le había dado el panorama no pintaba bien. Así que tomaría el primer vuelo hacia Los Santos y se encargaría de ayudarlo... sólo que sin darse cuenta, ambos necesitaban del otro para poder ser felices y estar bien consigo mismo.
Aunque claro, eso es algo que no descubrirían hasta varios meses después...
~•~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro