Mejor Peor Navidad
Era casi Navidad y Senku estaba total y asquerosamente enfermo.
¿Lo peor? No era la primera vez.
Desde los ocho años tenía un récord imbatible de enfermarse aunque sea con un dolor de garganta en los últimos días festivos del año, y ahora que pasaba de los cuarenta esa tradición no se había perdido, más bien había cobrado fuerza.
—¡NINONINONINO! —Shizuku, su hija más pequeña, llegó corriendo a su habitación de repente, girando dos linternas cubiertas por papel rojo por encima de su cabeza para simular ser una ambulancia—. ¡Papi enfermo, repito, papi enfermo! —Se lanzó encima de la cama, justo encima de su estómago, sacándole todo el aire.
—Pronto será "papi muerto" si lo sigues aplastando así. —Tsukiku, su hija mayor, se acercó y jaló a Shizuku para que se le quitara de encima, para luego colocar una mano encima de la frente de su padre—. Ja, parece que no has mejorado ni un poco. Sí que tienes mala suerte, viejo —murmuró para, acto seguido, estornudar ruidosamente.
—Te dije que no te me acerques mucho —gruñó con voz ronca—. Eres propensa a enfermarte en estas épocas también, te contagiare al diez billones por ciento.
—P-pues alguien tiene que cuidarte. —Volvió a estornudar—. Mamá dice que sigue atrapada en la isla del Tesoro, nadie quiere volar a Tokio con tanta nieve.
—¡Pero mañana es navidad! —protestó Shizuku con un puchero.
—Dile eso al clima. —Tsukiku la miró con sequedad.
—De todos modos, ¡yo puedo cuidar a papi! —aseguró Shizuku, antes de tomar el termómetro de la mesita de noche y meterlo con fuerza en su boca, chocando con sus dientes y haciéndolo estremecerse de pies a cabeza—. ¡Y ahora le haré una sopa deliciosa!
—Tendré que recordarle a la pulga menor que tiene que tratar con más delicadeza a una pulga anciana como tú —dijo Tsukiku con una risa divertida, antes de estornudar otra vez e ir tras su hermanita.
Senku se quedó solo y con ganas de dormir por las siguientes dos semanas, hasta que de pronto recibió una llamada de su esposa.
—Hola —contestó con cansancio.
—¡Senku! He estado muy preocupada por ti y las niñas. Qué mal momento para que me enviaran a una misión de urgencia en la isla. ¿Cómo te sientes hoy?
—Pues... —Escuchó el pitido y vio que tenía una fiebre de 39—. Es posible que muera para la madrugada...
—¡No bromees con eso! —lo regañó y él rio, antes de ponerse a toser—. Ja, ni la mala salud te impide portarte como escoria a veces... En fin, lamento mucho no poder ir a cuidarte, pero... también me preocupa no llegar para mañana, para navidad... no quiero que pasemos navidad separados... navidad sin mis niñas...
—Podríamos pedirle a Ryusui que vaya por ti personalmente. —Tosió un poco—. Es el único loco que tomaría el riesgo.
—No haría eso, también tiene familia con la cual reunirse... —Se escuchaba claramente frustrada—. Supongo que solo queda esperar a ver cómo sigue el clima mañana.
—Supongo... —Suspiró con tristeza, para luego bostezar, por lo que Kohaku se despidió y le pidió que intentara descansar un poco más.
Durmió una hora y media hasta que sus hijas lo despertaron para que comiera, quedándose a cenar con él en su habitación hasta que Tsukiku empezó a sentirse mareada y Shizuku la mandó a dormir también.
—Creo que los dos se enfermaron... y mami aún no vuelve —murmuró la más pequeña de la casa con una mueca de preocupación— creo que no me queda más opción que... ¡encargarme yo misma de navidad! —exclamó con determinación—. ¡Esto sí que es emocionante!
Senku rio entre dientes para ocultar el repentino escalofrió que había sentido.
—Vamos, siempre te encargas, cocinas y decoras...
—¡Ja, lo hago porque me gusta! —alzó los puños con emoción.
—Sí, pero todos te ayudamos... ahora intenta tomarte las cosas con calma, ¿si? Sé que eres la mejor de la casa manejando el horno, pero no me gusta que lo hagas sin supervisión, ¿qué tal si solo haces comidas frías?
Shizuku de repente perdió la sonrisa y lo miró con el rostro en blanco.
—Ja, no. —Acto seguido, se marchó.
—¡O-oye, regresa!
Por suerte, ella regresó a los quince minutos, preocupada por que la fiebre no empeorara.
—Mira, leonita, está bien si quieres cocinar algo elaborado... pero hazlo mientras estamos en video-llamada para que no me preocupe, ¿tenemos un trato? —Era inútil discutir con una cachorra de leona, así que solo le quedaba negociar.
—Bueno, está bien. —Suspiró, antes de treparse a la cama y acostarse junto a él, con su cabecita sobre su pecho—. ¿Puedo dormir aquí?
—Sé que tienes salud de leona como tu madre, pero aún existe riesgo de que te enfermes...
—Si me enfermo, no tendrás que preocuparte de que esté cerca del horno, ¿verdad?
Senku rio divertido.
Pequeña leonita astuta...
La cubrió con otra manta que tenía a su costado y ambos se durmieron rápidamente.
Al día siguiente, Senku amaneció más enfermo y Shizuku fresca como una lechuga... y con su cabello tan despeinado que literalmente parecía una lechuga.
A pesar de su estado, Senku la ayudó a peinarse luego de que tomara un baño, luego Tsukiku llegó arrastrando los pies con la cara roja y su largo cabello hecho un desastre que casi le tapaba por completo el rostro, estornudando y tosiendo a montones.
Senku y Shizuku la ayudaron a peinarse y luego Shizuku la hizo recostarse junto a él también para que pudiera cuidar de los dos más fácilmente, luego fue a preparar el desayuno y, cuando volvió, los encontró discutiendo conceptos de mecánica cuántica en medio de toser y los calló metiéndoles una tostada en la boca a cada uno.
—¡A comer!
Al menos estaban buenas.
Una vez terminaron de desayunar y Shizuku los cuidó un buen rato, recibieron la video-llamada de Kohaku.
—¡¿Cómo están mis amores?! —preguntó preocupada—. Y Senku —agregó de pronto.
—Estamos bien, mamá —aseguró Tsukiku mientras Senku bufaba—. ¿Cómo estás tú allá en la isla?
—Pues aquí apenas y sí hace frío, pero dicen que la tormenta en Japón todavía impide los vuelos... —Se oía muy deprimida—. Yo me arriesgaría a irme en una lancha si su padre me dejara, pero...
—Ni se te ocurra. —Senku la cortó de inmediato, antes de toser—. Sería diez billones por ciento estúpido, si los grandes barcos no vienen aquí por el viento y las olas menos lo harás tú, espera un avión, es una hora de vuelo.
—¡Ja, pero debo estar en casa para navidad! Gracias a que tú contagiaste a mi bebé, mi bebé pequeñita va a tener que cargar con todo sola.
—No soy un bebé, mamá —se quejó Tsukiku con sequedad.
—¡Yo puedo cuidarlos y preparar la navidad, mami! —aseguró Shizuku con determinación—. ¡Así cuando vuelvas será como que estuviste aquí siempre!
—Mmm... —Kohaku no se veía convencida, pero luego miró a Senku—. Si le pasa algo iré nadando hasta allá a matarte.
—Yo lo mato primero —afirmó Tsukiku.
—Yo me mato primero —bufó Senku.
—¡Nadie matara a nadie ni a sí mismo! —chilló Shizuku, agitando los brazos y haciendo pucheros—. ¡Yo puedo, siempre lo hago! Además, para ser sincera, no me sirven de mucho en la cocina, a veces solo me estorban —dijo con voz dulce y una sonrisita tierna que transformó los ceños fruncidos de sus familiares en sonrisas comprensivas.
—Ok, pero ten cuidado. —Kohaku era mala diciéndole que no a sus niñas preciosas.
Así que acabaron dejando que Shizuku y su terquedad se ocupara de todo, y la verdad lo estaba haciendo muy bien, pero en un momento en el que ella cortó la videollamada para ir al baño Senku intercambió miradas con Tsukiku.
—Hay algo de lo que Shizuku no puede ocuparse...
—Sí, de la tarea de Santa Claus...
—¡Shh! —Le chitó, nervioso de que escuchara—. Tengo los regalos escondidos en la caja fuerte B4, pero no creo poder con esto... ¿qué tal tú?
—La verdad no lo sé...
—No puede no tener sus regalos en la mañana —gruñó frustrado.
—¿Y si invitamos a alguien más a pasar navidad con nosotros y que se ocupe de eso?
—La tormenta no ha disminuido su intensidad, nadie podría conducir hasta aquí...
—¿Y si pedimos que manden un robot desde el laboratorio que manejen a control remoto y se ocupe de eso?
Ambos se quedaron en silencio, pensativos.
—Podría funcionar.
Se quedaron en otro largo silencio.
—Aunque hacen un molesto ruido de vibración al volar...
—Si eso la despierta podría pensar que nos atacan...
—Y esa pulga es tan letal como mamá, para ser tan pequeña...
—Lo haría pedazos... y me costaría millones de dragos.
Ambos se estremecieron.
—Dejémoslo como plan B —decidieron, hablando al mismo tiempo.
Antes de que pudieran seguir planeando, Kohaku llamó.
—¡Buenas noticias! ¡Dicen que la tormenta está disminuyendo, así que en unas horas si sigue así podrán reanudar los vuelos! —exclamó emocionada—. Es posible que llegue a la madrugada o si hay suerte quizás incluso antes de medianoche.
—¡Ja, eso es genial, mamá! Ahora podrás encargarte de... —Tsukiku se mordió la lengua cuando la puerta se abrió repentinamente, revelando a Shizuku recién bañada y ya vestido con su nuevo pijama navideño.
—¿Hablan con mami? —preguntó curiosa, saltando sobre la cama para verla a través de la video-llamada.
Detrás de ella, Senku le habló a Kohaku en lenguaje de señas (que ella había tenido que aprender por ser parte de la policía), diciéndole de sus problemas con los regalos.
Kohaku asintió con una expresión preocupada, antes de sonreírle a Shizuku y pedirle que le guardara algo de su deliciosa cena navideña.
—¿No podemos esperar a que vengas? Puedo aguantar las ganas de comer... y de dormir —sugirió la más pequeña, haciendo a su madre reír tiernamente.
—No hagas eso, mi amor, papá y nee-chan se sienten mal, así que todos necesitan dormir bien y comer bien. Dijiste que puedes cuidarlos bien, ¿no es cierto?
—Sí... —Infló una mejilla, pero no protestó más.
Cuando Shizuku terminó con la comida un par de horas después, preparó una bonita mesa para comer, pero igual tuvo que llevar todo a la habitación porque los otros dos Ishigami se sentían demasiado mal.
—Esta navidad es la peor... —masculló Tsukiku amargamente, limpiándose la nariz, antes de mirar a su plato sin ganas. Estaba delicioso, pero no tenía mucho apetito—. No me importa estar enferma, pero es horrible estar cenando sin mamá en nochebuena...
—Hmm... —Shizuku bajó la mirada tristemente—. Mami debe sentirse peor allá sola...
Senku quiso decir algo para animar a sus hijas, pero era terrible en estas cosas. Necesitaba a su leona...
Los tres bajaron la cabeza, deprimidos.
Se quedaron así un buen rato, hasta que de repente oyeron pasos y la puerta de la habitación abrirse.
Voltearon, quedándose boquiabiertos al ver a Kohaku allí, cubierta de nieve y con una sonrisa cálida que iluminó todo a su alrededor.
—¡Sorpresa! ¡La tormenta cedió antes de lo pensado! —exclamó alegremente, estirando los brazos.
Shizuku jadeo y de inmediato corrió casi llorando a los brazos de su madre. Tsukiku se olvidó hasta de su enfermedad, hizo el plato a un lado y corrió hasta ella también. Senku rio incrédulo, tomándose las cosas con más calma, pero de todos modos levantándose para unirse al abrazo familiar.
—¡Ya no quiero nada de Santa, este es el mejor regalo! —gritó felizmente Shizuku, sin soltar a su madre, abrazada a su nuca incluso diez minutos después—. ¡Es como uno de esos milagros de navidad!
—Has visto demasiadas películas. —Senku rio, sentado junto a Kohaku en la cama, abrazándola por la cintura mientras Tsukiku recostaba su cabeza en su regazo—. De todos modos, te has portado muy bien, así que Santa te traerá regalos de todos modos. —Revolvió su cabello cariñosamente.
—¡Ok! Pero esperen, ¡necesito servirle su comida a mami antes de que se enfrié! —Jadeo exageradamente, por fin soltándola y corriendo a la cocina.
—Debería ir a ayudarla... —murmuró Kohaku, todavía preocupada de que se encargara de todo solita.
—Yo voy, yo voy, ya me estoy sintiendo mejor... y quiero más pavo —aseguró Tsukiku, riendo y tomando su plato para seguir a su hermanita.
Senku estrechó a Kohaku más cerca de él y ella de inmediato volteó a darle un breve beso.
—Siempre tenemos mala suerte en navidad, ¿eh? —susurró ella, posando una mano en su frente—. Oh, no pareces tener tanta fiebre...
—Comenzó a bajar de pronto. —Rascó su oído con el meñique, un poco perturbado de lo mucho que esto realmente estaba comenzando a parecer un milagro navideño como tanto quería creer Shizuku.
—Bueno, entonces no voy a temer contagiarme por esto... —Tomó su rostro y lo besó con más ganas.
Al día siguiente, los cuatro amanecieron enfermos, pero al menos estaban juntos.
—¡Esta es la mejor peor navidad! —gritó Shizuku llena de emoción, antes de estornudar.
Fin.
Holaaaa :D
Este es mi regalo de Santa Secreto para Paula Ort! nwn Espero que te haya gustado! :'D
Ojala les haya gustado a todos en general! Algo rarito lleno de fluff es bueno para el alma uwu
No olviden q se les ama y aquí me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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