vacaciones con sorpresas - Pau y reven -
Buenasss, estos capítulos no tienen nada que ver con los otros libros.
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El eco de las botas de Reven resonaba en el pasillo del edificio, un sonido que había anhelado durante meses. Cada paso que daba la acercaba un poco más a la puerta de su apartamento, un refugio que había dejado atrás, lleno de recuerdos y promesas. Las calles estaban adornadas con el cálido sol del atardecer, pero su corazón estaba pesado con la mezcla de emociones: alivio, ansiedad y una sombra de tristeza.
No quería enlistarse, pero las circunstancias la habían llevado allí. Las razones se desdibujaban en su mente mientras recordaba las largas noches en la base, las formaciones interminables y el ruido ensordecedor de las órdenes. Ahora, al fin, regresaba a casa.
La llave giró en la cerradura y, al abrir la puerta, un aroma familiar la envolvió: el olor a café recién hecho y el ligero toque de la lavanda que Liv solía usar en su detergente. La luz tenue del apartamento la recibió, y el sonido de risas provenientes de la sala la hizo sonreír.
“¡Reven!” La voz de Liv, su hermana menor, resonó con alegría. Reven no pudo evitar sonreír ante la emoción de Liv. Se despojó de la mochila y cerró la puerta tras de sí.
“¡Hola, Liv!” dijo, dejando que el abrazo cálido de su hermana la envolviera. Era un abrazo que decía más que mil palabras: bienvenida, amor y, sobre todo, comprensión.
Liv se apartó un poco, mirándola de arriba a abajo. “Te ves… diferente. Más dura, tal vez,” comentó con una sonrisa traviesa. Reven soltó una risa suave, sabiendo que su hermana siempre había tenido un don para la observación.
“Los meses en el ejército te cambian,” respondió, intentando restarle importancia. “Pero estoy feliz de estar aquí. ¿Cómo has estado?”
“Genial. La banda ha estado ensayando mucho. Paulina está realmente emocionada por nuestra próxima presentación,” dijo Liv, dando un pequeño salto de emoción. “Pero suficiente de mí. Cuéntame de ti. ¿Cómo fue todo?”
Reven se sintió un nudo en la garganta. Aún le costaba hablar de la experiencia. “Fue… intenso. Aprendí mucho, pero había días en los que desearía haber tomado otra decisión. A veces me sentía atrapada,” confesó, sintiendo cómo el peso de las palabras se aligeraba al compartirlas.
Liv se acercó y le tomó la mano. “Lo importante es que estás de vuelta. Podemos hacer lo que queramos. Ir a conciertos, salir, disfrutar de la vida. Te he echado tanto de menos.”
Reven asintió, sintiendo una punzada de gratitud. “Yo también te he extrañado, más de lo que imaginas.”
“Vamos a cenar. Ya tengo algo preparado,” sugirió Liv, guiándola hacia la cocina. Mientras caminaban, Reven se dio cuenta de que, a pesar de las dificultades de los últimos meses, volver a casa era como regresar a un cálido abrazo. La vida en el apartamento seguía su curso, y ella estaba lista para ser parte de ello nuevamente.
El sonido de la música resonó desde la sala, y Liv comenzó a mover la cabeza al ritmo de la melodía. “Paulina siempre dice que la música es lo que te hace sentir vivo. ¿No crees?”
Reven sonrió, sintiendo la energía vibrante de su hermana. “Sí, creo que tiene razón. La música tiene una forma de conectar a las personas.”
Mientras se sentaban a cenar, las risas y las historias comenzaron a fluir, cada palabra como un ladrillo que construía de nuevo el hogar que había extrañado tanto. Reven sabía que su viaje no había terminado; en cambio, había comenzado un nuevo capítulo. Un capítulo donde la música, el amor y la conexión familiar serían su brújula en el camino hacia adelante.
Mientras Liv hablaba emocionadamente sobre sus planes con la banda, Reven sintió que una pregunta inquietante burbujeaba en su mente. “Espera, ¿quién es Paulina?” interrumpió, frunciendo el ceño.
Liv se detuvo, sorprendida por la repentina curiosidad de su hermana. “Oh, Paulina es mi mejor amiga. Es increíble, Reven. Ella es la baterista de una banda llamada ‘The Warning’. A veces, nos ayuda a mí y a las chicas con la música y los ensayos. Realmente tiene talento. Te encantaría.”
Reven se sintió extraña. Había estado fuera durante meses y, al parecer, había dejado que la vida de su hermana continuara sin ella. “¿Y ahora te vas de viaje con ella?” preguntó, tratando de mantener la neutralidad en su voz.
Liv asintió con entusiasmo. “Sí, justo este fin de semana. Tendremos un concierto en la playa. Paulina dijo que sería genial que vinieras con nosotras. ¡Sería como una mini escapada! ¿Te imaginas? Música, sol y diversión.”
Reven frunció el ceño, sintiendo que una pequeña resistencia crecía dentro de ella. “No sé, Liv. Acabo de volver. Necesito ponerme al día con las cosas, y… no estoy segura de querer salir y hacer todo eso de inmediato.”
Liv se inclinó hacia adelante, con una mirada persuasiva en sus ojos. “Pero, Reven, sería genial. Paulina y las chicas estarían felices de verte. Además, te ayudaría a despejarte después de todo lo que has pasado. A veces, lo que más necesitamos es salir de nuestra zona de confort.”
Reven se quedó en silencio, mirando a su hermana, quien parecía tan ansiosa y emocionada. Podía ver que Liv realmente quería que ella fuera, y esa idea la conmovía. Pero una parte de ella luchaba con la idea de dejar atrás su rutina y todo lo que había conocido en los últimos meses.
“No sé, Liv…” empezó, pero la sonrisa esperanzadora de su hermana la interrumpió.
“Por favor, Reven. Lo único que pido es que pienses en ello. Te prometo que será divertido. Y además, conocerás a Paulina. Te hará reír. Es una persona increíble.”
Reven sintió una mezcla de gratitud y resistencia. Parte de ella quería aceptar la invitación, pero otra parte se sentía atrapada entre su nuevo yo, forjado en la disciplina del ejército, y la versión más ligera y despreocupada de sí misma que había dejado atrás.
“Está bien, déjame pensarlo,” dijo finalmente, intentando sonar decidida.
Liv sonrió y levantó su copa de agua. “Eso es todo lo que pido. ¡Brindemos por eso! Y por tu regreso, claro.”
Reven levantó su vaso, pero no pudo evitar sentir que había un conflicto interno en su corazón. Mientras su hermana celebraba, ella se perdió en sus pensamientos, preguntándose quién era realmente Paulina y qué lugar ocupaba en la vida de Liv. Lo que más la inquietaba era que, quizás, en su ausencia, había otras conexiones que también se estaban formando.
El fin de semana llegó más rápido de lo esperado. Reven manejaba hacia el hotel, siguiendo las indicaciones de su hermana mientras la brisa del mar se colaba por las ventanas del auto, trayendo consigo el aroma salado de la costa. La música de fondo llenaba el espacio, y Liv, emocionada, iba hablando sin parar sobre las actividades planeadas.
“Cuando lleguemos, vamos a encontrarnos con Paulina y las chicas. No puedo esperar a que veas cómo es el lugar. ¡Es increíble!” decía Liv, sus ojos brillando de entusiasmo.
Pero mientras las palabras de su hermana resonaban en el aire, Reven no podía dejar de pensar en lo que había dejado atrás. La conversación que había evitado durante tanto tiempo finalmente surgió de forma natural.
“Reven,” comenzó Liv, su tono cambiando a uno más serio. “¿Por qué decidiste enlistarte en el ejército? Nunca me lo dijiste realmente. Abandonaste todo… a mí.”
El aire en el auto se volvió denso. Reven tragó saliva, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que este momento llegaría, pero no estaba lista para enfrentarlo. La verdad de su decisión era un peso que había llevado sola, y no quería que su hermana lo supiera.
“Fue… complicado,” dijo, tratando de encontrar las palabras adecuadas. “Sentí que necesitaba hacer algo diferente, algo que me desafiara. Me parecía una buena manera de salir de la rutina, de encontrar un propósito.”
Liv la miró fijamente, evaluando sus palabras. “Pero ¿no crees que podrías haber encontrado un propósito aquí? Podrías haber estado conmigo, en lugar de irte. Me dejaste sola.”
Reven se sintió mal. “Lo sé, Liv. Pero las cosas no siempre son fáciles. A veces, hay decisiones que tenemos que tomar sin pensar en las consecuencias. Pensé que sería lo mejor para mí.”
En ese momento, Reven sintió la presión de la verdad presionando contra su pecho. La razón real por la que se había enlistado era mucho más profunda, más personal. Había sido una decisión impulsada por un sentimiento de desilusión y la necesidad de huir de su vida en ese momento. Huir de la culpa y el miedo de no ser lo suficientemente buena.
Liv suspiró, con un toque de decepción en su voz. “Te extrañé, Reven. Solo quería saber que estabas bien. No me gustan los secretos.”
“Lo sé, y lamento no haberte contado más. Pero estoy aquí ahora,” respondió Reven, intentando cambiar el tema. “Vamos a disfrutar de este viaje. No quiero que pienses en eso.”
Liv pareció dudar por un momento, pero luego asintió. “Está bien. Pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti. No tienes que llevar esas cargas sola.”
Reven sintió un destello de gratitud. “Lo sé. Gracias, Liv.”
Mientras continuaban su camino hacia el hotel, Reven se dio cuenta de que las conversaciones incómodas eran parte del proceso de sanar. A medida que se acercaban a su destino, una mezcla de emociones la invadió. Quizás este viaje no solo sería una oportunidad para reconectar con su hermana, sino también para enfrentar su propia verdad.
El hotel apareció a la vista, sus luces brillando en la noche como un faro de nuevas oportunidades. Reven sabía que el camino hacia la sanación sería largo, pero estaba dispuesta a intentarlo. Con un profundo suspiro, giró el volante y se adentró en un nuevo capítulo de su vida.
Reven estacionó el auto con un suspiro de alivio, sintiéndose un poco más tranquila al estar finalmente en el hotel. A su alrededor, el bullicio de la gente disfrutando del fin de semana llenaba el aire con risas y conversaciones animadas. Liv, llena de energía, se apresuró a salir del auto, diciendo que iba a ver las habitaciones.
Reven comenzó a sacar las maletas del maletero, sintiéndose un poco abrumada. Mientras levantaba una maleta grande, hizo un movimiento brusco para girar y, en un instante de distracción, golpeó a alguien que se acercaba.
“¡Ay!” exclamó la chica, cayendo al suelo con un pequeño grito de sorpresa.
Reven se congeló por un momento, sus ojos abiertos de par en par al ver a la mujer que había golpeado. Era una chica pelirroja, de estatura baja, con ojos hermosos que brillaban como esmeraldas. Por un instante, ambos quedaron atrapados en un choque visual, la confusión y la sorpresa fluyendo entre ellas. Reven sintió que su corazón se aceleraba, atrapada entre el deseo de disculparse y la admiración.
“Lo siento, lo siento mucho,” murmuró Reven, dejando caer la maleta y apresurándose a ayudarla a levantarse. “No vi que estabas allí. Fue un accidente.”
La chica se incorporó lentamente, mirándola con una mezcla de sorpresa y diversión. “No te preocupes, estoy bien. Pero debo decir que eso fue un golpe bastante fuerte,” dijo con una sonrisa juguetona, tratando de aligerar la situación.
Reven sintió que sus mejillas se sonrojaban, sintiendo la calidez de la conexión que había surgido en ese breve momento. “De verdad, lamento haberte hecho eso,” insistió, ayudándole a sacudirse un poco.
En ese momento, Liv apareció detrás de Reven, mirando la escena con una sonrisa amplia en su rostro. “Así que ya conociste a Paulina,” dijo, casi con tono triunfal. “Ella es la mejor amiga de la que te hablaba.”
Reven parpadeó, un poco aturdida por la revelación. “Eres… Paulina,” murmuró, aún asombrada.
“Sí, esa soy yo,” respondió la chica pelirroja, extendiendo una mano con una sonrisa cálida. “Y tú eres Reven, ¿verdad? La hermana de Liv. He oído mucho sobre ti.”
Reven tomó su mano, sintiendo un escalofrío de sorpresa recorrer su cuerpo. “Es un placer conocerte, aunque de una manera un poco torpe,” dijo, intentando reírse de la situación.
“Torpeza y yo somos buenos amigos,” bromeó Paulina, su voz llena de calidez. “No te preocupes. Ya estoy acostumbrada a que me golpeen en este lugar. Es parte del trabajo de ser baterista,” añadió, guiñándole un ojo.
Liv observaba con una sonrisa satisfecha. “Ven, les ayudaré a traer las maletas. Estoy segura de que ustedes tienen mucho de qué hablar,” dijo, dándole un empujón suave a Reven para que se acercara a Paulina.
Mientras comenzaban a caminar juntas hacia el hotel, Reven sintió una mezcla de nervios y emoción. Había algo cautivador en Paulina, algo que despertaba una curiosidad que no había sentido en mucho tiempo. Al mismo tiempo, sabía que había un mundo de diferencia entre su vida militar y la vibrante existencia de una música en una banda famosa.
“Así que, ¿qué tal te ha ido en el ejército?” preguntó Paulina mientras caminaban. Su tono era ligero, pero Reven pudo detectar un atisbo de interés genuino en sus ojos.
Reven tomó una respiración profunda, recordando lo que había dejado atrás. “Ha sido… complicado. Pero estoy aquí ahora, y eso es lo que importa,” respondió, tratando de evitar entrar en detalles sobre su experiencia.
Paulina asintió, pareciendo entender más de lo que decía. “Es genial que hayas vuelto. Estoy segura de que Liv te ha extrañado un montón,” dijo, sonriendo.
“Sí, lo ha hecho,” admitió Reven, sintiendo que, a medida que se acercaban al hotel, también se estaba acercando a algo nuevo en su vida. Quizás, en este viaje, no solo encontraría un nuevo vínculo con su hermana, sino también una conexión inesperada con la chica que, por un golpe de mala suerte, había hecho su primera impresión.
Al entrar al hotel, el bullicio del vestíbulo las envolvió: risas, música suave de fondo y el sonido del agua de la fuente que decoraba el centro del lugar. Reven y Paulina se encontraron caminando juntas hacia el mostrador de registro, Liv un poco más adelante, hablando animadamente sobre lo que harían durante el fin de semana.
Una vez en el mostrador, Liv se ocupó de los trámites, mientras Reven y Paulina intercambiaban miradas y sonrisas. Reven sintió que su nerviosismo inicial comenzaba a desvanecerse, reemplazado por la curiosidad. Había algo en Paulina que la hacía sentir a gusto, como si estuvieran en la misma sintonía.
“Entonces, cuéntame sobre tus hermanas,” dijo Reven, aprovechando la oportunidad para conocerla mejor. “Liv me habló de ti, pero no de ellas.”
Paulina sonrió, su expresión iluminándose al hablar de su familia. “Tengo dos hermanas: Daniela, que es la mayor, y Alejandra, que es la menor. Son increíbles. Daniela es como la madre del grupo, siempre organizando todo y asegurándose de que estemos bien. Alejandra es… bueno, ella es única. Es bajista de una banda también, y es un poco rebelde. Siempre tiene alguna aventura loca en mente.”
Reven se rió suavemente. “Parece que vienen de una familia musical, ¿no?”
“Definitivamente,” respondió Paulina, su voz llena de orgullo. “Desde pequeñas, nuestros padres nos animaron a seguir nuestros sueños. A veces me pregunto cómo es que ninguna de las tres se ha vuelto completamente loca con todo esto,” bromeó.
Reven se sintió aliviada al escuchar eso. “Es genial tener ese tipo de apoyo. A veces pienso que mi familia no me entendería del todo. Me enlisté en el ejército y, bueno, eso no es lo que generalmente se espera de mí.”
Paulina la miró con curiosidad. “¿Por qué decidiste hacerlo? Es una gran decisión.”
Reven dudó un momento, sintiendo el peso de la verdad que había mantenido oculta. “Era una forma de escapar,” confesó finalmente. “Me sentía un poco perdida, y pensé que un cambio drástico podría ayudarme a encontrarme a mí misma.”
Paulina asintió, pareciendo comprender. “A veces, un cambio es lo que necesitamos. No siempre es fácil, pero creo que es valiente de tu parte. La vida está llena de sorpresas.”
El comentario de Paulina resonó con Reven, quien no podía evitar sentir que había algo más en la chica que la hacía especial. La conexión que estaban formando era inesperada, pero reconfortante.
Liv terminó en el mostrador, volviéndose hacia ellas con una sonrisa. “¡Listas para subir a las habitaciones! Estoy emocionada de que podamos disfrutar de este viaje juntas.”
Mientras caminaban hacia el ascensor, Paulina se volvió hacia Reven. “¿Te gustaría unirte a nosotras esta noche? Vamos a tener una pequeña reunión en nuestra habitación. ¡Sería genial tenerte ahí!”
Reven sintió un tirón en su pecho. La idea de socializar con Paulina y sus hermanas era tentadora, pero también la llenaba de ansiedad. “No sé si estoy lista para eso,” admitió, sintiendo que se estaba alejando de la conexión que había comenzado a formar.
“Vamos, solo será un poco de diversión,” insistió Paulina, con una sonrisa persuasiva. “No tienes que preocuparte por nada. Solo ven y relájate. Te prometo que será genial.”
Reven miró a Liv, quien la animaba con una sonrisa y un leve asentimiento. “Está bien,” aceptó finalmente, sintiendo que este podría ser el inicio de algo nuevo y emocionante.
Mientras se adentraban en el ascensor, la tensión en el aire se sentía diferente, llena de posibilidades. Reven no sabía qué esperar de la noche, pero había una chispa de emoción en su interior. Quizás este viaje le brindaría la oportunidad de descubrir no solo más sobre su hermana, sino también sobre sí misma y sobre la chica pelirroja que había impactado su mundo de una manera inesperada.
Al salir del ascensor, el pasillo del hotel se extendía frente a ellas, iluminado con luces cálidas y decorado con cuadros de paisajes. Reven sintió que la tensión se disolvía poco a poco, dejando espacio para una conversación más ligera.
“Así que, ¿qué piensas de nuestra banda?” preguntó Paulina, sonriendo con picardía. “¿Te gustaría unirte? Siempre necesitamos una fan número uno, y parece que tienes el perfil perfecto.”
Reven se rió, disfrutando de la broma. “No sé si tengo el talento para ser parte de una banda, pero puedo hacer un excelente trabajo de animadora,” respondió con una sonrisa.
“Perfecto, entonces serás la responsable de llevar el agua y los refrigerios,” dijo Paulina con un guiño. “Es un trabajo crucial, ¿sabes?”
Justo cuando Reven estaba a punto de responder, un grupo de risas resonó al final del pasillo. Reven y Paulina se volvieron para ver a las hermanas de Paulina acercándose, sus rostros iluminados por sonrisas traviesas. Daniela, la mayor, y Alejandra, la menor, venían caminando juntas, con un aire de complicidad.
“¡Miren a las nuevas amigas!” exclamó Daniela con tono burlón. “Pau, ¡parece que ya has hecho una nueva amiga especial!”
Alejandra soltó un silbido juguetón. “¿Qué tal la ‘animadora’ de la banda? ¡Cuidado, Reven, no dejes que Paulina te robe el corazón!”
Reven se sonrojó, sintiéndose expuesta ante la burla. La risa de Paulina resonó junto a la de sus hermanas, creando un ambiente ligero y divertido.
“Chicas, ¡cálmense!” dijo Paulina, tratando de contener la risa. “No le digas eso, Reven ya está lo suficientemente confundida.”
“Confundida, ¿eh?” preguntó Daniela, cruzando los brazos y levantando una ceja. “¿Qué has estado diciendo sobre nuestra Paulina?”
“Solo cosas buenas, lo prometo,” respondió Reven, sintiendo que la risa comenzaba a aflorar de nuevo. “¡Me ha hecho reír! Y estoy segura de que solo es una broma.”
Las hermanas intercambiaron miradas cómplices y continuaron su pequeño juego de burlas. Paulina, mientras tanto, se puso un poco roja, pero no parecía incomodada. Más bien, parecía disfrutar de la atención.
“Deberías venir a la reunión con nosotras, Reven,” dijo Alejandra, sonriendo. “Así podemos conocerte mejor y ver si realmente estás lista para ser nuestra animadora oficial.”
“¿Qué tal un poco de música y risas?” agregó Daniela, guiñando un ojo. “No te preocupes, aquí no mordemos… mucho.”
Reven sintió una oleada de alegría al ver cómo Paulina se movía con naturalidad entre sus hermanas. Era evidente que había un lazo fuerte entre ellas, y eso la hacía sentir más cómoda. “Está bien, estoy dentro. Solo espero que no se interpongan demasiado en mis deberes de animadora,” bromeó.
“Prometido,” dijo Paulina, sonriendo mientras su mirada brillaba. “Esta noche será divertida. Y si no lo es, puedo culpar a mis hermanas.”
Mientras comenzaban a caminar hacia la habitación de Paulina, Reven no pudo evitar sentir que este era un nuevo comienzo. La camaradería y la calidez de las hermanas de Paulina la envolvieron, y aunque aún había mucho que procesar de su tiempo en el ejército, esta nueva conexión parecía ofrecerle un respiro que no había esperado encontrar.
Los murmullos y risas se fueron desvaneciendo mientras se acercaban a la habitación. Reven se sintió llena de curiosidad por el mundo que estaba a punto de descubrir, uno que la alejaría de la soledad y la incomprensión que había sentido por tanto tiempo.
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Unas horas después...
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El grupo llegó a la barra del hotel, donde la música suave y el ambiente acogedor creaban un refugio perfecto para relajarse. Paulina tomó la iniciativa y se acercó al bar, donde los cócteles coloridos brillaban en estantes iluminados. Liv, sin embargo, le dio a Reven una mirada significativa.
“Voy a salir un rato, Reven. Aprovecha para conocer mejor a Paulina y a sus hermanas. Me parece que se están divirtiendo contigo,” dijo Liv, dándole un suave apretón en el hombro. “No te preocupes, estaré de regreso pronto.”
Reven asintió, sintiéndose un poco nerviosa al quedar sola con las hermanas. Sin embargo, había algo en la energía de Paulina y sus hermanas que la hacía sentir bienvenida.
“¿Qué van a beber?” preguntó Paulina, volviéndose hacia Reven con una sonrisa cálida. “Tenemos que celebrar que finalmente estás aquí.”
“Un cóctel suena bien,” respondió Reven, tratando de ocultar su nerviosismo. “No suelo salir mucho, así que esto es nuevo para mí.”
“¡Genial! ¿Qué te parece un ‘Daiquiri’?” propuso Alejandra, mientras se acomodaba en un taburete del bar. “Es refrescante y fácil de beber. Te encantará.”
Mientras Paulina hacía el pedido, Daniela miró a Reven con curiosidad. “Así que, Reven, cuéntanos sobre ti. ¿Qué te trajo aquí? Sabemos que eres hermana de Liv, pero queremos conocer más sobre ti. ¿Cómo es tu historia?”
Reven sintió un nudo en el estómago. Era una pregunta sencilla, pero había tanto que no sabía cómo resumirlo. Tomó un respiro profundo antes de comenzar. “Bueno, mi vida no ha sido sencilla. Crecí en un ambiente complicado. Mis padres… no siempre estuvieron presentes. A menudo había peleas en casa, y eso me hizo sentir sola.”
Las hermanas escucharon en silencio, la atmósfera cambiando a medida que Reven compartía su historia. Paulina, con una expresión de empatía en su rostro, le dio un ligero toque en la mano.
“Eso suena muy difícil,” dijo Paulina, suavemente. “A veces, lo que vivimos en casa nos afecta más de lo que pensamos.”
“Sí,” continuó Reven. “A los diecisiete años, decidí que necesitaba escapar de todo. Me enlisté en el ejército, pensando que eso me daría una oportunidad de empezar de nuevo, de encontrar un propósito.”
“¿Y cómo fue eso?” preguntó Daniela, interesada. “¿Fue lo que esperabas?”
“En algunos aspectos, sí. Aprendí mucho sobre mí misma, pero también enfrenté cosas que desearía no haber tenido que experimentar. Las cosas que vi y viví… no puedo decir que haya sido fácil. Hubo momentos en que sentí que no podía seguir adelante, momentos que desearía poder olvidar,” respondió Reven, sintiendo que las palabras se volvían más pesadas.
Las hermanas compartieron miradas de compasión, sin interrumpirla, dándole el espacio necesario para continuar.
“Pero lo peor fue cuando perdí a mi mejor amiga. Estaba en una misión y… simplemente no volvió. Me quedé con un vacío enorme y con la culpa de no haber podido hacer nada por ella. A veces siento que debí haber hecho más. Esa experiencia me hizo cuestionar todo lo que había decidido hacer con mi vida,” confesó, su voz temblando.
“Lo siento tanto,” murmuró Paulina, con la voz entrecortada. “No hay palabras para lo que debiste sentir. La pérdida es algo que cambia todo.”
“Gracias,” dijo Reven, sintiéndose un poco más ligera al compartir su dolor. “Cuando volví, estaba perdida, sin saber qué dirección tomar. Fue entonces cuando Liv me sugirió este viaje. Y aquí estoy, intentando encontrar mi camino nuevamente.”
Las hermanas se miraron, claramente conmovidas. Daniela fue la primera en hablar, su tono ahora lleno de calidez. “A veces, compartir nuestra historia puede ayudarnos a sanar. Gracias por abrirte con nosotras, Reven. No tienes que sentirte sola.”
“Sí, estamos aquí para lo que necesites,” agregó Alejandra. “Y si alguna vez sientes que necesitas hablar, ¡sabes dónde encontrarnos!”
Reven sonrió, sintiéndose profundamente agradecida. Era raro encontrar personas que pudieran comprender su historia y ofrecerle apoyo genuino. En ese momento, se dio cuenta de que este viaje podría ser más que una simple escapada. Tal vez, solo tal vez, podría encontrar en Paulina y sus hermanas el tipo de conexión que había estado buscando.
Mientras disfrutaban de sus tragos y la conversación se tornaba más ligera, Reven sintió que, aunque su pasado era doloroso, había una oportunidad de empezar de nuevo, rodeada de personas que la aceptaban tal como era.
Mientras las risas y la conversación fluían en la barra del hotel, Paulina tomó un sorbo de su bebida y, mirándola directamente a los ojos, preguntó: “Oye, Reven, ¿dónde están tus padres? Le pregunté a Liv, pero siempre evade la pregunta. Me intriga saber un poco más sobre tu familia.”
Reven sintió que el ambiente a su alrededor se volvía denso. Había evitado hablar de sus padres por una razón. No era un tema que quisiera explorar, pero la curiosidad en los ojos de Paulina y la cercanía que había comenzado a construir con ella la hicieron reconsiderar. Respiró hondo, sintiendo que era hora de abrirse.
“Mis padres… no son exactamente la familia modelo,” comenzó Reven, buscando las palabras adecuadas. “No murieron, pero… no sé si puedo decir que realmente están presentes en mi vida. Desde que tengo memoria, han estado atrapados en su propio mundo. Mi madre siempre fue una mujer apasionada, pero su adicción a las drogas se convirtió en su prioridad. Cada vez que intentaba acercarme a ella, se alejaba más, perdida en su propia lucha.”
Las hermanas escucharon en silencio, la atmósfera en la barra se volvía más seria a medida que Reven compartía su historia. Paulina se inclinó hacia adelante, mostrando su interés genuino.
“Mi padre… él era diferente. Intentó ser el pilar de la familia, pero a menudo se sentía impotente. Se volvió un fantasma en su propia casa, como si se hubiera rendido ante la situación. Hubo días en que intentaba ayudar, pero cuando mi madre no podía mantenerse sobria, él simplemente se cerraba. Creo que ambos estaban lidiando con sus propios demonios, y nunca encontraron la manera de enfrentar la realidad juntos.”
Reven sintió que las lágrimas amenazaban con asomarse, pero se obligó a mantenerse firme. “Recuerdo un día en particular. Tenía unos catorce años, y mi madre había tenido una recaída. Volvió a casa completamente descontrolada, gritando y rompiendo cosas. Mi padre intentó calmarla, pero ella solo se burlaba de él. Al final, él se marchó, dejó la casa y nunca volvió.”
Las palabras de Reven flotaron en el aire, pesadas y dolorosas. Las hermanas intercambiaron miradas de tristeza, y Paulina se acercó aún más a ella, ofreciendo su apoyo sin decir una palabra.
“Después de eso, mi madre quedó completamente deshecha. Yo intentaba hacer lo que podía, tratando de mantener la casa limpia y cuidando de ella. Pero, con el tiempo, eso se volvió demasiado difícil. A los diecisiete años, decidí enlistarme en el ejército, pensando que sería una forma de escapar de esa vida.”
“¿Y Liv?” preguntó Alejandra, su voz suave y comprensiva. “¿Cómo encajó ella en todo esto?”
“Liv siempre fue mi apoyo, pero su vida también fue complicada. Cuando yo me fui, ella se quedó a cuidar de nuestra madre. Luego, cuando regresé, la encontré cambiada. Había pasado por su propia batalla y no estaba bien,” dijo Reven, sintiendo que la tristeza la envolvía nuevamente. “Poco después de que volví a casa, Liv se enfermó gravemente. Fue algo horrible. Descubrieron que tenía una enfermedad autoinmune que afectaba su salud de forma drástica.”
“Eso suena devastador,” murmuró Paulina, dándole un leve apretón en la mano.
“Sí,” continuó Reven, con la voz temblorosa. “Vimos a varios médicos, pero no había una cura definitiva. Ella tuvo que empezar un tratamiento intenso, que incluía medicamentos fuertes que la dejaban agotada y desanimada. Hubo momentos en que parecía que estaba perdiendo la batalla. La ansiedad y la tristeza la abrumaban. Me sentía impotente al verla sufrir, y a veces deseaba poder cambiar lugares con ella para que pudiera tener una vida normal.”
“Eso es increíblemente difícil,” dijo Daniela, con un tono lleno de empatía. “No puedo imaginar lo que has pasado.”
“Ahora, las consecuencias de su enfermedad todavía son visibles,” admitió Reven, sintiendo un peso en su pecho. “Liv sigue luchando con su salud, cuando mejoro volví al ejército, A veces se siente mejor, pero otras veces necesita apoyo y no puede hacer las cosas que solía hacer. Y, honestamente, hay días en los que me siento culpable por haberme ido al ejército, porque eso la dejó sola. A veces pienso que debería haberme quedado para ayudarla, para enfrentar todo junto.”
Paulina la miró con una comprensión profunda. “Reven, no puedes culparte por lo que pasó. Cada uno lidia con sus batallas a su manera. Lo importante es que estás aquí ahora, y puedes apoyarla.”
Reven asintió, sintiendo una conexión más fuerte con Paulina y sus hermanas. “Gracias por escucharme. No suelo hablar de esto con nadie, pero me siento un poco más ligera al compartirlo.”
“Siempre puedes contar con nosotras,” dijo Alejandra, sonriendo con calidez. “Eres parte de la familia ahora, y queremos que te sientas en casa.”
Reven sonrió, sintiendo que, a pesar de su dolor, había una luz en el horizonte. A medida que compartía su historia, se daba cuenta de que había personas que la aceptaban y la apoyaban. La conexión que estaba comenzando a forjar con Paulina y sus hermanas parecía ofrecerle un rayo de esperanza, algo que había estado ausente en su vida durante demasiado tiempo.
A medida que las conversaciones se reanudaron y la atmósfera se volvía un poco más ligera, Reven sintió que, aunque su pasado era doloroso, el futuro que se presentaba ante ella tenía el potencial de ser diferente. Tal vez, solo tal vez, podría encontrar en esta nueva familia el sentido de pertenencia que siempre había anhelado.
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Pov reven - 5:00 A.M .
El sol se filtraba a través de las cortinas del lujoso hotel, pero yo ya estaba despierta. No era solo una cuestión de hábitos, sino de disciplina. Mi mente había estado entrenada para levantarse con el alba, independientemente del lugar en el que me encontrara. Me incorporé en la cama, estirando mis músculos adoloridos, y rápidamente me levanté.
Primero, lo primero: la rutina. Había aprendido en el ejército que cada día comenzaba mejor con una buena sesión de entrenamiento. Salí del cuarto, en busca de un espacio donde pudiera estirar las piernas y liberar la tensión acumulada de semanas de inactividad. A pesar de la opulencia del hotel, encontré un pequeño gimnasio al final del pasillo.
El aire estaba fresco, y la luz del día se colaba a través de las ventanas, iluminando los equipos de entrenamiento. Me quité la chaqueta de la sudadera y me puse a calentar. Era un ritual que me reconectaba con mi cuerpo, recordándome que siempre podía superar cualquier desafío, por difícil que fuera. El sudor comenzaba a acumularse en mi frente mientras hacía flexiones y abdominales, sintiendo cada músculo responder a mis órdenes.
Después de una hora de ejercicio intenso, me duché. El agua caliente caía sobre mí, y aunque la comodidad del hotel era un lujo que no estaba acostumbrada a disfrutar, no podía dejar que eso me hiciera perder la perspectiva. El ejército me había enseñado que la disciplina era la clave, incluso en los momentos más cómodos.
Me vestí rápidamente, eligiendo una camiseta sencilla y unos jeans. Al salir del baño, me aseguré de que mi cabello estuviera atado en un moño limpio. La presentación siempre había sido importante para mí, un reflejo de mi autodisciplina y compromiso. Una vez lista, me dirigí hacia la habitación de Liv. Era hora de despertarla y prepararla para el día.
Toqué la puerta suavemente, recordando que estábamos en un hotel y no en casa. “Liv, es hora de levantarse,” dije con voz firme, pero suave. “No tenemos todo el día.”
Pasaron unos minutos, y finalmente escuché el sonido de movimientos detrás de la puerta. La puerta se abrió lentamente, revelando a mi hermana, con el cabello despeinado y los ojos entrecerrados.
“¿Qué hora es?” murmuró, estirándose como un gato.
“Es hora de levantarse y hacer algo productivo. No vinimos a este hotel solo para quedarnos en la cama,” respondí, sonriendo ligeramente.
Liv sonrió con pereza, pero sabía que no había forma de evitarme. “De acuerdo, de acuerdo. Dame cinco minutos más.”
“Cinco minutos. Y luego entrenamiento,” le recordé, dándole una palmadita en el hombro antes de salir hacia la sala de estar.
Mientras esperaba, miré por la ventana, disfrutando de la vista de la ciudad. Había algo tranquilizador en el bullicio que provenía de las calles. Me preguntaba si algún día podría encontrar un lugar que se sintiera como hogar, un lugar donde no tuviera que llevar la carga de ser la fuerte. Pero por ahora, mi enfoque estaba en Liv. Tenía que asegurarme de que ella estuviera bien.
Al cabo de unos minutos, Liv salió, aún con la mirada somnolienta. “¿Entrenamiento? ¿Aquí?” preguntó, frunciendo el ceño.
“Exactamente. Tienes que ponerte en forma para todo lo que viene. No podemos quedarnos aquí disfrutando del lujo sin aprovechar la oportunidad de estar juntas,” respondí con determinación. La disciplina era lo que me mantenía enfocada, y quería que Liv también lo entendiera.
Salimos del hotel en dirección al parque cercano. El aire fresco me llenó de energía, y mientras corríamos, sentía que estaba fortaleciendo no solo mi cuerpo, sino también nuestro vínculo. La risa y las bromas comenzaron a fluir, y aunque Liv podía no entender mi nivel de compromiso, sabía que era por su bienestar que estaba haciendo todo esto.
Después de una buena sesión de ejercicios y estiramientos, nos detuvimos un momento para respirar. Liv se secó el sudor con la mano y sonrió. “¿Sabes? Aunque a veces me desespera tu disciplina, también me encanta que te preocupes por mí de esta manera.”
“Eso es lo que hace una hermana,” le dije, sintiendo una oleada de satisfacción. “Ahora, vamos a desayunar antes de que se nos pase la hora.”
Mientras caminábamos de regreso al hotel, me di cuenta de que aunque había sido un sacrificio enlistarme, había aprendido a apreciar la vida en sus diferentes formas. Era un camino lleno de altibajos, pero al menos ahora, estaba con Liv. Y ese era el primer paso para sanar nuestras heridas.
Al llegar al hotel, el aroma del café recién hecho y de los panecillos horneados nos recibió. El ambiente del desayuno era cálido y animado, con el murmullo de conversaciones y risas resonando en el aire. Mis ojos buscaron a Paulina y sus hermanas, y pronto las encontré en una mesa en la esquina, rodeadas de platos llenos de comida.
Mientras me acercaba con Liv, no pude evitar sentir una mezcla de anticipación y tensión. La energía de Paulina era contagiosa, y sus hermanas, siempre rápidas para hacer comentarios, parecían estar en su mejor momento.
“¡Mira quién llegó! La valiente Reven y su hermana zombie,” exclamó Paulina con una sonrisa burlona. Sus ojos brillaban con humor mientras señalaba a Liv, que trataba de mantener la cabeza en alto, pero sabía que su rostro reflejaba la fatiga de la mañana.
“¿Estás segura de que no deberías haber dormido un poco más, Liv?” se rió una de las hermanas de Paulina, y las tres comenzaron a reír, disfrutando de la broma a costa de mi hermana.
Liv se sonrojó, pero rápidamente se unió a la risa. “No soy una zombie, solo… estoy en modo de recuperación,” respondió, haciendo un gesto exagerado, lo que provocó más carcajadas de su parte.
Me quedé un poco al margen, observando la interacción. Paulina parecía tener un don natural para alegrar el ambiente, y aunque disfrutaba de su energía, no podía evitar que mi postura se mantuviera firme. Era un hábito adquirido en el ejército; la seriedad y el control eran esenciales para mí.
“Y tú, Reven, pareces lista para la guerra, como siempre,” continuó Paulina, girando su atención hacia mí. “¿No te cansas de verte tan… normal?”
Normal. Esa palabra resonó en mi cabeza. Siempre había sido la persona que se mantenía seria, que no se dejaba llevar por la superficialidad. “No tengo tiempo para jugar a la imagen,” respondí, aunque no con rudeza. Quería que supieran que detrás de mi apariencia había más de lo que se veía.
“¿Y eso qué significa? ¿Que nosotros sí estamos jugando?” preguntó otra de las hermanas, levantando una ceja con un toque de desafío.
“No, solo que todos tenemos nuestras propias batallas. Algunos de nosotros solo preferimos mantenernos firmes ante los desafíos,” contesté, sintiendo que mi tono era más severo de lo que pretendía. Pero esa era mi naturaleza; me había costado mucho tiempo construir esa armadura.
Paulina se acercó un poco más, su expresión más seria ahora. “Oye, Reven, entiendo lo de las batallas. Pero no todo tiene que ser así. A veces, dejarse llevar puede ser liberador,” sugirió, como si quisiera abrir una puerta que había mantenido cerrada durante demasiado tiempo.
“No estoy aquí para eso,” respondí, aunque en el fondo sabía que su comentario era genuino. Pero la idea de soltarme, de dejar que las cosas fluyeran, me resultaba incómoda. Había pasado demasiado tiempo construyendo mis muros.
Mientras las risas y las bromas continuaban, tomé un sorbo de mi café, sintiendo el calor en mi interior. Era un momento extraño, donde la ligereza de Paulina y sus hermanas contrastaba con mi seriedad. Aunque Liv se divertía, yo me sentía un poco fuera de lugar.
“Vamos, Reven, cuéntanos algo divertido sobre tu tiempo en el ejército,” instó Paulina, desafiando mi seriedad. “Seguro que tienes anécdotas interesantes.”
Mis pensamientos se agolparon. Recuerdos de mi tiempo en el servicio, donde las risas eran escasas y las tensiones siempre presentes. “La mayoría de las veces, no hay nada divertido. Solo son horas de entrenamiento, disciplina y más entrenamiento,” respondí, tratando de restarle importancia a las experiencias que habían moldeado mi carácter.
“No puede ser todo así. ¡Tienes que tener algo!” insistió Paulina, dándome una sonrisa pícara que parecía casi contagiosa.
“Bueno, una vez tuvimos que correr bajo la lluvia durante un ejercicio de campo. Alguien decidió que sería divertido saltar en un charco y terminó empapado hasta los huesos,” dije, tratando de recordar el momento con un toque de humor. “No fue gracioso en ese momento, pero mirando hacia atrás, es divertido pensar en cómo algunos soldados actuaron como niños.”
Las risas estallaron de nuevo, y por un momento, sentí una chispa de conexión. Tal vez Paulina tenía razón; a veces, era bueno dejarse llevar un poco.
“Eso suena más como una historia de horror que de risa,” dijo Liv, sonriendo mientras tomaba un bollo de la mesa. “Agradezcamos que no estaba yo ahí.”
Y en medio de las bromas y las risas, me di cuenta de que aunque la vida en el ejército había sido dura, este momento era un recordatorio de que también podía haber espacio para la ligereza. Quizás, solo quizás, Paulina y sus hermanas podrían ayudarme a encontrar un equilibrio entre la disciplina y la diversión.
Pov Paulina.
Me senté en la cama de mi habitación del hotel, el murmullo de la ciudad resonando a través de la ventana. Mis hermanas, Daniela y Alejandra, estaban a mi alrededor, charlando sobre el plan del día. Sin embargo, mi mente estaba en otro lugar, enfocada en Reven.
“¿Pau, estás ahí?” me preguntó Alejandra, rompiendo mi trance. Me sacudí, forzándome a prestar atención.
“Sí, perdón. Estaba… pensando,” respondí, sin poder evitar que mis pensamientos vagaran de nuevo hacia Reven.
“¿Pensando en ese militar?” bromeó Daniela, con una sonrisa burlona. “Me parece que estás un poco distraída. No es como si fuera la primera vez que conoces a una chica bonita.”
“Es diferente,” murmuré, sintiéndome culpable por la dirección de mis pensamientos. Reven era la hermana de Liv, mi mejor amiga, y aunque era hermosa, eso complicaba las cosas. “No debería estar pensando en ella de esa manera. Es la hermana de Liv, y eso son códigos, ¿sabes?”
Mis hermanas intercambiaron miradas, una mezcla de complicidad y preocupación. “Pau, ¿realmente crees que hay algo malo en sentirte atraída por alguien?” preguntó Alejandra, inclinándose hacia mí. “Si te gusta, deberías explorar eso.”
“¿Y qué pasa con Liv?” respondí, sintiéndome más confundida. “No quiero arruinar nuestra amistad. Además, Reven acaba de salir del ejército, tiene su propio camino. Es tan… disciplinada y fuerte. No puedo imaginar que se sienta atraída por alguien como yo.”
“Tal vez no se trata solo de eso,” intervino Daniela. “Ella está aquí, y tú también. La vida es corta. ¿No crees que deberías dejar de pensar tanto y simplemente disfrutar el momento?”
“Pero no quiero que Liv se sienta incómoda,” insistí, recordando la forma en que Reven había mirado a mi hermana, con una mezcla de respeto y algo más que no podía definir. Había algo en su forma de ser que me atraía de manera inexplicable.
“¿Y si Reven se siente igualmente atraída hacia ti?” preguntó Alejandra, su tono más serio. “No podemos controlar nuestros sentimientos. Lo importante es cómo manejamos esas situaciones.”
La idea me hizo sentir un nudo en el estómago. “No lo sé. Siento que hay algo entre nosotras, pero la lealtad hacia Liv es lo primero. No puedo traicionarla, no importa cuán hermosa sea Reven.”
Mis hermanas me miraron con comprensión, pero también con un poco de frustración. “A veces, Pau, tienes que ser un poco egoísta,” dijo Daniela. “La vida no se detiene por los ‘deberías’ o ‘no deberías’. Quizás es el momento de dejarte llevar un poco.”
“¿Y qué pasa si todo esto termina mal? ¿Y si Liv se enoja?” respondí, sintiéndome atrapada entre lo que deseaba y lo que creía correcto.
“Entonces, lo manejas. Pero no dejes que el miedo te detenga,” sugirió Alejandra, sonriendo con complicidad. “Solo tienes que ser sincera contigo misma y con Liv. Y si Reven es tan especial como parece, tal vez valga la pena arriesgarse.”
Suspiré, sintiéndome más confundida que antes. Las palabras de mis hermanas resonaban en mi mente. Era verdad que había algo en Reven que me atraía, algo que desafiaba mis convicciones. Pero también sabía que el camino por delante no sería fácil.
“Está bien. Pero si esto se vuelve complicado, ustedes serán las responsables,” dije, intentando mantener un tono ligero, aunque mi corazón latía con fuerza ante la posibilidad de lo que podría ser.
Ambas rieron, y por un momento, me sentí un poco más tranquila. Tal vez, solo tal vez, estaba lista para explorar lo que podía haber entre Reven y yo, siempre y cuando no lastimara a Liv en el proceso.
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Me desperté antes de que el sol hiciera su aparición, la luz apenas comenzando a asomarse por la ventana del hotel. Aún con el cuerpo cansado por el ajetreo del día anterior, sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de entrenar con Reven. Había algo en su disciplina que me inspiraba, y no quería perderme la posibilidad de compartir ese momento con ella.
Con un suspiro, me levanté de la cama y me preparé rápidamente, el ritmo de mi corazón acelerándose mientras pensaba en lo que iba a hacer. Era una locura, lo sabía. Reven era la hermana de Liv, mi mejor amiga, y había una línea delgada entre lo que deseaba y lo que creía que era correcto. Pero la atracción que sentía por ella era innegable. Además, me sentía lista para enfrentar ese reto.
Salí de mi habitación y me dirigí a la de Reven. Golpeé suavemente la puerta, esperando que estuviera despierta. No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera y ella apareciera, con su cabello despeinado y una mirada de sorpresa en su rostro.
“¿Paulina? ¿Tan temprano?” preguntó, frotándose los ojos. La luz de la mañana la iluminaba, dándole un aire aún más atractivo. No pude evitar sonreír, sintiéndome un poco más valiente en su presencia.
“Lo sé, lo sé. Pero pensé que podríamos entrenar juntas. Quiero aprovechar el tiempo que estamos aquí,” dije, intentando sonar casual. “He escuchado que eres increíble en el entrenamiento.”
Reven me miró por un momento, como si estuviera evaluando la propuesta. Luego, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. “Está bien. Pero no esperes que sea fácil,” dijo, su voz firme y segura. “Si quieres entrenar, tienes que estar lista para darlo todo.”
“Siempre estoy lista para darlo todo,” respondí, sintiendo una chispa de emoción en mi interior. Era lo que más me gustaba de mí misma: mi capacidad para enfrentar cualquier desafío.
“Genial. Vístete, y nos encontramos en el gimnasio en diez minutos,” me dijo Reven antes de cerrar la puerta.
Volví a mi habitación, el corazón latiéndome con fuerza. Sabía que este sería un momento crucial, no solo para entrenar, sino para fortalecer el vínculo entre nosotras. Mientras me vestía, me sentí un poco nerviosa, pero también emocionada. Era como si algo más estuviera en juego.
Me dirigí al gimnasio del hotel, donde Reven ya me esperaba. La vista de su figura firme y decidida me hizo sonreír. Me estaba dando cuenta de que este entrenamiento era mucho más que ejercicio; era una oportunidad para conocerla mejor, para descubrir lo que había entre nosotras.
“Vamos a empezar con algunos estiramientos,” dijo, guiándome a una esquina del gimnasio. Me uní a ella, siguiendo sus movimientos con atención. Era impresionante ver la forma en que se movía, su cuerpo en perfecta sincronía, y no pude evitar sentirme atraída por su confianza.
A medida que pasaban los minutos, mi mente se llenaba de pensamientos sobre lo que realmente sentía por ella. Reven era fuerte, decidida y, aunque mantenía una actitud seria, había una calidez en su mirada que me hacía querer acercarme más.
“¿Listo para un poco de cardio?” preguntó, levantando una ceja. “Te advierto que no será fácil.”
“Estoy lista,” respondí, sintiéndome más segura de lo que había estado en mucho tiempo. Empezamos a correr en la cinta, nuestras respiraciones sincronizándose mientras el sudor comenzaba a aparecer. Cada zancada que daba me hacía sentir más viva, y la presencia de Reven a mi lado solo aumentaba esa energía.
Después de un rato, decidimos tomar un pequeño descanso. Nos sentamos en una de las bancas del gimnasio, recuperando el aliento. “No eres tan mala para ser una principiante,” bromeó Reven, sonriendo de manera desafiante.
“Gracias. Deberías entrenar con más frecuencia, entonces,” le respondí, disfrutando de la manera en que nuestra conversación fluía con naturalidad.
“Quizás lo haga,” dijo, mirándome fijamente. “Si me sigues desafiando, quizás me atrapes.”
El momento se sintió cargado, como si hubiera una tensión palpable entre nosotras. Mi corazón latía más rápido, y la forma en que me miraba me hacía cuestionar si realmente había algo más entre nosotras. Era un pensamiento aterrador, pero también emocionante.
“¿Así que siempre entrenas a esta hora?” le pregunté, tratando de mantener la conversación ligera, pero su mirada intensa no me dejaba pensar en otra cosa.
“Generalmente, sí. La rutina militar me enseñó la importancia de ser constante,” respondió, su voz seria, pero con una chispa en sus ojos que me hacía querer profundizar en su historia. “Aunque a veces me gustaría hacer algo diferente.”
“¿Como qué?” inquirí, intrigada.
“Como salir a divertirme un poco más,” admitió, sonriendo con un toque de melancolía. “A veces siento que la vida es más que solo disciplina.”
“Entonces, quizás deberías salir más a menudo,” le sugerí, sintiendo que el momento era perfecto para ser un poco audaz. “Te prometo que puedo ser una buena compañía.”
Reven me miró, y por un instante, el mundo alrededor de nosotras se desvaneció. Sabía que había algo más ahí, algo que merecía ser explorado. No solo como amiga de Liv, sino como algo más profundo, más significativo.
“Quizás deberíamos planear algo,” dijo, su voz suave, como si estuviera considerando la posibilidad. “Pero primero, tenemos que terminar este entrenamiento.”
“si” respondí, sintiéndome optimista mientras comenzábamos de nuevo.
El entrenamiento había sido más intenso de lo que esperaba. Aunque disfrutaba cada minuto con Reven, el esfuerzo físico me había dejado completamente agotada. Al terminar, me miré en el espejo del gimnasio: mis mejillas estaban sonrojadas, el sudor empapaba mi camiseta, y, sinceramente, me sentía como un desastre. Pero en medio de ese cansancio, una idea brillante iluminó mi mente.
“Reven,” dije, tratando de recuperar el aliento mientras me pasaba una mano por el cabello. “¿Qué te parece si salimos esta noche? Puedo mostrarte lo que significa divertirse de verdad.”
Reven me miró, su expresión era una mezcla de sorpresa y duda. “No estoy segura… no es mi estilo, ya sabes.”
“Vamos, solo será una noche. Olvida la rutina militar por un rato,” insistí, sintiendo que había una chispa de emoción en la idea. “Podemos salir, conocer gente nueva y bailar. Prometo que será divertido.”
La miré, tratando de transmitirle mi entusiasmo, y después de unos momentos de vacilación, asintió. “Está bien, aceptaré tu invitación,” dijo, con una leve sonrisa. Había algo en su voz que me decía que estaba un poco más emocionada de lo que quería admitir. “Pero solo porque estoy curiosa.”
“¡Perfecto!” exclamé, sintiéndome como si hubiera ganado un pequeño trofeo. Sabía que esta sería una oportunidad para conocerla mejor y, tal vez, acercarnos un poco más. Con un último intercambio de miradas, nos despedimos y cada una se dirigió a su habitación.
Al entrar en la mía, cerré la puerta y solté un grito silencioso de emoción. Mi corazón latía con fuerza, y no pude evitar sonreír como una niña. “¡Sí, sí, sí!” murmuré, dando saltos de alegría en la habitación. Era una victoria personal. No solo había pasado un tiempo increíble con Reven, sino que también había logrado convencerla de salir conmigo.
Me dejé caer en la cama, completamente agotada. “Pau, ¿estás bien?” preguntó Daniela, asomando la cabeza por la puerta. La vi a través del espacio, con una expresión divertida en su rostro.
“¿Qué haces tirada ahí?” agregó Alejandra, apareciendo detrás de ella. Ambas entraron en la habitación, y su risa me hizo sonreír aún más. “¿Estás practicando para un concurso de… lo que sea eso?”
Me reí, sintiéndome un poco avergonzada, pero a la vez encantada de tener a mis hermanas allí. “Solo estoy celebrando una victoria,” respondí, levantándome de la cama con una energía renovada. “He convencido a Reven de salir esta noche.”
Las dos se miraron con sorpresa, y luego estallaron en risas. “¿De verdad? ¿Tú y Reven? ¡Eso es increíble!” dijo Daniela, dándome un ligero empujón.
“¿Y qué tal va esa historia de amor?” bromeó Alejandra. “¿Ya te has declarado?”
“¡Cállense!” exclamé, aunque no pude evitar reírme junto a ellas. “No es así. Solo quiero que se divierta un poco y se relaje. Después de todo, ha estado en el ejército durante meses.”
“¿Y tú qué sabes de eso?” cuestionó Daniela, arqueando una ceja con una sonrisa juguetona. “Has estado en tu mundo de rock y giras.”
“Bueno, digamos que sé lo que es estar atrapada en una rutina y necesitar un descanso,” respondí, girando sobre mis pies en un movimiento exagerado. “Así que esta noche, ¡vamos a mostrarle cómo se hace!”
“¿Vas a bailar en tu habitación para preparar el gran evento?” preguntó Alejandra, riendo mientras comenzaba a imitarme. “Porque eso es lo que parece.”
“¡Exactamente!” dije, haciéndole un gesto de desafío. Me levanté y empecé a moverme por la habitación, poniendo música en mi teléfono. “Voy a tener que practicar mis mejores movimientos de baile.”
Mientras me movía al ritmo de la música, mis hermanas comenzaron a reírse, uniendo sus voces a la mía en una especie de improvisado concierto de risas y bailes. La habitación se llenó de energía y alegría, y, aunque estaba agotada, me sentía increíblemente viva.
“¡Vamos, chicas! ¡Únanse a mí!” grité, atrapándolas en mi locura. Ambas se miraron entre sí y, tras un breve momento de duda, se unieron a la diversión. Comenzamos a bailar de manera ridícula, riendo a carcajadas mientras nos movíamos al ritmo de la música.
Fue un momento perfecto, un recordatorio de lo que significaba ser hermanas, de lo que significaba la diversión y el amor familiar. En medio de las risas, recordé por qué era tan importante para mí hacer que esta noche fuera especial. Quería que Reven se sintiera libre, y al mismo tiempo, quería que mis hermanas vieran que no siempre se trataba de la música y el trabajo; a veces, necesitábamos hacer una pausa y simplemente disfrutar de la vida.
Finalmente, nos desplomamos sobre la cama, agotadas pero felices. “No puedo creer que lo hayas hecho,” dijo Daniela, riendo mientras trataba de recuperar el aliento. “Te veo teniendo una cita romántica con Reven esta noche.”
“Sí, o un total desastre,” respondí, encogiéndome de hombros. Pero en el fondo, sabía que todo iba a salir bien. Reven había mostrado destellos de ser una persona increíble, y quería descubrir más de ella.
“¿Y si se enamoran? ¿Qué va a pasar entonces?” preguntó Alejandra, con una expresión de broma en su rostro. “¿Te vas a convertir en una rockstar del amor?”
“Eso sería un sueño,” respondí, sonriendo mientras pensaba en la posibilidad de algo más con Reven. Pero antes de que pudiera profundizar en mis pensamientos, mi hermana mayor me miró con seriedad.
“Solo recuerda, Pau, que siempre debemos estar aquí para apoyarte, pase lo que pase. Ya sabes que Liv también se preocupa mucho por su hermana,” dijo Alejandra, dándome un abrazo cálido. Era una advertencia cariñosa, y en el fondo, sabía que tenía razón. Cualquier relación con Reven tendría que ser manejada con cuidado.
“Lo sé, y agradezco tenerlas a mi lado,” respondí, sintiéndome agradecida por el amor que compartíamos como hermanas.
Después de un último ataque de risa y una promesa de hacer más ruido en el futuro, finalmente nos despedimos y cada una se preparó para la noche. Mientras me miraba en el espejo, sintiendo la adrenalina de la anticipación, supe que estaba lista para enfrentar cualquier cosa que el destino me deparara..
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La noche había llegado y, aunque la emoción burbujeaba dentro de mí, sentía una mezcla de nerviosismo y anticipación. Había pasado un tiempo eligiendo qué ponerme, buscando algo que me hiciera sentir cómoda pero que también me hiciera brillar. Con el corazón latiendo con fuerza, salí de mi habitación y caminé hacia la puerta de Reven.
Cuando abrió la puerta, me quedé sin palabras. Reven se había vestido con un atuendo que reflejaba su estilo militar sin caer en lo obvio. Una chaqueta negra ceñida a la cintura y unos pantalones que le quedaban perfectos. Pero lo que realmente captó mi atención fueron los tatuajes que adornaban su brazo derecho, serpenteando con elegancia y poder. Había algo hipnotizante en ellos, y me sentí aún más atraída hacia ella.
“Wow,” murmuré, incapaz de contenerme. “Te ves increíble.”
Reven sonrió levemente, con una chispa de modestia en su mirada. “Gracias. No es nada especial.”
Era exactamente lo contrario. Los tatuajes hablaban de historias, de experiencias vividas que me intrigaban. En un impulso, extendí mi mano y le toqué suavemente el brazo, siguiendo la línea de uno de los tatuajes con la yema de mis dedos. “¿Te importaría contarme sobre ellos?”
Reven parecía sorprendida por mi pregunta, pero su expresión se suavizó. “Claro. Cada uno tiene un significado. Este, por ejemplo,” dijo, señalando un diseño que parecía una especie de águila, “representa mi libertad. Me lo hice justo antes de enlistarme. Necesitaba recordar que siempre puedo volar.”
Sentí que mis latidos se aceleraban al escucharla. La forma en que hablaba de sus tatuajes, de su vida, me mostró una profundidad que no esperaba. “Eso es hermoso,” respondí, sintiendo una conexión más fuerte con ella. “A veces, es necesario recordarnos a nosotros mismos lo que somos capaces de hacer.”
Nos miramos a los ojos, y en ese instante, el mundo a nuestro alrededor se desvaneció. Había algo especial en esa conversación, un entendimiento que superaba las palabras. Después de un momento, me di cuenta de que estaba sonriendo como una tonta.
“¿Listas para salir?” preguntó Reven, rompiendo el silencio y rompiendo el hechizo. Su voz era suave, pero había un destello de determinación que me encantó.
“Sí, estoy lista. Vamos a divertirnos,” dije, tratando de controlar la emoción en mi pecho. La verdad era que no solo estaba emocionada por salir, sino por la oportunidad de conocerla mejor.
Mientras caminábamos hacia el ascensor, nuestras manos se rozaron, y un escalofrío recorrió mi espalda. Reven me lanzó una mirada furtiva, y no pude evitar sonreír de nuevo. Había algo en su forma de ser, una autenticidad que me atrajo. En la mente de mis hermanas y en la mía, siempre había existido esa barrera que separaba a la mejor amiga de mis hermanas y obviamente mia, de mis propios sentimientos. Pero en ese momento, esa línea se desdibujaba.
El ascensor llegó, y entramos juntas, el silencio lleno de una mezcla de tensión y expectativa. Mientras descendíamos, volví a pensar en los tatuajes. “¿Cuánto tiempo llevas en el ejército?” le pregunté, queriendo profundizar más en su historia.
“Casi dos años. Me enlisté un poco por obligación,” dijo, su tono cambiando ligeramente. “No era lo que quería, pero a veces la vida no te da muchas opciones. Y luego hay momentos en los que te das cuenta de que has crecido más de lo que pensabas posible.”
“Eso es admirable,” respondí, sintiéndome cautivada. “A veces, las decisiones difíciles son las que más nos enseñan sobre nosotros mismos.”
“Exacto. Aunque me alegra que haya terminado. Ahora puedo concentrarme en lo que realmente quiero hacer,” agregó, su mirada intensa.
“¿Y qué es eso?” le pregunté, mi curiosidad en aumento.
“Siempre he querido viajar. Conocer diferentes culturas, ver el mundo más allá de lo que he visto hasta ahora. Y quizás, descubrirme a mí misma en el proceso,” respondió con sinceridad.
La sinceridad en sus palabras resonó en mí. Era una perspectiva valiente, una que quería adoptar en mi propia vida, lejos de los escenarios y las luces brillantes. “Tal vez deberías comenzar esa aventura esta noche,” sugerí. “Yo soy tu guía turística.”
Reven se rió suavemente, y me encantó el sonido. “¿Guía turística? No estoy segura de que eso me inspire mucha confianza,” dijo, con una sonrisa juguetona.
“Confía en mí. Te prometo que será una noche que no olvidarás,” le respondí, sintiendo que la química entre nosotras crecía más y más.
Finalmente, el ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron. Mientras salíamos, el ambiente del hotel nos envolvió. La música y las luces brillantes creaban una atmósfera animada. Con una mezcla de nerviosismo y emoción, supe que esta sería una noche especial, llena de promesas y nuevas experiencias.
Mientras caminábamos juntas hacia el bar, un sentimiento de anticipación se apoderó de mí. Estaba emocionada por lo que estaba por venir, no solo por la salida, sino por la oportunidad de seguir conociendo a esta mujer fascinante que había cruzado mi camino.
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Va a ver parte dos hoy mismo.
Nos vemoss.
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