En el jardín
Abejas y mariposas vuelan en el jardín~.
Felices, contentas, vuelan en el jardín~.
Plantitas y flores crecen en el jardín~.
Preciosas, hermosas, crecen en el jardín~.
Los niños, las niñas, bailan en el jardín~.
Riendo, brincando, bailan en el jardín~.
Las aves, silbando, se escuchan en el jardín~.
En lo alto del árbol, se escuchan en el jardín~.
Y todos disfrutan la brisa y el sol~.
Y todos contentos, cantan mi canción~.
—Estoy muy seguro de que las abejas, las mariposas, las plantas y las flores no pueden cantar.
—¡Senku! —Kohaku lo miró mal—. Solo es una canción infantil, no tiene que ser científicamente posible.
—Y, aunque algunas aves pueden "cantar", difícilmente podrían cantar igual que niños humanos.
Kohaku rodó los ojos, frotándose las sienes.
—Si no quieres ver televisión con nuestra hija, entonces vete. —Señaló la puerta.
—Claro que quiero ver televisión con ella... —Miró a su pequeña niña de dos años aplaudiendo y brincando frente a la televisión, balbuceando su versión en "idioma bebé" de la estúpida canción—. Pero es ella a la que le da igual si estoy aquí o no. Se olvidó de nosotros apenas pusiste esa cosa en repetición... hace una hora... —Y no estaba exagerando, estuvo contando los segundos y ya iban 84 minutos escuchando la misma insoportable canción infantil.
—¡Ja! Claro que no. Shizuku, hijita~ —la llamó, pero su hija no le hizo el menor caso, todavía brincando con sus ojos fijos en la pantalla—. Mmm... Preciosas, hermosas, crecen en el jardín~ —cantó al ritmo de la canción y su hija de inmediato se volteó hacia ella—. Los niños, las niñas, bailan en el jardín~. Riendo, brincando, bailan en el jardín~. —Tomó las manitos de su hijita y bailó con ella, que se carcajeó llena de felicidad, cantando junto a su madre.
Apenas su bebita volvió a pegar sus ojos en la televisión, Kohaku le envió una mirada de superioridad a Senku mientras continuaba bailando con la pequeña, a lo que él gruñó amargamente.
Claro, él estaba tan harto de la canción que nunca se pondría a cantarla y menos a hacer ese baile tonto, así que Kohaku estaba restregándole en la cara que esa se volvió la hora madre-hija.
Sin embargo, incluso aunque su esposa ganó esta batalla, Senku no planeaba dejarla salir impune, y con su celular empezó a grabarlas, riendo ante la cara avergonzada de Kohaku apenas se dio cuenta.
Decidiendo que no quería dormir en el sofá esa noche, no grabó más de un minuto y rápidamente apagó el celular y decidió salir de la sala hacia el segundo piso, resignándose a su derrota ante una canción infantil. Ya pasaría más tiempo con su pequeña cuando fuera la hora de contarle un cuento para dormir.
Mientras tanto, fue a ver qué hacía su otra hija, que era una adolescente de dieciséis años y estaba en su propio laboratorio, hablando por celular mientras revolvía una mezcla burbujeante.
—¿Y la muy miserable se atrevió a invitarlo a salir después de que me fuera? Agh, realmente no tiene dignidad. Es una suerte que su majestad no esté interesado en ese tipo de chicas. —Echó la mezcla en un matraz mientras escuchaba la otra línea—. No, Misaki, no son celos, es solo que esa idiota me insultó delante toda la escuela, claro que no la quiero saliendo con un amigo mío, es simple lógica. —Puso el matraz en el fuego, escuchando otra vez—. ¡Que no son celos, Misaki!
Senku escuchó la conversación de su Tsukiku desde la puerta, sintiendo una ceja temblarle.
Los niños en verdad crecían muy rápido, antes su hija mayor experimentaba a su lado, los dos probaban nuevas mezclas y observaban las reacciones juntos, ¡ahora hablaba sobre citas y chicos mientras hacía todo sola! Lo hacía sentirse viejo y abandonado... Aunque debía admitir que estaba aliviado de que ella no estuviera interesada en tener novio, era tan sensata como él a su edad, ese era su único consuelo.
Con los hombros hundidos, decidió dirigirse a su propio laboratorio. Quizás en la cena sus niñas le prestarían aunque sea un poco de atención.
A la hora de la cena, sus hijas no le prestaron nada de atención.
Abejas y mariposas vuelan en el jardín~.
Felices, contentas, vuelan en el jardín~.
Kohaku tuvo la brillante idea de reproducir la maldita canción en su celular, y Shizuku apenas y sí estaba comiendo de tanto cantar y aplaudir en su sillita alta. Y claro que Senku no existía en su campo de visión ahora mismo.
Tsukiku, al igual que su padre, encontraba la canción tan irritante que no dudó en ponerse auriculares e ignorar todo a su alrededor mientras veía un concierto en vivo de su mejor amiga, que estaba empezando una carrera como solista aún a corta edad.
Plantitas y flores crecen en el jardín~.
Preciosas, hermosas, crecen en el jardín~.
Senku sintió ganas de enterrar su rostro en el tazón hirviendo de ramen. ¡¿Por qué era el único sufriendo en esta casa?!
Miró rencorosamente a Kohaku, que tarareaba alegremente al ritmo de la molesta cancioncita mientras comía y alimentaba a su hija.
¿Qué las madres eran inmunes a lo insoportables que se volvían las ya de por sí molestas canciones infantiles en repetición por días y días?
Los niños, las niñas, bailan en el jardín~.
Riendo, brincando, bailan en el jardín~.
Tal vez debería probar la estrategia de Tsukiku y ponerse auriculares, pero ¿y si su bebé lo llamaba de pronto? Lo dudaba, y aun así no quería arriesgarse a perder una oportunidad de que su Shizuku le diera un poco de atención por una vez en ese día tan extenuante.
Y él que había pensado que criar a Shizuku era más fácil que criar a Tsukiku, por la experiencia que ya tenía y por lo tranquila que era la más pequeña, ahora le salió el tiro por la culata. ¡Tsukiku jamás lo ignoró tan descaradamente por tanto tiempo! Antes de los tres años, por lo menos...
A la edad que tenía su hermanita ahora, la mayor estaba obsesionada con escucharlo hablar de su ciencia o leyéndole, y ahora había sido vilmente desplazado por la canción más sosa y ridícula que había escuchado nunca.
Las aves, silbando, se escuchan en el jardín~.
En lo alto del árbol, se escuchan en el jardín~.
¿Tal vez debería irse a comer a su laboratorio? Podía alegar tener mucho trabajo, y en serio que dudaba muchísimo que su Shizuku fuera a llamarlo en cualquier momento durante la cena, durante lo que restaba de la noche y durante lo que le durará su obsesión con esa canción, que bien podría ser hasta mañana o el resto del año, por lo que sabía.
Miró con anhelo a su bebita, viéndola tararear la canción torpemente mientras tenía la boquita llena de puré de vegetales, por su apetito de leona heredado de su madre.
Rápidamente sacó su celular y le tomó una foto.
Que la canción fuera insoportable no quería decir que su niña no se viera adorable mientras la cantaba.
Y todos disfrutan la brisa y el sol~.
Y todos contentos, cantan mi canción~.
Senku suspiró profundamente cuando la canción volvió a repetirse.
Ya no la soportaba.
Deprimido, se levantó de la mesa con su plato en manos, ganándose una mirada curiosa de su esposa.
—Tengo mucho trabajo —se excusó, lo suficientemente desesperado como para mentir, y ella solo asintió, volviendo su atención a su bebé.
Tsukiku se quitó un auricular al verlo.
—Si tú puedes irte, ¿yo también?
—No.
—Demonios. —Volvió a colocarse el auricular.
Se marchó a paso aletargado, pero entonces una vocecita lo detuvo en el acto.
—¿Papi?
Volteó de inmediato, quemándose un poco con la comida en sus manos por la brusquedad de su movimiento, pero sin que le importara ni un milímetro, sonriendo como un idiota mientras se acercaba a su bebé, que por una vez estaba mirándolo, ¡por una vez recordó su existencia aún con la maldita canción sonando a todo volumen!
—¿Sí, leonita? —preguntó emocionado.
—¿Papi va domi nicunto padami? —le preguntó en su idioma bebé, mirándolo con sus grandes y brillantes ojos carmín llenos de expectación.
—¿Eh? —Él no la entendió para nada y de inmediato miró a su esposa—. Leona, traducción.
—No soy una leona. —Lo miró mal—. Y te está preguntando si te vas a dormir sin antes contarle un cuento para dormir como siempre lo haces —tradujo sin esfuerzo alguno.
—Ah. —Rio, sin tener idea de cómo hacía para entenderla—. Claro que no, leonita, solo voy a terminar mi comida y luego, cuando vayas a la cama, estaré allí para tu cuento científico del día. —Se acercó a pellizcarle la nariz, a lo que ella aplaudió contenta, chillando de felicidad, dándole un pequeño ataque de sobrecarga de azúcar.
Luego de esa respuesta su pequeña volvió a prestarle atención solo a la canción, pero Senku se marchó contento a su laboratorio y, para su sorpresa, luego de que terminara su comida Tsukiku entró al laboratorio, diciéndole que necesitaba su ayuda para un experimento en el que estuvo trabajando en la tarde. Lo dijo muy a regañadientes, pero Senku estuvo encantado de ayudarla, aunque claro que no perdió oportunidad de burlarse de ella, solo para molestarla, porque así se llevaban ellos.
El día terminó excelente para Senku, que ya estaba dispuesto a soportar todas las canciones infantiles y el ser desplazado por llamadas telefónicas siempre que fuera necesario.
Después de todo, sus hijas siempre lo iban a necesitar de una forma u otra, no importa cuánto crecieran ni que tan insignificante sea la razón por la cual lo necesitaran. Y él siempre estaría allí para ellas, toda su vida.
Fin.
Holaaaaaaaaaaa :D
Se me ocurrió esta cosa rara de la nada, quizás de tanto cuidar a mi hermanito XD
Ojala q les haya gustado y no esté muy cursi xP
La canción me la inventé yo, por cierto xD Pero basada en las decenas de canciones q tengo q escuchar día a día x'P
No olviden q se les ama!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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