Hvitserk
—No sabes nada Ivar —grito Gyda agarrando el jarro de hidromiel que estaba en la mesa para tirárselo a su hermano menor. Los cuatros Ragnarsson que estaban en la habitación se quedaron sorprendidos ante el movimiento de su hermana—, nunca desee la muerte de tu madre por !ustedes! Porque los amo, a cada uno de ustedes sin distinción ni diferencia con Bjorn.
—Pero la hay —añadió el deshuesado limpiando su rostro del hidromiel que había caído en él—, no tenemos la misma madre. La mía está muerta, y la tuya no.
—Pero lo estuvo cuando partimos de Kattegat —apuntó Gyda frunciendo su ceño—, no sabes nada Ivar. Ninguno de ustedes sabe lo que sucedió con nosotros en nuestra partida.
—Esa fue decisión de Lagertha —atacó Ivar sin callarse, sin importarle las lágrimas que caen del rostro de su hermana,. El deshuesado observó como Hvitserk se acercaba para consolarla—, no Hvitserk, no la abraces. Esa traidora no es nuestra hermana.
—!Ivar! —Ubbe, Hvitserk y Sigurd gritaron el nombre de su hermano con sorpresa.
—Repitelo —solicitó Gyda limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano.
—No eres...mi hermana —susurro el deshuesado con matices de odio en su voz. La odiaba por ser parte de la matanza a su madre, su amada y querida madre había muerto por culpa de esas dos mujeres.
—Espero que puedas vivir con eso Ivar —admitió Gyda Ragnarsdottir—, porque puedo ser peor que Lagertha. —Fue lo último que mencionó la hija de Ragnar antes de desaparecer de la nueva casa de los Ragnarsson.
Los cuatro hermanos se quedaron en silencio ante la dramática escena que habían presenciado. No solo murió la madre de ellos en aquellos días, también la bella hermandad que crearon con Gyda Ragnarsdóttir.
—¿Qué hiciste? —Hvitserk dictó aquella pregunta sin observar a su hermano menor. Aún no podía salir del asombro. Jamás imaginó que su llegada sería de tal forma.
—Lo hice por nuestra madre...
—Madre amaba a Gyda —señaló Sigurd soltando un suspiro por su boca—, jamás hubiera querido esto.
—Lagertha tuvo doble victoria —puntualizo Ubbe buscando la mirada de su hermana menor—, por ella es que estamos vivos. Se opuso al ataque...
—!MARCHÓ CON SU MADRE! —grito Ivar el Deshuesado—, aquella oposición no duró mucho.
—Porque es su madre Ivar, porque la cuido cuando padre no lo hizo —aclaró Ubbe Ragnarsson, el que más guardaba recuerdos del pasado—, no sabes nada Ivar. Gyda sufrió mucho en su partida moviéndose como nómada de un lado a otro.
—Eso lo sé —escupió Ivar.
—No lo sabes, Ivar. Hay un secreto que la marcó, y la que la alejó de los hombres. Ella se refugia en nosotros...
—Ubbe, no —advirtió Hvisterk que no debía compartir aquel secreto que solo ellos dos junto a Bjorn eran conscientes.
—Bjorn no la cuida de tal forma porque sí —señaló el hijo mayor de la Reina muerta.
—¿Qué le sucedió? —preguntó Sigurd con curiosidad en aquel secreto.
—La violaron —dictó Ivar comprendiendo las palabras de su hermano mayor.
—Así es —afirmó Ubbe las palabras de Ivar—, fue un suceso horrible para ella, para Lagertha y para Bjorn. Mientras yo estaba abrigado entre la casa comunal, Gyda sufría por lo que hizo padre...y nuestra madre.
—Lagertha no debió marcharse con sus hijos, ella es la única culpable —sentenció Ivar el deshuesado—, y el pasado de Gyda no es la excusa.
—Ivar. —Ubbe soltó un suspiro de cansancio—, Gyda siempre apoyara a su madre. ¿Estás seguro que vale la pena alejarte de ella?
—Si, ¿acaso ustedes no? —Las miradas de Ubbe, Hvitserk y Sigurd le indicaron al Ragnarsson invalido que no compartían su decisión—. Es nuestra madre, ¿Qué sucede con ustedes?
—Tenemos que vengarnos, si, pero no me alejare de mi hermana, de la misma forma que no me alejare de Bjorn —señaló Ubbe con seguridad en sus palabras sin dejarse intimidar por la mirada de Ivar.
—Estás caliente por ella, ¡Todos ustedes! —grito Ivar agarrando el jarro que lanzó Gyda en su dirección al cuerpo de Ubbe.
—Ivar... no quieras negar que no te sucede lo mismo —puntualizó Hvisterk liderando la conversación—. Haz lo que quieras con Lagertha, pero no tocarás a Gyda. Tal vez no la querrás como hermana, pero tendrás aceptarla de igual forma.
Y las miradas de los otros Ragnarsson se confundieron confundidos por las palabras de Hvitserk. Pero la confusión estaba a segundos de ser aclarada.
—¿De qué hablas? —preguntó Ubbe intrigado.
—Le propondré matrimonio. —Y la gran sonrisa de Hvitserk no contagió a ninguno de los Ragnarsson.
Hvitserk deambulaba cerca de la casa comunal con un solo propósito: ver a Gyda Ragnarsdóttir, pero las escuderas de Lagertha impidieron que pudiera acercarse más de lo debido. Hvitserk no estaba interesado en la venganza contra Lagertha. Su madre estaba muerta, y nadie podría cambiar el pasado. Pero su futuro, y el de Gyda eran inciertos y volubles.
La expedición al mediterraneo le enseñó dos cosas; un mundo con arena, y que Harald caballera hermosa estaba profundamente enamorado, embelesado por su hermana. Y debía actuar antes que aquel rey se la llevara lejos de él.
—¿Qué haces? —La voz grave de Bjorn Ragarsson provocó el susto en Hvitserk quien no dejaba de observar la casa comunal.
—Necesito entrar —señaló Hvisterk girando su cuerpo para quedar al frente del gran cuerpo de Ironside—, necesito hablar con Gyda.
—¿Por qué? Ya no es su hermana. —Bjorn dicto aquellas palabras con rabia—. Jamás imaginé que le harían daño de tal forma.
—Solo ha sido Ivar, no podemos controlar sus palabras —señaló Hvisterk—, no es lo que siento yo.
—¿Acaso no la odias por marchar junto a Lagertha?
—No —contestó Hvitserk con seguridad, lo que logró confundir la mente de Bjorn—, amaba a mi madre, pero ella está muerta y Gyda no.
—¿Qué quieres decir?
—Sabes lo que quiero decir. —Hvitserk enderezó sus hombros para intentar llegar a la altura de su hermano mayor—, sabes de mi amor hacia Gyda.
—Como h-e-r-m-a-n-o —señalo Bjorn modulando con lentitud aquella palabra—, sabes que no está permitido entre hermanos.
—No es complementamente mi hermana —indicó Hvisterk rogando que Bjorn aceptara aquel deseo—, siempre la he amado. Toda mi vida.
—No, lo que tienes es algo enfermizo, no es normal —apuntó Bjorn negando con su cabeza ante esta inconcebible idea. Sus pies empezaron a moverse para alejarse de su hermano favorito, pero las palabras que dictó Hvitserk lo detuvieron.
—¿Prefieres que se case con Harald y se marche de Kattegat?
—¿Harald interesado en Gyda? —Incluso decir aquellos dos nombres en la misma oración era incómodo para Bjorn. No confiaba en aquel hombre, al menos no para que se llevará a su querida y amada hermana—,¿estás seguro?
—Lo estoy. —Las palabras de Hvitserk salieron con seguridad de su boca—. Lo escuche hablar con Halfdan. Tiene un plan, si no aceptas aquel matrimonio planea raptarla.
—No es capaz de aquello —bramo Ironside sintiendo como la rabia empezaba a surgir en su cuerpo.
—Quiere ser el Rey de toda Noruega, y qué mejor que con la hija de Ragnar Lodbrok a su lado.
—Nadie se negaría a su reinado —murmuró Bjorn uniendo las piezas que le había lanzado Harald en el meditarreo. Chistes, y chistes sobre casamiento. Y preguntas sobre su hermana menor.
—¿Estas de mi lado? —preguntó Hvitserk esperanzado de que salieran un "si" de la boca de su hermano amyor.
—Llamare a las escuderas, tendrás el camino libre. —Fue lo último que contestó Bjorn Ironside para desaparecer.
Un suspiro de alivio sale de la boca de Hvitserk. Estaba seguro que Bjorn le daría una paliza, pero al parecer los dioses estaban de su lado.
La luz de fuego le daba un aspecto salvaje al cuerpo de Gyda. Quien no se había movido por varios minutos al lado de la fogata en busca de calor o contención. No estaba segura.
—Gyda...—La voz de Hvitserk llamó su atención provocando que cambiará la dirección su mirada al cuerpo de su hermano.
—Si vienes a matar a mi madre, te informo que ella no está aquí —comunicó Gyda con hostilidad en su voz.
—Lo sé. —Hvitserk observó como Lagertha salía junto a Bjorn y sus escuderas—. Bjorn me otorgó esta oportunidad.
—¿Oportunidad de que? —pregunt Gyda levemente intrigada por las palabras de su hermano. Movió su cuerpo para obtener una mejor visión de Hvitserk—, no quiero un perdón.
—No es lo que planeo darte. —Los pies de Hvitserk se movieron con cautela con el objetivo de acercarse a su media hermana—. Quiero darte esto. —Hvitserk sacó de los pliegues de su abrigo una joya. Un collar.
—Déjame verlo —señaló Gyda curiosa por el objetivo que tenía su hermano. Y Hvitserk sonrió, los regalos eran la debilidad de Gyda.
—Cuando lo vi, pensé en ti —confesó Hvisterk sentando al lado de su hermana. Su hombro quedó pegado al de su media hermana. Buscando la proximidad que soñó por meses—, el color, me recuerda a tus ojos.
—Es bonito —susurró Gyda extendiendo su mano para recibir el collar sin dejar de observar los ojos de su hermano. Una mirada distinta—, ¿qué sucedió contigo en el mediterráneo? —preguntó Gyda sintiendo el frío del metal en sus manos.
—¿De qué hablas? —preguntó con confusión—, ¿puedo? —señaló Hvisterk el cuello de su hermano. Gyda asintió con su cabeza.
—Tu mirada cambió —apuntó Gyda observando a su hermano devolviendo el
Collar.
—Nuestras vidas han cambiado. —El cuerpo de Hvitserk rodeo su lugar de asiento para posicionarse detrás de ella. Con suavidad movió su cabello, y sus dedos acariciando el cuello de su media hermana—. No soy el mismo—. Las palabras de Hvitserk eran sinceras, pero sin maldad en su tono. No le reprochaba nada a Lagertha, ni a Gyda.
Gyda empezó a ponerse nerviosa, aunque Hvitserk siempre ha tenido ese efecto en ella. Siempre con sus palabras y movimientos seductores, pero aquella vez era diferente.
Hvitserk estaba nervioso también. Gyda era indescifrable, era una maestra en mantener un rostro y un comportamiento neutro. Si Gyda se negaba, perdería el amor y la hermandad de ella para siempre.
—Se ve hermoso en tu cuello —indicó Hvisterk bajando su cuerpo para susurrar en el oído de su media hermana. Gyda ladeo su cabeza a dirección de su hermano.
—Gracias—murmuró la hija de Ragnar dirigiendo su mirada a los ojos verdes de su hermano—, gracias por pensar en mí...—Y Gyda no pudo finalizar su oración porque los labios de su medio hermano se estamparon en los suyos reclamando un beso.
Los labios de Gyda se quedaron inmovil por unos segundos. no había besado a un hombre hace mucho tiempo, pero la calidez y la suavidad del beso de Hvitserk la sedujeron. Ragnarsdottir cerró los ojos al tiempo que sus labios se movieron. Sus bocas se movieron en perfecta sincronía. Hvitserk ladeo su cabeza a la derecha y Gyda a la izquierda. Se besaron por un largo tiempo en esa posición, sin deseo carnal influyendo en sus actos. Era amor, un amor puro.
—Había soñado este momento desde que era niño —confesó Hvisterk con una amplia sonrisa. Estuvo a punto de bailar de felicidad.
—Esto está mal —indicó Gyda tocando sus labios con las yemas de sus dedos—, pero se sintió bien.
Gyda Ragnarddotir se levantó de su asiento para mover su cuerpo con nerviosismo, sus pies caminaban de un lado a otro en busca de una respuesta a lo sucedido.
—Te amo...—Gyda levantó su mano con brusquedad para callar a su hermano—, no puedes callarme. Esa es la verdad.
—No puedes amarme de esa forma —puntualizó Gyda pasando sus manos por su rostro. Estaba frustrada—, no está bien.
—No me importa si esta bien o esta mal —bramó Hvitserk encaminándose al cuerpo de Gyda, quien con rapidez se alejaba de él como señal de respuesta—, te amo.
—Puedes tener a la mujer que quieras, ¿Por qué complicarlo? —La espalda de Gyda chocó con un pilar de madera de la casa comunal deteniendo el actuar de alejarse de su hermano.
—Te quiero a ti —afirmo—, y creo que tu me quieres a mi.
—!No! —bramo Gyda.
—No puedes negar que te coloco nerviosa —señaló Hvirserk acercando su cuerpo al de su media hermana.
—Porque eres invasivo —atacó la Ragnarsdottir sintiendo como los latidos de su corazón retumbaban con rapidez en su oído. La mano de Hvitserk acaricio su mejilla con delicadez—, demasiado invasivo.
—Siempre te he amado. —Los ojos de Gyda se cerraron nuevamente al escuchar las palabras de su hermano. Siempre supo de la atracción de él sobre ella, pero amor, es otra cosa—. No puedes negar que no sientes atracción por mi.
—¿De qué hablas? — Y la boca de Gyda se empezó a secar, y una incomodidad en su garganta se presentó—. Eres mi hermano.
—Me besaste sin importarte aquello.
—!Ah! Hvitserk. —Gyda empujó a su hermano con sus dos manos. Estaba molesta de que hablara de sus sentimientos con tanta libertad, y que ella no fuera capaz de decir dos palabras coherentes. Sus manos no se detuvieron, siguieron golpeando el torso de Hvitserk.
—Me amas, pero lo has escondido tan profundo... —su media hermana interrumpió lo que iba ser un discurso de amor.
—Solo bésame —murmuró Gyda deteniendo sus manos rendida—, callate y bésame.
Y Hvitserk callo. Y si debía callar el resto de su vida para besar a Gyda lo haría.
La noticia del casamiento de Gyda con Hvitserk no fue bien recibida por algunos. Pero la hija de Ragnar ha decretado y nada, ni nadie podría interferir en su decisión.
—No hagas que me arrepienta...—murmuró Gyda en la casa que estaban viviendo ambos después del casamiento. Han pasado unas noches de aquella unión, pero sus cuerpos aún no realizaban el acto de consumar. Gyda tenía miedo.
—¿De que?
—De confiar en ti. —El vestido de Gyda cae a sus pies dejándola totalmente vulnerable al frente de su esposo. Solo el collar que Hvitserk le había regalado en su llegada al mediterráneo adornada la desnudez de Gyda.
Hvitserk no espero ninguna orden de su esposa, simplemente callo y la beso.
Las manos del esposo de Gyda se movieron con suavidad, con delicadeza, como si en algún punto ella fuera a quebrarse. Ragnarsdottir no pudo evitar enternecerse por su esposo. Había elegido bien.
—No me quebraré —susurro Gyda al momento que su esposo se posiciona entre sus piernas.
—Tengo miedo de que esto sea un sueño —confesó Hvisterk llevando su mano derecha al seno de su esposa—, de despertar y verte casado con otro. —Hvitserk pellizco con suavidad el pezón de su esposa logrando que ella soltara un leve gemido de su boca.
Y esta vez fue Gyda quien callo y lo besó.
La boca de Hvitserk en su intimidad logró que olvidara su miedo al contacto físico. Su miedo desapareció y supo que estaba lista. No solo lista para recibir la virilidad de su esposo dentro de ella, lista para amarlo con libertad.
Los gemidos que salían de su boca imposibilitaba que diera la orden de la penetración. Su esposo movía su lengua dentro de ella con rapidez, y sus dedos buscaron el punto de su intimidad para frotarlo en círculo. Y algo caliente empezó a envolver su cuerpo al punto de que gemir no fue suficiente, un grito ahogado salió de sus labios para indicar que su primer orgasmo había llegado.
—Oh mi dulce y ardiente esposa —murmuró Hvisterk subiendo su rostro a los senos de su esposa para besar y chupar los pezones de ella—, esto apenas ha comenzado.
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