·Un descanso en casa· Au.-3 de La Emperatriz Divorciada
"·El AU 3 es un universo donde todo lo ocurrido en la historia, es solo una serie de television, adaptada de la Novela. Todos son autores, muy, pero muy diferentes a las personalidades de los personajes, un ejemplo: Sovieshu tiene autismo grado 1, también conocido como autismo de alto funcionamiento o síndrome de Asperger, tiene dificultades en la comunicación y una sensibilidad extrema hacia los estímulos sensoriales, como sonidos y luces fuertes. Navier es demasiado diferente a su papel, pues, tiene Trastornó de Déficit de Atención con Hiperactividad. Ambos están casados, se conocieron cuando tenian 9 años, cuando Navier le dio un balonazo a Sovieshu en el receso. Su amistad evoluciono hasta la actualidad donde están casados y con una hija.·"
"·Navier es extrovertida y emocional, Sovieshu es introvertido, meticuloso y sensible a los estímulos, lo que los hace una pareja inusual pero funcional, aunque aveces se parece a Sheldon Cooper de "The Big Bang Theory". En la serie, Navier fue un pilar para Sovieshu, quien inicialmente fue rechazado por su diagnóstico de autismo, pero finalmente consiguió un papel debido a su talento y dedicación. A través de este proceso, su amistad se prosiguió, y ambos personajes demostraron ser personas que, aunque distintas, se complementaban perfectamente.·"
"Si no te gusta, te pido por favor que te largues y te metas tus comentarios de mal gusto por donde te quepa."
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Navier se sentó en el sofá con las piernas cruzadas, observando con curiosidad cómo Sovieshu conectaba la consola al televisor. La pequeña mesa frente a ellos estaba llena de botanas: un tazón de palomitas, una lata de refresco y una botella de agua para cuando ella inevitablemente necesitara calmarse.
—¿Entonces este es el juego que tanto amas? —preguntó Navier, arqueando una ceja mientras observaba la portada oscura en la pantalla.
—Sí, Dark Souls 3 —respondió Sovieshu con una leve sonrisa, su tono lleno de entusiasmo contenido—. Es más que un juego. Es... una experiencia.
Navier se recargó contra el respaldo del sofá, claramente divertida.
—¿Y qué tiene de especial? Se ve deprimente. Todo gris y oscuro.
—Es... complicado de explicar. No es como otros juegos que he jugado antes. Aquí no hay tutoriales largos, ni flechas gigantes que te digan qué hacer. Es como si te lanzaran a un mundo completamente hostil, sin nada, y te dijeran: "Sobrevive."
Navier soltó una carcajada.
—¿Eso te gusta? ¿Qué te ignoren y te dejen a tu suerte?
Sovieshu rió también, encogiéndose de hombros mientras tomaba el control y seleccionaba "Nuevo Juego".
—Es algo más profundo. Es como... la vida misma. Hay muchas cosas que no entiendes al principio, y tienes que aprender con esfuerzo, con errores. Dark Souls 3 no te lleva de la mano. Tienes que descubrirlo todo por ti mismo.
—¿Y si me frustro?
—Te frustrarás —dijo Sovieshu, girándose hacia ella con una expresión seria, pero con una chispa juguetona en los ojos—. Pero ahí está el punto. Cada victoria, cada pequeño avance, se siente como un logro increíble porque sabes que lo lograste solo.
Navier asintió, algo intrigada.
—Está bien. Muéstrame cómo es.
Sovieshu comenzó a jugar, llevando al personaje por el primer tramo del Cementerio de Ceniza, explicando cómo funcionaban los controles básicos.
—Con este atacas, con este defiendes. Y aquí esquivas. Aprende a esquivar, porque lo harás todo el tiempo.
Navier se inclinó hacia adelante, atenta, mientras él enfrentaba a los primeros enemigos, simples huecos que apenas requerían esfuerzo.
—Eso no parece tan difícil —comentó.
—Espera. Lo difícil viene ahora.
Sovieshu llegó al primer jefe, Iudex Gundyr. La música épica llenó la sala mientras el enorme caballero despertaba. Navier abrió los ojos como platos al ver el tamaño del enemigo.
—¿Eso es el primer jefe? ¡¿Estás bromeando?!
Sovieshu rio mientras comenzaba el combate.
—Exactamente. Y si crees que esto es intimidante, espera a ver lo que viene después.
Sovieshu esquivó, atacó, rodó, y finalmente derribó a Gundyr con relativa facilidad. Navier lo miró con una mezcla de admiración y sospecha.
—Eso no parece tan difícil. Déjame intentarlo.
Sovieshu le pasó el control, mostrando cómo reiniciar desde el último punto de control.
—Está bien. Recuerda, paciencia. Aprende los movimientos del jefe y...
Antes de que pudiera terminar, Navier ya había avanzado hacia Iudex Gundyr, balanceando su espada de manera torpe.
—¡¿Por qué se mueve tan lento?! —exclamó mientras intentaba atacar.
—Porque estás usando ataques fuertes y no controlas bien tu barra de energía —respondió Sovieshu, tratando de no reírse.
En cuestión de segundos, Gundyr la aplastó con un ataque directo.
—¿¡QUÉ!? ¡Eso no es justo! Apenas me estaba moviendo.
—Es justo. Tú atacaste sin pensar —dijo Sovieshu con calma, tomando el control para reiniciar el combate—. Intenta otra vez.
Navier lo intentó tres veces más, y cada intento terminó igual: con Iudex Gundyr derrotándola sin piedad. Finalmente, soltó el control con un gruñido frustrado.
—¡Esto no es un juego, es una tortura psicológica!
Sovieshu se encogió de hombros, tomando el control nuevamente.
—Te dije que no era fácil. Pero ahí está la belleza. Tienes que trabajar por tus victorias.
Navier lo miró con los brazos cruzados, pero había una pequeña sonrisa en su rostro.
—Sabes, ahora entiendo por qué te gusta tanto. Es como tú. Complicado, pero vale la pena.
Sovieshu sonrió, sin apartar la vista de la pantalla.
—Y como tú dijiste alguna vez, las cosas difíciles son las que más disfrutamos al final.
Navier se rió, recostándose contra su hombro mientras lo veía enfrentar a otro jefe con una concentración intensa. Quizá Dark Souls 3 no era para ella, pero le encantaba cómo iluminaba a Sovieshu.
—Vamos, un intento más —insistió Sovieshu, con una leve sonrisa que mostraba una mezcla de entusiasmo y paciencia—. Te terminará gustando la saga. Es un buen primer acercamiento. Luego podremos intentar con los demás: Bloodborne, Sekiro, Demon's Souls, Elden Ring, Lies of P, Dark Souls 1 y 2... ¿Qué dices?
Navier suspiró, cruzando los brazos mientras miraba la pantalla como si esta le hubiera hecho algo personal.
—No sé, Sovieshu. No estoy segura de que mi paciencia sea suficiente para tanta frustración.
Sovieshu rio suavemente, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de ella.
—Mira, lo entiendo. Es un juego difícil. Pero si yo, alguien que se agobia en las convenciones y entrevistas de periodistas, por tener demasiados estímulos, puedo manejarlo, estoy seguro de que tú también puedes. Además, no tienes que ser perfecta en esto. Solo inténtalo.
Navier lo observó por un momento. Había algo en la forma en que hablaba, en esa mirada plateada que destilaba ternura y confianza, que siempre lograba convencerla.
—Está bien, un intento más. Pero si muero otra vez en el primer jefe, oficialmente me retiro.
Sovieshu asintió, pasándole el control con una expresión de victoria anticipada.
—Eso es todo lo que pido.
Navier tomó el control, ajustándose en el sofá con determinación. Esta vez, se esforzó en escuchar a Sovieshu mientras él le daba consejos en voz baja.
—Recuerda, no te lances de inmediato. Observa sus movimientos, esquiva y ataca cuando tengas una apertura.
Con los dedos tensos sobre los botones, Navier avanzó hacia Iudex Gundyr una vez más. La música épica volvió a llenar la sala, pero esta vez, en lugar de lanzarse como un torbellino de caos, Navier esperó, estudiando los movimientos del jefe.
—¡Eso es! —dijo Sovieshu, emocionado cuando ella logró esquivar un ataque y conectar un golpe.
—¡Lo hice! —exclamó Navier, riendo. Pero su risa se interrumpió rápidamente cuando el jefe cambió de fase y se transformó en una criatura aún más aterradora.
—¿Qué p*** mi**** es eso? —gritó Navier, casi soltando el control.
—Es solo la segunda fase. Respira. Puedes hacerlo.
Con un esfuerzo titánico y varios gritos de frustración, Navier logró bajar al jefe a la mitad de su vida antes de morir. Soltó un gruñido exasperado y dejó el control sobre el sofá.
—¡Estoy sudando! ¿Esto es normal?
Sovieshu asintió, riendo suavemente.
—Sí, y ahora entiendes por qué amo este juego. Cada pequeño avance se siente como un logro.
Navier lo miró, su ceño fruncido relajándose poco a poco.
—Está bien. No diré que me encanta todavía, pero... puedo ver por qué te gusta. Tal vez te deje convencerme de jugarlo de nuevo.
—Eso es todo lo que necesito escuchar.
Navier sonrió, acercándose para darle un beso rápido en la mejilla.
—Aunque... no me hagas empezar con Bloodborne todavía. He escuchado que ese es aún más difícil.
—Eso lo dejamos para después —bromeó Sovieshu, encendiendo la consola para mostrarle algunos secretos del juego mientras compartían risas y botanas, disfrutando de una noche tranquila juntos.
—Sabes... —dijo Sovieshu con una voz suave mientras dejaba que Navier llegara a la primera hoguera y guardara la partida—. Me alegra que seamos tan diferentes a nuestros personajes en la serie.
Navier arqueó una ceja mientras navegaba por los menús del juego, buscando cambiar a algo menos estresante.
—¿A qué te refieres? —preguntó, aunque una sonrisa curiosa ya se formaba en sus labios.
Sovieshu se inclinó un poco hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas y entrelazando los dedos.
—A que tú has sido mi mejor amiga. La única que tuve durante toda la escuela, secundaria y universidad. Y míranos ahora, interpretando un matrimonio que termina en divorcio. Tú, siendo la buena, la mujer fuerte e independiente que sigue adelante, y yo...
Hizo una pausa, dejando escapar una risa breve y autocrítica.
—...Interpretando al esposo idiota, estéril, que toma malas decisiones, acosa a su exesposa y termina muriendo solo.
Navier apagó la consola, girándose hacia él con una mirada que mezclaba ternura y diversión.
—Primero que nada, no creo que seas un idiota, El idiota es tu personaje. Ni siquiera cuando estás haciendo cosas que me sacan de quicio, como insistir en que juegue un juego tan frustrante como este. Aunque si eres muy perfeccionista con todo.
Sovieshu rio, rascándose la nuca con una expresión tímida.
—No es que sea perfeccionista, todo tiene un lugar.
—Cariño, por favor. Notas hasta cualquier mínimo movimiento.
—Bueno...—Sovieshu voltio para otro lado, avergonzado.— Es que me siento incomodo, con cambios a lo que estoy acostumbrado.
—Oye, eso no me molesta, me gusta, la mayoría no notaria nada, incluso notas cualquier mínimo cambio en mi, mi perfume, mi estado de animo, y me gusta eso de ti.
Navier se inclinó hacia él, tomando sus manos entre las suyas.
—Ahem... Prosigo: Segundo, sí, somos diferentes a nuestros personajes. Pero creo que por eso hemos podido interpretarlos tan bien. Sabemos lo que no queremos ser.
Sovieshu la miró, sus ojos plateados brillando con esa mezcla de admiración y cariño que reservaba solo para ella.
—Tienes razón. Pero, a veces, es difícil no pensar en lo irónico que es. Sobre todo cuando grabo las escenas más tensas y me doy cuenta de cuánto detesto a mi propio personaje.
Navier soltó una carcajada.
—Bueno, al menos sabes que lo estás haciendo bien si logras que incluso tú lo odies.
—Supongo que sí. —Sovieshu sonrió, apretando ligeramente sus manos—. Pero fuera de la pantalla, estoy agradecido. Por todo. Por ti. Por nuestra amistad que se convirtió en esto...
Él señaló con un leve movimiento de cabeza hacia la habitación donde dormía su hija, y Navier sintió cómo su corazón se calentaba ante sus palabras.
—Yo también estoy agradecida, cariño. Por todo.
Se quedaron en silencio por unos momentos, compartiendo una mirada que decía mucho más de lo que las palabras podrían expresar.
Finalmente, Sovieshu se levantó, estirándose.
—Bueno, ¿Qué te parece si vemos algo más relajante? Algo donde no tengas que morir mil veces para avanzar.
Navier rio, levantándose también.
—Eso suena perfecto. Pero, por favor, nada que tenga jefes finales.
—Prometido. —Sovieshu le guiñó un ojo mientras se dirigían al sofá, listos para disfrutar de una tranquila noche en familia.
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