4) No muerdas!
Las calles resplandecían bajo el brillo del sol, que desplegaba sus típicos tonos cálidos, entre amarillos y naranjas, envolviendo todo con una agradable tibieza. No era un calor sofocante, sino el justo para recordar que la tarde avanzaba, abrazando a la pareja que descansaba entrelazada.
-Mmm... -se quejó un chico de cabello anaranjado-. ¡Auh, Marte! ¡Eso dolió! -exclamó, separándose del abrazo mientras frotaba su mejilla derecha.
-¡Lo siento! ¡De verdad! No quería morderte, pero... es que tu piel es tan suavecita -se disculpó Marte, claramente avergonzado.
-¡Suavecita ni qué nada! No soy comida para que me andes mordiendo -replicó Venus, haciéndose el indignado-. Ya mejor me voy a la sala con los niños.
Intentó levantarse de la cama, pero sintió cómo Marte lo sujetaba con firmeza. No con fuerza suficiente para lastimarlo, sino lo justo para evitar que escapara.
-Cariño, por favor, no te enojes conmigo...
-Marte, suéltame.
-Amor... -susurró Marte, entristecido al no recibir respuesta. No soportaba que su pareja se enojara con él.
Con la intención de arreglarlo, lo abrazó más fuerte y empezó a repartir pequeños besos por su rostro. Venus no tardó en soltar una risita.
-¡Jajaja, Marte! ¡Alto, me haces cosquillas! -pidió entre risas el planeta rebelde.
-Solo pararé si dejas de estar molesto conmigo.
-¡Marte! ¡Jajaja!
-Nop.
-¡B-bien! ¡Ya! ¡Jajajaja! ¡Te perdono, te perdono!
Cuando Marte escuchó esas palabras, detuvo los besos y escondió su rostro en el cuello de Venus, disfrutando del momento.
-Te odio... -murmuró Venus, fingiendo fastidio.
-Yo también te amo -respondió Marte, esbozando una pequeña sonrisa de victoria.
Después de un rato, ambos se quedaron dormidos abrazados, ajenos al mundo exterior. Desde la puerta, Phobos y Deimos los observaban, con una sonrisa en los labios al ver a sus padres tan tranquilos.
-Hay que dejarlos dormir -susurró Deimos.
-Sí ¿Y si vemos una peli? -propuso Phobos.
-¡Sí! ¡Vamos, vamos! -respondió su hermano, animado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro