-¡Abre esa maldita puerta!

-¡No, no quiero! ¡Vete!

-¡Abrela por las buenas o la tiraré!

No otra vez, ya no... me duele... me lastima... ya no quiero...

-¡Nadie vendrá a ayudarte, todos están en clase, y nadie te escuchará!

Lo malo de tener un hermano gemelo... es que tienes que tomar la misma escuela que él.

Mi gemelo mayor, Saga, no era el clásico hermano que te quiere y te apoya, él... me violaba, me maltrataba, hacía de todo conmigo.

Nuestros padres no se preocupaban por nosotros, prácticamente no existíamos para ellos, trabajaban para mantener sus vicios, mi madre la droga y mi padre el alcohol.

Saga y yo estudiamos por esfuerzo propio, porque trabajamos medio tiempo. Estaba bien viviendo con mi hermano cerca, hasta un día en el que todo cambió. Comenzó a violarme casi diario, con la excusa de que era mi hermano mayor y podía hacerlo, aunque yo nunca quise.

A él no le importa en donde estemos, si quiere sexo lo hace en cualquier sitio, así sea a la mitad de la calle.

Ahora mismo estoy encerrado en el baño de la escuela, con mi hermano afuera gritándome, y yo sin salida. Ruego porque alguien me escuche, quien sea... pero ya no quiero esto...

-¡Vete, Saga! ¡No voy a abrir!

No me di cuenta del momento en el que terminé en el suelo, tras un estruendoso golpe dado directamente al picaporte de la puerta.

-Te dije que abrieras la maldita puerta... -Cerró la puerta tras de sí y colocó el seguro.

-Por favor no... ya no más... -Lágrimas rodaban por mis mejillas- ya no quiero...

-¿Te pregunté?

Él se acercaba mientras yo retrocedía aún en el suelo, llegando pronto a la pared.

-No lo hice, ¿Verdad?

-Te lo ruego... no por favor... ya no...

-Hm...

Se tiró sobre mi, para luego rasgar totalmente mi ropa, y con una mano tomó fuertemente mis muñecas.

Comenzó a lamer y besar mi cuello mientras que con su mano libre acariciaba mi entrepierna. Por más que intentaba no gemir, lo hacía.

-Mm... te castigaré por no abrir la puerta cuando lo ordené...

-No, Saga -Lloraba-, ya no...

De un tirón bajó mis pantalones junto a mi ropa interior hasta mis tobillos, se metió en medio de mis piernas y las colocó sobre sus hombros.

-Hermanito... me excitas tanto...

Introdujo su miembro erecto en mí, quise gritar debido al dolor pero Saga tapó mi boca con una de sus manos.

Comenzó a embestirme de una manera salvaje, mientras chupaba mis tetillas. Me mordía hasta sacar sangre de mi piel, su boca estaba llena de sangre, y él reía como psicópata.

Quitó por completo mis prendas inferiores, después me volteó contra el suelo dejando mi trasero en alto y volvió a penetrarme dolorosamente. Sentía un líquido escurrir por mis piernas, con dificultad me percaté de que era sangre.

Masturbaba mi pene mientras se movía bruscamente, me vine en el suelo. Saga me cargó y sentó sobre los lavabos, para luego entrar en mi nuevamente, las llaves de agua me lastimaban y la sangre en mi espalda desnuda manchaba el espejo.

Yo enterraba mis uñas en los brazos de mi hermano, ambos estábamos llenos de sangre, pero esto no se terminaría hasta que él se corriera.

Me bajó y luego jaló mi cabello para que viera mi reflejo mientras él volvía a introducir su hombría, la sangre en el cristal no me permitía ver con claridad mi rostro.

Al final se corrió en mi interior. Sacó su sexo y se retiró sonriente.

Caí al suelo, adolorido, agotado, sangrando... ya no podía más...

El brillo de un pequeño metal me lastimó los ojos, al mirar con claridad me dí cuenta de que era un pedazo de la hoja de un cúter. Me levanté y la tomé.

Ví mi reflejo en el espejo de los baños por última vez, antes de cortar mi cuello y mis muñecas. Mis rodillas no soportaron, caí en el piso convulsionando, riendo y llorando, al fin se acabaría todo...

Lo último que vi, fueron los zapatos de Saga acercándose apresuradamente a mi, y cerré los ojos.

-¡Hermano! ¡Hermano resiste!

Me reí.

-Pudrete, Saga.

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