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Los ¿Hijos de Nut? (2)

- Nut, madre de… -

***

De nuevo ese sueño; esa pesadilla que atormenta su alma hasta lo más recóndito…

La batalla en Alejandría, donde perdió absolutamente todo.

Una batalla donde se supone que tenía la ventaja, hasta que se percató que su mayor enemigo había recibido aliados de último momento, quienes en conjunto eliminaron a sus soldados, sin importar todo lo que se esforzaba para salir adelante…

Lo peor llegó con el fuego, que consumió todos sus refuerzos e incluso ese gran edificio del que alguna vez estuvo tan orgulloso.

Aterrorizado, tomó la única opción que le quedó: escapar de ahí, huir a toda velocidad del enemigo…

Hasta llegar a ese lugar: el río.

El cauce estaba fuera de control en esa época del año; cruzarlo era un gran peligro, y lo sabía muy bien, pero si no lo hacía tendrá que caer en las manos del enemigo, lo cual era mucho peor…

Así que, acompañado con un puñado de hombres, intentó cruzar el cauce con todas las fuerzas que le quedaban, pero rápidamente se dió cuenta que fue la peor idea posible.

Las aguas crecieron tanto que sus pies fueron incapaces de tocar el agua, y su debilitado cuerpo ya no podía moverse en contra de esas corrientes terribles; antes de darse cuenta ya se había rendido y se estaba hundiendo en el agua, lo mismo que sus hombres…

Sus ojos se cerraron ante la inminencia de su pronta muerte; una fría y dolorosa muerte que se estaba colando en su nariz y boca para llenar sus pulmones y órganos internos…

Pero sintió algo más.

Un par de manos que le sofocaron su garganta; entre el turbulento movimiento del agua apenas fue capaz de abrir los ojos para encontrarse cara a cara con el propietario de esas manos.

Quien alguna vez fue uno de sus familiares más cercanos y queridos, ahora se volvía el protagonista y antagonista del final de su vida.

Su propia hermana mayor, Cleopatra VII.

***

– ¡¡Ahhhh…!!

Con un grito lleno de pavor se despertó de golpe, saliendo por fin de aquella pesadilla.

Los ojos hinchados por el insomnio que sufrió antes de caer dormido, el cuerpo sudoroso desde la frente hasta el pecho, los labios temblando un poco y respiración muy agitada.

Una de sus manos salió de las cobijas en dónde dormía y fue a su frente para limpiarse, además de medir su turbulenta temperatura.

– … Maldita… maldita sea… Otra vez soñé eso…

El hombre egipcio, de nombre Ptolomeo XIII, se volvió a recostar en la cama y se preparó para dormir, pero la puerta de su habitación se abrió de golpe para revelar la figura divina que entró para revisar el estado del hombre:

– Oye, ¿Estás bien?

– … ¿Eh? – Ptolomeo levantó la vista para encontrarse con esa mujer que repudiaba – ¿Qué haces aquí?

– Escuché un grito proveniente de este cuarto… ¿Está todo bien?

– Si, si, lo que sea… Ya déjame en paz.

– … Mejor me quedaré… Para verificar que todo esté en--

– ¡Dije que me dejes solo!

La pequeña mujer, de piel azul, cabellos negros con púrpura, y ojos oscuros tras brillo dorado, se enfureció mucho al escuchar el modo de respuesta del joven hombre.

– No me puedes hablar de esa forma.

– Puedo hacer lo que quieras. No eres mi madre.

– Claro que… Claro que lo soy. Fuiste hijo de ella, así que es mi deber cuidarte.

– ¿¡Qué maldita parte de "yo soy su hermano, no su hijo" no entiendes!?

– Alguien como yo no se podría equivocar en algo así.

– ¡Pues te has equivocado con eso todo este tiempo! – con mucha rabia, Ptolomeo se levantó de su cama solo para tomar a la pequeña mujer y mandarla a volar fuera de su habitación – ¡¡Ya lárgate!! ¡¡Fuera de aquí!!

La mujer cayó al suelo al tiempo que Ptolomeo azotaba la puerta de su cuarto, dejando muy en claro sus límites. En cuanto aquello sucedió, esa mujer encendió su furia divina…

– Ese… Ese maldito cabrón… Me las va a pagar… Por tratar así a una diosa como yo… – gruñó por lo bajo con muchas ganas asesinas…

Pero un bostezo nocturno le interrumpió, por lo cual se limitó a suspirar por lo bajo para levantarse del suelo, sacudirse la ropa, y volver con pasos lentos a su habitación.

– Ya… Ya mañana veré que hago con él…

Inclusive una diosa perfecta como ella, Nut la bóveda celeste de Egipto, tenía muchos problemas a la hora de lidiar con comportamientos juveniles rebeldes…

***

¿De qué se trata esto? ¿Un humano conviviendo con una diosa al tú por tú?

Una rápida explicación de la situación:

Tras el final del segundo Ragnarok, la humanidad se libró de los dioses mientras que las divinidades formaron sus vidas por aparte. Entre ellos están los Primigenios, quienes volvieron a su eterna rutina de descanso y pereza; pero…

La única que no recuperó su vida fue Nut: su combate con la única humana que "entendió" su dolor le había marcado la vida, quitándole su perfección y dejándola con un sentimiento de vacío.

Tras una exhaustiva investigación, decidió que la única manera de volver a ser perfecta era mediante un experimento social: hacer una familia adoptando a los hijos de Cleopatra VII. Así que, por medio de sus contactos, rápidamente consiguió su cometido y obligó a los 4 jóvenes a vivir con ella como una familia…

Habiendo pasado un par de años de esos sucesos, la situación no era muy favorable para la diosa egipcia: la única con quien había formado un auténtico vínculo era con Cleopatra Selene, la más pequeña. Los mayores, Alejandro Helios y Cesarión, eran muy cerrados y cortantes en cualquier momento de comunión con la diosa, a menos que Selene estuviera presente…

Pero el peor caso era el de Ptolomeo XIII, el hermano de Cleopatra que Nut erróneamente confundió con otro hijo: ambos eran un desastre. Ni siquiera eran capaces conversar por 5 minutos sin terminar en una acalorada discusión; Ptolomeo rechazaba todo tipo de contacto con la diosa, siendo que su único motivo para seguir ahí era no morir a manos de los dioses más poderosos del Cosmos.

Esto molestaba mucho a Nut; no sería capaz de continuar su experimento si su relación con ese egipcio iba de mal en peor…

– … ¿¡Cómo mierda controlo a ese cabrón!? ¡Carajo…!

Esa era la mayor frustración de Nut; a tal punto que tuvo que recurrir a su última opción para intentar solucionar su problema…

– ¡No digas malas palabras en frente de tu mami, Nut-chan! Por cierto… ¡Toma, toma! ¡Te hice galletas!

Deví, la energía femenina del Svarga, la más poderosa de los Primigenios… Y también madre adoptiva de Nut. De entre todos los Primigenios que quedaban, ella era la única con un auténtico rol de madre a quien podría pedirle consejos para su experimento social.

Deví le extendió a Nut su bandeja de galletas para que ella tomase algunas, lo cual se le dificultó un poco debido al lugar en que estaba: de nuevo sumergida entre los voluminosos pechos de Deví.

– Muy bien, cuéntame…

– Ya lo sabes. Sigo teniendo problemas con el mayor de todos.

– ¡Todavía! Ya debería ser tiempo de que hayan cambiado las cosas.

– Pues nada ha cambiado. Todo va de mal en peor…

– ¿Hiciste lo que te dije: ir a su habitación cuando tiene esas pesadillas e intentar abrazarlo para calmar sus angustias?

– Ni siquiera me deja acercarme. Antes de poder tocarlo, ya me echó de su habitación a patadas.

– ¡Qué terrible! – Deví se limpió sus ojos ante una pequeña lágrima – Eso debe partirte el corazón…

Nut dirigió la mirada a su propio pecho, sintiendo lo mismo de esas ocasiones.

– A veces me duele un poco el pecho, cada vez que recibo sus insultos y me patea de su cuarto. Será…

» ¿Será por culpa de una arritmia cardíaca? Qué fastidio.

La pequeña egipcia suspiró por lo bajo, para después tomar otra galleta.

– No sé qué hacer… He intentado de todo, pero no puedo lograr nada para mejorar mi relación con ese… Ese cabrón--

– ¡No le digas así! – Deví apretó sus propios pechos de modo que aplastó a Nut – ¡Es uno de tus nuevos hijos, así que debes respetarlo!

– Ugh… – una vez que Deví liberó la presión, Nut salió a flote con una gran bocanada de aire – De todas formas, no es como que sea mi hijo verdadero. Es parte de esa maldita mujer que me sacó que quicio… De no ser por ella, nada de esto habría pasado.

– … Sigo preguntándome, ¿Por qué hiciste eso?

– ¿Cuántas veces tengo que decirte que tú me lo dijiste? Qué tomara a esos hijos de ella y los hiciera míos.

– Yo recuerdo perfectamente que me refería a tus hijos dioses que viven en Egipto. Si, hablaba de esos… Seguro te confundiste.

– ¿Ah? – Nut levantó un aura malvada a Deví – ¿Qué insinuas? ¿Crees que me equivoqué? ¿Me dirás lo mismo que ese cabrón que se la pasa gritando "Yo soy hermano de Cleopatra, no su hijo"?

– Ese no es el punto, Nut-chan… El punto es que tienes que arreglar esa situación con ese niño. De lo contrario…

– … Si, lo sé muy bien. Tengo que hacer todo lo posible para arreglar eso…

Nut frunció el rostro, con un genuino sentimiento de impotencia y preocupación.

– No voy… No voy a dejar que esa maldita humana crea que soy imperfecta. Yo soy… la perfección de los dioses… – por más egoístas que fueran sus motivaciones, Nut tenía un propósito claro y certero.

La diosa hindú se llevó un dedo a los labios para pensar en silencio.

« Mi querida Nut-chan está muy preocupada por su nueva familia… ¡Como su madre, es mi deber ayudarla en todo lo que pueda! ¡Ese es el trabajo de una digna abuelita para su nueva familia!

» Pero… ¿Cómo va a lograr hacer un cambio en su relación con ese niño? ¿Qué puede hacer para alegrarle su día a día y que se puedan llevar mejor? ¡Vamos Deví, piensa, piensa…! »

De repente el foco de la mujer se iluminó.

– Lo sé… ¡Tengo una idea para cambiar eso!

– ¿En serio? – Nut levantó una ceja – ¿De qué se trata?

***

– Esto es… es…

– ¡Es el mar! ¡Pero qué bonito!

– … ¿Qué mierda?

La idea de Deví fue la siguiente: pasar un tiempo en familia en las orillas de la playa. La diosa Deví recordó su tiempo de juventud a orillas del Lago Nun, sea ella jugando con la arena o cuando Nut era una pequeña bebé; eso le motivó a ofrecer la propuesta que a esos chicos egipcios seguramente les gustaría el mar.

Así que Deví le propuso esa idea a Nut, junto con el consejo de que fuera secreto al lugar a dónde irían para aumentar la sorpresa; con eso en mente, Nut usando sus poderes de Primigenia y la ayuda de Quetzalcóatl, en un santiamén aparecieron en una isla desierta rodeada por el mar.

– Esto es… – Selene, a pesar de ser una adulta joven, se emocionó bastante por el lugar – ¡Esto es el mar! ¡Es tan bonito!

– Hermana, no te separes mucho de mi… – más bien, Alejandro Helios estaba siempre cerca de su hermana, atento y alerta a cualquier cosa que podría surgir.

Del mismo modo Cesarión estaba atento a todo, en especial al irracional comportamiento de la diosa que los había llevado hasta allí.

– ¿Qué tienes en mente…?

Nut hizo un chasquido de dedos, con lo cual su Manto del Cielo cambió de forma: de su habitual vestido, formó un traje de baño de 2 piezas que la cubrió, además de sobrar material para hacer una sombrilla y una cobija, dónde la diosa egipcia se sentó para disfrutar del sol.

– … ¿Yo? Nada en particular… – la diosa levantó los hombros – ¿Quieren ir a nadar, o prefieren--?

– ¿Por qué nos trajiste a este lugar desierto? ¿Piensas matarnos o… algo mucho peor?

– … Si quisiera matarlos, no necesitaría una isla desierta. Puedo hacerlo con mis manos en cualquier lugar…

» Pero no tengo esa intención. Solo quiero que se diviertan un poco, ya que… En casa deben estar estresados.

Nut apuntó al mar con su mano, aunque Cesarión seguía con una ceja levantada en duda; gracias a lo que había aprendido de su madre, sabía que ese tipo de personas podía ser muy desconfiable…

– … No te despegaré el ojo de encima… – advirtió Cesarión, antes de irse a jugar en la arena con sus medios hermanos menores.

La diosa suspiró satisfecha, mientras miraba como el trío de chicos se divertía bastante jugando a orillas del mar con la arena.

« Quien diría que un consejo de ella saldría tan bien… » Nut sonrió de forma muy disimulada, mientras sus pies se movían de lado a lado en la arena « Ahora, solo falta que tengamos un buen momento en familia… »

La diosa de volteó para buscar a Ptolomeo, aunque se llevó la sorpresa de que no estaba cerca.

« Tal vez ya esté jugando por ahí… Bien, ahora es mi turno. »

Nut suspiró por lo bajo y se levantó de su asiento para ir con el trío de chicos a jugar…

Solo que Nut no tenía ni la menor idea de cómo jugar en la playa con chicos preadolescentes; a pesar de que recibió instrucción de Selene, se le complicó bastante convivir con Alejandro y Cesarión. Pero peor aún, se le hizo difícil divertirse con arena y agua, cuando su divinidad le gritaba con todas sus fuerzas que era un juego muy ridículo para ella.

Al cabo de un rato volvió al lugar donde había dejado la sombrilla y la cobija, en dónde se acostó boca abajo para descansar.

« Maldita sea, estoy exhausta… ¡Espera! ¿¡Cómo es posible que una diosa perfecta como yo esté sufriendo de este tipo de cansancio!? ¡Mierda…!

» No puedo creer que me esté rebajando tanto por culpa de un mocoso… Hablando de eso, ¿¡En dónde rayos se metió ese cabrón!? »

La diosa volvió a levantar la vista, esta vez inspeccionando con mayor detalle, hasta que encontró la respuesta a su incógnita:

Ptolomeo estaba abrazado a un árbol de cocos, lo más lejos posible del agua; y a juzgar por su ropa seca, no había hecho más que estar con ese árbol.

– … ¿Qué haces? – Nut se confundió bastante al verlo de esa forma.

– ¿Qué hago? ¿¡Qué haces tú!? – Ptolomeo le fulminó con la mirada – Jugando como si fueras una humana, y nos trajiste aquí… ¿¡Qué planeas!?

– … Solo quiero que se diviertan.

– ¡No a todos les gusta este tipo de sorpresas! ¡Deberías saberlo, idiota!

La cabeza de la diosa estaba a punto de estallar.

– Su supone que tenía que ser distinto. Pero no importa--

– Claro que importa… ¡No creas que solo porque nos trajiste aquí, todo estará arreglado! ¡Nada de esto quita el hecho de que sigues siendo la asesina de Cleopatra…!

Esa gota de palabras derramó el vaso de la paciencia de Nut; con ira, la diosa fue hasta Ptolomeo y tomándolo de las piernas lo empezó a jalar con fuerza para quitarlo del árbol.

– Ya no me importa nada. Estamos aquí para divertirnos… ¡Eso es lo que vas a hacer! ¡Y te va a gustar!

– ¡Suéltame, tonta diosa!

– Yo soy tu… tu madre… ¡Debes obedecerme, igual que esa tonta humana!

– ¡Ya te dije que no soy hijo de ella! ¡Soy-su-her-ma-no!

– ¡¿Cuántas veces seguirás diciendo eso!? ¡Hazme caso, maldita sea!

– ¡Nunca le haría caso a una mujer tan tonta como tú! ¿¡Quién crees que soy para hacerte caso!?

– ¡Yo soy… la perfección de… los dioses…! ¡¡Y todo lo que hago me debe salir bien!!

– ¡¡No voy a formar parte de tus malditos planes egoístas!! ¡¡No te haré caso ni aunque estuviera muerto de nuevo!!

– Yo no… ¡¡No pregunté tu opinión!!

Después de algunos segundos, la fuerza de Nut logró que los brazos de Ptolomeo cedieran, de forma que el joven humano salió volando por los aires por el impulso de los brazos de la mujer…

Cayendo en mar adentro, varios metros lejos de la orilla. Después de ello, Nut se sentó en la cobija debajo de la sombrilla que había instalado.

– Maldita sea… ¡Dije que estaríamos aquí, para ser felices, y es lo que haremos!

– ¡Señora Nut…! – Selene llegó hasta la diosa con una sonrisa y cuerpo cubierto de arena – Quisiera agradecerle por--

– No hay necesidad, solo vete a jugar…

Pero la respuesta seca de Nut sorprendió bastante a Selene; más al ver que en la arena había rastros como de forcejeo.

– ¿Está bien, señora Nut?

– Si, si, estoy bien.

– Okey… Por cierto, no he visto al señor Ptolomeo… ¿Sabe dónde está?

– ¿Ese cabrón de tu hermano?

– Eh… Creo que si, ese mismo… – a Selene le disgustaba un poco la manera tan brusca que Nut se refería a él, pero ya lo había aprendido a sopesar.

– Ese idiota está divirtiéndose como debió ser desde que llegamos… Míralo, lo metí al mar y está jugando como--

– Espere… ¿¡Dijo mar!? ¿¡El señor Ptolomeo está en el mar!?

– Si, ¿Algún problema?

Pero la respuesta que vio Nut fue distinto a lo que esperaba: Selene palideció del susto y fue corriendo con su otro par de hermanos.

– ¡Alejandro, Cesarión! ¡Ptolomeo está en el mar!

– ¿¡Qué…!? ¿¡Cómo…!?

– ¡Ah, si! ¡Ahí está…! – Alejandro lo visualizó a lo lejos y de inmediato se metió al mar – ¡Hay que rescatarlo!

– ¿Qué rayos están haciendo? – Nut los miró a todos aún estando enojada – ¿No ven que se está divirtiendo mucho?

– ¡No es eso…! – Cesarión encaró a la diosa – ¡El señor Ptolomeo no sabe nadar!

– ¿Huh? ¿Qué tonterías dices--?

– ¡¿Acaso no lo sabías!? ¡El señor Ptolomeo murió ahogado en una guerra civil que tuvo contra su hermana! ¡Tiene fobia al mar, y no sabe nadar…!

– … ¿Eh?

– ¿¡Qué rayos hiciste!? – Cesarión agitó a Nut tomándola de los hombros.

– ¡Hermano, cálmate…! – Selene se le acercó a su medio hermano mayor.

Aquello activó algo dentro del corazón de Nut.

En primer lugar, tras escuchar la verdad, su conciencia empezó a inculparla de lo que acababa de hacer. Y en segundo lugar…

Del mismo modo que cuando estuvo con Selene para abrazarla en su noche de dudas, en ese momento sintió algo muy parecido… Una preocupación materna.

– … ¿Qué rayos acabo de hacer?

Sin dudar, la diosa salió corriendo al mar; de un salto se adentró al agua y, con gran velocidad por sus habilidades Primigenios, comenzó a nadar a gran velocidad, rebasando a Alejandro, para alcanzar a Ptolomeo…

Quien estaba luchando con sus fuerzas para no ahogarse; pero el movimiento de las corrientes del mar abierto eran muy fuertes para él y el suelo marino estaba muy lejos de sus pies. Antes de darse cuenta, una gran ola lo sumergió en el agua, y por más que se retorció para ir a la superficie…

Su cuerpo ya no tuvo fuerzas para volver a elevarse.

« No… No otra vez… » Sus ojos se cerraron mientras sentía el agua entrar por todos los orificios de su cuerpo « No quiero volver a morir así…

» Ayuda, por favor… »

De forma involuntaria su boca se abrió repetidas veces para intentar tomar aire, aunque eso empeoró su situación; poco a poco sintió su cuerpo más pesado y hundiéndose más y más en el fondo del oscuro mar…

Hasta que la mano de la diosa egipcia lo tomó, y en un instante volvió a la superficie; ella sola lo llevó desde dónde estaban hasta la orilla, en dónde boca arriba los chicos comenzaron a atenderlo.

– ¡Ptolomeo! ¡Reacciona…! – Selene estaba con los ojos llorosos y a un lado del muchacho.

Cesarión empezó a hacer maniobras de resucitación mientras que Alejandro Helios volvía a la orilla para también ayudar todo lo que pudiera.

Después de algunos momentos de golpes en el pecho y respiración boca a boca, el egipcio escupió toda le agua que había entrado a sus pulmones y recobró la conciencia.

– ¡Ptolomeo! ¡Estás bien! – rápidamente Selene le abrazó con un rostro sonriente, a pesar de que con ello también le asfixió un poco.

– Si… Si… Ya estoy bien, supongo… – Ptolomeo tosió un poco más antes de voltear a sus sobrinos – Muchas gracias por haberme sacado y salvado de ahí.

– Si, está bien--

– De hecho… – Cesarión desvió la mirada – Solo yo y Alejandro te salvamos con maniobras, pero…

– Fue la señora Nut quien te sacó del agua, ¡Nunca había visto a alguien nadar tan rápido como ella!

Ptolomeo levantó las cajas y volteó con sorpresa a Nut, quien estaba con la mirada hacia abajo y un leve sonrojo en sus mejillas apenas notable, como si estuviera…

Avergonzada.

– … ¿Tú me sacaste de ahí? ¿Después de haberme--?

– Fue un error haberlos traído aquí. Lo siento mucho… – Nut se volteó al tiempo que su Manto del Cielo volvía a su forma normal – Volveremos a casa.

La diosa abrió un portal de regreso al palacio de los Primigenios, dónde Audumbla y Quetzalcóatl por petición especial atendieron al joven egipcio; por su parte, los otros 3 chicos quedaron en sus habitaciones propias en el palacio de la egipcia, mientras que Nut se fue de ahí…

Para encontrarse con Deví en su casa.

– Mi pequeña Nut-chan… – Deví estaba en la cocina preparándose de comer cuando vio a la pequeña egipcia entrar a su hogar – ¡Volviste demasiado pronto! Más de lo que esperaba…

» Cuéntame, cuéntame… – la diosa se agachó para estar a la altura de Nut – ¿Cómo te fue en tu--?

– No quiero hablar de eso.

Casi de inmediato la diosa egipcia, aprovechando que Deví se había inclinado, se lanzó directamente a sus pechos para sumergirse; un gesto que le sorprendió bastante a la hindú.

– ¿Pequeña Nut-chan? ¿Qué pasó?

Pero Nut no respondió nada; en esos momentos se sentía tan avergonzada como diosa que, por primera vez en su eterna vida, sintió un escalofrío muy común en los mortales humanos:

"Ojalá me trague la tierra". Pero, Nut sabía muy bien de otro lugar donde podía desaparecer por un rato, aún si alguna vez lo llegó a considerar "zona de guerra".

– … Parece que no lo pasaste muy bien.

De inmediato Deví dejó las cosas que estaba haciendo, tomó a Nut y la acomodó de mejor manera entre sus pechos, para que pudiera acurrucarla.

Ya, ya, ya… Sea lo que sea que haya pasado, ya pasó… Ahora estás con mami, y todo estará muy bien~

Un poco de palabras de consuelo que pudieron tranquilizar a Nut: su cara roja de vergüenza hacia sí misma, su corazón que latía más rápido de lo normal, y su mente que no paraba de dar vueltas contra ella misma, con esa voz de su consciencia molestándola de nuevo…

« Carajo… » era lo único que Nit podía pensar « ¿Qué tenía en la cabeza para hacer todo eso? Soy una vergüenza… »

Unas pocas horas después, cuando estaba por caer la noche, la puerta de la casa de Deví sonó con un par de golpes; la mujer hindú se levantó para atender a la entrada, llevándose una gran sorpresa:

– H-Hola… ¿Aquí se encuentra la señora Nut? – se trataban de los 4 humanos que Nut había adoptado: Alejandro, Selene, Cesarión y Ptolomeo XIII.

– ¡Vaya! Pero mira quienes están aquí… – Deví agitó sus melones de forma que movió a la pequeña diosa – ¡Mira, mira, Nut-chan!

Los humanos quedaron un poco confundidos y sorprendidos de la forma exuberante que se comportaba aquella diosa. Por su lado, Nut asomó un poco la cabeza, todavía roja de la vergüenza y con los ojos un poco hinchados, para mirar a los chicos.

– ¿Qué quieren? Estoy ocupada.

– Es que… – Selene fue la única con el suficiente valor para hablar a las diosas con tanta ligereza – El señor Ptolomeo quiere hablar contigo, aunque no quiera admitirlo.

Alejandro y Cesarión empujaron al joven Ptolomeo hasta estar lo más cerca posible de Deví y Nut, aunque desviando la mirada con un poco de vergüenza.

– Y-Yo… Yo quería… Quería pedirle… disculpas…

– … ¿Qué?

– Lo que dije cuando estábamos allí estuvo mal. Yo… Creo que no me exprese de forma correcta. Y creo que… he estado actuando mal desde hace un tiempo…

» Por eso quiero… Quiero que me disculpe por mi comportamiento…

Nut se quedó en silencio unos segundos, hasta que se agitó como gusano para librarse de su "prisión" de pechos, para encarar a Ptolomeo.

– La verdad es que… No eres tú quien se debe disculpar, sino yo. Estuvo mal que hubiera eso sin consultar con ustedes antes… Mucho menos arrojarte al mar.

– ¿¡Qué hiciste qué, Nut-chan!?

– Es cierto que hemos tenido una relación tensa estos años. Pero… yo estoy intentando hacer todo lo posible para llevarme bien con ustedes, pero la verdad… Lo estoy haciendo mal.

Ptolomeo ladeó la cabeza un poco.

– … También quiero preguntarle… ¿Por qué se esfuerza tanto en hacer todo esto?

Una pregunta muy normal para los chicos, excepto para Selene con quien la diosa ya había hablado un tiempo atrás; sin embargo, la respuesta de la diosa sorprendió tanto a la joven como al otro trío de críos:

– Es algo que… tengo que hacer. Siento… Siento que debo hacerlo. Es algo que siento en el interior de mi cuerpo… – la diosa apuntó a su pecho – ¿Cómo se supone que se llama esto?

Corazón, pequeña Nut-chan… – Deví tomó uno de los hombros de Nut de forma materna – Eso es tu corazón. Y lo que hiciste fue porque tu corazón dijo que lo hicieras~

– … Si, eso… Eso mismo…

Ptolomeo se conmovió un poco; la manera tan frágil en que ahora estaba Nut, admitiendo su error y mostrando un poco más de sus sentimientos, le recordó de alguna forma a su hermana mayor. Le era bastante fastidiosa, pero a fin de cuentas nunca llegó a odiarla…

Y ahora que estaba viviendo con Nut, de alguna forma también sentía la nostalgia de no contar con su hermana mayor fastidiosa; sin dudarlo el joven humano se acercó a Nut para abrazarla por primera vez.

– Gracias… Muchas gracias por todo.

Los chicos, Deví y Nut se sorprendieron bastante del gesto del humano, quien le apretó entre sus brazos por un buen rato hasta que la pequeña diosa correspondió al acto.

– … Es lo que… una madre debe hacer, supongo… Lo mismo que esa tonta humana.

– … Ya te he dicho que ella no es mi madre, sino mi hermana.

– … No arruines el momento.

De alguna forma, el experimento social de Nut estaba funcionando con resultados distintos a los que esperaba.

Creía que pronto volvería a sentir la plenitud de su perfección con solo tener a esos humanos viviendo bajo su techo, pero no estaba sucediendo de esa manera:

Sino que, cada vez que sentía un poco de sentimientos por aquellos chicos… como el abrazo de consuelo que le dio a Selene en su noche de dudas o ese abrazo de reconciliación con Ptolomeo tras admitir su culpa… Esos eran los momentos en que el corazón y alma de Nut se volvía a sentir perfecta y completa de nuevo…

***

Imagen especial de Nut
"Madre" de Ptolomeo XIII

***

Nota de autor: Muy buenas, mis queridos Ragnabrothers

En primer lugar, créditos a levi5672 por la idea… ¡Muchas gracias!

Segundo especial de madres; ahora sí estoy avanzando con los pendientes ajsjsjs. Si las cosas van bien, tal vez en enero termine con estos pequeños one-shots, y en febrero pueda haber nuevos especiales para la lista (ajsjsjsjsjs UwUn't)

Y creo que es todo lo que tengo que decir, así que… ¡Los leo en el siguiente especial!

Fecha de publicación: 06/01/25
ASFD

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