Maldición Familiar
—Una pizca de magnesio y unas gotas de potasio. —Senku sonrió con todos los dientes mientras vaciaba los últimos ingredientes en la mezcla—. Sí... con esto ya es suficiente.
Sin perder la sonrisa, selló el cascaron y bajó una palanca que envió una descarga de más de mil voltios para terminar de preparar la mezcla y unir el alma al cascarón, a la muñeca perfecta.
Los ojos de la muñeca se abrieron luego de pocos minutos, tan reales como los de cualquier humano normal.
—Ah, al fin despertaste, ¿eh, leona? —Le tendió su mano para ayudarla a pararse.
—Me siento... diferente... —Pestañeó lentamente mientras tomaba su mano para sentarse—. Senku... ¿Con qué me has reconstruido esta vez? —Miró sus brazos, dejando caer su boca al verlos hechos de tela, parchados y cocidos de forma rudimentaria, aunque sus dedos estaban recubiertos de piezas metálicas. Sus piernas, por otro lado, estaban hechas totalmente de metal.
Volteó, encontrándose con un espejo que la dejó apreciar que su rostro ahora estaba hecho mayormente de porcelana, solo su boca y sus ojos junto con sus alrededores eran normales. Su cuello parecía estar hecho de un montón de resortes unidos y sus hombros también eran de porcelana, al igual que la mayor parte de su torso, cosa que notaba por debajo de su vestido azul tan parchado como sus brazos.
—Pareces disgustada —comentó Senku, apoyándose en un armario frente a ella—. Antes de que te quejes, primero échame un vistazo, yo tampoco pude reconstruirme del todo.
Ella volteó a verlo, notando que su cuello también eran un montón de resortes, su piel estaba toda cocida con costuras que se veían hechas a las apuradas por él mismo y uno de sus brazos era directamente huesos unidos a un hombro de plástico, mientras que el otro era robótico. Los pantalones y la bata de laboratorio no la dejaban ver mucho más, pero suponía que había más cambios.
—Maldición, los dos somos horribles. —Suspiró, levantándose de la camilla para abrazarlo lo mejor que podía—. Aun así, gracias por traerme tan pronto. ¿Cómo están las niñas?
—Pues Tsukiku está aprendiendo a usar nuestra maldición a su favor y ya se ha volado los brazos tres veces solo este último mes, pero le gusta tener brazos robóticos así que no me quejó tanto. Shizuku descubrió que tiene tus poderes y se sacó un ojo con uno de los hechizos.
—¡Oh, no! —Jadeó horrorizada—. Mi pobre bebé...
—Tranquila, no podemos sentir dolor. —Rio despreocupadamente—. No destruyó el ojo así que volví a colocárselo y quedó como nueva, pero me es difícil controlar sus ansias por querer dominar sus poderes y entrenar, así que te necesitamos en casa antes de que esas mini-leonas hechiceras-demoniacas acaben destrozando sus cuerpos, porque ya sabes la regla.
—Sí. —Bufó—. Ya es la quinta vez que tienes que reconstruir mi cuerpo, y esta vez tuve que esperar diez meses para ello.
—Pues claro, solo se puede encarnar las almas el 31 de octubre. —Se acercó a una ventana y descorrió la cortina para ver las decoraciones de Halloween—. Espero que esto te haya servido como reflexión y ya no te arriesgues tanto, leona imprudente.
—¡Ja, no prometo nada! Y no soy una leona. —Lo miró mal—. Además, no creas que no me di cuenta de lo que hiciste. Estos brazos de tela son demasiado débiles, sin duda no me servirá para enfrentarme a los demonios sin mente que nos persiguen, pero al menos estás piernas son decentes, solo por eso no me estoy quejando demasiado.
—Como sea. —Senku empezó a quitarse el equipo de protección—. Deberíamos ir con las niñas, están emocionadas por verte otra vez.
—¡Ja, yo también muero por ver a mis bebés otra vez! Ser un alma flotando por ahí es muy aburrido, solo me quedé dormida, pero a veces soñaba con ellas, y contigo, claro. —Intercambiaron sonrisas—. Sin embargo, ¿cómo saldremos con esta apariencia? ¿Cómo sales tú?
—Suelo enfundarme en mucha ropa, nadie lo nota. —Encogió los hombros—. Pero hoy es Halloween, no creo que llamemos mucho la atención, parecemos disfraces de bajo presupuesto. —Rio.
—Aun así, eso es un poco demasiado. —Señaló a su brazo esquelético.
—No es nada. —Bajó la manga de su bata de laboratorio y luego fue a buscar un guante con hilos para mantenerlo estable—. Vamos, no quiero tardar demasiado o las niñas se pondrán ansiosas.
Salieron a las calles y empezaron a caminar con normalidad desde el laboratorio privado de Senku hasta la casa que compartían. Atrajeron algunas miradas, pero nada fuera de lo normal en la noche de Halloween. A Kohaku se le hizo tierno ver a padres acompañando a sus hijos a pedir dulces, cosa que ella no hacía desde hace mucho tiempo.
—Me gustaría poder llevar a nuestras niñas a pedir dulces... —le dijo a Senku, incapaz de guardarse ese pensamiento para sí misma.
—Bueno, Tsukiku está algo mayor para eso, pero todavía podemos llevar a Shizuku. —Le sonrió tranquilizadoramente, envolviendo su mano robótica a su mano de tela con piezas de metal, provocando un tintineo al entrelazar sus dedos.
Ella se sintió más calmada y, luego de caminar un buen rato, finalmente llegaron a casa.
Les abrió la puerta su hija mayor, una bella adolescente igualita a Senku, pero con los ojos azules de Kohaku. Ella tenía sus brazos robotizados y marcas de costuras en su cuello. Su cabello era normal en la coronilla, pero su larga coleta se había transformado en un montón de cables y alambres con el mismo color blanco-verdoso extraño heredado de su padre.
—¡Tsukiku! —Kohaku de inmediato la abrazó, sin contenerse en emplear todas sus fuerzas ya que estos débiles brazos de tela no podrían hacer mucho contra alguien mayormente humana.
—¡Ja, es bueno tenerte en casa otra vez, mamá! —Le correspondió el abrazo con entusiasmo.
—¡¿Mamá?! —Una voz dulce y aniñada llegó desde otra habitación—. ¡Oh! ¡Al fin estás aquí! ¡Mami! —Su niña más pequeña, Shizuku, de tan solo diez años, corrió a los brazos de su madre, que la cargó sin dificultad gracias a que había una especie de mecanismo de metal que funcionaba como esqueleto interno en sus brazos de tela, ayudándola a acercar a su pequeña a ella para que pudiera besuquear su carita linda idéntica a la suya, a pesar de que su cabello era igualito al del padre, igual que sus ojitos rojos.
Hablando de sus ojos, cuando la alzó en alto y ella le sonrió inmensamente, de pronto uno de sus ojos se cayó de sus cuencas, rodando hasta el suelo.
—¡¿AAH?! —Kohaku se espantó.
—Ah, maldición, no otra vez. —Senku entró a la casa, cerró la puerta y recogió el ojo con su mano robótica—. No te preocupes, no es nada, lo limpiaré y luego lo devolveré a su sitio.
—¡No te preocupes, mami, pasa todo el tiempo! —aseguró Shizuku, sin perder su bella sonrisa.
Kohaku la puso en el suelo y la observó atentamente. Aparte de su ojo faltante, su bebita tenía un parche en una de sus mejillas regordetas, y marcas de costura en la piel de sus brazos y sus piernas.
Maldición, Senku las dejaba lastimarse demasiado. Tendrían que ponerse estrictos con estas niñas.
—¡Aquí está, como nuevo! —Senku regresó luego de pocos minutos en los que las tres habían estado charlando felizmente—. Toma, leonita menor, tu ojo.
—Ooh... —Shizuku sonrió felizmente, tomando su ojo en su mano... antes de metérselo en la boca, tragándoselo entero de un bocado.
—¡¿SHIZUKU?! —Kohaku se fue de espaldas, totalmente horrorizada.
Su esposo y sus hijas se rieron burlonamente.
—¡Tranquila, mami, es una broma!
—Ajá, era un ojo de caramelo. —Tsukiku apenas podía con la risa.
—¡Ugh! ¡Me siguen gastando bromas porque yo no tengo ese olfato de demonio que tienen ustedes!
—Heredamos el ojo de bruja de tu parte, algo útil teníamos que heredar del viejo. —Tsukiku sonrió ladinamente.
—Lo dices como si fuera un inútil más allá de mis cualidades físicas... —masculló Senku secamente mientras hacía aparecer con magia el verdadero ojo y preparaba cuidadosamente a Shizuku para reintroducirlo.
—Bueno, las alas también son útiles. —Tsukiku desplegó sus alas con un aleteo exagerado—. Y se ven geniales. Si tuviera amigos, sin duda no me importaría ir a una fiesta de Halloween solo para lucirlas.
—¿A qué te refieres con "si tuvieras amigos"? —Kohaku ladeó la cabeza y Senku se tensó, alejándose de Shizuku luego de arreglar su ojo—. ¿Qué hay de Misaki y Yok? ¿Y tu primo Ruchiru? ¿Kinji? ¿Haishi y Umi? ¿No los consideras amigos?
—¿De qué hablas? —Tsukiku se confundió—. No conozco a ninguno de los que mencionas.
Disimuladamente, Senku sacó su celular y empezó a escribir un mensaje rápido.
—¿Cómo que no los conoces? —Kohaku alzó una ceja, antes de sonreír maliciosamente—. ¡Ja, ya lo entiendo! ¡No van a gastarme una broma dos veces seguidas!
—No es una broma, mamá. ¿De qué diablos hablas? —Tsukiku se puso mortalmente seria, antes de que algo brillara en sus ojos. Entonces, volteó bruscamente hacia Senku—. Oh, cielos... Papá... ¿Lo hiciste otra vez?...
—No entiendo nada. —Shizuku se rio, sin darse cuenta de la tensión de su hermana y del repentino sudor frío invadiendo a su padre mientras enviaba más y más mensajes de texto.
—¿De qué estás hablan...? —La frase de Kohaku se congeló a la mitad.
De hecho, las tres féminas se congelaron en sus sitios, totalmente quietas e inmóviles, como si el tiempo se hubiera detenido para ellas.
Senku suspiró aliviado, viendo que detrás de ellas habían aparecido Ukyo, Tsukasa, Gen y Ryusui, sus leales compañeros malditos.
—¿En serio, Senku? —Tsukasa lo miró con cansancio—. ¿Otra vez?
—Hubo un fallo a la hora de la implantación de recuerdos falsos a Kohaku. —Tensó la mandíbula, maldiciéndose mentalmente—. Mencionó algo que no debía y Tsukiku despertó sus memorias, otra vez.
—Es ridículo que quieras seguir con esto. —Ukyo se acercó a él—. Tu hija es muy inteligente, bueno, las tres lo son a su manera. Ya van cuarenta y nueve veces que tu hija mayor te descubre, veinte veces de que te das cuenta de que la menor sabía todo y simplemente no te delataba, y más de cien veces en las que Kohaku muere porque no eres capaz de crear un cuerpo adecuado para albergar su alma, provocando que recuerde y se dé cuenta de todo. ¿Cuánto más, Senku?
—Honestamente, es cansado borrar recuerdos una y otra y otra vez. —Gen suspiró dramáticamente—. Tienes suerte de que yo sea tan bueno en mi trabajo, cualquier otra persona ya las habría dejado estúpidas o sin razonamiento de tanto borrarles el cerebro.
—¿Y creen que yo no estoy harto de implantar recuerdos una y otra vez? —Senku bufó, extendiendo una mano para acariciar el cabello de su hija más pequeña—. ¿Qué se supone que haga?...
—Déjalas morir —dijo Tsukasa con crudeza—. Déjalas volver al ciclo de reencarnación, deja que sus cuerpos se deterioren con normalidad y espera a que Kohaku reencarne para que puedan volver a formar su familia. Ya lo has hecho antes.
—No voy a esperar otros malditos tres mil setecientos años para ver a mi mujer de nuevo. —Lo miró con completa amargura y casi desprecio—. Además, no deberían haber muerto tan pronto. ¡Apenas habíamos empezado nuestra familia! —Se llevó la mano al rostro desesperadamente, odiando tener que recordar la visión de sus cuerpos destrozados aquella noche de Halloween un siglo atrás—. Shizuku ni siquiera pudo celebrar su décimo cumpleaños... No voy a dejarlas ir ahora. Estoy cerca. Solo necesito que estas muñecas duren un año más y entonces podré crear cuerpos compatibles, cuerpos de verdad para que alberguen sus almas.
—¿Crees que duraran un año más? —Ryusui se acercó a las féminas, examinándolas con una mirada triste—. Senku, la piel se les está cayendo todo el tiempo. Justificas que los brazos se le caen con recuerdos falsos de explosiones químicas violentas o juegos con la magia, pero no son estúpidas, siempre se van a dar cuenta, y un día no vas a ser capaz de seguir ocultando lo que haces. Terminarás haciendo que se alejen de ti.
—Sin mencionar~ —habló Gen— que sabemos que has estado usando partes de ti mismo para hacer sus cuerpos... —Se puso serio de pronto—. Somos inmortales, sí, pero con lo que haces estás ralentizando demasiado tu capacidad de regeneración, no podrás volver a ser el mismo en siglos. Y ni hablar de todas las leyes del código de magia que estás violando.
—Senku, sabemos que ellas son todo para ti, pero deberías estar acostumbrado a este punto. —Ukyo lo miró con profunda angustia y una pizca de empatía—. Siempre perdemos a nuestras familias, siempre debemos esperar a que la oportunidad se presente, así ha sido desde el inicio de esta maldición. Tienes que dejarlas ir para encontrarlas de nuevo.
—Lo que haces les causa sufrimiento —volvió a hablar Tsukasa—. Les dices que están malditas, cuando el maldito eres tú. Les quitaste la capacidad de sentir dolor para que no sufrieran por los incontables experimentos que haces con ella, pero algún día debes parar.
—Es fácil para ustedes decirlo. —Los miró con desprecio—. Encuentran a sus parejas cada pocos siglos a lo mucho. A mí me hicieron esperar casi cuatro milenios, váyanse a la mierda con su empatía y consejos, no volveré a pasar por eso. No saben lo que es pasar por eso. No saben nada. —Apartó la mirada, con pura determinación y terquedad brillando en sus ojos—. Si no piensan ayudarme, simplemente váyanse.
Ellos intercambiaron miradas de tristeza, antes de suspirar con resignación.
—Esta será la última vez, Senku.
Kohaku pestañeó, preguntándose porqué de repente todo estaba oscuro.
—¿Se fue la luz? —preguntó en voz alta.
—Exacto, pero no se preocupen. —Senku hizo aparecer un pequeño rayo en su mano, sonriendo suavemente—. Lo arreglaré en un segundo.
—Ja, yo podría arreglarlo en un milisegundo. —Su Tsukiku también se puso en pie.
—Competitiva como siempre, ¿eh, mini-leona? Bueno, a la que no puede ganar solo le queda competir.
—¡¿Qué no puedo ganar?! ¡Ya verás, viejo arrogante!
Los dos se fueron riendo a reparar las luces, mientras que Kohaku se quedó abrazando a Shizuku, cuyos ojos rojos brillaban en la oscuridad quién sabe por qué. Debía ser una habilidad de su parte demonio, ya que Senku dijo que ella tenía más magia demoniaca que cualquiera de ellos. Kohaku era una bruja y hechicera talentosa, pero no sabía mucho de demonios pese a estar casada con uno.
Lo único que había escuchado era que la magia demoniaca más pura podía anular efectos de congelamiento temporal, hipnosis o incluso modificaciones a la memoria, entre otras cosas. Además, tenía algunos riesgos como perdida de la cordura o maldad absoluta y desquiciada. Sin embargo, Senku dijo que eso no afectaría a su niña porque ella tenía un buen corazón, aunque podría tener algunos efectos de mitomanía y manipulación cuando fuera adulta.
Pero bueno, su pequeño ángel demoniaco era solo una linda bebé de diez años, no tendría que preocuparse por eso en mucho tiempo.
La luz volvió y los ojos de su niña dejaron de brillar cuando su padre y su hermana llegaron.
—¡Listo, lo reparé!
—¡Querrás decir que yo lo hice, anciano roba-crédito!
—Sí, sí, lo que digas. —Sonrió despreocupadamente, rascando su oído con el meñique—. La noche aún es joven, ¿qué tal si vamos a acompañar a Shizuku a pedir dulces y luego pedimos algo de ramen a domicilio?
—¡Sí, hurra! —Shizuku aplaudió con emoción.
—¿Y de que nos disfrazaremos para que no sea tan obvio que tenemos una horrible maldición familiar? ¿De los Locos Adams o una mierda así?
—¡Cuida tu boca delante de tu hermanita! —gruñó Kohaku.
—Unas cuantas ropas rotas y todos pareceremos zombis mutantes —propuso Senku, cargando a Shizuku en brazos y caminando escaleras arriba—. ¡Vamos, ya son las diez!
—¿No eran las nueve? —se preguntó Tsukiku, ceñuda.
Senku se congeló a medio camino de las escaleras, con la mitad de su corazón que no había sido reemplazado por un aparato latiendo como loco.
—¿De qué hablas, nee-chan? —Shizuku sonrió, con sus ojos rojo sangre brillando una vez más—. Dieron las diez hace poco.
—Ah, claro. —Tsukiku pestañeó lentamente.
—¡Bueno, vamos a prepararnos! —Kohaku aplaudió con emoción—. ¡Será un Halloween en familia!
Fin.
Holaaaaa :D
Feliz Halloween!
Este fic es para un evento de Halloween en el grupo de face de Senku & Kohaku!
Había que elegir ¿Dulce o Travesura? y yo elegi los dos XD
Este fic es el tema Dulce! Me tocó: Halloween en familia.
Subiré el tema de travesura muy pronto 7w7
Ojala q les haya gustado!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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