Bella Por Dentro, Bella Por Fuera.
—Continuación de: ella se lo ganó —
—¿Sabes que es una oportunidad que cualquier otro quisiera?— preguntó Yugao, la chica que dirigía el grupo de los populares en el instituto.
—No me interesa.
Me di la media vuelta y regresé con Naruto quien me esperaba unos cuantos pasos adelante algo confundido.
La chica dio un pisotón como un berrinche y caminó mascullando unas cuantas maldiciones.
Por mi parte solté un suspiro de frustración cuando se hubo retirado.
—¿Qué es lo que tanto quieren? — cuestionó Naruto extrañado del reciente interés de aquellos chicos en mi.
—Que me una a su grupo.
La quijada de Naruto casi se fue hasta el suelo aún cuando mis palabras eran aburridas y sin interés de hacer aquello.
—¿¡Y porque no accedíste! ? —Exclamó agitando sus manos como sí la cordura no estuviera en mi cabeza —¡Podrías ser igual de popular que ellos!
Rodé los ojos con fastidio y seguí caminando al interior del edificio, cuando el dulce aroma que ya conocía pasó a mi lado.
Me giré levemente y vi a Sakura caminando con sus libros bien pegados a su cuerpo y el rostro bajo como de costumbre, aquel suéter negro la cubría por completo, no pude evitar que mis ojos fueran a su silueta, y como abeja a la miel la seguía acelerando el paso, dejando atrás a Naruto.
—¡Oye! — escuché exclamar a mi amigo rubio, mientras su voz se perdía entre la multitud de los alumnos.
Sin mucho esfuerzo alcancé a aquella chica.
—¿Quieres que te ayude con eso? — pregunté cerca de su oído, inclinadome levemente. Ella dio un respingo.
—Me asustaste— susurró bajo escondiéndose entre los libros de literatura.
Y sin darle tiempo de rechistar le arrebate la pila de libros y me quedé a su lado.
Desde aquel día en que su rostro fue rebelado por mi y solo para mi no había podido dejar de pensar en ella, en lo mucho que me había gustado pero antes de cualquier cosa me dediqué a observarla
Su forma tan dulce de ser, el hecho de que no se defendía cuando alguien más la molestaba y que aún así sonreía cuando estaba con sus amigos.
La había pillado varias veces en la biblioteca, sumergida en libros de literatura, perdiendo las horas ahí.
Me gustaba eso también.
Y fue hasta después de un par de semanas que comencé a hablarle con más constancia, solamente intentando ayudarla y defendiendola cuando veía que alguien la molestaba, pero otra situación se había desatado, los chicos populares ahora me hostigaban intentando que me uniera a su estúpido grupo.
No tenía que ser un genio para saber que les había quitado su juguete, porque molestar a Sakura ya no estaba permitido, no mientras yo estuviera cerca de ella, que era la mayor parte del tiempo.
La observé de soslayo, aún con su rostro bajo, su cabello caía como cascada y desprendía un aroma dulce.
Y sonreí, bajo aquella cortina rosada se encontraba el rostro más angelical que jamás había presenciado en mi vida.
Llegamos a su salón de clases y ella detuvo su paso.
—Gracias— susurró en voz baja colocando sus manos para que le diera los libros.
—No es nada.
Pasé mis dedos por su cabello una vez sus libros estuvieron de vuelta en sus manos, y con un suave movimiento despeje un poco su rostro, ella por insisto cerró los ojos y trató de rehuir de mi mirada, elevé su barbilla y con miedo abrió esos destellos esmeraldinos que seguían apareciendo en mis sueños.
—Eres muy bonita— musité sin tapujos, sonriendo levemente, ella de inmediato se sonrojó.
Estaba esperando el momento adecuado para pedirle que saliera conmigo y ahora estábamos solos en el pasillo.
—Quería pregu.....
—¡Sakura! — escuché a mis espaldas una voz un tanto chillona, cuando el rostro de Sakura se alejó de mi agarre y mis ojos viajaron hasta una rubia y un chico pelirrojo que se acercaban a nosotros, la chica con una gran sonrisa y el chico con una expresión tranquila y las manos en los bolsillo.
—I-Ino, Sasori-kun— dijo una vez estuvieron los chicos junto a nosotros, yo por mi parte mantuve mi rostro tranquilo observando a ambos.
—¡Por fin te encontramos! — Exclamó la rubia abrazando a Sakura con efusividad dándose cuenta después de mi presencia —¿Tú quien eres? — preguntó juntando ambas cejas—¡Ah ya se! Eres su novio.
No contesté pero aquella afirmación me había sonrojado levemente.
—¿¡Qué!? — Exclamó el pelirrojo haciendo una expresión de espanto.
—¡Ino! T-te equivocas — dijo Sakura con nerviosismo.
La rubia me observó de arriba a abajo para así fruncir el ceño aún más.
—Entonces eres uno de esos malditos que se creen la gran cosa por ser populares y molestan a Sakura.
Aseguró con molestia en su voz.
—No es así, Sasuke-San es un gran amigo — interrumpió Sakura con un hilo de voz.
La rubia volvió a examinarme con detenimiento y luego pasó su vista a Sakura.
—Lo lamento, nos hemos enterado de que han molestado a Sakura y por eso decidimos cambiarnos de colegio para cuidarla.
La rubia hablaba de ella como sí de una niña pequeña se tratase, pasó sus dedos por el cabello de Sakura acariciandola de manera maternal.
—No vamos a permitir que la sigan molestando — contestó el pelirrojo quien apenas había formado una frase completa desde que apareció.
—Eso lo dices porque estás enamorado de ella — contestó la rubia logrando una mirada inquisitiva.
—¡Eso no..!
—Vale, no diré nada al respecto — contestó la rubia para poner la atención sobre mi —¿Verdad que es muy bonita?
Tomó el rostro de Sakura alejando el cabello que cubría su rostro dejándola al descubierto.
Si lo era.
No sólo bonita. Era demasiado hermosa.
Asentí con rostro de idiota, ella seguía sonrojada.
El pelirrojo carraspeo para llamar mi atención, éste mantenía el ceño fruncido.
—Vamos Sasori, no te pongas celoso— se burló la rubia — muy bien, gracias por cuidar de Sakura, nos encargaremos de ella por ahora.
Dijo la rubia entrado al salón de clases y arrastrando a Sakura, siendo seguidas por el pelirrojo quien me dirigió una mirada de odio al pasar a mi lado.
Me dí la media vuelta y caminé rumbo a mi salón, por lo menos ella ahora estaría segura.
—Te has dado cuenta — escuché a mis espaldas a un par de chicas populares platicar — dicen que la rara ahora tiene dos amigos más.
—Si me di cuenta, y éstos no parecen raros como ella de hecho la chica que se adecuada para nuestro grupo y el chico también es muy guapo.
Pasé mi charola sobre las barras y tomé algo de fruta, un par de emparedados, y algunas otras cosas.
—¿Qué no se dan cuenta de que es una anormal? — preguntó una de las chicas con asco en su voz.
Tomé la bandeja, estaba furioso, no estaba bien que aquellas chicas hablaran así de ella, ni siquiera la conocían.
Rapidamente con la mirada la vi entrando al lugar con la rubia de un lado y el chico pelirrojo del otro, las miradas de todos se fueron a ellos tres.
Sakura rebuscó entre las mesas hasta encontrar a sus amigos extraños con quienes se juntaba guiando a los otros dos hasta aquella mesa de la esquina, alejada del resto, de igual manera mi paso se dirigió a ellos, caminaba entre los chicos que estaba por sentarse en sus lugares, hasta que sentí a alguien a mi lado, Naruto ahora caminaba a mi lado, sonriendo de forma zorruna.
—Te traeré algo de comer Sakura — comentó el pelirrojo quien no se había percatado de mi presencia.
—No hace falta— comenté y me senté al lado de ella, colocando la comida que llevaba frente a Sakura.
El pelirrojo realizó una cara de molestia y sin decir nada se alejó para comprar comida para él, seguido de la rubia quien nos dirigió una sonrisa divertida.
Sakura jugaba con el dobladillo de su sudadera con nerviosismo.
—G-gracias.
Sonreí, era muy linda.
Varios días pasaron, la constancia con la que molestaban a Sakura había disminuido notablemente, durante las clases Ino y Sasori la protegían, mientras yo la cuidaba en la hora de descanso.
Y fue que aprendí varias cosas de ella.
Como que cumplía años en marzo.
Su comida favorita era el anmitsu.
Le gustaba leer libros de literatura y de medicina, o que sus padres habían fallecido y ella aún no podía reponerse del episodio de depresión en el que cayó, por eso siempre vestía de negro, por eso llevaba la foto de su madre con ella.
Esa mañana estaba algo molesto, la insistencia de aquellos chicos para que me uniera a su grupo se había vuelto mayor, tanto que comenzaban a fastidiarme y ese día después de decirles algunas cosas no muy amables parecía que por fin se habían rendido.
La mañana no parecía nada diferente, solo algo llevaba en mente.
Ese día por fin se lo pediría.
Le pediría que fuera mi novia.
Estaba que me moría de los nervios, tanto que el estómago me comenzó a doler en sobremanera.
La vi dirigirse a la cafetería con sus amigos como ya era costumbre y mi paso se aceleró.
—¡Sakura! — Exclamé para que volteara y como sí fuera en cámara lenta se giró.
Se quedó ahí de pie, hasta que llegue frente a ella.
Mis mejillas estaban rojas, todo mi cuerpo hormigueaba y estaba seguro de que en cualquier momento vomitaría.
—¿Sucede algo Sasuke-kun? — preguntó con inocencia. Fue que me di cuenta de que ella por primera vez había cambiado el "San" por el "kun" mi pecho aleteo con más potencia.
—Es solo, quería saber sí saldrías conmigo ésta noche — pregunté, había organizado una cena "romántica" en la azotea del departamento que compartía con mi hermano mayor, aunque realmente él fue quien me ayudó con la decoración, en cuanto se enteró se puso eufórico ideando una cena especial.
Sakura dudó por unos segundos y después abrió la boca para decir algo, pero fue Ino quien habló en su lugar.
—Claro que asistirá, de eso me encargo yo.
Asentí —Entonces paso por ti a tu casa a las seis.
Ella no dijo nada, se había quedado sin habla, todo estaba perfecto, pasé por un lado de ellos tres saltandome la vista del chico pelirrojo quien parecía que aventaba flamas por los ojos.
Y entré a la cafetería.
El murmullo de todos era de lo más normal.
Algunos comiendo, otros trayendo charolas, de inmediato la vista de los populares pasó sobre mi y sonrieron con malicia, vi a Yugao susurrarle algo a Sai en el oído y éste soltó una carcajada, fue cuando me di cuenta de que no me veían a mi, ellos veían sobre mi hombro.
—Que demonios.
Me giré con el ceño fruncido y el rostro extrañado, atrás de mi caminaban Ino Y Sasori, un metro atrás de ellos Sakura con su perfil bajo y su suterer enorme, pero sobre ella había una cubeta.
—Maldición — mascullé estoico, fue en el momento exacto que Sakura llegó a un punto en que la cubeta estaba completamente sobre ella, y a un lado un chico halo unas cuerda vertiendo sobre Sakura todo el contenido.
Una pasta púrpura y grumossa ahora escurría desde su cabello, su flequillo se había colocado de una manera en que la mitad de su rostro era visible, dejando ver uno de sus ojos jade lleno terror.
Un puchero se formó en sus labios y salió del lugar corriendo con Ino tras de ella.
Rápidamente mis ojos viajaron a los culpables de aquel acto.
Todos reían de incidente, salvo algunos.
—¿¡Creen que eso fue gracioso!? — pregunté furioso plantandome frente a los idiotas quienes no dejaban de reír.
—Fue sumamente divertido —comentó una chica.
— Vamos Uchiha, no pasa nada, es solo la rara de la escuela — comentó Sai colocando su mano en mi hombro, sentía como mi ceño estaba fruncido y las aletas de mi nariz dilatadas, apreté la mandíbula antes de estampar mi puño en su rostro.
Decir que me habia librado de mi cometido intacto seria mentir. Ahora me encontraba frente a la pequeña casa que Sakura compartía con su tía.
Mi ojo izquierdo mantenía una marca violacea y me dolían algunas partes del cuerpo, lancé un gran suspiro antes de apagar el motor de mi auto y con una espectaiva alta de ser rechazado esa noche caminé en dirección al pórtico, tocando el timbre.
Metí las manos en los bolsillo de mi pantalón, algo que solía hacer cuando estaba nervioso.
Espere unos segundos en donde la impaciencia me comía y cuando me disponía a volver a tocar el timbre mi mano quedo suspendida a centímetros de éste.
En ese momento el aire me faltó, estaba seguro de que me iba a desmayar.
Pero fue la dulce voz de la chica frente a mi que me hizo darme cuenta de que no estaba frente a un espejismo.
—Llegaste — preguntó bajando el rostro para luego hacer una mueca de preocupación —¿Qué le sucedió a tu ojo?
—Tu-Tu cabello — dije algo atónito dejando de lado la pregunta que ella acababa de formular.
Llevaba el cabello corto, arriba de los hombros y el largo flequillo que siempre usaba ahora se acomodaba perfectamente de lado sobre su frente dejando su rostro completamente descubierto...
—Al parecer la cosa púrpura se pegó tanto a mis puntas que Ino tuvo que arreglarlo.
Soltó con algo de pena para después levantar su vista y verme directamente a los ojos.
—Te ves hermosa — sonreí de esa forma en que lo hacía —¿Vienes? — extendí mi mano para que ella la tomará y de inmediato accedió regalandome una sonrisa por primera vez, estaba seguro de que me había ruborizado hasta las orejas.
Todo el camino la observaba de soslayo, usaba un bonito vestido verde manzana que combinaba con sus ojos y unas zapatilla bajas color durazno.
Me sentía afortunado de haberme enamorado de una chica bella por dentro y bella por fuera.
Después de bajarnos del auto la tomé de la mano en todo momento, incluso cuando subimos por el elevador.
Abrí la puerta de la azotea pero antes de ver el lugar me quede a la espectaiva de su expresión, la cual resultó ser incomparable, se había quedado con la boca ligeramente abierta y los ojos de sorpresa.
—¡Es hermoso! — Exclamó maravillada.
Sonreí.
Había colocado una mesa para dos con un bonito mantel, luces iluminaban el lugar, algunas velas también y una cena —cortesía de Itachi— estaba en el lugar.
Caminé con Sakura a mi lado, tomándola de la mano y le ayude a sentarse en una silla para degustar de lo que mi hermano cocinó, no era por presumir pero Itachi siempre ha sido un excelente cocinero.
Ella observaba el lugar, mientras yo me encontraba observándola a ella.
Era muy hermosa.
¿Quién hubiera pensado de que debajo de ese suéter y cabello desarreglado había una linda chica?
Cenamos, en todo momento me sentía muy nervioso, se lo iba a pedir, que fuera mi novia.
—Sakura — dije llamando su atención, ya que estaba un tanto entretenida observando por todos lados el lugar
Sus ojos me enfocaron y luego pasaron al agarre que había hecho, mi mano tomando la suya.
—Me-me gustas mucho — tartamudeaba un poco — y creo que fui muy tonto al juzgarte antes de conocerte, me siento estúpido por eso. Quería saber sí tu.... Si tú... ¿Quieres ser mi novia?
El calor de la vergüenza por mis palabras había cubierto mi rostro, hasta mis orejas estaba rojas, a punto de explotar.
—¿No-vios? — preguntó igual de sonrojada que yo, solo asentí —No sé cómo deba de actuar, jamás he tenido un novio y no sé muy bien como ser una novia.
—Tampoco he salido con nadie, pero creo que pensar en lo que se debe de hacer es lo de menos, con tomar tu mano me conformo.
Afirmé nuestro agarre.
—Si quiero, quiero ser tu novia.
Me sentía tan feliz.
La música de fondo seguía.
—Ven vamos a bailar.
La hale y ella hizo una cara bastante linda.
—No se como hacerlo.
—No te preocupes, estoy seguro de que lo harás bien.
Coloqué sus brazos al rededor de mi cuello y yo la abrace por la cintura, no era un excelente bailarín, solo recordaba las tontas clases de baile para la boda de una de las tantas tías lejanas que teníamos, pero eso sería suficiente.
Comenzamos a balancearnos lentamente, al ritmo de la música, las luces se reflejaban en su mirada, y en sus pupilas mi silueta se dibujaba.
Un dulce aroma a cerezas se desprendía de su piel, era tan bonita que ni siquiera llevaba maquillaje y aún así se veía perfecta, solo un poco de brillo en los labios.
Dejamos que el silencio de la noche nos envolviera, y ahí, en una cena improvisada por primera vez la besé.
Sus labios eran dulces, toda ella lo era.
No era como esos besos de las peliculas en donde la intensidad asciende poco a poco.
Era un beso dulce, casto, pero solo eso bastaba, para que me diera cuenta de que ella era la chica de la que viviría enamorado toda la vida.
Porque con tan solo ese roce de labios una corriente eléctrica me había recorrido, un deseo de no soltarla me inundaba, y una felicidad desbordante llenaba mi corazón.
—Ya deme el estúpido castigo.
Sentando en aquella oficina el director me veía con la mirada recia.
No me había librado de un castigo por haber golpeado a Sai, y el ojo morado en mi rostro tampoco era señal de orgullo —según el director.
Aunque a mi parecer se sentía bastante bien.
—Ayudaras un mes en la biblioteca de la escuela.
Dijo con la voz grave, señalandome con su dedo índice, y tras decir ésto me ordenó que saliera de su oficina.
Rechisté bastante molesto cuando la secretaria me dio el estúpido papel que tenia que entregar a la bibliotecaria.
Tenía que quedarme por lo menos dos horas después de clases todos los días acomodando libros y ese tipo de cosas.
Bufé con fastidio antes de abrir las puertas del lugar, y con mi andar firme me acerque a la bibliotecaria, una señora bastante grande que movió un poco sus lentes para ver el papel.
—Eres el chico que ayudará en biblioteca — aseguró observandome de arriba a abajo — Al fondo, ayuda con los libros que acaban de llegar, y sigue el sistema.
Tenía un día con mi novia y ahora por mi castigo no podría verla tanto como quería.
Caminé al fondo de la biblioteca, pero mi rostro se relajó al ver a Sakura sobre una pequeña escalera intentando subir unos libros.
No portaba su suéter negro, una blusa blanca bastante femenina traía en su lugar, un par de jeans azul claro y su cabello decorado con una cintilla roja.
—¿Necesitas ayuda? — pregunté llamando su atención de inmediato, le di mi mano para que bajara con cuidado y ella la aceptó, sus mejillas estaban teñidas de rojo.
—Gracias, pero no tienes porque, trabajo aquí después de clases.
Dijo pasando un poco de su cabello detrás de su oreja.
Me había sacado la lotería.
Mi castigo no sería castigo.
—Se supone que me castigaron por haber golpeado a Sai, pero ahora que sé que estás aquí no lo veo como tal— confesé sin remordimiento.
Sakura soltó una risa dulce, y yo sonreí de escucharla y verla.
—¿Qué tal ha sido para ti?
Le pasé un par de libros y ella los acomodó en la estantería.
—Muchos creyeron que era nueva.
Hice lo mismo, ahora pasándole un par de libros más.
—Te ves como alguien distinta, y aunque se escuche cruel me alegra que tu suéter se haya arruinado.
Unos segundos pasaron, parecía como sí estuviera pensando su respuesta con tranquilidad.
— Creo que ahora ya no me siento así, gracias a ti.
Sus palabras me hicieron muy feliz, saber que había ayudado a que saliera de su abismo me daba tranquilidad.
Agradecía tantas cosas, el haber defendido a Sakura aquel día.
Sí no hubiera sido así jamás la hubiera conocido, no estaría tan enamorado de ella.
Y aunque sabía que los problemas seguirían porque las personas siempre hacen lo imposible por molestar a quienes ven felices, aún así el sentimiento que me embargaba era uno que nunca antes había experimentado.
Ella se lo había ganado, definitivamente se ganó mi corazón.
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Notas del autor
Por fin el one shot que les debía.
No lo hice fic largo porque tengo varios proyectos pero espero les haya gustado.
Y un saludo especial a gaah070
¡Que hoy es su cumpleaños!
¡Felicidades! y muchas gracias por seguirme a mi y mis historias, ojalá éste día haya sido especial y lleno de muchos abrazos 😊
Cambio y fuera
Luutulip
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