Hvitserk
Aclaración: En este One-shot Margarethe está enamorada de Hvitserk. No estuvo con Ubbe.
La vida de la curandera de Hedeby era especial. Aquella niña que se convirtió en mujer a los ojos de su condesa. Lagertha le había entregado toda sus comodidades para que aquella niña expandiera su don de la sanación. La vida de Kaira la curandera era feliz en ese pequeño pueblo, donde cada habitante la respetaba y la admiraban, pero todo cambió cuando Lagertha decidió atacar a Kattegat para recuperar su reinado. La vida de la curandera cambió en ese día.
El destino se cruza con diferentes personas, algunas pasaban inadvertidas y otras marcaban el alma tan profundo que ni siquiera el Ragnarok sería capaz de borrar esa huella. Y la única persona que marcó la vida de Kaira, fue el adorable Hvitserk Ragnarsson. Se amaron desde el primer día que se vieron, desde la llegada de Bjorn al salón al momento que eran amenazadas por Ubbe E Ivar. Kaira jamás pensó que la llegada de esas embarcaciones daría vuelta su mundo.
La relación entre ellos comenzó desde su primera mirada. Los ojos de Hvitserk se enfocaron en el cuerpo de Kaira para jamás quitarlo de su mirada. La admiraba, la amaba y la respetaba cada día de su vida. Hvitserk había decidido casarse con ella en el momento que la había besado, aquel sabor dulce de su boca lo había cautivado, pero la curandera decidió esperar el momento indicado. La guerra se aproximaba en tierras sajonas y el reinado de Lagertha era débil después de las amenazas de Ivar. No era el momento para casamientos según el pensamiento de la Kaira, pero si para amar frenéticamente el cuerpo del hijo de Ragnar.
¿Ella estará bien? - Preguntó la Reina Lagertha al momento que entraba a la casa de la curandera. Kaira estaba cuidando a unas de sus escuderas quien padecía fiebre desde hace dos días.
Espero que sí. - Confesó Kaira apartando su mirada del cuerpo de Eivor la escudera para mirar a su reina. - Es fuerte.
Claro que sí. - Admitió Lagertha acercándose para tomar la mano de Eivor. - ¿Te has sentido bien?
Si. - Respondió Kaira rápidamente. - Lo que sea que tenga Eivor no es contagioso.
Es bueno. Temía que fuera una fiebre colectiva. - Lagertha se quedó mirando el cuerpo de su escudera por un largo tiempo. Kaira no interrumpió sabía lo que su Reina estaba pensando. - Estaré en el comedor en el banquete. Avísame si sucede algún cambio. - Pidió Lagertha con amabilidad enfocando su mirada en los ojos miel de Kaira.
Lo haré. - Prometió Kaira sonriendo a su reina, amiga y madre.
Hvitserk ha estado buscándote. - Puntualizó Lagertha caminando hacia la puerta.
Él sabe dónde encontrarme. - Aclaro Kaira con una sonrisa.
Le diré que venga a verte. - Comentó Lagertha saliendo de la casa de Kaira.
Keira no había visto a Hvitserk desde que Eivor cayó en fiebre. La curandera decidió que nadie entrara las primeras horas en caso de que la enfermedad fuera contagiosa, pero nada le ocurrió a ella lo que supuso que la infección de la escudera no era viral.
Kai...ra. - La curandera se sorprendió al escuchar la voz de Eivor. Su voz era débil, pero era una alivio escucharla.
Bienvenida a Midgard. - Musito Keira con voz baja mojando el paño para colocarle en su cabeza. - Toma un poco de agua. - Le indico la curandera acercando un vaso de agua a la boca de Eivor. Ella bebió con tranquilidad quejándose por cada movimiento que realizaba. - ¿Cómo te sientes?
Mal. - Respondió Eivor con pesar. - ¿Mi hija? - Preguntó la escudera con sus ojos cerrados.
Con Lagertha. Iré a buscarla. - Kaira espero que Eivor asintiera ante sus palabras para salir en busca de la hija de la escudera. La curandera caminó con rapidez al salón principal mientras sentía unos pequeños copos de nieve caían en su rostro. Al entrar un calor sofocante la invadió. El lugar estaba lleno de gente desde la llegada de Bjorn. Los ejércitos se reunían mientras el invierno pasaba para vengar la muerte del legendario Ragnar.
!No miento! - Kaira escuchó la voz de la conocida esclava de Lagertha. No entendía lo que sucedía, pero unos pocos murmullos se escuchaban alrededor. La curandera camino al trono de Kattegat mientras seguía escuchando aun la voz de Margarethe. - ¡Es tuyo! - Kaira caminó hasta que vio a la esclava al frente del cuerpo de Hvitserk. - Este hijo es tuyo. - Y el silencio se hizo presente en la casa comunal.
Keira...- La curandera escuchó la voz de Ubbe quien se percató de su presencia. Al nombrarla todos se dieron vuelta a mirarla e incluso Margerethe.
Lo siento Kaira. Hvitserk me busco...- Empezó a relatar la esclava acercándose al cuerpo de Kaira quien de forma inmediata se alejó para colocarse detrás de Ubbe quien la protegió ante la eufórica Margarethe.
¡Calla Margarethe! - Bramó Hvitserk interrumpiendo. - No mientas.
!No miento! - Grito Margarethe dándose vuelta para encarar a Hvitserk. Kaira prefirió no intervenir, su mente y su cuerpo estaban cansados después de dos largos días de trabajo. Se movió alrededor para acercarse a Lagertha quien estaba sentada en su trono. La curandera evitó mirar a las personas, solo se enfocó en los ojos azules de su reina.
Eivor despertó. - Susurro en el oído de Lagertha. - Quiere ver a Lena. - Lagertha sonrió ante sus palabras.
Torvi. - Kaira decidió no mirar para atrás y solo enfocarse en su reina. Aun escuchaba la voz de Margarethe y Hvitserk. - Trae a la pequeña Lena. - Ordenó la reina de Kattegat a la esposa de su hijo. - ¡Calla Magarethe! - Bramo Lagertha con voz severa. De forma inmediata la voz de la esclava desapareció.
Gracias. - Susurro Kaira en voz baja mirando a su reina.
Música. - Ordenó Lagertha y de forma inmediata la música resonó por el lugar. - Tranquila, ahí viene Hvitserk.
Kaira...- La voz seductora de Hvitserk llegó a su oído. La curandera tomó aire para tranquilizarse al momento que se daba vuelta para enfrentarlo. Su Ragnarsson tenía el ceño fruncido y el rostro severo, algo extraño en el divertido y encantador Hvitserk. - No creas en sus palabras...-
Aquí está. - La voz de Torvi interrumpió el momento cuando llegaba con la pequeña Lena.
Vamos a ver mamá preciosa. - Expresó Kaira con una alegría que no llegó a sus ojos, pero si en los ojos de Lena. Lagertha entrelazo su mano con los dedos de la pequeña hija de Eivor para guiarla fuera de la casa comunal. - Debo irme. - indicó la curandera siguiendo a su reina, pero la mano de Hvitserk la detuvo.
Escúchame. - Suplicó su novio acercándose al oído de ella. - No es mío.
Estoy trabajando. - Puntualizó Kaira alejándose sin poder evitar mirar los ojos de Margarethe. Y Kaira no pudo identificar si aquella mujer decía la verdad o no.
La bella Kaira aplastaba sus hierbas al momento que Hvitserk entró a su casa. Lo hizo con suavidad y tranquilidad. Eivor dormía plácidamente luego de ver a su pequeña hija.
Dime que no crees las palabras de Margarethe. - Musito su Ragnarsson favorito apoyándose en la pared al frente de su mesa de trabajo.
¿Por qué no debería creerlo? - preguntó Kaira sin mirarlo.
Porque te amo a ti. - Respondió con obviedad. Como si aquella respuesta fuera el fin de sus problemas. - Tengo una relación contigo...
Eso no te bastó para acostarte conmigo cuando estabas con ella. - Específico Kaira dejando de moler sus hierbas para mirarlo.
Es diferente. - Kaira frunció su ceño confundida. - Tu eres diferente. - La curandera tardó unos segundos en decir unas palabras.
Se que me amas, pero...- Kaira se callo al momento que Hvitserk se movió para rodear su mesa y quedar al frente de ella. - Te conozco.
¿Acaso no te he demostrado mi amor cada noche - Susurro el Ragnarsson para acariciar el cuello de la curandera con suavidad. - Mi fidelidad en estos meses?
Lo has hecho. - Respondió la curandera recordando sus noches de placer desde que conoció a Hvitserk. - Pero Margarethe...
No puedo acostarme con otra mujer desde que te conocí. - Confesó Hvitserk sin titubear. Kaira debía admitir que su novio era sincero, él jamás mentía. No tenía la mente de sus hermanos, Hvitserk era puro. - Te amo.
Yo también te amo. - Admitió Kaira colocando sus manos en el torso de Hvitserk. - Pero Margarethe...- La curandera no terminó de hablar porque los labios de su novio la callaron con rapidez. La lengua de Hvitserk entró sin permiso para envolverla de pasión. Las manos de su Ragnarsson favorito se agarraron con fuerza de la cintura de ella para acercarla a su cuerpo.
Ella miente. - Añadió Hvitserk cuando se alejó de los labios de su mujer. Kaira aún tenía sus ojos cerrados cuando su novio se separó. - Debes creerme. -Suplico.
Lo hago. - Respondió con rapidez Kaira para acercarse a los labios de su Ragnarsson con anhelo. Lo amaba y creía en él. Porque desde el primer momento Hvitserk le había entregado todo lo que necesitaba.
Los días, las semanas y los meses transcurrieron con rapidez. Kaira no supo de Margarethe por un largo tiempo hasta que escuchó que había perdido el bebe provocando una locura en ella, pero nada de eso importaba cuando el día de partida de Hvitserk se acercaba.
Debemos estar alerta cuando los ejércitos partan. - Comentó Lagertha en la cena. Kaira cenaba cada noche con su reina y sus escuderas más cercanas. - Otros reyes podrían intentar atacar Kattegat.
Estamos preparados ante cualquier ataque. - Kaira escuchó la voz egocéntrica de Astrid.
Practicaremos todos los días. - Aseguró Torvi con tranquilidad. La curandera no mencionó nada, ella no era una escudera. Ella solo se enfocaba en salvar vidas.
Debo irme. -Se disculpó Keira levantandose de la silla para mirar a su reina.
Ve. - Le permitió Lagertha con una sonrisa, teniendo en conocimiento que iría a buscar a un hijo de Ragnar. La curandera salió con tranquilidad disfrutando del calor que albergaba la noche.
Kaira. - La curandera escuchó el grito de Ubbe llamándola. - ¿Cómo estás? - Pregunto cuando llego a ella.
Bien. - Respondió Keira sonriendo al momento de verlo. -¿Por qué sonríes? ¿Qué sucede? - Preguntó la curandera divertida. Después de Hvitserk, Ubbe era su segundo Ragnarsson favorito. Ambos se habían convertido en amigos cercanos.
Nada. - Su risa lo delataba. - Hvitserk preparó una sorpresa para ti. Sígueme.
Una despedida queras decir. - Aclaro Kaira siguiendo a Ubbe a su lado. El hermano mayor de Hvitserk se callo, pero no la contradijo. Ella sabía que tenía razón. Caminaron hasta llegar a una casa que Kaira desconocía, estaba alejada del centro del pueblo.
Él está adentro. - Expreso Ubbe con voz baja, pero antes de que Kaira diera un paso Ubbe la detuvo agarrando su brazo. - Él estará bien, volverá. - Le prometió Ubbe Ragnarsson con voz cálida.
Lo sé. -
La curandera entró a la casa que estaba adornada con varias velas guiándola a la cama que estaba rodeada de tela que caían del techo al suelo. Entregando un ambiente enigmático. Hvitserk la esperaba recostado en la cama desnudo. La sonrisa de Kaira se agrandó de oreja a oreja.
Esa es una bella sorpresa. - Musito la curandera moviendo las telas para entrar a la cama.
Tu eres la bella sorpresa. - Aclaro Hvitserk con una sonrisa sentándose en la cama para sacar el vestido de la curandera. Kaira lo detuvo.
No lo hagas sentir como una despedida. - Suplico la curandera.
No lo es. - Prometió su novio con amabilidad. - Nunca habrá una despedida entre nosotros.
Eso es lindo. - Kaira admitía cada vez que Hvitserk decía palabras bonitas.
Lo es. - Sonrió su Ragnarsson al momento que se acercaba a ella para besarla.
Los cuerpos de los amantes se estremecían de placer. Ambos disfrutaban cuando la virilidad de Hvitserk entraba en la cavidad de Kaira. De una manera suave, disfrutando cada movimiento de placer entre sus cuerpos. Hvitserk deseo el cuerpo de la curandera desde el primer momento que la vio. Adoraba escucharla gemir entre sus brazos, y como sus piernas temblaban ante un orgasmo.
Más. - Susurro Kaira mientras Hvitserk la penetra con fuerza. - Más fuerte. -Suplico la curandera. Hvitserk obedeció sin titubear. La penetró con fuerza al punto que no podía identificar entre el placer y el dolor.
Kaira debía reconocer que cada encuentro con Hvitserk era placentero. Ha sido el único hombre que ha provocado orgasmos en cada noche. Lo amaba y lo deseaba a un nivel que era desconocido para ella. Y rezaba a los dioses cada día para que fuera recíproco.
No es una despedida. - Repitió Hvitserk cuando cayeron cansados por su segundo orgasmo. Kaira sonrió ante esas palabras. - Volveré.
Lo sé. - Aseguró Kaira acomodándose en el torso de Hvitserk. - Y yo estaré esperando.
Lo sé. - Repitió Hvitserk acariciando el cabello largo de su mujer. - Y cuando vuelva nos casaremos.
Haré mi vestido de novia. - Añadió Kaira cerrando sus ojos por las caricias realizadas por su novio.
Seremos felices. - comentó Hvistserk bostezando por él sueño que se apoderaba de su cuerpo.
Lo seremos. - Concordó Kaira entrelazando su mano con los dedos de Hvitserk para luego quedar dormida en su duro torso.
Su encuentro sexual no fue una despedida porque lo siguieron haciendo hasta que Hvitserk colocó un pie afuera de esa casa para entrar a la embarcación. Kaira siguió a su amante con tranquilidad, se despidió de él con cariño. Besándolo en cada momento para no olvidar la suavidad de sus labios. No se despidieron, solo un beso fue suficiente para que ambos se alejaran esperando con ansias volver a encontrarse.
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