Lagertha
Aclaraciones: En este One- Shots, Gyda Ragnardottir esta viva.
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La cualidad que se destacaba de la escudera Lagertha, era que amaba ferozmente a sus dos hijos. A Bjorn su hijo mayor se enorgullecía del hombre que se estaba convirtiendo. Aun en su corta edad, el hijo mayor de Ragnar se caracterizaba por su madurez y necesidad de proteger a su madre y a su hermana.
Gyda, era una niña curiosa. La hija de Lagertha era perfecta en todos los sentidos para su madre. Era la belleza en persona, era amable, bondadosa, valiente y astuta. La esposa se enorgulleció de los hijos que estaba criando. Su vida era perfecta, o lo fue hasta la llegada de Aslaug.
¿Tú debes ser Gyda? - preguntó Aslaug al momento que se presentaba en la casa comunal. La embarazada mujer se agacho para quedar a la altura de la hija menor de Ragnar. - Eres hermosa. - Musitó la mujer acariciando el cabello rubio de Gyda. La hija de Ragnar dio un paso hacia atrás al sentir el contacto de la mano de Aslaug en su cabello.
Lagertha pensó en matarla cada segundo que pasaba en el banquete. La odiaba, la aborrecía, pero no era por la causa que ella pensaba. La odiaba porque le daría otro hijo a Ragnar. Un hijo que no era capaz de darle a su esposo. La condesa de Kattegat observó a sus dos hijos, Bjorn tenía su ceño fruncido, molesto por la presencia de Aslaug. Pero Gyda, era diferente. Ella estaba triste. Aunque no sabía la identificación de aquella mujer, su hija debía intuirlo.
Madre, ¿esa mujer es la que Bjorn vio con padre? - Preguntó su hija menor en la noche. Ambas acostadas en la misma cama. Mientras afuera se seguía celebrando un banquete con la presencia de Ragnar, Bjorn y Aslaug.
Si. - Contestó Lagertha acariciando dulcemente el cabello de su hija. Perfectamente trenzado por ella.
¿Y ese bebe es de Padre? - preguntó Gyda nuevamente cerrando sus ojos para disfrutar el tacto de su madre. La única que podía tocar su cabello.
Si. -Lagertha se había tardado más de lo habitual en responder esa pregunta. - Ese niño es hijo de tu padre.
¿No somos suficiente para él? ¿Con Bjorn no somos suficiente para su legado? - Preguntó la hija de Lagertha soltando unas lágrimas de sus ojos cerrados.
Gyda, debes aprender que los hombres son así. - Puntualizó Lagertha en voz baja. No quería provocar más sufrimiento a su hija menor. - Ellos siguen al placer de la carne...
¿Sin importarle el daño que pueden provocar? - Preguntó su hija menor interrumpiendo su relato. Lagertha observó que Gyda abrió los ojos, unos ojos llorosos. Estaba dolida. - No solo te ha humillado a ti madre, a mi también. Y a la familia que somos.
Los hombres cometen errores. - Expreso Lagertha sorprendida por las palabras de su hija. - Estoy segura que Ragnar, no quería causarte daño alguno. Él te ama.
Si me amara, no buscaría otros hijos. - Reveló Gyda sentándose en la cama limpiando su rostro las lágrimas que habían caído.
Él te ama, no dudes de eso. - Aclaro Lagertha imitando la pose de su hija para agarrarle de la barbilla para conectar sus miradas. - El seguirá siendo tu padre, aunque cometa errores.
Quiero irme, no quiero estar aquí. - Admito la hija de la condesa con seguridad en su voz. - Vámonos lejos de este lugar, de padre, de Aslaug y de su hijo.
¿Estás segura que quieres eso? - Pregunto Lagertha sorprendida que su pensamiento era similar al de su hija. Ella no quería ser humillada. No quería ser la otra esposa, mientras Aslaug pariera a los hijos de Ragnar.
Si. Estoy segura. - Contestó su hija segura de sus palabras. - Iremos donde tu quieras madre, te seguiré donde sea.
Iremos donde los Dioses nos proveen. -
Lagertha partió al siguiente día con su hija a su lado. Mientras guardaban sus cosas observaba el hogar que había formado en Kattegat, pero no la enterneció. Su hogar siempre sería la granja donde nacieron sus dos hijos. Bjorn había decidido quedarse con su padre, y lo entendía. ¿Quién se alejaría del gran Ragnar?
¿Estás segura de irte conmigo? - Preguntó por tercera vez Lagertha a su hija menor. La que lloraba abrazada de su hermano mayor. Le rompía el corazón ver a sus dos hijos despidiéndose.
El que me preguntes varias veces no provocará que cambie de decisión. - Aclaró su hija limpiándose las lágrimas de sus ojos. Lagertha sonrió.
Vamos. - La condesa de Kattegat se despidió de su hijo mayor. Abrazándolo fuertemente, recordando su olor particular. - Nos volveremos a ver, no te preocupes por eso.
Se que volveremos a estar todos juntos. - Manifestó Bjorn aferrándose al cuerpo de su madre.
Cuida de tu padre. - Murmuro la condesa en el oído de su hijo mayor.
Porque al final, aun lo seguía amando como en el primer día.
Lagertha se subió al carruaje con su equipaje y con su hija a su lado. Ambas vieron como la ciudad de Kattegat iba desapareciendo de su visión. La condesa acurruco a Gyda a su cuerpo, protegiéndola de la tristeza que se albergaba en su corazón. Había perdido a su padre, y a su hermano a la vez.
Padre...- Escuchó el susurro de su hija, al momento que Ragnar se presentaba en su camino cabalgando.
¿De verdad ibas a abandonarme sin decirle algunas palabras? ¿De verdad te ibas a llevar a mi hija sin decirme? - Bramo el conde Kattegat bajando del caballo para llegar a la carroza. Lagertha sintió como su hija se aferraba a su brazo.
¡Me insultas, y me humillas! No tengo otra opción que abandonarte y divorciarme de ti. - Bramo Lagertha sin titubear en sus palabras.
No quiero que te vayas. - Admitió Ragnar colocando su mano en la pierna de su esposa. - No quiero que se vayan... Gyda por favor...- Susurro el esposo de Lagertha buscando los ojos de su hija menor, pero ella se negó a verlo.
Es el destino. - Aclaro Lagertha. Ella sabía. El destino de Ragnar era tener muchos hijos. Un sonido provocó que aquella conexión entre ellos se rompiera. Era Bjorn corriendo hacia ellos.
He cambiado de opinión, me voy con ellas. - Confesó Bjorn llegando al lugar. Lagertha no podía mentir que se había alegrado al escuchar esas palabras. Se iba alejar de su esposo, pero no de sus hijos. Ragnar no emitió palabra alguna, Lagertha observó como los ojos de su esposo se cristalizaron por la noticia. Su familia completa lo dejaría.
Cuida de ellas. - Ordenó Ragnar a su hijo con voz acongojada. - Cuídalas. - Lagertha observó cómo su hijo asentía con su cabeza. Las lágrimas caían por su rostro, y sentía las lágrimas de su hija caer a su muslos.
Vamos hijo. - Lagertha extendió su mano para que su hijo mayor lo tomara. Bjorn se sentó al lado de su madre. - Andando. - Ordenó la condesa al conductor para seguir su camino. Lagertha y su hijo mayor observaron a Ragnar mientras el carruaje seguía su camino.
Su hija jamás volvió a mirar atrás.
-
Hedeby. Un lugar hermoso con habitantes alegres, con mujeres bellas y hombres apuestos. Pero Hedeby no era perfecto, su conde era un hombre horrible, era malvado, vil, grosero y borracho. Lagertha había llegado a ese lugar al momento que los dioses intervinieron en su camino. La rueda del carruaje se había roto cerca del pueblo, obligando a estar por unos días en ese lugar. Fueron los suficientes días para que Lagertha se casará con Jarl Sigvard. Un hombre rico y poderoso. Lo suficiente para entregarle una vida digna a sus hijos.
La vida en Hedeby fue difícil para Lagertha. Su esposo era violento, la maltrataba en cada oportunidad que tenía. La condesa de Hedeby aguantaba los golpes de sus hijos. Prefería ser ella la golpeada antes que ellos, pero un día todo cambió. El día que Jarl Sigvard trató de golpear a su hija. El día que Gyda la había defendido ante él.
Lagertha golpeó a su esposo hasta dejarlo desmayado por los golpes. Lo mataría, si no fuera por el ejército que estaba a las afueras que la vigilaba día y noche. La condesa sabía que esos golpes se repetirían, y lo único que pudo pensar fue en colocar a su hija a salvo.
Madre, ¿Qué piensas? - Preguntó su hija acercándose a ella. Lagertha observó como su bella hija tenía unos golpes en su rostro, la sangre caía por el suelo.
Debes irte. - Musito Lagertha las palabras que jamás pensó que diría. La condesa observó a su hija como se sorprendía por sus palabras.
¿Qué? - Preguntó su hija confundida por esa palabra. Lagertha observó la belleza de su hija, era aún más bella de lo que fue ella en su juventud.
Se volverá a repetir. Y quizás intentara violarte. - Manifestó Lagertha para entrar a la habitación de su hija y aguardar sus vestimentas. Ella sabía de esa verdad. Su hija menor se estaba convirtiendo en una hermosa mujer. Algo que le traería muchos problemas, antes hombre carnales.
Madre, ¿Qué es lo que dices? Jamás me separaré de ti. - Bramo Gyda ofendida ante esa idea de su madre.
Debes llegar al mar y caminar al norte. Encontrarás un fuerte. Una hermandad de mercenarios vikingos. - Explicó su madre guardando con rapidez cada vestimenta que veía de su hija en el baúl.
!Madre! No. No me iré. - Bramo Gyda fuertemente. Lagertha se enderezo para observar a su hija.
No te lo estoy pidiendo, te lo ordeno. - Aclaro la condesa Hedeby sintiendo como su corazones se rompía a pedazos al decir esas palabras. - Será lo mejor para ti. Serás entrenada, te convertirás en una gran mujer, una gran guerrera.
Madre, eres una escudera. Lo puedo aprender todo de ti. - Bramo su hija aun confundida por su comportamiento.
Sigvard, no me deja entrenarte. - explicó Lagertha. Odiaba con todo su ser aquel hombre, pero lo necesitaba. Lagertha no tenía otra opción que quedarse al lado de aquel hombre. Ella estaba construyendo a guerreros, a escuderas a su espalda, pero no podía hacerlo con Gyda. Su hija era notoria, la belleza de Gyda era resplandeciente. La belleza que le entregó Ragnar era atrayente para cualquier hombre o mujer. - Los Jomsvikings te aceptaran, diles quién eres. Diles que eres hija del gran Ragnar Lodbrok.
Madre, no quiero irme. - Lagertha escuchó el lamento de su hija. Gyda era aún su niña. Aún era la niña que se crió en la granja.
Gyda, nuestros caminos se volverán a juntar. - Expreso Lagertha acercándose para limpiar la sangre de su hija con sus propios dedos. - Maduras en aquel lugar. Te convertirás en una gran guerra, y no permitirás que nadie ni nada te haga daño. Eres hija de Ragnar Lodbrok, el primer vikingo en pisar tierras sajonas.
Despídeme de Bjorn. - Solicito su hija al percatarse de la veracidad de su orden.
Lo haré. - Acepto Lagertha abrazando fuertemente a su única hija. - Ve, hazte fuerte. Y vuelve a mí.
Siempre.
La condesa de Hedeby ayudó a su hija a escapar del pueblo. Observó cómo su presencia se alejaba de ella, y en aquel día prometió que mataría a su esposo Sigvard. Aunque fuera lo último que hiciera, ella lo mataría por dañar a su hija, por alejarla de su lado y por acabar con su infancia.
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