Especial San Valentín 2ª Parte
Bien, vamos con la segunda parte :3
Por cierto, Feliz San Valentín a todos! ^^
Veamos este desmadre >:3
(PD: Si me salen muy cursis los regalos, culpa de Google y sus fotos xD)
----------------------------------------------------------
- Don't go wasting your emotion~...
Morrigan cantaba felizmente cuando ya tenía su cocina limpia y arreglada, y metía su regalo en una bonita caja y le ponía un lazo de adorno rojo. Al otro lado de la mesa, Loki estaba sentado encima en una esquina, con las piernas cruzadas como indio y los dedos índices en los oídos, tapándoselos de escucharla a ella cantar con cara de muy pocos amigos.
- Lay all your love on me~ - Morrigan terminó de cantar y de mirar felizmente lo que había conseguido preparar con orgullo.
Había preparado para dos, una formal para su suegro con bombones a los que le inyectó licor y otras dos cajas bastante más elaboradas que eran claramente de amor. Loki la miró cuando se aseguró que no iba a cantar más.
- ¿Ya has terminado con esa horrible canción azucarada y cursi? Me da vergüenza ser tu amigo cuando te pones así...
- No te quejes tanto, que ya tienes tus bombones mezclado con un buen chile picante, inodoro e insípido, para que haga daño una vez esté en el estómago y no en la lengua. Así te aseguras que se los coma todos.
Loki sonrió ladinamente tomando la caja entre sus manos. Incluso la diosa la había cerrado perfectamente con magia para que no se notara que había sido abierta una vez comprada. Morrigan lo metió todo en dos bonitos paquetes, mirando su reloj de arena, viendo que incluso le sobró algo de tiempo. Ella chascó los dedos y hubo un ligero cambio en su cuerpo. Su pelo estaba bien recogido, su maquillaje impoluto, y su ropa limpia y perfumada. Ya estaba perfecta, ventajas de saber de hechizos.
- Bien, estoy lista para ir a entregar mi chocolate - dijo tomando sus cajas, llevándolas flotando tras ella y dirigiéndose a la puerta.
- ¿Segura? - preguntó Loki sonriendo sin moverse de su sitio.
- Segurísima.
- ¿No te olvidas de algo... o de alguien?
Morrigan se detuvo en la puerta, mirándole con una ceja alzada. Llevaba para su pareja y su suegro... ¿hacía falta algo más?
- Si lo dices por ti, ya te dije que no te lo mereces.
- No, no hablo por mí... - él sonrió mirando a otro lado, haciendo el gesto de echarse el pelo a un lado, como si lo tuviese largo, y acariciárselo, haciendo el gesto de marcar el bíceps. Morrigan abrió los ojos y levemente la boca, casi desconcentrándose y haciendo que por pocas se le caigan las cajas de chocolates, que atrapó al vuelo antes de que se le cayeran.
- ¡LA NIÑA! - gritó alterada volviendo a la cocina corriendo.
- Bueno, la niña... la niña no es tan niña... - corrigió Loki.
- ¡Es una niña digas lo que digas! - ella volvió a sacar sus utensilios de cocina - Mierda, mierda... ¿y qué le hago yo ahora a ella? ¡Me lo podrías haber recordado antes, no estoy acostumbrada a hablar del tema de los hijos!
- Estabas cantando esa asquerosa canción, no es culpa mía si me dan ganas de morirme cada vez te que veo sonreír tontamente, estaba concentrado en taparme los oídos y en cerrar los ojos con fuerza para que no me dieran ganas de vomitar... ¿En serio no te acordaste de ella? Es rara, llama la atención.
- Tus hijos sí que son raros y yo no me meto con ellos - ella empezó a mosquearse.
- Pero yo no me olvido de ellos - él le miró sus uñas contento con su respuesta.
- Los regalas, que es peor. ¡Vete por ahí a parir un hijo raro y a dárselo a Odín!
Loki iba a reprocharle, pero ella le calló levantando una mano y mirando hacia la puerta con seriedad. Su kelpie Uisce llegó a paso lento hacia ella, y Loki se apartó un poco para no ensuciarse con su crin siempre húmeda y ese ligero olor a agua estancada que desprendía el demonio.
- ¿Quién es, cariño? ¿Quién hay afuera? - le preguntaba ella - ¿A qué huele?
El kelpie enseñó sus largos dientes para nada similares a los de un equino, haciendo algo parecido a un relincho.
- Así que huele a incienso y a naranja... - Morrigan sonrió curiosa.
- El olor de la traición - Loki entrecerró sus ojos.
- Voy a ver que quiere, escóndete, anda... - ella se dirigió a la puerta.
- Ni que fuera tu amante para tener que esconderme... - él se cruzó de brazos con una mueca.
Así, Morrigan fue a la puerta, abriendo y encontrando al dios Buda detrás. Tras compartir unas palabras, ella sonrió de lado y se despidió de él, cerrando.
- Me encantan los finales felices... y ayudar a mi nueva familia.
*
Mientras que Buda caminaba por los pasillos teniendo en su mente algo menos en lo que preocuparse... bueno, encargarse, a él no le preocupaba nada de nada, varios pasos descalzos se escucharon detrás de él. Giró los ojos al escuchar la voz extremadamente azucarada de la diosa griega cuando ponía ese tono dulzón y coqueto, y se giró a verla con un suspiro con sus colmillos inferiores por fuera del labio.
Vio a los sirvientes de la diosa Afrodita cargando con ella, dos a los lados usando sus manos entrelazadas para hacerle un lugar donde sentarse a la diosa mientras era llevada en volandas, y el tercero iba detrás de ella, y esta se agarraba a los hombros de sus sirvientes desnudos para no caer mientras ellos corrían.
- Pff... por ahí viene el Tetamóvil... - murmuró para sí desganado, girándose del todo cuando estuvieron cerca de él.
Los sirvientes se detuvieron y se colocaron en posición para que ella pudiera sentarse bien, mientras ella tenía en su regazo una caja.
- Felíz San Valentín, Buda, querido... ¿aceptarías esto de mi parte? - preguntó tendiéndole la caja con una sonrisa.
- No.
Y con esta respuesta tan simple, el dios le volvió a dar la espalda y a seguir caminando, dejando a la diosa realmente perpleja, parpadeando confusa. Vale, eso no entraba dentro de sus planes. Golpeando la nuca de uno de sus sirvientes, ellos la volvieron a levantar y corrieron con ella adelantando al dios para ponerse delante, tapando el pasillo con su cuerpo.
- Oh, venga, ¿cómo no vas tú a aceptar unos dulces hechos con todo mi cariño? - preguntó intentando sonreír con ternura, enseñándole la caja.
- Por eso mismo - contestó - Creo que hay demasiado "cariño" en esos dulces.
- Oh, ya veo... temes que haya algún efecto en ellos de enamoramiento o así... - ella sonrió ladinamente - Bien, puedes usar a quien quieras de mis sirvientes como conejillo de indias para que veas que no hay ningún efecto secundario.
Ella abrió la caja por él, entregándosela para que procediera. Buda se lo pensó un instante antes de tomar la caja, mirando los dulces en su interior.
Buda sacó uno de los más oscuros acercándose a uno de los sirvientes de sus laterales, dejando que él tomara el dulce de su mano y se lo metiese en la boca.
- ¿Verdad que es delicioso? - le preguntó la diosa a su sirviente, orgullosa.
- Sabe realmente excelente, mi señora...
- Como ves, Buda, no le pasa nada malo - ella le volvió a mirar - Puedes comerlos sin problemas.
En los pocos segundos en los que Afrodita había estado observando a su sirviente comer, Buda se había metido una paleta en la boca, lo que le hizo molestar un poco a ella.
- Si, si, ya veo... bien, me los comeré cuando me termine la paleta, ahora mismo no me apetece mucho...
Sin dar las gracias ni mucho menos, el dios les esquivó por un lado continuando su camino, llevando la caja cerrada debajo del brazo. Afrodita sonreía complacida mirando al frente. Obvio que esos dulces no iban a tener ningún efecto en sus sirvientes... porque ellos ya estaban enamorados de ella.
*
Eva había tardado mucho realmente en conseguir el chocolate y poder ponerlo dulce con azúcar. Aunque nunca había cocinado con ese producto, ya le habían dicho que no era muy difícil, pero en sus antiguas herramientas cerámicas era costoso trabajar. Sin embargo, ella no se rendía fácilmente, menos cuando ello involucraba a Adán. Consiguió hacer el chocolate, mojar las manzanas, decorarlas y esperar a que se enfriasen, dejando luego un bonito lazo encima.
Aunque solo fueran tres, ella estaba agotada. Simplemente esperaba de corazón que le gustasen a Adán... que se acercaba a ella por la espalda sin que ni siquiera la oyese.
- ¿Eva...? Por fin te encuentro...
Ella dio un pequeño grito del susto sonrojándose, dándose la vuelta y tapando con su cuerpo las manzanas de chocolate a su espalda. Él giró la cabeza mirándola, viendo todo lo que tenía detrás que aún no había recogido.
- ¿Cocinabas? Podrías habérmelo dicho, podría haberte ayudado...
- ¡N-No! Debía hacerlo sola... yo... te preparaba una sorpresa para San Valentín...
- ¿San Valentín? - Adán arrugó la nariz - ¿Y ese quién es?
- Eh, pues... ni idea... - contestó.
Realmente era obvio, aunque fuese de su cultura y religión, ellos eran anteriores a todo eso.
- Bueno, es un día donde se regalan dulces o chocolates a alguien especial para ti... - ella recogió las tres manzanas con chocolate de detrás suya mostrándoselas - Supongo que... feliz San Valentín, mi querido Adán ^^
El chico observó las manzanas, abriendo un poco los ojos y tomándolas. Vio ese color que las recubría y olfateó por instinto, creyendo que eso era lo que llamaban chocolate. Tomó dos de ellas por los palillos que las atravesaban y se las metió en la boca, una en cada mejilla, con el palo hacia abajo, en plan morsa, y empezó a masticar las manzanas enteras mientras cerraba los ojos sonriente. Eva suspiró aliviada.
- Menos mal... era mi primera vez y temía que no quedase bien...
Adán le tendió la manzana que le quedaba, mientras seguía masticando.
- Ah, no, muchas gracias... - rechazó - Eso es para ti, es tu regalo...
Adán insistió acercándola más a ella. No podía hablar por la boca llena que tenía, pero sus gestos y sus ojos hablaban por su boca. Ella sonrió emocionada y tomó la manzana que le tendía, dando solo un mordisco, prefiriendo ver como Adán saboreaba las suyas y sacaba los palitos de su boca antes de terminar y escupir las pepitas.
*
Poseidón había mandado llamar a un mensajero, estando a las afueras de su palacio, al que le entregó la caja de chocolates metida dentro de un paquete.
- Lleva esto a Bilskirnir - ordenó con seriedad haciendo que tomase el paquete - Di que es para el dueño del lugar.
El mensajero asintió metiendo el envío en su zurrón.
- Una palabra de esto a alguien, y...
Poseidón no tuvo que seguir con su amenaza porque el mensajero negaba rápidamente con la cabeza y las manos, sintiendo el aura amenazadora del dios emanar de él, sintiendo miedo rápidamente. Así, el mensajero se marchó velozmente, mientras que Poseidón volvía a sus aposentos, pudiendo suspirar cuando ya se encontró solo, sentándose de nuevo en la silla donde había estado seleccionando dulces, teniendo muchas cajas abiertas delante de él. La vergüenza ya había pasado, y todo estaba hecho, así que, al dudar si comer algún que otro dulce aunque no le gustaban demasiado... entonces fue cuando sus ojos se encontraron con un pequeño papel con un lazo en la mesa. Lo tomó curioso mirándolo, dándose cuenta de que era... la tarjeta que va con la caja.
Espera un momento, se suponía que ahí iba su nombre... ¿no? Para que sepa quién se la envía una vez abierto... y le había dicho al mensajero que ni una sola palabra... ¿¡Cómo mierda iba a saber Thor quién le enviaba ese regalo?!
Dio un golpe en la mesa haciendo saltar todas las cajas que quedaban, frustrado. Ahora sí que se iba a poner a comer chocolate hasta el empacho...
Mientras tanto, el mensajero llegaba a Bilskirnir, acercándose a uno de los guardianes de la puerta, que le reconocieron inmediatamente. Él les entregó el paquete, indicando que era para el dueño del lugar, tal y como había dicho Poseidón.
- ¿De dónde viene este presente? - preguntaron los guardianes.
- No tengo permiso para decir eso, lo lamento.
Ellos lo comprendieron, y el que tenía el paquete se lo dio a un sirviente de dentro, que lo llevó hasta el mismo dios, situado en uno de los salones, mirando por una enorme ventana.
- Thor-sama, ha llegado un paquete para usted.
Él giró levemente la cabeza hacia él, tendiendo la mano, y el sirviente dejó la caja en esta sin tocarle.
- ¿Quién lo envía? - preguntó mirando la caja con seriedad y poco interés.
- El mensajero no estaba autorizado a decirlo.
Él asintió suavemente, dejando que se retirase. Puso el paquete en la mesa de detrás de él, sacando de su interior la caja que había en su interior. Alzó una ceja levemente, sin esperarse recibir chocolates de nadie, salvo... bueno, y ese no era su estilo. Era una caja formal... pero en su interior había hermosos chocolates con formas de corazón y varios. (vamos a imaginar que en la foto están xD) ¿Qué significaba esto?
Frunciendo un poco el ceño pensando en eso, no escuchó entrar al sirviente de nuevo, que antes de abrir la boca, Prour apareció detrás de él corriendo.
- ¡Padre, se me ha olvidado una cosa! ¡La tomo y me voy!
La potente voz de su hija le hizo dar un pequeño respingo sin esperarlo, haciendo que la tapa se tambalease en sus manos, sintiendo un poco la necesidad de ocultar de su vista ese regalo, pero era demasiado tarde. Ella se había acercado para despedirse de él con un beso en la mejilla que siempre dejaba grabados sus enormes labios de carmín en su cara y había visto la caja.
- Oh, ¿ya llegó tu ración de amor? - preguntó con una sonrisa, guardando en su bolsillo una cinta que había vuelto a recoger.
Thor no respondió, simplemente permaneció callado y tapó la caja de nuevo.
- Espera... No es de ella, ¿verdad? - preguntó apoyando su cadera en la mesa - No es su estilo...
- No sé de quién es - confesó.
- Un admirador secreto tal vez... - ella acercó su mano a destapar la caja, viendo su interior - Alguien a quien le da vergüenza decirte lo que siente, caja formal, pero interior lleno de amor... ¿tiene tarjeta?
Thor hizo un gesto de que le dejaba a su pequeña curiosa hacer los honores, y Prour se puso a buscar algo que no estaba ahí.
- Pues si no te dicen quien es, lo lógico es que venga en su interior. A lo mejor dentro de los propios bombones...
- Prour, son bombones, no galletitas de la suerte.
- Sí, es cierto... solo me dio curiosidad... - ella lo dejó todo como estaba - ¿Y dices que lo dejó un mensajero? He visto a uno yendo para acá cruzando por los portales de panteones. Si es el mismo, viene del panteón griego.
Thor alzó una ceja callado mirándola. Prour siempre iba alerta en cualquier circunstancia, era normal que se fijase hasta en las más mínimas cosas, y eso le reducía bastante la búsqueda. La valkiria sonrió mirando la caja tendiendo su mano hacia una esquina, tomando con delicadeza una hebra dorada que acababa de ver.
- Sí, se concentró tanto en su interior que no prestó atención al exterior... - dijo mostrándole la hebra, siendo un cabello rubio que se iba descolorando en verdoso hacia la punta - Aquí tienes a tu amante secreto - comentó sonriendo - Bueno, padre... un placer ayudarte, ahora sí que me voy.
Dejó su beso de costumbre en la mejilla de su padre dejando de regalo sus labios con el carmín rosado, a juego con su pelo, y se marchó corriendo hacia la puerta del palacio, donde Geir la esperaba sentada repitiendo mil veces lo que se había aprendido para cuando llegara su momento de entregar el chocolate.
*
Prour había salido del palacio y bajaba las escaleras donde la esperaba Geir, al lado de un enorme saco que sería casi tan grande como su hermana.
- Lista, ¿nos vamos para el panteón hindú? - preguntó ella con una sonrisa, agarrando el enorme saco y echándoselo a la espalda casi sin esfuerzo.
- ¿Eh? ¿Y-Ya? - preguntó nerviosa, abrazando una caja alargada contra su pecho - ¿Por qué yo la primera?
- Para que se te quiten los nervios - ella sonrió ampliamente - Cuanto antes lo hagas, antes descansas.
- Pe-Pero... Tú llevas encima ese saco pesado, ¿no deberíamos ir primero a ver a Raiden? Así puedes entregar eso... Por favor, hermana...
Geir juntó las dos manos en forma de súplica, haciendo que casi se le cayese su caja de chocolates, pero la recogió a tiempo. Prour no pudo evitar sonreír.
- Está bien, iré yo primera... pero después no tienes excusa.
Geir suspiró de alivio y siguió a su hermana a donde sabían que podían encontrar a Raiden. El chico se encontraba en su propio cuarto dentro del Valhalla, habiendo acabado de ducharse tras entrenar un rato. Geir tenía malos recuerdos de esa habitación... sobre todo cuando Raiden les saltó encima a su hermana mayor y a ella desnudo y se estremeció al recordarlo. Prour se dio cuenta antes de llamar.
- ¿Quieres quedarte fuera? - le preguntó.
- Yo... todas nosotras acordamos ir en parejas por si nos teníamos que apoyar, ayudar o consolar en el caso de que...
- ¿Crees que pasará algo malo ahí dentro?
Geir lo pensó un momento y terminó por suspirar negando, con una sonrisa. No, seguro que a ella le iba totalmente bien... y en el caso de que pasara algo malo, le bastaba y le sobraba para arrancarle la cabeza a Raiden de una cachetada nórdica de las suyas. Mientras que Geir se sentaba al lado de la puerta en el suelo mirando su caja, Prour llamó a la puerta. Su toque era fuerte y decidido, y Raiden no necesitaba preguntar quien era para saberlo.
- ¡Pasa, nena! ¡Siempre tienes la puerta abierta! - le dijo desde dentro.
- De eso nada - contestó ella con una sonrisa - Sal afuera tú.
Geir la miró en el suelo perpleja, pero Prour sonrió. Así Raiden abrió la puerta con una toalla en la cintura, por lo menos llevaba más ropa de lo normal encima.
- ¿Por que no quieres pasar? Oh, hola pequeña - sonrió mirando a la menor.
- Porque no cabe tu regalo por la puerta.
Así, Prour descargó su gigantesco regalo de su espalda en el suelo, siendo imposible que cupiese por la puerta de la habitación.
- ¿Mi... regalo?
- Espero que aceptes mi regalo de San Valentín, Raiden...
Ella sonrió ampliamente cerrando los ojos, poniendo las manos en las caderas. Dios, pero que bonita es esa valkiria. Raiden respondió a esa sonrisa con un rostro de admiración profundo hacia esa hermosa mujer, tardando menos de un instante en abrazarla fuertemente sin dejar de sonreír.
- ¡Sin duda eres la mujer de mi vida, nena!
Ella se sonrojó un poco, abrazándole también y apegando su cabeza a su pecho.
- Yo lo supe desde el momento en que nuestras almas se unieron en uno... Así que ahora, disfruta de tu regalo.
Prour estiró un brazo para tirar del lazo de su enorme saco, cayéndose al suelo y revelando un inmenso huevo de chocolate con un lacito.
Los ojos de Raiden brillaban emocionados. Con razón Prour no entraba, no podía meter su regazo. Mientras sonreía mirando al japonés feliz, le hizo un gesto a Geir.
- Nos vamos, ya me contarás cómo terminas metiendo tu regalo ahí dentro.
Se despidió con la mano, aunque Raiden no lo hizo, por estar demasiado impresionado por semejante regalo de chocolate, estando hambriento después de entrenar y de haberse duchado. En cuanto lo rompiese y lo metiese dentro, empezaría a comer hasta que no pudiese más.
*
Conforme avanzaban ambas hacia el panteón hindú, Geir aflojaba el paso y en su cara se notaba el miedo. Prour la tomó en un movimiento rápido y la subió a sus hombros, llevándola ella.
- ¿Sigues nerviosa? - le preguntó.
- Soy insegura...
- Ya has visto que con Raiden no ha pasado nada, cariño...ten un poco de confianza en tu ternura y en tus sentimientos.
- Es que Raiden te ama... Yo voy a regalarse unas fresas con chocolate a un gran dios hindú con tres bellas esposas que seguro lo han llenado de regalos y chocolates. No le importará en absoluto...
- No saques conclusiones antes de tiempo... - ella la bajó al suelo cuando llegaron casi a las puertas del enorme hogar de Shiva.
Así, la mayor pidió a uno de los sirvientes que estaba fuera que hiciera el favor de llamar al dios, que alguien le traía un presente. Geir miró a su hermana con las piernas temblando, y parecía que esos segundos se le hacían eternos. Prour solo la miraba en silencio, cruzándose de brazos con una pequeña sonrisa. Finalmente, Shiva apareció por la entrada, que carecía de puerta, caminando con algo de lentitud y rascando su cabeza, con rostro somnoliento. Miró a las dos Valkirias sin mucho interés, pero con algo de curiosidad. No esperaba a nadie.
- Vaya, vaya, dos semidiosas... ¿Que puedo hacer por vosotras? Pasad dentro a uno de los salones...
- Lo agradecemos, Shiva-sama, pero será solo un momento, aquí fuera si no es mucho pedir...
Shiva alzó una ceja antes de mirarlas, y empezó a bajar las escaleras hacia ellas callado. Prour miró alrededor, buscando a Geir a quien había perdido de vista, y la encontró detrás de sus piernas temblando. La empujó un poco poniendo la mano en su espalda hasta ponerla justo delante de Shiva.
- Vamos, Geir, lo llevas ensayando toda la mañana, sabes que tienes que decir...
Ella frunció los labios, mirando al dios hindú de reojo, inclinando la cabeza y tendiendo su caja temblorosa.
- ¡Shi-Shiva-sama! - comentó temblando de pies a cabeza - ¡Acepte por favor el presente que he hecho para usted para este día especial!
La verdad es que no era una frase muy compleja ni mucho menos una declaración...pero era la frase que Geir llevaba queriendo memorizar y decir confiadamente durante toda la mañana. Era nerviosa e insegura... Y eso era un reto que había...logrado superar, parecía.
Shiva terminó por agarrar el paquete con uno de sus brazos, tirando un poco, pero Geir estaba tan tensa que no lo soltaba.
- Geir... - Susurró Prour inclinándose hacia ella - Suelta la caja...
Ella dio un chillido vergonzoso soltando la caja, sonrojada por todo y su comportamiento. Shiva la miraba con una expresión indescifrable, sin saber que decir. Miró la cajita entre sus manos y la abrió, alzando las cejas viendo las fresas.
- Oh, fresas con chocolate para San Valentín... - comentó mirándolas, y poniéndolas dentro de sus lugares, pues con las sacudidas y el camino, se habían movido - Que curioso que una... niña como tú regale fresas a un dios como yo, ¿acaso no sabías que las fresas son...?
- Son su fruta favorita - terminó Prour rápidamente, notando temblar a la menor delante por no tener aún una respuesta ni nada positivo, poniendo una mano en su hombro - Le encantan, por eso quiso tener el detalle de compartir eso con usted, Shiva-sama.
Shiva puso un gesto despreocupado y llevó una mano a su cabello, rascándolo suavemente.
- Ya veo... igualmente es un presente que tendré en cuenta. Muchas gracias... Geir.
La valkiria menor se sonrojó mirando al dios hindú mientras este le sonreía. Mientras tanto, sus tres esposas estaban asomadas en un balcón, mirando atentamente que era lo que pasaba ahí abajo, comentando entre ellas curiosas. Prour sonrió, dándole un toque en la espalda a Geir para que se girase.
- Muchas gracias por su tiempo, Shiva-sama, ahora debemos irnos.
Shiva levantó simplemente una de sus manos para despedirlas, y como Geir no reaccionaba de su sitio, Prour la volvió a tomar y a subirla a sus hombros, tomando sus piernas y empezando a caminar en grandes pasos. Al alejarse un poco, Geir se terminó por relajar, sonriendo, y apoyar sus manos sobre la cabeza de Prour.
- Conocía mi nombre... - murmuró, haciendo que su hermana levantase los ojos hacia ella - Sabe quien soy...
Prour sonrió, sintiéndose orgullosa y feliz por su hermana menor.
--------------------------------------------
Disculpen que haya salido algo corto, quería meter tres parejas más pero he tenido problemas y no me daba tiempo si quería entregar esta parte en San Valentín. Espero que al menos os haya gustado, y el siguiente será más largo :3
Por cierto... ¿Saben ya quién es la pareja de Morrigan? Es bastante sencillo, nos vemos! ^^
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro