14 años
Kohaku se enteró de la noticia la mañana del catorce de febrero, justo después de que su hermana la llamara para pedirle ser la niñera de su hijo esa noche mientras salía con su esposo.
Kohaku accedió sin problema. Su sobrino Ruchiru tenía cuatro años y ella llevaba siendo su niñera en San Valentín por todos esos cuatro años.
Mientras que otros tenían citas o salían por sus parejas, sus planes para esa fecha siempre eran cuidar a su sobrino.
Sin embargo... ese San Valentín algo diferente sucedió.
Justo después de confirmarle a Ruri que iría a las siete a cuidar de Ruchiru, recibió una llamada de Suika y le contestó sonriente, pero su sonrisa pronto se deshizo al escuchar su voz llorosa.
—¿Qué pasa?
—E-es... es Senku...
Senku era el hermano adoptivo de Suika, los dos fueron adoptados por el matrimonio Ishigami-Weinberg, pero irónicamente se parecían bastante a ellos. Senku se parecía a Ishigami Byakuya, y Suika guardaba cierto parecido a Lillian en el rubio cabello ondulado y el rostro angelical.
Kohaku siempre pensó que eran una familia especial, y... Senku fue el único chico del que alguna vez se enamoró. Fue su primer y único beso.
Curiosamente, fue un día de San Valentín que se besaron... y ese fue también la última vez que se vieron.
No obstante, eso fue hace... demasiados años.
¿Trece o catorce años, tal vez?
—¿Qué pasa con Senku? —preguntó preocupada—. Di-dijiste que iba a regresar a Japón mañana... ¿verdad?
—Regresó hoy en la madrugada. —Sollozó con voz tenue—. Pero... tuvo un accidente... Está en coma... y dicen que no saben cuándo va a despertar... Dicen... —Su voz se quebró mucho más—. Dicen que no están seguros de que vaya a despertar...
Kohaku se quedó congelada, con sus ojos aguándose de golpe, aunque no estaba segura de por qué.
Hace años que no veía a Ishigami Senku, ¿por qué estaba actuando como si fuera una persona importante en su vida?
Bien que a veces se escribían, pero... no eran tan cercanos.
—Suika... lo siento muchísimo. ¿D-dónde estás? Quisiera ir a verte y... quizás verlo...
—Lo internaron en el hospital donde trabajas... —reveló, sorprendiéndola muchísimo—. Supongo que ya estás por venir a trabajar, así que... quería darte la noticia por si me ves a mí o a mi familia... o si lo ves a él en su habitación...
Kohaku tragó saliva.
Ella era una guardia de seguridad del hospital, y hace poco le habían encargado la tarea de merodear por los pasillos asegurándose de que no haya problemas o bien al alcance de ser llamada por algún médico con problemas, así que se paseaba mucho por los pasillos.
Pensar en tener que pasar por la habitación donde Senku estaba en coma...
—G-gracias por avisarme, Suika... Te veré allá en un rato.
Como todavía era temprano, fue a casa de Chrome y Ruri y les contó la noticia, dejándolos bastante perturbados, en especial a Chrome que era uno de los mejores amigos de Senku.
Se sintieron tan mal que cancelaron su salida, y le pidieron a Kohaku darles sus mejores deseos a la familia Ishigami para la pronta recuperación de Senku.
Kohaku fue a trabajar poco después y encontró a Byakuya y Lillian abrazando a su primera hija biológica, Rei, los tres llorosos.
Suika llegó y Kohaku habló un rato con ella y los otros tres, que le comentaron que, más que un accidente, Senku había sido victima de un idiota borracho que luego se dio a la fuga.
—Es mejor no hablar de eso... —comentó Lillian, abrazando a un muy frustrado Byakuya.
Kohaku entendía el sentimiento, ella misma estaba muy molesta de saber algo así.
—¿Y... dónde está Senku ahora? —preguntó Kohaku con voz algo ansiosa.
—En la habitación 214 —Byakuya le señaló la habitación con voz desanimada—. Sus hermanos están con él ahora... eso los ayuda a calmarse...
—Oh, Shinichi y Roy. —Eran los más pequeños hijos biológicos de Byakuya y Lillian—. ¿Se tomaron muy mal lo que pasó?
—Bastante. —Rei asintió tristemente—. En especial Shinichi... tiene un muy mal carácter y le gusta proteger a la familia, quedó muy enojado con el hombre que se dio a la fuga.
—Por suerte ver a Senku los calma. —Lillian sonrió con ojos llorosos mientras frotaba cariñosamente una mejilla de Byakuya.
Kohaku tragó saliva.
—¿Puedo... visitarlo también?
—Claro. —Byakuya sonrió suavemente—. Él... quería verte. —Suspiró, confundiendo a Kohaku, pero ella prefirió no decir nada y dirigirse a la habitación 214.
Cuando iba a abrir la puerta, esta se abrió sola, revelando a un joven muy parecido a Byakuya, pero con cabello negro y la piel muy pálida. Era Roy.
—¿Kohaku-nee? —La miró sorprendido—. Wow, hace mucho que no nos vemos.
—Eso veo, estás más alto que yo. —Sonrió sin muchas ganas—. Vine a ver a Senku... sí se puede.
—A-ah, claro, está bien, genial. —Por alguna razón, miró nerviosamente a su familia observándolos a la distancia—. Es mejor que esté contigo. Yo... creo que voy a convencer a mi familia de ir a casa y desayunar algo, estamos aquí desde las dos de la madrugada.
En cuanto él se fue, Kohaku ingresó a la habitación, viendo a Senku postrado en una cama... con su rostro tan magullado que ella jadeó y apartó la mirada de inmediato, llevándose una mano al pecho.
—Horrible, ¿verdad? —habló una voz desconocida, llena de sarcasmo.
Kohaku volteó a ver al joven junto a la cama, un chico parecido a Byakuya con el cabello muy similar, un sombrero para el frío y ojos llenos de pesadez.
—Eres Shinichi, ¿eh? Estás muy grande. —Lo miró con ternura, todavía evitando mirar mucho a Senku.
Él la miró con los ojos muy abiertos, seguramente sorprendido de que lo recordara.
No dijo nada más, así que Kohaku tomó la silla antes ocupada por Roy y se sentó junto a Senku, teniendo mucha dificultad para mirarlo, sintiendo que podría lanzarse a llorar como una tonta al imaginar todo el dolor por el que había pasado.
De niños, ella siempre lo protegía... Y ahora no podía hacer nada.
—Hace mucho no hablábamos... —comentó Shinichi, mirándola atentamente.
—No, no desde que eras muy pequeño. —Volvió a mirarlo con ternura—. Creo que tenías seis años la última vez que te vi. ¿Tienes dieciocho, no? Bueno, claro que sí, soy siete años mayor que tú. Ahora eres un joven muy guapo. —Le sonrió, pero no pudo mantener la sonrisa mucho tiempo—. Realmente no he frecuentado mucho a tu familia... desde que Senku se fue...
—Escuché que seguiste frecuentando mucho a Suika...
—Sí, es menor que yo, pero íbamos a la misma escuela y siempre la he querido mucho. También a ti, a Roy y Rei, pero... después de que Senku se fue, yo...
—¿Estabas molesta con él? —preguntó con voz tenue.
—N-no es que estuviera molesta... —Bajó la mirada a la mano de Senku, sintiendo un pinchazo de dolor al ver que las vendas le llegaban incluso hasta la punta de los dedos—. Él siempre fue muy inteligente, claro que esa beca en Estados Unidos fue estupenda, pero... me lo dijo en un mal momento.
Se quedaron en silencio un tiempo, hasta que Kohaku suspiró y se levantó.
—Debo volver a trabajar, espero que tu hermano se recupere. —Lo miró con una sonrisa comprensiva, antes de marcharse.
En su hora de almuerzo, luego de sacar a algunos adolescentes que quisieron robar medicamentos para usarlos como drogas, volvió a pasar por la habitación de Senku.
Se sorprendió de encontrar a Shinichi todavía allí, parado frente a la ventana, mirando al patio del hospital.
—Hola... ¿Has comido? —preguntó, preocupada.
Él volteó a verla con ojos cansados, para luego asentir lentamente.
—Sí, yo... fui a casa y luego regresé.
Kohaku hizo una mueca, sin creerle del todo, por lo que se sentó en la silla del otro lado de la habitación y comenzó a almorzar allí, ofreciéndole varias veces compartir algo con él, pero siguió insistiendo en que en verdad ya había comido, por lo que ella supuso que no había mentido en realidad.
—Quieres mucho a tu hermano, ¿eh? —murmuró al verlo fielmente parado a un lado de Senku.
Shinichi dudó un momento, antes de asentir lentamente ("lentamente" parecía ser su forma favorita de asentir).
—Senku y yo... somos cercanos. Él... me cuenta muchas cosas.
Kohaku sonrió, feliz de saber que Senku fuera tan lindo con sus hermanos. Suika siempre hablaba maravillas de él, le gustaba saber que con Shinichi, Roy y Rei era así también.
—Él... me ha contado mucho de ti, también.
Ella se quedó muda por la sorpresa, casi ahogándose con el último bocado de arroz de su almuerzo.
—¡¿É-él te habla de mí?!
—Todo el tiempo, es hasta molesto. —Rio entre dientes—. No deja de pregunta por ti, y... Suika ya nos contó que tú también preguntas por él. —La miró con burla.
Kohaku se sonrojó profundamente, haciendo una nota mental de regañar a Suika más tarde.
—B-bueno, él podría haberme llamado... —Apartó la mirada—. A veces hablamos por chat... Últimamente habíamos comenzado a hablar más... aunque aun así no es mucho, es... algo más esporádico. —Carraspeo—. Sé que él está muy ocupado.
Shinichi asintió, lentamente otra vez.
—Él una vez me habló de la culpa que sintió por haber esperado hasta el último día para decirte que se iba...
Kohaku guardó su lonchera en su bolso, con una mueca.
—Sí me lo hubiera dicho antes, yo no lo habría...
—¿Besado?
Ella volvió a sonrojarse.
—¿También te dijo eso?
—Se le suelta la lengua estando borracho. —Se apoyó contra la ventana, mirándola atentamente—. ¿Te arrepientes de besarlo?
—No... supongo que no. —Se mordió el labio.
¿Cómo podría lamentar el único beso que había dado en sus 26 años de vida?
—Pero te arrepientes de algo, ¿no es así? —La miró con ojos entrecerrados, analíticos.
Dios, sí que se parecía a su hermano, para no ser de sangre.
—Ja, me arrepiento de haberle dicho que me gustaba, eso es todo. —Bufó, cruzando los brazos sobre su pecho, mirando de reojo a Senku postrado en la cama, pero la vista era tan dura que no pudo aguantar y apartó la mirada otra vez—. Pero ya no importa, teníamos doce años. Yo era una niña tonta.
—Creo que el tonto fue él, diciéndote que tenía que irse en vez de que también le gustabas...
—Yo no creo haberle gustado... —Bajó la mirada—. Si le hubiera gustado, me habría atendido alguna llamada en estos catorce años.
—Es un idiota, eso es todo.
—Ja, sí, lo es... pero todos estos años... siempre quise una oportunidad para volver a verlo... —Sus ojos volvieron a aguarse mientras volteaba a verlo allí, postrado inmóvil en la camilla—. Él me dijo que iba a volver... aunque no me dijo cuándo, eso me lo dijo Suika hace unos días, sin embargo, yo... estaba tan feliz.... —Se limpió una lágrima antes de que tuviera la oportunidad de escapar—. Pero ahora... él está aquí... justo frente a mí... y no podemos hablar... —Su voz se quebró.
Se sorprendió a sí misma al sollozar, pero no podía evitarlo.
Se sentía como una tonta por amar a alguien que hace trece años no veía, pero... como una maldita terca, se negó a perder el contacto con Senku todos esos años.
Por más que él no contestara a sus llamadas, ella insistió por chat, y él finalmente comenzó a escribirle.
Por años y años y años sus mensajes fueron la mayor fuente de alegría para Kohaku, por más que no hablaran mucho o que pasara mucho tiempo entre los mensajes, ella se aferraba a ellos con toda su alma.
Ni siquiera sabía cómo era Senku ahora, en su mente recordaba a un niño de doce años, y en la camilla veía a un hombre demacrado que no se atrevía a ver por mucho tiempo, pero aun así... lo amaba.
—Si estuviera despierto... —La voz de Shinichi la hizo salir de sus pensamientos y detener sus sollozos, pero no se atrevió a levantar la mirada, no quería que viera su rostro empapado en lágrimas—. ¿Qué le dirías?
Kohaku negó con la cabeza, con las mejillas rojas y llenas de lágrimas a la vez.
—Que lo odio... —Shinichi se estremeció, sorprendido—. Y que lo amo... —Volvió a sollozar.
Pudo sentir que Shinichi se le acercó en ese momento, y hasta tuvo la impresión de que quiso tocar su hombro, pero al final no lo hizo.
—Hay algo que mi hermano me dijo... —le susurró él, haciendo que finalmente volteara a verlo—. Él... compró un regalo para ti...
—¿Un regalo para mí? —Lo miró sin poder creerlo.
Shinichi tragó saliva, apartando la mirada.
—Le dijo a toda la familia que venía por extrañarlos, pero... tú eres la razón más grande por la cual quería volver. —Kohaku abrió mucho los ojos—. Aquel San Valentín hace catorce años, tú le regalaste un beso, pero nunca tuvo oportunidad de darte nada en Día Blanco... así que este San Valentín, él quería darte algo, como en Estados Unidos donde mayormente los hombres regalan algo. —Carraspeo—. Vi a mi padre dejar ese regalo... allá... —Señaló algo tras ella.
Kohaku volteó, viendo el pequeño armario que solía usarse para guardar las cosas personales de cada paciente.
Tragó saliva, poniéndose de pie y caminando hasta allí.
Abrió las puertas dobles y allí vio una pequeña caja blanca con un lazo rojo.
Quitó el lazo con lentitud y cuidado, y abrió la cajita.
Dentro vio una carta y detrás de ella el marco de una fotografía boca abajo.
Primero tomó la carta y la abrió ansiosamente, comenzando a leer.
No sé por qué rayos estoy escribiendo esto, se supone que vine aquí para hablarte en persona, pero... tengo el ligero presentimiento de que me voy a acobardar como una maldita rata, así que este es mi plan B.
¿Por qué digo que me acobardaré? Porque ya volví a Japón antes... y fui a verte, y te vi... pero... no me atreví a hablarte.
Kohaku se quedó helada.
¿Él... había ido a verla? ¿Fue a verla y no le dijo nada?
Seh, soy un cobarde, pero... te veías tan tranquila... tan sonriente... tan hermosa...
Mi último recuerdo de ti es cómo te hice llorar, y sentí que si te hablaba... te haría llorar otra vez... Y que ya no querrías hablarme ni por escrito nunca más.
Es diez billones por ciento ilógico, pero tiendo a ser poco racional cuando se trata de ti.
¿Un ejemplo? Esa vez hace catorce años, cuando me dijiste que yo te gustaba, quise responderte con la verdad, pero solo pude pensar en lo mucho que odiaba que justo ese día me lo hubieras dicho. Me odiaba a mí mismo por no haberte dicho antes que me iría, o bien... por no haberte dicho antes que siempre me gustaste.
Kohaku se llevó una mano a la boca, con más lágrimas derramándose por su rostro.
Sé que fue hace mucho tiempo, probablemente ya no sientes nada por mí, probablemente solo me sigues hablando por educación, pero yo... siempre he querido regresar y pedirte otra oportunidad.
Así que quería preguntarte... ¿Saldrías conmigo?
-Senku.
Kohaku ahogó sus sollozos con su mano, temblando levemente mientras apretaba la carta en su mano.
Un San Valentín hace catorce años, Kohaku se le declaró a Senku en el peor momento posible, justo cuando él iba a irse a Estados Unidos por una beca gracias a su gran intelecto.
Este San Valentín, Senku se le declaró en el peor momento posible, y Kohaku se enteraba que siempre la quiso mientras él estaba en coma justo a pocos pasos de ella.
Sus lágrimas no pararon mientras apretaba la carta contra su pecho, sollozando y temblando, pero luego notó el marco de fotografía que había quedado en la cajita.
Guardó la carta en el bolsillo de su uniforme y tomó el marco de la fotografía, sonriendo al ver que era una foto de Senku y ella de niños, él con su cara de amargado y ella con una gran sonrisa, los dos tomados de la mano.
Sonrió, pasando los dedos por la cara de Senku.
Casi no recordaba su cara... habían pasado muchos años desde que lo vio, y de niña había estado tan molesta de que se fuera que rompió todas sus fotos.
Dios... sus ojos eran tan magníficos... de un color escarlata realmente único... Casi se había olvidado de ellos, y de lo mucho que la fascinaban...
Pero esos ojos...
Esos ojos...
En ese momento, la puerta se abrió y Kohaku volteó de golpe, viendo a toda la familia de Senku entrar.
—¿Kohaku-chan? —Byakuya la miró con sorpresa y luego con pena—. Oh, querida... lamento que hayas descubierto el regalo de Senku antes de que él despertara...
Kohaku apenas lo escucho.
Sus ojos estaban fijos en Shinichi, que ahora estaba al lado de Roy.
Pero...
Ese no era Shinichi... No el Shinichi que ella había visto... No era el Shinichi que le dijo que abriera el regalo... Era más parecido a Byakuya aún, sus caras eran totalmente idénticas, no solo un parecido sutil como antes, su cabello era totalmente blanco, no con las puntas verdes. Era más alto, más fornido, y tenía la nariz de Lillian... Y, sobre todo... sus ojos eran marrones, no escarlatas...
El aliento se le atoró en la garganta y volteó lentamente hacia la ventana... viendo allí al que había pensado que era Shinichi... viendo fijamente sus ojos escarlatas...
—¿Senku? —susurró con la voz rota, con más lágrimas deslizándose por su rostro.
Él sonrió con tristeza, llevándose un dedo a los labios, pidiéndole que guardara el secreto.
Todos voltearon a ver a donde ella miraba, y claramente no vieron nada.
Kohaku se derrumbó en el suelo, llorando desconsoladamente, y de inmediato todos los Ishigami fueron a su lado, consolándola.
—Shinichi es un mocoso temperamental... —murmuró Senku, o el fantasma de Senku, más bien, acercándose lentamente a ella, que no podía dejar de llorar—. Apenas lo dejaron a él y a Roy a solas conmigo, le pidió que lo cubriera mientras iba a pedirle ayuda a mi amigo policía, Tsukasa, para rastrear al imbécil que me atropelló. —Rascó su oído con el meñique.
—Senku, Senku... —siguió repitiendo ella entre sollozos, sin poder creer lo que veía.
—Pensé que tampoco podrías verme —Sonrió con tristeza—, pero siempre me sorprendes, ¿eh, leona?
Se arrodilló frente a ella, que seguía siendo rodeada por los brazos de sus padres y hermanos.
Extendió una mano hacia su rostro, como queriendo acariciarla, pero su mano pasó a través de ella, que solo pudo sollozar peor mientras él bajaba la mano con frustración.
—Lamento no haberte dicho esto antes, pero... también me odio... —Rio suavemente, con la voz rota—. Y también te amo...
Fin.
¿O no?
No sé, podría continuarlo... pero solo si ustedes lo piden OwO
Igual me parece que este final abierto también queda chido uwu
En fin, feliz San Valentín! :D
Ojala la hayan pasado bonito con los q aman :3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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