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🦇Especial Halloween - 1ª Parte🦇

Bien...

Aquí estamos.

Antes de nada, deciros que esto iba a ser sólo una entrega, pero me salía demasiado largo por ser incapaz de escribir menos. Si fuera todo junto, serían unas 10000 palabras y lo veo algo pesado de leer (aunque para mí no lo es, pero todos no somos iguales) Así que lo he dividido en dos partes y haré todo lo posible por entregar la segunda a tiempo, o en su defecto, en el día siguiente.


Esta parte incluye:

 - Introducciones de las parejas en su búsqueda por el castillo.

 - Prueba de Lu Bu Housen.

 - Prueba de Adán.

 - Inicio de la prueba de Sasaki Kojiro.


Oh, una cosita más sobre Hércules en este caso, para quien no lo sepa...

 - Hércules es un nombre romano, y Heracles es un nombre griego, al igual que Zeus/Júpiter, Poseidón/Neptuno, etc. Lo correcto en el manga sería llamarlo Heracles porque pertenece al panteón griego, pero en el caso de las diversas traducciones encontramos los dos nombres (en mi caso, lo he visto de las dos formas) Usaré la forma correcta y se llamará Heracles.

Vamos a ello :3

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El gran recibidor de la mansión de Halloween se separaba en varios pasillos, ascendentes, descendentes, continuos y laterales. Allí, las cinco parejas, sin tener ni idea de por dónde tenían que ir, empezaron a separarse por donde mejor les vino, ya que de todas formas tenían que buscar una habitación que respondiera a su llave y les ayudaría sabiendo que uno de los dioses estaría detenido delante. A los humanos les daba curiosidad la mansión, pues ciertamente, toda la decoración era auténtica. Loki no había escatimado en gastos. Por otro lado, en el caso de las valkirias, acostumbradas a su trabajo, el ambiente de la muerte era normal, pero en un lugar cerrado, congestionado en polvo y telarañas, infectado de ratas e insectos poco agradables, no estaban muy tranquilas.

En el caso de Randgriz, por ejemplo, caminaba justo detrás del mongol, que caminaba decidido y sin prisa mirando alrededor, vigilando cualquier lugar del que pueda salir algo y necesitaba estar alerta. Sin la lanza en su mano, se sentía algo desnudo. La valkiria, protegida con su espalda por delante y mirando continuamente hacia atrás, solo iluminada esa zona por la luz de luna de las ventanas, por si algo o alguien les seguía.

Al darle con su vestido largo a una armadura medieval a un lado, se enganchó una costura a una esquina, tirando de ella y derribándola al suelo, haciendo un ruido ensordecedor y ella dio un grito juntando los brazos con su pecho. Lu Bu abrió los ojos mirando hacia atrás sobresaltado, viendo toda la armadura desparramada por el suelo y a la valkiria encogida temblando.

 - Lo...lo siento... - se disculpó ella.

Lu Bu dio un suspiro y negó, haciendo un gesto con la cabeza para que continuasen con la marcha. Randgriz sacudió su vestido para quitar la costura enganchada y el polvo, y se apresuró a seguir a Lu Bu lo más cerca posible, agarrando su vestido para no volver a llevarse un susto.

*

Bajando unas escaleras en dirección al sótano, Adán iba con un rostro aburrido seguido por su valkiria, que le acercó una antorcha encendida para poder ver en esa oscura escalera mientras bajaban. En un momento, casi al llegar abajo, se tuvieron que agachar cuando un gran grupo de murciélagos huyó de la luz  del fuego escalera arriba, pasando muy cerca de ellos.

 - ¿Por qué has querido bajar al sótano? - preguntó la valkiria - Había muchos caminos más...

 - Porque es el que baja - contestó con tranquilidad - Menos tengo que esforzarme en caminar.

 - Eres... un poco vago, ¿no? - preguntó Reginleif.

 - Sólo administro mi energía. Tengo mucha hambre... - se quejó con una mano en su barriga.

 - Te he visto comer antes de llegar a la mansión, por favor... - ella suspiró.

 - Pero escuchar hablar de las manzanas de caramelo me dio más hambre... ¿Cómo son? - preguntó.

 - Pues manzanas... bañadas en caramelo y atravesadas por un palo fino para sujetarlas sin que te manches - respondió la valkiria, mirando alrededor por el sótano.

Cuando notó a Adán aligerar el paso llevándose la antorcha, ella abrió los ojos y corrió detrás de él.

 - Entonces terminemos pronto para que me den mi premio lo antes posible - comentó con una tranquila sonrisa.

*

 - ¿Acaso no era mejor haber tomado aunque sea una vela?

Hrist, la que tiembla, iba detrás de Sasaki, con las manos sobre sus hombros, mirando a todas partes algo asustada. Mientras, el japonés caminaba casi por la más absoluta oscuridad de unos de los pasillos superiores que no tenía ventanas.

 - No te preocupes, veo bien - aseguró Sasaki.

 - ¡No, no ves bien! - ella abrió los ojos cuando notó en la cabeza de Sasaki una telaraña pegada, y se apresuró a quitársela por si acaso venía con araña de regalo - Vas limpiando con la cabeza todas las telarañas.

 - Le hago un favor a quien venga detrás - él sonrió, muy tranquilo.

Al decir eso, se detuvo en mitad del pasillo con Hrist, mirando al frente. Puede que de verdad no viese bien, pero notaba una presencia a escasos metros delante. Sus sospechas se confirmaron con un movimiento en la oscuridad, a la vez que se veía el suave brillo de unos ojos azules observándolos. Hrist tragó saliva, y comenzó a caminar a la vez que Sasaki de nuevo, pero esta vez más cautelosamente.

Más cerca de la presencia, haciéndose más notable una figura , cuando sus ojos se acostumbraron más visualizando a una persona de ojos azules, los ojos de Sasaki vieron también los enormes colmillos de una bestia.

 - Buh - dijo sin más la presencia de delante.

Seguidamente del suave susto que hizo a Sasaki ponerse tenso, se escuchó un golpe fuerte. Hrist, la que ruge, le había golpeado a la presencia, que se quejó y se frotó riéndose un poco.

 - ¡Pero Hrist! - se quejó con una risa.

 - ¡No nos asustes, hermano Heracles! - regañó ella enseñándole el puño cerrado.

Al ver que de verdad era el dios por su risa, Sasaki se relajó con un suspiro bajando los hombros.

 - Hrist, hija... controla un poco el puño... - pidió Sasaki - La presencia de los ojos azules llega a ser Poseidón y estamos corriendo como alma que lleva el diablo con un maremoto detrás - dijo mirando la puerta a su lado, que tenía un número pintado en blanco que no correspondía a la llave que tenía.

 - Es normal ir tensos aquí - dijo Heracles con una pequeña sonrisa, apoyado en la pared y cruzado de brazos - No la culpo, pero no pude evitar hacerlo. ¿Qué número de puerta tenéis?

 - La número 3... - contestó Hrist, volviendo a ser la que tiembla.

Heracles miró al pasillo, pensando por un momento. Luego les susurró.

 - Todo recto y a la derecha. Saldréis a un balcón que conecta con una torre. Ahí es.

 - ¡Gracias, hermano! - ella le sonrió, continuando la marcha - ¡Suerte con tu prueba!

 - Gracias, hijo - contestó Sasaki - Ve con Dios.

Sasaki siguió caminando, y tanto la valkiria como el dios le miró con una expresión extrañada. Luego Hrist se acercó por la espalda, susurrándole.

 - ¿"Ve con Dios"? ¿Qué expresión es esa cuando estás hablando con uno?

 - Oh, la costumbre... - rio en voz baja - Seguro que lo ha entendido aún así.

 - Tienes cosas de viejo... - ella suspiró.

 - Soy un viejo, Hrist - él la miró por encima del hombro, sonriendo.

Un instante después, un agudo y potente grito hizo retumbar la mansión, poniéndoles a los dos el corazón en la boca y abrazándose instintivamente ante cualquier peligro. Era un grito femenino típico de las casas del terror, pero había sido tan fuerte y tan inoportuno que realmente les asustó. Hrist abrió los ojos, creyendo reconocer ese grito.

 - ¡Geir! - gritó - ¡Ella se ha queda sola en la entrada!

 - Mmm... no - Sasaki miró alrededor - Creo que no es ella. Es esa niña pequeña rubia con mal carácter.

 - ¿Hlökk? - preguntó ella - Sí, puede ser... perdón, es la costumbre pensar que siempre es Geir la que grita y la que llora... en fin, continuemos...

*

Efectivamente, el buen oído de Sasaki había acertado con la voz correcta, siendo Hlökk acorralada contra la pared temblando, mientras una enorme rata le tapaba el camino del pasillo. Jack estaba a escasos dos metros, habiendo pasado al lado del animal, y esperaba a que la valkiria se decidiese.

 - Señorita Hlökk, ¿podemos seguir? - preguntó con paciencia.

 - ¡¿Es que acaso no la has visto?! - gritó alterada señalando al animal.

 - Sí, es una rata - contestó tranquilo - Son muy normales en Londres, sobre todo en los barrios bajos.

 - ¡Me da igual, es grande como un gato! - ella dio otro chillido con el terror en los ojos cuando el animal se acercó un poco más a ella.

 - Te tiene más miedo ella a ti que tú a ella - Jack dio un pequeño suspiro.

 - ¡No me tiene miedo porque se está acercando! ¡Me quiere comer! - ella no podía apegarse más contra la pared y temblaba de sobremanera. 

Jack tomó aire, pensando en que hacer. No era para tanto, era fácil pasar por el lado, aunque parecía que era algo que a Hlökk le superaba. Le tendió una de sus manos cerca de ella, cuando ella le miró con los dientes apretados.

 - Toma mi mano y da un salto. Te traeré hacia este lugar - dijo con un rostro paciente.

 - ¡No voy a tocarte tampoco! - recriminó ella - ¡No me gusta ni un pelo estar aquí y que tenga compañero a un asesino!

Jack retiró la mano con la misma elegancia con la que la había ofrecido, y se colocó bien su sombrero con un gesto de despedida.

 - Entonces que te aproveche tu estancia con la rata. Yo seguiré el camino si no puedo hacer nada por ti.

Jack recogió de un mueble un candelabro encendido, y empezó de nuevo a caminar por el pasillo bajo la mirada asustada de la valkiria, que se le añadía un nuevo miedo: el de quedarse sola.

Tragó saliva y juntó los pies, empezando a encogerlos y a flotar, rodeando a buena distancia al animal y saliendo disparada volando detrás de Jack antes de que se quedara sin luz. Luego se agarró a su capa para no perderle, mientras seguía encogida en posición fetal y flotando detrás de él. Era una bola voladora detrás, pero así al menos se sentía más protegida porque no podían tocarla desde el suelo. Jack hizo una suave mueca semejante a una sonrisa cuando la notó tirar de su capa.

 - ¿Ya lo has conseguido? - preguntó.

 - ¡Sí, y desde luego no fue gracias a ti! - la valkiria respondía fuerte y cortante, porque en el fondo estaba algo avergonzada.

 - Te ofrecí mi ayuda y la rechazaste por ser un asesino. ¿Acaso temes... que te mate? - preguntó lentamente, sin dejar de mirar al frente caminando.

Ella intentó dar una risa, que se notó muy fingida.

 - Matarme tú... n-no podrías... - contestó sin mirarle.

 - Momentos y situaciones no me han faltado desde que entramos en la mansión, desde luego - comentó con una tranquila sonrisa el inglés.

Hlökk tragó saliva con impotencia, quedándose callada. Lo que decía Jack no le ayudaba en absoluto a tranquilizarse, pero al menos con su presencia cerca no se sentía sola ni acababa abandonada por ahí a merced de las ratas y las arañas.

*

Por unos anchos pasillos, Raiden y Thrud caminaban tranquilos. Eran anchos y espaciosos, por lo que los dos enormes no tenían muchos problemas para ir por ahí. Raiden iba mirando en su mano la pequeña llave, con el número 5 pintado en negro. Su compañera le observó por encima del hombro.

 - ¿En qué piensas? - preguntó ella al verle tan callado.

 - Pienso en que me lo voy a pasar bien - él sonrió ampliamente mirándola - Hay que hacer un juego en el que el premio son cosas deliciosas para comer. Además, no soy nada asustadizo ni supersticioso, y estoy caminando por unos viejos pasillos con la única compañía de una mujer hermosa - él levantó el mentón orgulloso, y volvió a mirar su llave - Además, me ha tocado el número 5, que es mi favorito.

 - ¿Por qué el 5? - preguntó ella sin entenderlo.

 - Por la rima - él la miró guiñando un ojo.

Thrud no comprendía lo que quería decir, pero lo dejó pasar por no considerarlo importante. Raiden le gustaba, pero a veces hacía y decía algunas cosas extrañas... que igualmente, ella lo veía adorable.

Tras unos pasillos más, Raiden miró a su valkiria, que estaba más callada de lo usual, con la mirada algo perdida. No era asustadiza, y si se topaba con algún murciélago o telaraña, se hacía a un lado y se apartaba con normalidad. Pero... demasiado callada.

 - ¿Y tú en qué piensas, nena? - preguntó Raiden mirándola - Te noto distraída.

La valkiria siempre se sonrojaba un poco cuando la llamaba "nena". Nunca nadie se hubiera referido a una enorme mujer como ella por "nena", y eso le daba vergüenza y cariño por el humano.

 - Pensaba solamente en... en lo que pasaría si nos tocase hacer la prueba con mi padre - contestó - No se bien cual es mi papel en esto hasta que lleguemos al árbitro de la prueba, pero también me gustaría animarle y ayudarle si puedo hacerlo.

A Raiden le dio un escalofrío por toda la espalda cuando mencionó la palabra "padre". Eso se traducía mentalmente a "suegro", y no estaba preparado para eso. No señor, no lo estaba.

 - Oye... ¿tu padre no será por casualidad ese dios pelirrojo... del martillo? - preguntó sin mirarla.

 - Sí, el dios Thor es mi padre - ella contestó con una sonrisa orgullosa - ¿Por qué lo preguntas?

Otro escalofrío todavía mayor sacudió el cuerpo de Raiden. No, no, no... ese suegro no...

 - Sólo es porque... no os parecéis en nada... - contestó rápidamente, con la primera excusa que se le vino.

 - Sólo me parezco a mi padre en la altura y en el cuerpo - contestó ella avanzando - Todo lo demás es de mi madre. Somos como dos gotas de agua, pero ella es más baja y más esbelta que yo. Ah, y más hermosa.

 - ¿Cómo más hermosa que tú? - preguntó Raiden con seriedad.

 - Sí, ella es realmente hermosa - Thrud se enorgullecía al hablar de su familia - Verás, mi madre Sif...

 - No me interesa.

Él rodeó su fuerte cadera con un brazo, apegándola a él más. Eso hizo que la valkiria se pusiera roja.

 - No hay nadie más hermosa que tú. Has sacado lo mejor de tu padre y de tu madre. Piensa siempre en eso.

La sincera sonrisa de Raiden y su firme agarre le daban la seguridad a Thrud que el humano decía la verdad, y desvió la mirada sonrojada con un bufido manteniendo la dignidad.

*

Cuando Lu Bu y Rangdriz giraron por un pasillo, se detuvieron ante la gran presencia que se cernía sobre ellos, haciendo a Lu Bu abrir los ojos y sonreír enormemente, mostrando sus dientes y su sonrisa. La presencia del dios Thor que dominaba todo el pasillo, como si lo marcase como su territorio, más la enorme puerta del final con un 1 gigantesco hizo hervir la sangre del mongol. Randgriz se asomó desde detrás de su espalda a confirmar el número de la puerta, dando un suspiro. Lo presentía desde un principio, para ser exacta, pero no quería decir nada. 

La ropa de gruesas rayas negras y blancas de Thor se veía un poco al estar sentado sobre la enorme bola de prisionero atada a su pie, y esperaba con los ojos cerrados a que se acercase el indicado. 

Al sentir cerca de él a Lu Bu, abrió sus ojos dorados y brillantes junto con una sonrisa para nada amistosa, a la vez que se levantaba, siendo tres cabezas más alto que el mongol, acompañado del sonido de sus cadenas en el tobillo y de sus largos cabellos delante de su cara. Con una mano, le invitó a abrir la puerta, sabiendo que él tenía la llave. Randgriz la sacó de uno de sus bolsillos y se la tendió con una sonrisa, y Lu Bu se acercó a meterla en la ranura. Ni siquiera tuvo que girarla, pues la puerta doble empezó a abrirse sola hacia adentro al tener la llave correcta, revelando una estancia de brillos rojizos. Thor miró dentro y dio dos pasos para entrar, pero la valkiria le avisó.

 - ¡T-Thor-sama, deténgase que lo... pisa! - dijo finalmente.

Thor se detuvo al oírla, y a la vez porque notó algo justo delante de él. Delante, siendo muchísimo más bajo que él, había algo que parecía un niño. Tenía las manos apoyadas en una katana, y el pelo recogido en un alto moño. Al levantar su mirada, sus ojos dorados se encontraron con los del dios, gustándole su fiereza pese a su pequeño tamaño.

Randgriz se había cubierto la cara con sus manos con vergüenza. Sabía que Thor no le había visto, pero decirle que se detuviese porque lo iba a pisar... le parecía algo vergonzoso para el que parecía ser el árbitro de la prueba.

- Por fin, empezaba a aburrirme - comentó el joven dándole la espalda al dios y caminando dentro de la habitación.

Los tres le siguieron. Parecía un pequeño humano joven, pero esos ojos indicaban que no era para nada normal. En cuanto Thor puso un pie dentro de la sala, automáticamente se sintió raro, deteniéndose. Su cuerpo comenzó a cambiar, y se miró un brazo para comprobar que su piel se volvía grisácea y verdosa a la vez, sus mejillas se hundían y su cara se agrietada un poco. Ahora realmente parecía un muerto.

- Es la primera cualidad de las salas de pruebas - el niño miró hacia atrás, con una sonrisa ladina - Todo el que entre disfrazado, se convertirá en ello rápidamente. Pasará el efecto en unas horas.

Thor se observó en silencio, sin que le molestase mucho su aspecto y con seriedad. No le limitaba en nada, parecía.

Al mirar al techo, vieron que estaba lleno de manzanas de caramelo colgadas de finos hilos, que junto con la luz del lugar, daban ese tono rojizo a la habitación.

- Os ha tocado la prueba de las manzanas de caramelo - dijo el árbitro, tomando dos finas y alargadas lanzas de punta afilada - Ganará el que mayor número de manzanas consiga atravesar en cierto tiempo.

El joven hizo un gesto señalando una pared, dónde había muchas más lanzas que tenían que llenar de manzanas atravesadas. Así si se rompía alguna o les faltaba lugar, no tenían que preocuparse.

- Ahora tú - dijo mirando a la valkiria - Tú tienes la tarea de buscar por toda la habitación una pequeña calabaza tallada y dársela al humano. Así, él se transformará igual que lo hizo el dios al entrar por la puerta.

- Oh, lo entiendo. ¡Me esforzaré! - ella asintió convencida.

- Pero no es tan fácil. Debes pensarlo bien - el chico amplió su sonrisa, señalándose la cabeza - Su transformación puede tanto beneficiarle como perjudicarle, y sólo sabrás en qué se convertirá si decides usarlo.

Randgriz miró al suelo, poniendo una mano en su mejilla, algo pensativa. Depende de como Lu Bu afrontase la prueba, tal vez se lo daría o no. Si era atrapar manzanas con lanzas, parecía que sería fácil para él. El dios Thor se acercó a ella, dándole un escalofrío por todo el cuerpo. Su presencia asustaba casi a cualquiera, y más ahora que tenía cara de muerto.

 - Si encuentras la calabaza, Randgriz - le dijo con la voz grave - Dásela. Debemos estar los dos con la transformación para medirnos en fuerzas iguales.

La valkiria se sorprendió, y bajó la cabeza con una reverencia educada, poniendo una rodilla en el suelo.

 - Así será, Thor-sama.

La habitación era típica de la mansión, como si fuera un cuarto de invitados decorado tal cual. Cuando el árbitro se sentó sobre lo alto de un mueble, teniendo al lado un reloj de arena al que dio la vuelta, las manzanas empezaron a caer del techo y a subir de nuevo, de forma aleatoria y de velocidades diversas, y muchas de ellas les golpeaban, aunque no era ningún problema. No tardaron en agarrar las lanzas y comenzar a atravesar la fruta bañada en caramelo, mientras Randgriz encendía una pequeña vela y comenzaba a buscar por el cuarto con ímpetu. 

Abría cajones, movía muebles, destapaba la cama, miraba debajo, todo intentando no molestar a los rivales ni ser golpeada por las manzanas, que eran duras y un buen golpe si caían con velocidad.

Mientras tanto, el árbitro, llamémoslo Okita Souji, observaba todo sentado encima del armario, mientras balanceaba los pies con algo de nervio. Miraba de reojo el reloj de arena a su lado, notando el tiempo pasar demasiado despacio para su gusto, y miraba también como ambos llenaban lanzas y lanzas de manzanas atravesadas, dejándolas a un lado para diferenciarlas. Luego miró a la valkiria, y levantó las piernas cuando ella abrió el armario, para no estorbar. Quien pensara que el trabajo de la valkiria era fácil, que se atreviese a buscar en una habitación victoriana compleja, casi a oscuras con una vela pequeña, una calabaza de Halloween que cabía en su mano, mientras esos dos titanes usaban una lanza casi a tientas y caían manzanas del aire que golpeaban con rudeza.

Al abrir el armario y mover un poco la ropa que había, encontró una pequeña calabaza naranja en una esquina, que iluminó con la vela para ver mejor y confirmarlo.

 - ¡Lu Bu, la encontré! - dijo girándose hacia él con una sonrisa, levantándola.

 - Queda un minuto~ - anunció el árbitro volviendo a mover las piernas.

La valkiria lanzó la calabaza hacia donde estaba el mongol, que se tuvo que retener para no atravesarla con la lanza como si fuera otra manzana. Al agarrarla con la mano, empezaron a salir unas pequeñas descargas eléctricas de ella, que empezaron a recorrer su cuerpo. Empezaron a aparecer cicatrices en sus piernas y brazos, y otra que le partía la cara por la mitad, terminando en que aparecieron en su cabeza dos enormes tornillos apareciendo por las sienes. Se había convertido en un monstruo de Frankenstein... con la debilidad que ahora el mongol era bastante más lento.

 - Oh, curioso... - mencionó Okita - Tiene cicatrices en miembros que puede haber perdido en una batalla, pero ha sido devuelto a la vida uniendo las partes y con ayuda de un rayo... típico de Thor. Lo veo coherente. ¿Tendrá esto alguna relación o parecido con su batalla? - se preguntó en voz baja para sí.

 - ¿Todas las transformaciones tienen que ver con lo cada uno haya pasado en el pasado o tenga relación en el futuro? - le preguntó la valkiria.

 - No necesariamente - contestó con sequedad el japonés, volviendo a mirar el reloj de arena.

Thor sonrió a su manera al ver cómo de los tornillos de la cabeza de Lu Bu salían pequeños rayos inofensivos que Lu Bu quiso tocar con algo de inocencia, llevándose un calambrazo en la mano. En el momento de su transformación, Thor había adelantado al mongol en su tarea de las capturas de manzanas.

 - 30 segundos - comunicó Okita, feliz de que ya terminara esto.

 - Esto aún no ha terminado - Lu Bu sonrió, agarrando una lanza con cada mano, dispuesto a adelantar al dios en ese poco tiempo.

*

 - Tienes una suerte increíble, Adán.

Reginleif miraba impresionada la puerta del final del sótano, que estaba marcada con un gran número 2. Al final, el camino que escogió Adán fue el correcto: bajar al sótano. Sin embargo, no había nadie alrededor. No había ningún dios esperando en ella, sólo un ataúd de pie al lado de la puerta.

 - Es extraño... las normas decían que aquí habría un dios esperando nuestra llegada para abrir la puerta... - comentó la valkiria.

Adán iba a quejarse, pero un chirrido le hizo apuntar su antorcha hacia el ataúd a su lado. La puerta se estaba abriendo despacio, dando lugar a un elegante hombre vestido de vampiro, que sonrió enseñando sus dientes hacia Adán y su valkiria.

 - Bienvenidos, me alegra que hayáis llegado bien. Soy Hermes, tu rival esta vez - Hermes sonrió, con respeto y educación.

 - ¿Y tú que haces dentro de un ataúd? - preguntó Adán sin entender nada de la simbología del vampirismo - ¿Estás muerto?

Hermes dio una suave risa, cerrando el ataúd.

 - Esperaba ejerciendo mi papel. Hay que pasarlo bien, ¿no es así? Ahora bien, ¿puede abrir la puerta, por favor?

Reginleif sacó la llave de su ropa, ya que Adán no tenía donde guardarla. El rubio hizo un gesto con la cabeza, pidiéndole que abriese ella. Con un cabeceo de permiso pasando delante del dios, la valkiria metió la llave en la puerta de hierro, que se arrastró abriéndose con un sonido pesado y chirriante.

 - ¡Craaaa, ya han llegado!

 - ¡Craaaa, pasad, pasad!

Reginleif hundió los hombros al reconocer esos graznidos y dio un suspiro resignada. Con lo tranquila que estaba, y ahora tenía que estar con esos dos. Cuando Adán pasó delante, seguida de ella, Hermes entró cerrando tras de sí. Tras ello, abrió los ojos poniéndose tenso, y se llevó una mano a la boca. Adán le miró al ver que se estaba sintiendo mal. Hermes abrió la boca, tocándose sus colmillos. Antes eran postizos, pero ahora formaban parte él.

 - ¡El dios Hermes se ha transformado en vampiro, craaa!

 - ¡Es parte del juego, todos los disfrazados se convierten en lo que son cuando entran por la puerta, craaa!

Dos aves pasaron volando muy cerca de ellos, siendo una blanca más visible y otra negra azabache. Hugin y Munin se posaron en la lámpara del techo, observándoles.

 - ¡Bienvenidos a la prueba de los pasteles, craaa! - dijo Hugin agitando las alas.

 - ¡Ganará quien más pasteles atrape con la boca, craaa! - Munin terminó la frase.

Acababan de llegar y los dos cuervos molestos de Odín ya habían sacado de quicio, por lo menos, internamente, a la valkiria, aunque no lo mostraba en su rostro. No comprendía la legendaria paciencia del dios Odín para no romperles el cuello a criaturas tan molestas y chillonas, teniéndolas siempre en sus hombros.

 - Vaya pruebas tan... originales ha pensado mi padre para este Halloween... - Hermes suspiró, con una sonrisa resignada.

 - ¿Prueba de pasteles? - preguntó Adán - Yo quería de manzanas de caramelo...

 - Hay que atrapar pastelitos con la boca... - Reginleif frunció el ceño mirando a Adán - Esto... ¿tienes la boca grande?

Adán se agarró los labios abriendo la boca. Al poder abrirla tanto y tener los labios flexibles, parecía un perro al que le estaba dando el aire de frente.

 - Entonces no será muy difícil, solo tienes que calcular para atraparlos con la boca - la valkiria le animó.

 - ¡Craaa! ¡Los pastelitos serán lanzados por los cañones al aire! - indicó uno de ellos - ¡Los que se consigan atrapar con la boca se pondrán en una vasija a un lado para luego contar!

 - ¡La valkiria no puede ayudar en nada! ¡Sólo debe buscar una calabaza mágica por la habitación, craaaa!

 - ¡Así es! ¡La calabaza hará que el humano se transforme como hizo el dios, craaa! ¡Puede ayudar o entorpecer en la prueba, o directamente ser neutral, así que pensadlo bien, craaa!

Adán ya se había tapado los oídos mirando con molestia al par de aves. Nunca había conocido par de dos más molestos e irritantes.

 - Pss... - masculló el primer humano - Los cuervos no debían haberse subido al Arca de Noé...

 - ¡Craaa! ¿Qué mascullas, humano? - Hugin aleteó fuertemente.

 - ¡Si tienes dudas, en voz alta! ¡Craaa! - Munin le imitó.

 - El humano sólo quiere comenzar pronto - les habló Hermes - Bien... no era la clase de prueba que me esperaba y creo tener desventaja frente a esto por mis dientes de vampiro ahora... pero daré lo mejor de mí.

Colocándose cada uno a un lado, eligiendo un recipiente para dejar sus botines, los dos rivales se miraron a los ojos. Mientras, Reginleif se quedó con la antorcha, sabiendo que su tarea era encontrar pronto la calabaza tallada en aquel sótano. Parecía bastante difícil, pero usaría su inteligencia y su buen sentido para darse prisa.

Los pequeños cañones que dispararían al aire los pasteles se movieron lentamente apuntando al cielo, a la vez que un reloj de arena aparecía, listo para darse la vuelta. Cuando lo hizo, un fuerte graznido de ambos cuervos a la vez dio la señal de salida. Ambos se llevaron las manos a la espalda, entrelazándolas para recordarse así mismo que no podían usarlas aunque ese fuese su instinto.

Adán tenía unos buenos reflejos, al igual que el dios, y no tardó en atrapar el primer pastelito con su boca...e inevitablemente, comérselo. Era muy suave y estaba relleno de nata y de sirope de cereza, lo que lo hacía dulce pero no empalagoso.

 - ¡Está muy bueno! - comentó con los ojos brillantes.

 - ¡Pero no te los comas! - le regañó la valkiria buscando la calabaza - ¡Por favor, Adán, no te los comas ahora, luego mejor!

 - Cierto, cierto... pero si los muerdo y se rompen, me los tendré que comer.

 - ¡Adán!

La valkiria suspiró, y siguió buscando con rapidez iluminando las oscuras esquinas con la antorcha. Su instinto no había fallado, encontrando la calabaza oculta en la oscuridad de una esquina.

 - ¡La encontré, Adán! - comentó mirándole.

El cielo estaba lleno de pasteles que caían, y cada vez se lanzaban a mayor velocidad. Cada cuervo vigilaba a un contrincante de que no hiciera trampas volando cerca de él, y Adán le miró con tres pasteles sobresaliendo en su boca. Se acercó a escupirlos en su vasija y a tender la mano rápidamente hacia la calabaza, consiguiendo agarrarla.

Mientras que su cuerpo brillaba y se transformaba en un monstruo de Halloween, Hermes decidió darse prisa con su captura de los pasteles, teniendo que atraparlos de uno en uno, y sobre todo, tener cuidado con los que caían al suelo para no pisarlos y resbalarse, siendo una dificultad añadida que no habían pensado hasta que empezó la prueba.

Cuando Adán terminó de transformarse, se vio el cuerpo lleno de vendas, dejando su cabello fuera en mechones, con los ojos profundos rodeados de ojeras, además de la boca con los labios agrietados. Su hoja de parra había caído al suelo, pues ahora no la necesitaba con las vendas cubriendo su cuerpo.

 - ¡Eres una momia! - exclamó Reginleif.

 - ¿Y eso en qué me beneficia o me perjudica? - preguntó él y aprovechó para atrapar un pastelito con la boca.

Enseguida se dio cuenta él mismo. El pastel en su boca le supo horrible, sintiendo la necesidad de tirarlo a la vasija. No podía comer.

 - Cuando se embalsama a una momia, se le retiran los órganos internos - comentó la valkiria - Aunque quisieras, no podrías comer, ¡sería imposible! ¡Es una ventaja para que no puedas comer lo que atrapes!

 - Para la prueba está bien - él soltó en la vasija otro pastelito - Pero si esto dura demasiado, me matáis, por favor. No puedo vivir sin disfrutar del comer.

 - ¡No digas tonterías! 

 - ¡Craaaa! ¡El efecto pasará en un rato! - comentó uno.

 - ¡Quedan 20 segundos, apretad el culo! ¡Craaaa! - el otro avisó.

Adán tenía que intentar superar la ventaja que Hermes le llevaba por ahora, moviéndose algo torpe por las vendas que apretaban su cuerpo, pensando solamente en terminar y esperar que pasara el efecto.

*

Siguiendo las indicaciones de Heracles, Sasaki y Hrist consiguieron salir por una puerta hacia el exterior. Había un enorme arco que conectaba esa ala con un torreón, unidos por un puente. Desde lejos se veía la puerta del torreón alargado con el número 3 marcado. A un lado, sentado sobre las almenas del puente, el dios Poseidón esperaba.

Tenía las piernas cruzadas y las manos en su regazo, la espalda recta y los ojos cerrados, con los pies mirando hacia el exterior. El frío viento le movía el cabello rubio que salía entre su sombrero de tres picos, al igual que la pluma que lo adornaba. Hrist se escondió tras Sasaki al verle en la distancia.

 - Poseidón... - susurró ella en voz muy baja en su oído.

 - ¿Qué sorpresa, eh? - Sasaki la miró con una sonrisa de oreja a oreja - No me lo esperaba.

 - No se te da bien fingir - ella le dio un suave golpe en el brazo.

Poseidón abrió los ojos cuando los escuchó cuchichear, mirando al vacío desde la altura en que se encontraban. 

 - Si es que lo sabía... - murmuró antes de recoger las piernas y girarse para levantarse.

Se puso recto y firme ante la llegada del japonés acompañado por la valkiria, con las manos en su espalda y los puños cerrados, siendo una postura bastante elegante.

 - ¡Hey, Poseidón! ¡Qué bueno verte! - saludó como de costumbre el japonés.

 - Sólo abre la maldita puerta - contestó cuando llegó - Quiero irme de aquí cuanto antes.

 - Siempre tan impaciente... hay que darle tiempo al tiempo, ¿sabes? Te lo dice alguien que sabe de eso - comentó rebuscando la llave entre su ropa.

El dios del mar bufó, cruzando los brazos y mirando hacia otro lado. Tiempo al tiempo...como si el viejo hubiese vivido más que él. Cuando Sasaki encontró la llave, abrió la puerta del torreón, empujándose sola hacia adentro, invitándoles a pasar. Al abrirse, un olor dulce llegó hacia ellos, sorprendiéndoles un poco. Poseidón lo ignoró, y entró directamente, seguido por ellos dos.

Al dar dos pasos dentro del lugar, se detuvo, notando su cuerpo algo extraño. Su piel se volvió algo verdosa a la vez que tres pares de branquias aparecían en su cuello, y sintió la necesidad de quitarse el pañuelo para respirar mejor. Al inhalar profundamente, sus branquias se abrieron, haciendo a Sasaki abrir los ojos y retroceder.

 - Que mal cuerpo me ha puesto eso... - murmuró refiriéndose a ver una persona con branquias.

 - ¡Cállate! - Poseidón le gritó, mostrando que ahora en su boca todos sus dientes le habían afilado.

Tanto la coleta de Sasaki como la trenza de Hrist se erizaron ante esa imagen, haciéndolos retroceder a ambos y alejándose del dios.

 - ¿Qué mierda es esto...? - se preguntó mirándose.

 - Eso es una de las maravillas de Halloween. ¿Qué crees?

Una voz les contestó, haciendo que los tres le miraran. Sobre una mesa sentado, apoyado en la pared con las piernas cruzadas, un dios se relamía los labios, limpiando restos de crema en ellos. Al abrir la boca, mostró sus prominentes colmillos. Luego se subió las gafas empujando con un dedo la montura de su nariz, mirándoles con desinterés.

 - Es obvio que es parte del juego. Todo el que entra por la puerta... se transforma en lo que es. En tu caso de bucanero, pues se habrá matizado un poco con la temática del día de hoy y el tipo de dios que eres.

Buda hablaba tranquilo, mientras movía en el aire un pequeño tenedor con el que se estaba comiendo un pastel entero en su otra mano. Parecía tranquilo y en su mundo, sin que nada le importase ni molestase. Poseidón chistó con enfado.

 - Entonces no entiendo cómo ese estúpido no se ha convertido en un payaso - indicó señalando a Sasaki con el pulgar.

 - A lo mejor puede hacerlo... todavía tiene una posibilidad - meditó el dios con pasividad, pensando en la calabaza de esa prueba - Bueno, bienvenidos a la prueba número 3: La prueba del bizcocho de calabaza.

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Y hasta aquí, la otra mitad para luego :3

Me encantaría saber vuestras opiniones al respecto, porque en realidad... es la primera vez que hago un especial de Halloween y creo que mi proyecto ha sido algo ambicioso, pero merece la pena ^^

¡Nos vemos en la siguiente parte! ^^/ 

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