El color del que carece el mundo (Jack el Destripador)
🌟 - Herlig
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El calor y los hermosos colores del amor que sentía Hércules por todos los humanos del mundo se habían evaporado lentamente mientras su cuerpo huía de este mundo a la morada de descanso de los dioses, dejando sólo en la arena al que era su rival. Jack se miró sus manos enguantadas, notando en ellas y en sus muñecas el calor del interior del pecho del hombre que le abrazó antes de desvanecerse, aceptando su derrota. Con los ojos vidriosos y poco conscientes de que había ganado, notó sus manos temblar a la vez que sus guantes se volvían de un color brillante y desaparecían de sus manos para dar lugar a la forma de la hermana valkiria que le había ayudado a pelear, algo forzadamente.
- Tchist... - se quejó ella flotando en el aire, viendo todo su vestido manchado de sangre - Gracias a ti estoy llena de sangre, es asqueroso...
- Y es gracias a ti que estoy vivo aún, pequeña damisela... - comentó Jack alzando la vista hacia ella.
- Tú lo has dicho. "Aún". Yo que tú iría pronto a la enfermería, las heridas del hermano Hércules no son algo que debas subestimar.
Y dicho esto, la pequeña valkiria le dio la espalda para alejarse de ese hombre, con la esperanza de no volver a verle nunca más, ni mucho menos volver a unirse con él. Al quedarse completamente solo mirando las calles de Londres que tan bien recordaba, fue cuando sus oídos quedaron liberados de la burbuja de presión a la que había estado sometido, escuchando gritos de sus espectadores, además del árbitro que proclamaba su victoria.
Jack no sonrió, y empezó a caminar hacia donde había caído su elegante sombrero para agacharse y recogerlo, sosteniendo con una mano la herida de su costado, colocándose el sombrero y empezando a caminar hacia el puente que indicaba su salida. No distinguía bien los gritos, tampoco le importaba si le felicitaban, si le abucheaban, maldecían o gritaban de felicidad al ganar otra ronda.
Al final del puente, en la entrada al ring, una valkiria esperaba su llegada. Vestida con una ropa elegante digna de una dama, pero sin dejar de lado la esencia de una guerrera valkiria, la chica había estado observando en todo momento aquella batalla. Siendo una semidiosa cualquiera incapaz de competir en poder con una de las 13 valkirias importantes, no había sido elegida para unirse a nadie, pero no le hubiese importado hacerlo con tal de enfrentarse a los dioses. Los humanos le daban un poco igual.
Simplemente, no había podido apartar los ojos de esa batalla porque sabía que el ganador de ella iba a aprender una lección muy valiosa de Hércules, pues cuando los polos opuestos chocan, siempre hay una increíble reacción.
Como un perro herido manteniendo la dignidad, Jack se acercaba a la salida por el puente de Londres, levantando un poco la cabeza para mirar a lo lejos a esa figura que estaba en medio de la salida, esperándole. Al contrario de lo que creía de los semidioses que nacieron en el seno del mundo de la divinidad, ellos también tenían sentimientos, pero era mucho menos perceptible en los dioses puros, no en las valkirias, que sentían y sufrían como un humano normal.
Ni siquiera pudo centrarse a ver el color que desprendía la chica del vestido rosado mientras se limpiaba con una mano la sangre de su frente que nublaba sus ojos cuando un duro objeto le golpeó el hombro fuertemente.
- ¡Por ahí viene el bastardo! - gritó un hombre humano de mediana edad.
- ¡Deberías haber muerto tú en lugar de Hércules! - gritaban otros.
- ¡Asesino!
Una lluvia de piedras siguió a la primera, dándole en la cabeza y resto del cuerpo, mientras la muchedumbre enfadada por la pérdida del dios más justo la pagaba con su asesino. La valkiria abrió los ojos, y sin pensarlo un momento, abandonó su estancia en la puerta para correr al camino donde el hombre herido estaba siendo golpeado por piedras y otros objetos que encontraban los humanos para lanzarle. Se puso delante de él, con las manos abiertas y cubriéndole, mirando a los humanos con molestia.
- ¡Por estas cosas que demostráis es por lo que no puedo llegar a entender lo que sentía mi hermano Hércules hacia vosotros! - gritó ella.
Una piedra que fue lanzada antes de su aparición le golpeó en la mejilla, haciéndole dar un gemido. Todos los humanos detuvieron sus gritos y ataques ante la aparición de una semidiosa, por miedo a herirla o lastimarla, pero el golpe no hizo que ella se amedrentase.
- ¡Él acaba de demostrar que os amaba de todas las maneras! ¡¿Y así queréis actuar?! ¡Estáis golpeando a un humano herido que no puede defenderse al estar a las puertas de la muerte! ¿¡Eso es lo que Hércules espera de vosotros?! ¡No lo comprendo! ¡Si tan mal os sentís con su muerte cuando incluso él perdonó a su asesino, arrodillaos en el suelo y rezad por que él descanse como se merece!
Mientras ellos murmuraban mirándose, ella se giró, haciendo volar la parte baja de su vestido, mirando al hombre de ropas elegantes arrodillado en el suelo, con una mano en su costado. Él le miró cuando ella le tendió una mano enguantada de color púrpura.
- Dame la mano. Te llevaré a enfermería rápidamente.
Jack hizo un sonido con la garganta dando una pequeña sonrisa de lado, y apartando la mano de su costado mientras que con la otra se apoyaba en el suelo para impulsarse, tendió hacia ella su mano llena de sangre, y al percatarse de ello, la cerró para evitar que la tocara y se manchase. La valkiria se acercó más, y en vez de tomarlo de la mano, lo sostuvo con ambas manos por el brazo y antebrazo, ayudándolo a levantarse.
- No sería la primera vez que me mancho de sangre - indicó al levantarle.
- Ni yo la primera vez que mancho de sangre el cuerpo de una dama... - rio entre dientes - Gracias por su ayuda, damisela.
La valkiria avanzó sosteniendo al hombre, rodeando su cintura para apretar su herida con su mano, haciéndole dar un gemido, mientras se dirigían al interior. Al dar la espalda a los humanos, ellos continuaron abucheándolos aprovechando que ya no les miraban.
Avanzaron por un pasillo a la sombra, largo y silencioso como un túnel, del que pronto aparecieron dos hombres corriendo portando una camilla y una enfermera con un botiquín preparada para coser sus heridas. Ella le ayudó a sentar al caballero en la camilla de mano que sostenían los hombres, y cuando iba a soltar su brazo, Jack lo impidió sosteniéndola de la muñeca.
- I'm sorry, but... - comentó con un perfecto acento inglés - I can't let you go...
- No me corresponde a mi ir a enfermería a coser tus heridas - comentó ella con un poco de seriedad.
- Tampoco le correspondía protegerme de esa muchedumbre frustrada y dolorida, además de que la piedra que impactó contra su mejilla debería haberme dado en la sien - dijo señalándose la cabeza con un dedo.
- ¿Qué insinúas? - preguntó ella frunciendo el ceño levemente.
- Me gustaría hablar un momento con usted.
- No es el momento.
Ella quiso apartar el brazo, pero él apretó más su agarre. La enfermera se preocupó al verle, y los camilleros se enfadaron, indignados con este tipo que estaba molestando a una semidiosa. Sin embargo, a Jack no le importaba en absoluto lo que pensaran de él. Ahora mismo sólo quería saber... por qué no había visto un color como el de ella antes, y qué significaba.
- Sé lo que quieres de mí - comentó ella poniendo su mano sobre la de él, arrancándola de su brazo con brusquedad, por fin - Y te repito que no es el momento. Si tanto te importa saberlo, vive para volver a buscarme y preguntarme cuando seas capaz de volver a caminar.
Y empujándole en el pecho, tumbó al hombre en la camilla e hizo un gesto para que se lo llevaran. La valkiria luego les dio la espalda, haciendo volar al viento su largo cabello, sintiendo clavada en su nuca la mirada heterocroma de ese hombre tan misterioso.
Tras haber llegado a donde estaba su hermana Brunhilde con la nueva aprendiz de valkiria y dar el pésame juntas por la pérdida de Hércules, la valkiria se acercó a un balcón con sillones para ver en primera fila la siguiente pelea y poder despejarse, aunque deduciendo que sería una pelea a golpes, se aburriría un poco.
Se sentó en uno de los sillones, mirando la arena, apoyando su puño en la mejilla, cuando notó un pequeño pinchazo en esta. Seguramente le saldría un hematoma por el golpe de la piedra, pero no sería nada grave. Vio su guante púrpura manchado de sangre, y le volvió a venir a la mente la batalla que había habido antes. Sinceramente, aunque le doliese reconocerlo, fue su favorita hasta ahora.
Tras ver aparecer a Raiden y a Shiva, bostezó. Sinceramente no le gustaba ninguno de los dos combatientes, y esta pelea no le iba a ayudar a despejarse por la falta de interés. Cuando cerró los ojos, unas manos frías se posaron en sus hombros, y una voz quebrada y elegante le susurró al oído...
- I found you.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo haciendo que se levantara rápidamente y se pusiera alerta mirando hacia atrás. Era imposible que no le hubiese oído ni notado llegar, y todavía más imposible que ya se hubiese recuperado de sus heridas y pudiese encontrarla tan pronto. Tal vez estaba subestimando a este hombre y su capacidad de encontrar a la mujer que le interesaba en cualquier circunstancia.
Jack sonrió detrás del respaldo del sillón, sujetándolo con ambas manos. Seguía llevando su sombrero como buen caballero, y las vendas se veían a través de los agujeros de su ropa en su torso, llevando también algunas gasas en la cara. Nada de eso le quitaba su esencia de caballero.
- No deberías haber salido tan pronto de la enfermería. Aún tienes que reposar y descansar.
- Un hombre de verdad no descansa hasta obtener lo que quiere - indicó él - Aunque siempre hay duda en el caso de que una dama se lo pida. No iba a quedarme en la enfermería teniendo asuntos pendientes, además que mi compañero de cuarto es un hombre muy molesto y charlatán.
La valkiria giró los ojos. Sasaki también estaba allí, con su abdomen bien curado, y su buen humor al ganar una gran batalla por primera vez contagiaba a todo el mundo... menos a Jack.
- Conoce mi nombre, semidiosa de los caídos... ¿me permitiría conocer el suyo? - pidió llevando una mano al vientre, como queriendo hacer una leve reverencia que ya sea por su herida o por la tensión de las vendas no le dejaba.
Ella se cruzó de brazos, mirando de reojo al dios Shiva en la batalla que estaba sucediendo ahora.
- Herlig - mencionó.
Herlig era una valkiria cualquiera, ya no era una aprendiz pero no le gustaba en absoluto destacar. Significando "la maravillosa", Herlig no consideraba que tuviese nada para que los dioses le otorgaran ese nombre... dado así por sus ojos de varias tonalidades diferentes que se movían como si fuera un arcoíris atrapado en el agua en movimiento.
- Es curioso - siguió ella - Aunque nadie sabía tu identidad, paradero o nombre siquiera, decidieron llamarte "Jack"... y Jack es tu verdadero nombre. Que coincidencia.
- Lo único que consiguieron sacar de mí... y fue una simple coincidencia - comentó ajustándose el sombrero en la cabeza - Ahora a lo que he venido, señorita Herlig - comentó sentándose en el asiento de al lado, cruzando las piernas - No llego a comprender... el color que hay en usted.
- Eso he podido oír en la batalla - dijo mirándole - Que ese ojo derecho le permite ver las emociones que experimenta el resto.
- Así es, incluso las de los dioses. Debo reconocer que las emociones de mi adversario eran apasionadamente intensas, aún siendo un dios.
- Eso es porque nació siendo humano - rectificó Herlig - Los dioses no tienen un abanico tan amplio de emociones, y si lo tienen, no lo muestran tanto. Y bien, ¿qué es lo que le llama la atención de mi color? ¿Qué color desprendo?
- Ese es el misterio... - dijo acicalando su bigote mirando al frente - Varía constantemente. No hay un color fijo. No es un sentimiento... que haya visto nunca cuando alguien me ha mirado.
Herlig cruzó las piernas acomodándose en el respaldo del sillón. Jack le preguntaba indirectamente qué sentía cuando le miraba, dispuesto a descubrir una emoción nueva hacia su persona.
- Así que... - comenzó ella - ¿Nadie te ha mirado nunca como te he mirado yo, ni mucho menos sentido lo que yo?
- En absoluto. Nunca he visto tal multitud de colores teñidos alrededor de una persona, dios o semidios... - contestó el humano mirándola.
Los espectadores se revolucionaron entre gritos, indicando el fin de la quinta batalla. Herlig no se molestó en mirar al ganador, simplemente plisó su vestido y se levantó.
- Muchos de los monstruos que crea la humanidad se deben, como bien dijo mi hermano, a una gran pérdida, a un traición muy marcada, o a la soledad y la exclusión. Si bien nunca has experimentado lo que se siente que te miren con un amor dedicado expresamente para ti, ese no es el color con el que lo indico. Muchas veces los monstruos no necesitan amor... sino un poco de empatía. Con eso dejan de sentirse solos, con eso disminuye la maldad. Lo que ve tu ojo derecho es el reflejo de tus emociones proyectadas en mí. Eso es la empatía. Hércules no llegó a comprenderte. Yo creo haberlo hecho.
Y dejando esas palabras en el aire, ella se dirigió a la salida, mientras que movía con elegancia su cabello y su vestido, digno de una valkiria. Jack se quedó sentado, con las manos entrelazadas entre sí y las piernas cruzadas, con el mentón bajo. Tras unos segundos, sus hombros comenzaron a moverse, seguidos de una pequeña risa. Llevó una mano a su cara mientras empezaba a reír de esa forma tan característica suya, y la terminó con una larga y grave inhalación para relajarse.
- Herlig la valkiria... - mencionó abriendo los ojos entre los huecos de sus dedos - Quién me iba a decir... que los colores más misteriosos y hermosos que vería en una mujer... son el reflejo de mis propios colores...
Él se aguantó otra risotada mientras se levantaba y ajustaba la ropa como un caballero. Por primera vez, miró al ring mientras hablaba.
- La empatía... es el sentimiento del que más carece el mundo. Si al final ganan los dioses esta batalla... deberían rehacer un mundo lleno de empatía.
Y dando la espalda al ring, se marchó en silencio por el mismo lugar por donde se había ido Herlig.
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Hola! He terminado mi primer one-shot, espero que os haya gustado :3
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