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Indigestión

Este día tampoco vino a clases...

Suspiré por quinta vez mientras hacía círculos en mi cuaderno con mi lápiz. Para ser solo un niño de trece años tenia un aura demasiado deprimente a mi alrededor como para que nadie se acercara a molestarme.

Tsch —mascullé frustrado.

Estaba tan molesto, extremadamente irritado. ¿La razón? La molesta de Sakura había faltado por tercera vez en la semana al colegio.

No entendía la razón de mi enojo, se suponía que debería de estar feliz; el hecho de no tener que estar escuchando su voz empalagosa y esa risa que era demasiado dulce, tan dulce que mi estómago comenzaba a moverse de tal manera en que era como si quisiera salir corriendo de donde quiera que me la topara solo para no hacer frente a esa incomodidad.

Pero eso no era todo: hemos sido compañeros de clases desde jardín de niños y sin importar lo que hiciera ella me seguía como un pequeño cachorro a su dueño. La había pillado varias veces mirándome de lejos, otras escondida entre los arbusto o detrás de un árbol. Pero, desde hace algunas semanas había mantenido la distancia, por alguna extraña razón eso me molestaba más que tenerla deambulando tras de mi.

—¿Han sabido algo de Sakura-chan? —preguntó Naruto a las amigas de Sakura.

—Sigue en cama, el doctor le ordenó guardar reposo en aislamiento o podría desatar una epidemia en el colegio.

No me había acercado a preguntar el por qué llevaba tres días sin venir a clases , trataba de agudizar mi oído para escuchar aquella platica, realmente no quería preguntar yo mismo para no parecer que de verdad me importaba, pero sí que me importaba.

—Ojalá se recupere pronto, ni hablar creo que tendré que ir a visitarla para animarla un poco, de verdad extraño a Sakura-chan.

Un tic nervioso se instaló en mi ojo izquierdo y sin darme cuenta el lápiz entre mis dedos quedó partido a la mitad a causa de mi enojo.



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.

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Mientras caminaba de regreso a casa comencé a patear una lata algo frustrado y molesto, por culpa de Sakura no había puesto atención durante las clases y eso era un problema porque siempre trataba de ser el mejor en todo. No era posible que una mancha rosa me hubiera afectado tanto, también estaba otra cuestión, aunque la distancia que había puesto entre nosotros desde hace unas semanas también me parecía extraña, hasta cierto punto me molestaba demasiado verla de aquí para allá sonriente, que me ignorara me tenia colérico.

—«Me cae tan mal que escuchar su risa aunque sea lejos me causa indigestión» —pensé mientras volvía a patear la lata haciéndola estrellar en un poste de luz y rebotar de vuelta cerca a mi.

«Eso ni tu te lo crees»

-«Cerebro estúpido, ¿Que otra razón encuentras? Lo mejor será que vaya con el doctor quizá sea alérgico a las chicas de cabello rosa».

«Por supuesto si eso fuera ahora estarías bien por el hecho de que ella ha faltado tres días seguidos y sin embargo estas peor que antes, ahora ni siquiera eres capaz de concentrarte durante clases».

Y eso fue como si un balde de agua fría cayera sobre mi cabeza.

«Acéptalo, te gusta Sakura y te molesta que ya no te siga a todas partes».

Bufé ante aquel estúpido pensamiento y volví a patear la lata ahora con más fuerza, tanto que la mandé específicamente a una casa que conocía solo de vista.

El color rosa pálido y el jardín lleno de flores la delataba. En la parte de enfrente una cerca blanca era cubierta por una enredadera y desde el lugar en el que me encontraba podía ver la cortina blanca con dibujos de flores rosas en la parte inferior ondearse por el viento, la ventana de la habitación de Sakura.

Era un tanto estúpido, ¿no?

Yo Sasuke Uchiha el chico que decía no tener interés en Sakura Haruno conocía perfectamente su casa aunque ella jamás me lo había dicho...

Recordé aquella ocasión y sonreí.

Sakura siempre había sido muy distraída, extremadamente boba y confiada.

Aquella vez, al salir del colegio un par de chicos la interceptaron. Yo pasaba por ahí de forma casual pero me llamó la atención la escena, era evidente que esos chicos algo mayores tenía intenciones ocultas, pero ella como siempre ayudando a la gente cruzó algunas palabras con ellos y después una sonrisa; la sonrisa que tanto dolor de estómago me había causado. Esa chica me estaba volviendo loco. En fin, la vi alejarse pero aquellos tipos la siguieron un poco alejados.

Por otro lado Sakura caminaba bobeando por aquí y por allá, al llegar a una calle un tanto solitaria aceleraron el paso y sin pensarlo me planteé frente a ellos para impedirles que siguieran a la molesta de Sakura.

—¿Qué quieres niño, estamos muy ocupados para molerte a golpes? —me dijo uno de ellos.

—¿De verdad? —mi tono de voz se mantenía frió —. ¿Y sus planes incluye seguir a una chica?

El otro dio un paso hacia enfrente, se veía sumamente molesto.

—Quítate enano, no estamos para juegos.

Sin pensarlo estampe ni puño en su rostro noqueadolo al instante y el otro huyó después de que le dirigí mirada fulminante.

Me sacudí las manos y seguí a Sakura, quien seguía sin saber lo que acababa de pasar.

—«Molesta» —la vi entrar en esta casa, la casa de color rosa. Me quede un momento más hasta que abrió aquella cortina y se apoyo en el marco de la venta mientras su cabello era ondeando por una brisa fresca. Desde entonces la seguía hasta su casa de lejos, solo para asegurarme de que estuviera bien y esos sujetos no la volvieran a seguir.

Di unos pasos y abrí la puerta de la cerca, mire al rededor, una casa cubierta de flores y ese tipo de cosas, no entendía la razón por la cual estaba en ese lugar.

«Ella te gusta»

Mi corazón se aceleró.

«Estas enamorado»

Me paré frente a la puerta de la casa y dudé dejando mi mano al borde de la madera blanca, sentía como una gota de sudor bajaba por mi sien.

Trague grueso y toque la puerta dos veces.

«Necesitas verla y saber que esta bien»

La puerta se abrió lentamente dejándome ver a Sakura en una pijama con una blusa de tirantes y un short de color rosa.

—¿Sasuke-kun? —dijo al momento que sus ojos se abrían demasiado. ¿Por qué esos ojos verdes gigantes son tan bonitos? —. Qué... ¿Qué haces aquí?

La mire con los ojos entrecerrados y apreté los puños, esa niña molesta me iba a escuchar.

—¡Todo es tu culpa! —exclamé casi gritándole —. ¿Quién te crees para ignorarme y faltar sin siquiera avisar?

—¿Eh? —su rostro reflejaba confusión —. Yo...

Iba a decir algo pero la interrumpí de forma arisca.

—¡Aún no termino! —continúe con tono fuerte —Siempre has sido molesta, llorona y fastidiosa, realmente me exasperas algunas veces con tu cara de niña boba.

Un puchero casi infantil se formo en el rostro Sakura y ese dolor en el estómago se acrecentó, sentí mis mejillas arder y la sangre viajar de mis pies a mi cabeza provocándome cierto calor, ¿ya me había contagiado de su enfermedad?

—Pero todo eso lo podía soportar, hasta cierto punto.

«Dile que te gusta»

—Creo que hasta podría decirse que me gustaba.

Sakura aún seguía con una cara de confusión y esos ojos bien fijos en los míos, mire hacia abajo y sus pies descalzos jugueteando entre sí.

«Dile que la has extrañado»

—No lo vuelvas a hacer, no vuelvas a ignorarme, no es una súplica es una orden.

«Dile que la amas»

-—Yo no la amo» —me golpeé mentalmente, esa estúpida voz ya me tenía más que irritado.

«Sí no fuera así no estarías aquí parado como tonto frente a ella»

—«Touche» —rodé los ojos ante mis pensamientos.

—Sasuke-kun... Yo... Yo...

Sakura balbuceo y hasta ese momento me di cuenta de que estaba más roja que nunca, la vi desvanecerse y antes de que tocara el piso la detuve, estaba ardiendo en fiebre.

Sus ojos bonitos se abrieron y pestañeo enfocándome vagamente.

—¿En donde esta tu mamá?  —cuestioné, una desesperación se acrecentó en mi pecho.

—Fue a traer...  Unos medicamentos —dijo con la voz entrecortada.

Sakura era muy pequeña y delgada así que la cargué y la llevé hasta su habitación sin ponerme a pensar que sería demasiado extraño que supiera cual era su habitación. Al entrar no vi nada extraño, era demasiado ordenada, me quede unos segundos observando la habitación de paredes blancas con algunos retratos de sus padres y ella, hasta que el calor que emanaba de su cuerpo me regreso la vista a ella, se veía tan pequeña y olía tan bien.

«Y dices que no te gusta»

Volví a rodar los ojos con fastidio y deposite a Sakura en su cama.

—Necesito...

Su mano se elevó y señaló unas pastillas, rápidamente fui hasta ellas y se las dí posteriormente dándole a beber agua. Se recostó  y cerró los ojos, su respiración era agitada y sus mejillas aún mantenían el color rosa; coloqué un paño húmedo en su frente —que yacía en un recipiente en su mesita de noche— y sin más cerro los ojos.

Me quedé un rato observándola, de verdad era muy bonita.

—Niña molesta —dije lanzando un suspiro cuando de repente sus labios se entre abrieron y comenzó a hablar cosas extrañas.

—Sasuke-kun... Lo prometí, no seguiré siendo molesta, no volveré a perseguirte.

—No seas boba... Me gusta... -—recordé aquellas palabras que había estado tratando de ignorar todo el día —. Me gusta que estés cerca de mi, me gusta tu risa, tu voz de niña mimada; me gusta que cuando te acercas ese aroma tan dulce se instala a mi al rededor... —coloqué mi mano sobre mi pecho, sentía mi corazón palpitar con fuerza —. Y... Me... Me gustas tú.

Solté cuando la puerta de la habitación de Sakura fue abierta, su madre se encontraba observando nos con una leve sonrisa.

—Lo siento, ya me iba.

Me puse de pie y caminé con cierto nerviosismo para salir cuanto antes de ese lugar.

—¿Tú eres Sasuke Uchiha? —preguntó la mujer de cabello rubio.

—Sí.

—Me alegra por fin conocerte, Sakura se la pasa hablando de ti, es una lastima que lo más probable sea que olvide que viniste.

Me quede viendo un tanto confundido a la mamá de Sakura, ella sonreía.

—Ha estado delirando a causa de la fiebre.

—No le diga que estuve aquí.

—¿Es verdad lo que le dijiste?

Agaché la cabeza apenado, no sabía que estaban escuchando lo que le decía a Sakura y solo asentí después de salir de ese lugar.

Caminé directo a mi casa de cierta forma me daba tranquilidad que lo más probable fuera que Sakura olvidara lo que le acababa de confesar, sacudí la cabeza para disipar eso, sentía mi rostro rojo y calienten.

—Niña boba —sonreí.

Sakura siempre estuvo ahí, y fue hasta el momento en que me faltó que me di cuenta de que la extrañaba y realmente me gustaba.

.

.

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Un par de días pasaron y de igual manera Sakura siguió faltando. Y yo seguía con mi mal humor y desesperación porque regresará pronto, el fin de semana lo pasé de la misma manera observando las manecillas del reloj moverse de forma lenta hasta que el lunes llegó.

El día era soleado lleno de vida, caminé por la colina que solía llevarme hasta el colegio, mi mochila colgaba de solo uno de mis hombros y mis manos estaban ambas dentro de mis bolsillos, observaba el piso hasta que levante la cabeza y la vi.

El cabello rosa de Sakura, quien caminaba unos metros delante de mí y aún no se daba cuenta de mi presencia, mi corazón se aceleró y por instituto aceleré el paso para llegar a su lado.

—Estas bien —afirmé caminando a la par de ella.

—¡Sa-Sasuke-kun! —exclamó y dio un brinco ante la sorpresa de escucharme —. Eh... Sí, gracias ya estoy bien.

—Es bueno saberlo.

—Gracias... Quizá se escuché extraño pero tengo la sensación de haberte visto hace poco.

Sonreí levemente no se acordaba de todo lo que le había dicho, realmente me costó mucho poder decirle todo eso y ahora lo había olvidado.

—Sí que eres molesta —dije de forma divertida y ella bajó el rostro, me imagino que apenada —. Ni hablar, hay mucho tiempo, vamos que llegaremos tarde —dije.

—¿Eh? —Sakura se detuvo confundida y a causa de eso detuve mi paso colocándome frente a ella.

—¿No vienes? —extendí mi mano para que ella la tomara y esa cara que tanto me causaba molestia apareció, sus ojos bonitos y esas mejillas rosadas —. Eres una niña boba Sakura —al ver que no se movía agarré su mano y comencé a caminar con ella jalando la hasta que agarró mi paso.

—Yo... No entiendo Sasuke-kun.

Su pequeña mano era cálida, era la primera vez que tomaba la mano de una niña y sabía que una gran burla se avecinaba por parte de mis compañeros al verme llegar con la llorona de Sakura al salón de clases. Pero todos esos días que no la pude ver me hicieron darme cuenta de lo mucho que la quería y me gustaba, y aunque el malestar estomacal que sentía al verla seguía instalado ahí de igual manera me gustaba, Sakura me causaba indigestión, una indigestión en donde sentía mariposas en mi estómago volando desde hace muchos años.

—Cállate Sakura y camina que es tarde.

La observé de soslayo y una ligera sonrisa se reflejaba en su rostro.

—Me gustas Sasuke-kun —musitó con pena y torpeza en sus palabras.

—Tú me causas indigestión... Pero me gusta...me gusta que estés cerca de mí.

Vi sus ojos abrirse de gran manera y le dirigí una sonrisa, y de esa forma llegamos al colegio yo tomando su mano y ella sonriendo como boba.

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